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Mi nueva y jovencita secretaria

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Soy un hombre de 59 años, aunque todos me dicen que aparento como 8 o 10 menos, tengo una pequeña empresa desde hace más de 25 años, en la que siempre mi mujer ha sido mi secretaria, pero por motivos familiares tuvo que dejar de trabajar en la empresa.

Empecé la selección de una nueva secretaria, me leí casi 200 C.V. y entreviste a más de 25 personas de todo tipo, pero tenía claro una cosa, prefería alguien sin experiencia para adaptarla mejor a mis costumbres y a mi empresa.

Por fin me decidí por una chica jovencita de 19 años, no tenía experiencia, pero tenía unos estudios bastante completos y se la veía buena disposición e iniciativa para el trabajo.

Desde el día que empezó yo me sentía raro, llevaba tantos años con mi mujer de secretaria que me parecía extraño tener a esa chiquilla allí.

A la semana más o menos de empezar no sé qué me ocurrió, ese día ella me pareció especialmente guapa y atractiva, quizás fue la ropa que traía, era verano y traía un vestidito bastante corto, de tirantes y escotado, se le notaba un poco el sujetador, y el escote dejaba ver algo de sus pechos, no eran grandes, pero si bonitos.

Desde ese día cuando la veía le daba un repaso a todo su cuerpo con la vista, y he de confesar que algo me empezó a atraer, pero claro dada mi edad y la suya, me lo quitaba de la cabeza rápido. Aunque al cabo de unos días más, ya no solo lo pensaba cuando la veía, también me venía a la cabeza su bonito cuerpo cuando estaba fuera de la oficina.

A los 25 o 30 días de estar trabajando en la empresa, nos quedamos solos para terminar un trabajo bastante urgente, serian ya las 8 de la tarde o más, cuando para romper un poco la rutina le dije: “Bueno Elena, tendremos que terminar e irnos, que, si no tu novio me maldecirá”, entonces ella me dijo: “No se preocupe, no tengo novio”, le respondí: “No me lo puedo creer una chica preciosa como tú que no tenga novio”, al decirle eso se puso colorada y no sabía que decir.

Ella estaba sentada al otro lado de mi mesa con unos papeles en la mano, yo me levanté, me puse detrás de su silla y le puse mi mano en su hombro, ella se estremeció, pero no dijo nada, yo le dije: “pero una chica joven como tu si no tiene novio tendrá amigos especiales, ¿no?”, ella se puso muy nerviosa y no sabía que decir, yo le empecé a acariciar su hombro llegando cerca de su cuello. Ella fue a levantarse de la silla, pero yo se lo impedí con mi mano en su hombro, ella muy nerviosa balbuceó “por qué no me deja levantarme, que quiere…”, entonces yo le dije: “no te asustes, no quiero nada que tu no quieras” y mi mano siguió acariciando despacio su cuello y sus hombros, estaba nerviosa pero no decía nada, entonces mi mano se deslizo desde su hombro hacia delante, llegando mis dedos a rozar el principio de sus pechos. Ella se puso muy nerviosa y con voz entrecortada dijo: “por favor…. que hace… que quiere…”, le dije: “eres una chica muy bonita, y a cualquier hombre le gusta tu cuerpo”, entonces sin soltarla del hombro, bajé mi boca sobre su cuello y se lo empecé a besar.

Ella quiso levantarse, diciendo muy nerviosa: “p pero… p por favo or, que quiere hacer…”, ella dio un salto y se levantó de la silla, su carita estaba colorada como un tomate, sus labios temblaban de nervios y sus ojos estaban vidriosos a punto de llorar, le dije “no te asustes, habrás hecho algo con algún chico, ¿no?”, ella muy nerviosa dijo: “sí, claro, pero poco y con chicos de mi edad”, ella se había apartado de mí, me acerqué a ella y poniendo mi mano sobre su cintura le dije: “los chicos de tu edad no tienen experiencia, los hombres maduros tenemos más experiencia y sabemos cómo tratar a una chica preciosa como tú”, cogiéndola de la cintura la traje hacia mí y le arrimé mis labios a los suyos, ella se echó hacia atrás tratando de huirme, pero la pared la tenía muy cerca, y mis labios se posaron en los suyos, ella temblaba, apretaba los labios con fuerza, y como podía decía: “no, no, no… por favor….”, entonces sin dejar de intentar besarla puse mi mano sobre su pecho, apretándosela por encima del vestido, ella casi llorando dijo: “no, por favor, no, déjeme, me quiero ir ….”, como no se dejaba besar, llevé mi boca a su cuello, pegando mi cuerpo al suyo, y empezando a mordisqueárselo, y apretando sus tetas con mi mano, ella hacía por separarse, pero mis labios notaron como su piel se empezó a erizar por el cuello, por los hombros y por los brazos, ahora solo salió de su voz “por favor… por favor… por favor… ¿qué me va a hacer?”, pero noté como su cuerpo empezaba a sentir algo, casi sin querer y temblando, sus brazos se agarraron a mi cintura, y cuando llevé otra vez mis labios a su boca, ella la abrió y dejo que mi lengua entrara en ella, notando como su lengua empezaba a jugar con la mía.

