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Josy Prostituta. Experiencias: “haciendo la calle”, la encerrona y otras. Cap. 7

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Para entender y comprender mejor la historia de Josy, deberían ira Josy prostituta parte 1 y parte 2 para conocer la génesis de las motivaciones de la protagonista, somos amigos y puedo dar fe de todo lo que cuenta por haber tenido entre mis manos a esa mujer tan exuberante en cuerpo como excelente en sus habilidades en el sexo.

La parte 1 publicada el 10-6 en categoría intercambios, la 2,3,4,5 y 6 en categoría amor filial.

Relatar la historia de Josy es poner en secuencia la auténtica realidad, sin concesiones y sin culpas, enfrentó la realidad con su cuerpo, exuberante y voluptuoso, placer a cambio de dinero, pero al entregarse había descubierto el disfrute del sexo como nunca, variedad y cantidad conseguían llevarla a niveles de placer inéditos.  En este capítulo cuenta algunas experiencias del trabajo de prostituta. En esta entrega tenemos las experiencias de: En la ordeñadora, todo por complacer al cliente, también bisex, amarradita, llevando el trabajo a casa, carne nueva para el sexo y si pagan…todos son clientes.

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En la ordeñadora

Todo depende de lo que disponga el cliente, según como les guste suelen suceder en esta particular forma de disfrute de la prostitución.  Te voy a contar que en una ocasión unos tipos me llevaron a coger al hotel, bueno… hicimos lo usual de los tríos hasta que saciaron sus deseos, vaciaron el contenido de la esperma acumulada en la rutina de sus hogares, pero en el relax después de haberse agotado sus ganas de cogerme, ahí suele ser cuando son más cabezas las que piensan, y como sabes ellos y en calentura piensan solo con la de abajo, comenzaron a fantasear entre ellos. 

Uno de ellos me propuso:

—Vendrías con nosotros a un tambo (racho lechero donde se ordeñan las vacas)?

—Nos gustaría verte hacer el lugar de vaca, colocados los chupadores en tus ubres mamacita. Piénsalo te pagaríamos bien por esa fantasía que nos despiertan tus grandes tetotas, como ubre de una vaca. –dijo el otro.

La oferta justificaba la invitación.  Me colocaron los chupadores de ordeñe, desnudaron frente de los trabajadores del rancho.  El espectáculo era para los ocho trabajadores varones y tres mujeres, éstas fueron las que me ayudaron poniendo crema en los senos para no lastimarme, luego colocaron los succionadores, uno en cada pezón y el patrón puso a funcionar la máquina…

Estoy segura que el espectáculo debía ser algo surrealista, uno de los tipos que me llevó estaba totalmente “sacado” (loquito) grabando toda la escena.   Debo explicar que lo absurdo y delirante de la situación que podía ver desde “el escenario” tenía la contrapartida de que la succión del aparato me producía una sensación bien rica, jamás había imaginado semejante acto, pero lo estaba disfrutando mucho.

Se quedaron tan asombrados, mirando el excitante espectáculo de una tetona, colocando sus grades chichis en una ordeñadora mecánica.  El acto extravagante tenía un morbo tan especial poder apreciar mi gusto por efecto de la máquina en mí, que una de las muchachas que trabaja en el lugar quiso ocupar mi lugar cuando me sacaron los succionadores.  Previo a colocarla en reemplazo y para incrementar el morbo del juego de ordeñe, le amarraron las manos a la espalda y encendieron el aparato.

Concluido el juego del ordeñe, y como el que portaba la filmadora había llevado varios casetes extra, sugiere al patrón del tambo si podríamos jugar unas escenas como para hacer una película porno en el establo, con los fardos de pasto para el ganado haciendo las veces de lecho.  Conozco como se las gastan estos tipos cuando el morbo se les sube a la cabeza, que cada quien agrega algo más para satisfacer las fantasías imprevisibles que van surgiendo a como dé lugar.

Nos amarraron con los arneses y aperos del establo, y éstas sujetas de las argollas donde se atan los animales, y comenzaron a jugar con las cuatro putas disponibles, algunos cintazos en las nalgas como para ponerle color al sexo, dijo uno de los que me trajo.  Luego “pelaron” verga y se pajeaban para ponerla bien dura y comenzó la primera ronda de “pasarnos por las armas” dijo el otro.   Primero pasaron los dos tipos que me llevaron y el patrón, probando a cada una.  Hagamos el “control de calidad” de las chepas de estas guarras, escuché decir en medio de las risotadas.  Se colocaban en fila, como para comprar en la feria y nos fueron dando vega, vaciándose donde se les ocurría.

