Nuevos relatos publicados: 13

Revelación

  • 6
  • 10.341
  • 8,46 (52 Val.)
  • 0

Soy Rubén, un hombre serio, atractivo y misterioso, moreno de estatura media y delgado (en palabras de Nat). Mi esposa Natasha una chica sumamente atractiva, también morena, cabello negro hermoso y lacio, delgada y bajita con unas caderas pronunciadas y unas piernas bien formadas, sin olvidar sus bellísimas nalgas (envidia de muchos y trofeo de muy pocos).

Esta es la historia de cómo las fantasías de mi chica y mis temores se convirtieron en un encuentro de lo más caliente y una revelación.

Todo comenzó con mi inseguridad y mis celos, cuando Nat era soltera como era de esperarse ella tenía muchos pretendientes y varios novios, pero hubo uno que real mente siempre me preocupo, pues siempre, desde que me platico de él eh sabido que le tuvo gran afecto y sospechaba que aún se lo tenía. Esto me enfurecía mucho y después de casarnos en lugar de olvidarlo la idea me asechaba más y más cada vez, no estaba tranquilo ni a sol ni a sombra, me quedaba noches despierto pensando en cuantas posibilidades tubo en el día para verse con él, a pesar de que ella se esforzaba en demostrarme su amor.

Un día mi frustración llego al límite, cuando al dormir en mis propios sueños aparecía esa infame imagen: Llegaba yo a la casa y me encontraba a mi esposa desnudando a ese maldito, no podía creerlo, no sabía si me dolía más lo que estaba haciendo o con quien lo estaba haciendo, yo pasmado no atinaba más que a ver como lo desnudaba con prisa para luego hacerle un oral, después de un rato el, la levantaba, la volteaba y comenzaba a cogérsela con fuerza (como más le gustaba a ella) podía ver como su hermosa cara esbozaba un pícara sonrisa que turnaba con su cara de dolor y se interrumpía con gemidos y gritos, así estaba viendo la escena por un tiempo que me parecieron horas aunque debe haber sido minutos, aun en mis sueños cuando me di cuenta que ella me observaba con su carita tierna de niña esperando su castigo y pidiendo compasión, pero sin dejar de mover sus celestiales caderas sobre la verga de aquel idiota, que en ese momento hacía de su asiento.

En ese momento sentí calor en todo mi cuerpo que quemaba mi piel y de pronto sucedió lo que menos esperaba, mi propia verga parecía que reventaría, yo no entendía, pero parecía que a ella le excitaba mucho y lo tomo como una autorización por que arrecio sus movimientos como nunca lo había visto, hasta que con un grito enorme dio a entender que estaba terminando, así que antes de poder hace o decir algo termino mi sueño. Al despertar pude sentir aun esa sensación de calor recorriendo mi cuerpo, así que me levanté un poco para tranquilizarme, entonces me di cuenta que tenía una fuerte erección. Mi esposa y yo no habíamos tenido mucha intimidad en los últimos días debido a los celos, me estuvo tentando con unas sensuales tanguitas y sexis pijamas, así que en ese momento dormía con una tanguita y una blusa holgada y larga. Al verla recostada con sus nalguitas al aire, recostada de lado con sus piernas retraídas (como en posición fetal). Me deje guiar por mis instintos, tome las cobijas y las aparte, me acerque a su rico culito y lo comencé a masajear por encima de sus labios de principio a fin toda su rica extensión, de alguna forma me éxito pensar que lo estaba haciendo sin su permiso, sin que se diera cuenta pero seguro de que no me lo negaría y de que ella lo deseaba tanto como yo, comenzaba a sentir demasiada ansiedad ya quería encajarle mi estaca dura (mi herramienta no es muy gruesa pero es muy dura, entre más excitado más dura se me pone, además al coger lo hago con fuerza y mucho ritmo).

Entonces quite con mucho cuidado su tanga aun lado y abrí un poco sus labios pensando que tendría que lubricarla primero, pero al masajear comenzó a fluir su liquido vaginal, viendo esto le mantuve sus nalgas abiertas y le puse mi estaca en la entrada y comencé a meterla poco a poco, esperando para no despertarla, en la primera metida le entro la cabeza, en la segunda se deslizo lenta mente hasta la mitad y por ultimo con firmeza la deslice hasta el fondo, mi verga estaba a reventar y cuando toco el fondo de su interior, no pude evitar empujar un poco más de lo que pensé, en ese momento ella se movió un poco, deslizo sus piernas un poco haciéndome sentir ese movimiento en su interior, al estar tan quietos lograba sentir cada presión de su interior, al ver que no despertaba comencé a moverme un poco más fuerte, para ese momento nuestros sexos estaban ya muy mojados había fluidos que llegaban hasta debajo de sus nalgas, toda su vagina y su culito, ya que por momentos sacaba mi estaca para pasársela por su culito y clítoris.

Así lo comencé a hacer cada vez más rápido y fuerte hasta que ya eran metidas más firmes y rítmicas pero sin chocar con sus nalgas ni su interior ”para que no se despertara” Pero no aguante mucho tiempo, se la deje ir toda, y choque con sus ricas nalgas, ella gimió y se movió un poco, estaba seguro de que había despertado, pero no se movió más, así que espere un momento y ella seguía haciendo como que aun dormía, eso me calentó más, sabía que era consciente y aun así me autorizaba a usarla a mi voluntad, comencé nuevamente con el ritmo aún más rápido y fuerte, ahora era un reto, quería ver que tan buena era para actuar y fingir que no se despertaría, que no sentía, admito que soporto un rato moviéndose solo un poco y apretando los parpados y también las cobijas entre sus manos, pero cuando le comencé a dar con todo lo que tenía, no aguanto más, sus gemidos rompieron el silencio, sus piernas cambiaban de posición como si tratara de encontrar una forma de aguantar las arremetidas, los gemidos se fueron convirtiendo en gritos y entonces ya no soportaba la tensión de mi verga, sentía que ardía y no podía parar los movimientos de mis caderas que golpeaban sus nalgas rápidamente, la tomaba del cabello y la hacía gritar más y más, hasta que por fin mi semen comenzó a brotar a chorros y aun así no paraba de moverme cada vez más fuerte y descontrolado, mi verga no se podía relajar seguía dura y caliente.

Así seguimos por un par de horas, la tome en varias posiciones hasta que terminamos exhaustos. Al terminar después de dos leches y varios orgasmos de ella recostados le conté mis dudas, mis celos y le hice una propuesta que cambiaría nuestras vidas. Pero eso es historia para otra ocasión.

(8,46)