Mi mano siguió acariciando sus tetas, la metí por debajo de su vestido, notando a través de su fino sujetador como sus pezones se empezaban a endurecer, no dejé de besar aquella lengua húmeda y cálida que ya jugaba con la mía dentro de nuestras bocas.

Mi mano dejo de acariciar sus tetas, bajo despacio acariciando su espalda, apreté su culito por encima del vestido, seguí bajando y metí la mano por debajo de su corto vestido tocando sus nalgas desnudas y rozando con mis dedos el hilo de su tanga metido en la rajita de su culo.

De repente ella dejo de besarme, y dijo “Ya vale… por favor… vámonos…”, pero en su carita roja como un tomate, se la empezaba a notar una expresión de deseo. Yo la dije, “espera cariño, tus besos me gustan, y… creo que a ti también”, volví a poner mi mano en sus nalgas por debajo del vestido, trayéndola contra mí, y apretando todo mi cuerpo contra el suyo, mi paquete había empezado a crecer, sus besos y las caricias que la había dado me habían empezado a excitar, apreté mi paquete contra su pubis y al sentir mi polla dura dio un respingo hacia atrás, la apreté con más fuerza y la volví a besar y mordisquear el cuello, esta vez no opuso mucha resistencia, mi mano pasó de su culito a la parte de delante, rozando mis dedos con su rajita por encima de su tanga, cuál fue mi sorpresa y satisfacción al notar que su tanga estaba un poco húmedo, lo aparté y rocé mis dedos por su húmeda rajita, suspiró y se abrazó a mi cuello diciendo “no puedo más…”, al oír aquello me excité mucho más, mi polla se puso muy dura y la llevé junto a mi mesa sentándola en el borde, mis manos acariciaban sus muslos por debajo de su vestido, mis labios seguían besándola, dejé de besarla y la eché sobre la mesa, intenté abrir sus piernas, pero se resistieron, diciendo “no por favor… no…”, me agaché sobre ella, para mordisquear sus tetas por encima del vestido mientras mis manos siguieron intentando separar sus piernas, al oír un suspiro la presión de sus piernas cedió, se abrieron un poco, lo suficiente como para empezar a acariciar su rajita por encima del tanga, estaba un poco húmedo, mis dedos apartaron el tanga rozándose ahora por su rajita húmeda, subiendo y bajando por ella, pronto noté como se mojaba más y empezó a suspirar, le quité el tanga, ya no opuso resistencia, acerqué mi boca y metí mi lengua en su rajita lamiéndola de abajo a arriba, no se movía, solo se oía algún leve suspiro, mientras mis manos acariciaban sus muslos, mis labios buscaron su clítoris y empezaron a mordisqueárselo despacito, al poco tiempo sus suspiros se empezaron a convertir en leves jadeos, mi jovencita secretaria se empezaba a derretir bajo mi boca… Dejé de comerla su coñito, me quité los pantalones y los slip, mi polla saltó como un resorte, la abrí las piernas tumbada encima de la mesa, ya casi no ponía resistencia, solo se le oía algún “no” entre sus suspiros de placer, acerqué mi polla dura y con el capullo mojadito, se lo empecé a restregar por la rajita, poco a poco fui empujando hasta que se la metí hasta dentro, lanzó unos leves gemidos, y empezó a tocarse las tetas.

Ya no había duda, mi jovencita secretaria estaba bien caliente, empecé a sacar y meter mi polla de su coñito joven y depilado, ella seguía apretándose sus tetas, y al poco tiempo salió de su boquita “follame… follame massss, me gustaaaaaa…”, oírla decir aquello me excitó más aun, después de varias embestidas y casi a punto de correrme, saqué mi polla de su coñito, la llevé a la altura de su boca, cogí su cabeza con mis manos girándola hacia mí y acercando mi polla a sus labios, ella complaciente empezó a chuparla, no lo hacía mal para lo jovencita que era, mientras la empecé a acariciar sus tetas, a pellizcar sus pezones, ya estaban bien duros de las caricias que ella misma se había hecho, notaba el calor y la humedad de su lengua lamer mi capullo, era maravilloso. Cuando ya casi no podía más la saqué de su boca y volví a ponerme entre sus piernas, ella me rodeó mi cintura mientras yo la volvía a meter mi polla en su coñito, al sentirlo emitió unos leves gemidos, empecé a follarla bien fuerte, mis huevos chocaban con su culito, estaba muy excitada y totalmente entregada a mí, cuando yo ya casi no podía aguantar más ella empezó a jadear con fuerza y termino diciendo: “ufff… me corrooooo…”, al oír aquello no pude resistir y de mi polla salieron 3 o 4 chorros de leche dentro de su coñito, ella estaba ahora totalmente en silencio, saqué mi polla y moviéndomela otro poco la llevé sobre sus tetas, lanzando otro chorro de semen, que ella esparció con sus manos. Me fui al servicio que tenía junto a mi despacho, ella se levantó, se vistió y sin decir nada salió corriendo. Al día siguiente llamó para decir que estaba indispuesta y que no podía ir a trabajar. Yo pensé lo que pudiera pasar, pero al otro día ella se presentó a trabajar con normalidad.

Ya les contare algunas otras cosas que pasaron después de aquel maravilloso día.

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