El aroma del lugar, las putas colgando de los ganchos, los tipos sacudiendo sus mecos en nosotras, era algo digno de ver, ninguna de nosotras mostraba el menor desagrado, por el contrario, también ellas sentían rico cuando se alternaba en la cojidota.  Después habernos “pasado por las armas” y vaciado una buena cantidad de leche, continuó con lo usual, mamadas y tumbarnos sobre los fardos de pasto para hacernos por delante o por el ano, según le venga en ganas al cogedor en turno. Aquí concluye esta experiencia en la ordeñadora.

Todo por complacer al cliente

Las enseñanzas de Memo, el primo de mi maridito y de Ilse la vecina, me fueron de gran utilidad, sirvieron como fase iniciática, aprendí de sus consejos que el cliente no pide ni sugiere, ordena, manda, exige, le gusta ejercer su dominio porque tiene la razón del dinero que paga, obedezcan, sometidas y sumisas.  

Luego de unas pocas experiencias “haciendo la calle” me di cuenta que no es posible hacer la calle sin tener un “padrote”, protección, el señor que me cuida también me probó en varias ocasiones, decía que debía hacerme un chequeo completo, “necesitaba probar mi aptitud”, ¡ja! me probó y aprobó de todas las formas y me puso a trabajar con sus otras chicas.  Me sigue cogiendo cuando se le antoja o anda caliente.

Cuando los hombres me ven en tetas, tan voluminosas y como me cuelgan me las aprietan, chuponean y mordisquean, en ocasiones hasta dejarme moretones, entiendo que es parte de la excitación que sienten cuando se ven con mis tetotas enormes y bonitas.   Disfruto y disfrutan de sentir su cara apretujada en mis tetas, ni que hablar cuando les hago una paja o cubana frotando su verga entre mis tetotas hasta que les hago largar la leche a chorros que casi siempre me riegan la cara de semen.

Entre ellos también se dan

En este oficio nunca está todo dicho, nunca termino de sorprenderme, siempre aparece alguna variante que les ocurre hacerme probar, estos tipos siempre están buscando hacer realidad alguna fantasía u ocurrencia que leyeron, vieron o les contaron, nosotras las prostitutas, somos su campo experimental.  En sexo todo está por probarse, siempre habrá algo más por hacer…

En una ocasión que me llevan dos hombres, bien dotados, vergudos culeándose entre sí, yo de espectadora en primera fila, muy excitante verlos cogerse uno al otro, mirar como uno de ellos manda más, azota al enculado y lo hace gemir como a una hembra.  Cuando se cogen entre ellos, uno se la mama al otro para saborear el semen, en ocasiones uno de ellos me acaba dentro y es el otro hombre que se coloca entre mis piernas para lamerme la enlechada de su compañero y tragársela.  Ese momento disfruto doblemente, cuando el cogedor se viene dentro mío y nuevamente cuando el compañero me saca con su boca la acabada del otro tipo.

También bisex

Un señor me llevó para interactuar con su pareja hacer un trío con el señor y su esposa.   El señor quería ver de qué modo nos comíamos las dos mujeres.   Era fácil entender que la señora aún no había debutado en esta forma de sexo, debía enseñarle cómo hacerlo. La calidad del Memo, el profe, me sirvió para enseñarla y conducirla a meternos mano, nos lamimos, hicimos la tijera, un 69 hasta conseguirle un orgasmo a la señora que la dejó más que satisfecha, sin parar de gemir aún después de haber tenido un par de buenos orgasmos, diciendo en medio de agotadores jadeos, que nunca había disfrutado tanto.   Seguidamente el señor me garchó, me mandó dos polvos delante de su esposa.

Amarradita

Aprendiendo el bondage. Solo quien haya sido amarrada y con los ojos vendados, puede entender mis sensaciones, se siente muy rico estando amarrada, estar en esa situación incierta, de no saber qué está sucediendo, qué pasará al momento siguiente, adivinar lo que me van a hacer eleva mi excitación, el morbo de los partícipes se retroalimenta y multiplica, ellos saben para que les sirvo, tocan, lamen, aprietas mis grandes tetas, con los cinturones azotan mis nalgas hasta dejarlas moradas. 

Algunos gustan sentirnos gemir o gritar, otros prefieren el efecto de reprimir, colocándote esa bola en la boca, sujeta por una correa que se cierra en la nuca, de ese modo los gritos o gemidos son sofocados por la bola.

Estando amarradita se van turnando y me la meten por el culo, la vagina y me acaban en la boca, por momentos sentir a tres tipos ocupando mis tres agujeros a un mismo tiempo es algo inexplicable.

Otras veces me acaban en la cara y se me escurre el semen por las tetas, entonces me las levantan para que recoja con la lengua la enlechada sobre las chichis, me encanta hacerlo, siento un placer que me excede.

He proba la cruz, cuando te colocan en un crucero con forma de X, amarrada de manos y pies, indefensa y disponible para todo y todos.  Es común que cuando nos llevan tengan varios de estos aparatos para jugar, casi todos tiene una banca o mesa baja y acolchada, solo algunas, que te tumban sobre ella y te amarran de pies y manos a cada pata del mueble, con las cachas expuestas y las piernas bien abiertas disponible para cualquier actividad.  Esta forma de utilizarnos y amarrarnos es para satisfacer el morbo de la dominación, sentir como la hembra está disponible, sometida y vulnerada.  El acto puede durar todo el tiempo que el hombre o los hombres, o los hombres y mujeres, en estos juegos hasta me han ordenado, que no es lo más usual, sea yo quien ejerza el dominio del hombre.  Como te contaba estos juegos pueden extenderse por horas, y en muchas ocasiones te dejan amarrada o estaqueada mientras el, o los que, te someten beben, fuman, se divierten mientras la sumisa hace las veces de morbo decorativo ilustrando la escena erótica.

Este es un trabajo por dinero, pero el placer casi nunca está fuera de él, muchas veces la paga del servicio incluye el placer que da la entrega del sexo.

Llevando el trabajo a casa.

En ocasiones, pocas, me he llevado algunos clientes a mi casa, en todos los casos mi marido tan solo se ha quedado a observar o acercar alguna bebida.  Es algo recurrente que a pesar de las invitaciones para incorporarse se haya negado, lo máximo a que llegó, hasta ahora, fue para incentivar el morbo del hombre que gustaba de ver al “cornudo” abrirle las cachas a su esposa, para que él me ponga su verga en mi culo.  Sí lo veo quedarse viendo todo y masturbarse de forma compulsiva.

Presenció cuando me estaban dando por el culo y se le paraba la verga, se masturbó con mucha energía sin dejar de mirar cómo me lo hacían, cada gemido era una invitación a sacudirse con más urgencia. 

Me la meten bien a fondo dejándome la leche y así lubricada, sin permitirme limpiarme me la vuelven a meter, total es leche sabrosa, me jalan y chuponean las tetas hasta dejarme marcas moradas, en general no le piden sumarse en el encuentro, sino que disfrutan teniéndolo presente y dicen, por ejemplo:

—Mira que buen culo tiene tu puta mujer, mira, mira, a la piruja de tu esposa como se come mi verga, mira esta nalgona puta está buenísima, siente como grita esta perra puta de tu esposa, como la estoy abriendo con mi verga.

Poder jugar de “verdugo” rompiendo el orto de la esposa, delante del cornudo, es algo que disfrutan, tanto o más que la culeada en sí misma, seguro es una fantasía que tantos quieren ver realizada y pocos conseguirla, pero pagando el cliente tiene derecho a hacer su voluntad.

Carne nueva para el sexo

Haberme visto haciendo de prostituta, ha motivado a otras mujeres a imitarme, hasta me solicitaron consejo y que vea de qué modo se pueden incorporar al servicio activo del sexo por dinero.  En casi todos los casos son chicas con poca o nada de experiencia, jovencitas, casadas, noviando y también veteranas; el espectro de mujeres que buscan una salida económica vendiendo su cuerpo es de lo más variado y heterogéneo.  

Como son inexpertas es necesario foguearlas en la forma de vender sus favores, o hacerles hacer un curso acelerado de cómo ser prostituta en cinco lecciones, ¡Ja!

Hago las veces de profesex, me encargo de ponerlas al corriente de qué y cómo se hace con los clientes.  Las llevo a mi casa para que me vean en vivo y en directo como se hace acostándome con hombres, así van aprendiendo.   Alguna que otra vez las traje para que mi marido les haga el “chequeo” de rutina para disfrutarlas mientras les enseñamos cómo atender al cliente.

En una ocasión le traje a mi maridito, una jovencita virgen, sobrina de una vecina, para que se entretenga, la goce y lo haga feliz.  Se quedó con nosotros un par de días mientras el Rafa, mi marido, concluía el chequeo de rutina, que incluía el dervirgue vaginal, anal, y lecciones extra de mamadas de verga aprendiendo a tragarse los mecos del Rafa.   Después de unos días en la “amansadora” las llevo para que trabajen “haciendo la calle”.  Nunca he forzado ni motivado para que se prostituyan, todas ellas han venido por su propia voluntad o llevadas por sus madres, novios o maridos, sí, aunque no lo parezca es totalmente real, por eso digo que esta profesión todo está por aprenderse, nada termina de sorprenderte.

De las que entrenamos en casa, ninguna de ellas llegó virgen, todas sabían por qué y para qué venían, todas son calenturientas y quieren sacar rédito de la putería, yo solo les muestro lo que van a tener y les gusta, se entregan con gusto a ser cogidas.  No pasa con todas, pero lo he visto a Rafa cuando se las tira y gritan bien sabroso ya que están preparaditas para complacerlo, en las veces que lo he visto, noté como le tomo el gustito de haceles el culo, claro está que la tiene de un largo aceptable y no es gruesa, pero le gusta hacerles el orto.   He sido testigo presencial de ver como estrenó algunos culitos vírgenes, oírlas gritar en su primera vez y mi marido gozarlas a morir, claro que a la segunda o tercera vez que vuelve a abrirlo ya les gusta porque saben que para eso las quieren los hombres, y vale la pena darle el crédito que aprendió a hacer el trabajo de “especialista en abridor de culos” tal como se califica a sí mismo.  Me las entrega con todo en condiciones para entregar sus nalguitas. Hemos armado un buen tándem, Rafa las prepara para la cama, yo para hacer la calle, ambos cumplimos en hacer de ellas buenas prostis. 

Me encanta ver a mi esposo parado viendo cómo se cogían a su esposa y como me hacían gritar de placer mientras me sacuden la verga dentro mío.

Han venido maridos, pedirme convencer a sus esposas para que trabajen, siempre con resultado positivo, llevando carnes nuevas para hacer la calle.   Últimamente han venido preguntando como incorporarse mujeres de casi cincuenta años, están buenas y saben tratar muy bien a los clientes tanto mejor que las jovencitas, la experiencia también tiene sus beneficios.

Si pagan… todos son clientes

Siempre es bueno tener variadas alternativas de trabajo.  Hacer la calle, atender clientes que me llaman por teléfono o vía mail, y trabajar en el bar, lo que debo de hace es estar expuesta como mercancía en un escaparate, los visitantes son clientes, sin importar quienes sean.

Trabajando en el bar, se dio la alternativa de presentarse dos amigos de Rafa, que algunas veces nos han visitado como tal, ahora al verme trabajar en el bar, son mercancía disponible y según dijo podía hacer realidad esas ganas que siempre tuvo de mis carnitas, ahora en este trabajo puede hacerlo, uno de ellos me llevó al hotel para cogerme. 

Cogimos bien bonito, ni falta hacía que lo dijera, pero igualmente me hizo el cumplido de confirmar que siempre me había tenido como una fantasía acostarse conmigo y romperme el culo.  Ahora que me vio se puso como loco, era la fantasía hecha realidad, el sueño cumplido.   Tenía una calentura monumental, tres polvos en menos de dos horas, dos en la vagina y uno en mi culo, según él su secreto objeto de deseo.  La limpieza de verga luego de cada acabada lo dejaron con ganas de volver por más.

—Me hubiera gustado saberlo antes que era prostituta, cuántos polvos perdidos sin conocer tus carnes.

—Bueno, ahora ya lo sabes, nunca es tarde y cuando quieras ya sabes dónde encontrarme, siempre dispuesta a recibir con gusto toda tu lechita…

Las prosti no debemos hacerle asco a nada, los clientes son clientes no importa nada más.

Terminamos las cervezas y es tiempo de volver a probar sus carnes, es tiempo de gustar de sus carnitas, como dice ella.  Los espero mañana, en la próxima entrega.

Ahora es tiempo de seguir recibiendo los correos de mujeres que fantasean con ser Josy, ese es el juego del erotismo, que siga latente en tu fantasía, aunque nunca se sabe dónde termina la fantasía y dónde inicia la realidad, ¿o sí? Estoy esperándote en [email protected] para conocer la tuya, ¿me lo cuentas?

 

Lobo Feroz

(9,03)