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La Señora Sandra III

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Después de haber descansado, aun teníamos 4 horas antes de que llegaran sus hijas y por supuesto que las aprovecharía al máximo, al sentir nuevamente el cuerpo de la señora Sandra mi pene volvía a tener otra erección, cosa que ella noto de inmediato

-Vaya mi niño, sí que tienes energía

-Es que es por usted señora -respondí

-jajaja Bendita juventud -dijo ella al levantarse de la cama y ponerse una bata rosa -pero yo necesito más tiempo para recuperarme mi niño.

Se acercó a su cómoda observándose en el espejo, al ver su cabello enmarañado lo tomo con sus manos haciéndose un peinado que en México se le llama chongo.

-Bueno mi niño levántate que te voy a hacer un rico desayuno –dijo ella saliendo de la habitación.

Yo me levante de la cama poniéndome solo mi pantalón de mezclilla y dirigiéndome a la cocina me coloco en la silla del comedor mientras ella está revisando el refrigerador.

-Que quieres de desayunar mi niño? –pregunto ella.

-Lo que sea está bien señora.

-Te hare unos ricos huevos estrellados ya lo veras.

Ella se dispuso a preparar el desayuno, la bata que se había puesto era muy pequeña por lo que no la cubría mucho y al cualquier movimiento se levantaba por la parte de atrás mostrando su enorme culo.

Mientras ella seguía concentrada en cocinar, me levanté en silencio acercándome muy sigilosamente, la sorprendí abrazándola por otras mientras le empotraba el culo con mi verga, empecé a masajearle las tetas y darle besos por su cuello y nuca.

-Te quedas caliente verdad mi niño –dijo ella mientras su respiración se agitaba lenemente.

Yo recorría todo su cuello dándole besos y pequeños mordiscos, colocando mi verga en medio de ese enorme y precioso culo sin dejar de masajear sus tetas que poco a poco salían de su bata.

-Ya mi niño, quédese quieto, no ve que le puedo quemar.

-Que no le gusta señora? –pregunte.

-si me gusta mi niño, pero es peligros, mejor póngase a ver la televisión y déjeme terminar aquí.

Jalándola desde atrás la retire y apague el mechero de la estufa, ella empezó a corresponder mis besos y empotrar su culo por si misma.

La gire quedando frente a frente los 2, nos dimos un beso profundo, y la  tomé de sus hombros hasta que poco a poco ella descendió quedando en rodillas, desabroche mi pantalón baje mi cierra y mi verga salió disparada justo a su rostro.

-Aquí tiene su desayuno señora Sandra. –dije al restregar mi verga por toda su cara. –huevos, salchicha y leche.

-Todo en uno, que rico. –dijo ella al lamerse los labios acercándose a mi verga

Empezó por besar mi punta, poco a poco, mientras sus manos acariciaban la base, sus labios fueron bajando lentamente por mi falo, alternando entre besos y lamidas, con su lengua me daba pequeños círculos en la punta y bajaba de nuevo por toda mi verga.

Mis manos bajaron para tomarla por el cabello aferrándola a mi verga para aumentar el ritmo de su mamada, de pronto se introdujo completamente mi pene en su boca, su cabeza subía y bajaba lentamente, ayudada por mis manos. Sus hilos de caliente saliva se deslizaban por todo mi tronco.

Se separó un poco de mí, tomo aire y se dirigió a mis testículos dándoles largas lamidas y pequeños chupetones, mientras que con su mano izquierda me pajeaba.

-S-señora…. Me voy a correr señora. –dije casi a punto de acabar.

La señora Sandra se detuvo por completo, coloco su dedo pulgar e índice en la base de mi pene apretando fuerte para evitar que eyaculara.

-Aguanta un poco más mi niño.

Sin dejar de apretarme volvió a introducir mi pene otra vez en su boca, se lo estaba tragando por completo hasta la base topando con sus dedos.  Su mano izquierda apretaba la base de mi tronco para no eyacular, su boca dedicada solo a mamar  de arriba abajo y su mano izquierda dándome un masaje en mis huevos.

-¡Señora ya no puede aguantar más!  -dije casi gritando.

-Córrete mi niño, dame tu lechita, -respondió ella abriendo su boca.

Me soltó de golpe colocando su rostro directo en mi pene, estaba tan excitado que empiezo a masturbarme frénicamente hasta eyacular, al ver a la señora Sandra en esa pose con su boquita abierta pidiendo leche, me hicieron acabar rápido.

-Tome leche señora Sandra. –dije eufórico sin dejar de masturbarme. –tómese toda mi leche.

Chorro tras chorro de leche salió disparado a su cara, ella solo se quedó inmóvil recibiendo cada uno de mis disparos, terminé por completo en toda su hermosa cara algo que siempre fantaseé con hacer.

Quería marcarla por completo con mi leche, no quedo espacio en su cara libre de mi semen. Nunca antes había eyaculado en tanta cantidad como esa vez, quería que todos supieran que ella era mía.

Se incorporó de pie quitando los restos de mi semen de sus ojos que no la dejaban ver, se dirigió a un pequeño espejo que tenía en su comedor y se quedó sorprendida al ver la gran cantidad de leche que tenía en su cara.

-¡Mi niño pero cuanta leche sacaste! –dijo sorprendida. – Mira como me dejaste mi cara toda llena.

Tratando de limpiarse con sus manos su rostro, terminaba por restregárselo más en su cara.

-Si mis hijas me vieran así. –dijo ella untándoselo en su cuello y cara. -Bueno, al menos dicen que la lechita de hombre es buena para el cutis.

Yo aún seguía muy duro y mi pene aun daba para más, me quite por completo mi pantalón de mezclilla y sin decir media palabra, empine a la señora Sandra sobre la mesa de madera en su comedor.

Subí su bata hasta su cintura dejando libre su culo, sujete el Chongo de su cabello con mi mano derecha y con mi mano izquierda me aferre su cintura, acomodo mi pene en su vagina introduciéndoselo de golpe.

Mi verga entraba y salía fácilmente de su húmeda y caliente vagina, sus gemidos fueron aumentando, motivándome a seguir dándole más duro, la señora Sandra se retorcía en toda la mesa a cada embestida que le daba.

- Sigue, mi niño, sigue. -dijo gimiendo.

Eran tan fuertes mis embestidas que la mesa se movía de lugar con todo y la señora Sandra sobre ella.

-Cómase toda mi verga señora -dije al escuchar la mesa arrastrándose por mis embestidas.

-¡si mi niño lindo, no te detengas!

La cogida que le daba a la Señora Sandra era violenta y sin contemplaciones, toda mi lujuria exploto en ese momento y no quería parar.

- ¡¡¡Me destrozas mi niño!!!- gritó al borde de la locura.

La señora Sandra se sujetó con fuerza de las esquinas de la mesa tirando los platos al piso, seguí con mi ritmo frenético y desquiciado sobre su cuerpo que no podía articular palabra alguna. La señora Sandra se retorcía entre el dolor y placer.

El orgasmo no tardó en llegar y una vez más terminaba por llenar las entrenas de la señora Sandra inundando todo su útero, poco a poco nos fuimos relajando al tiempo en que mis embestidas se hacían más lentas.

Me quede pegado a su cadera hasta que la última gota de semen salió sin sacar mi pene hasta que se volvió flácido, mi leche escurría por toda la vagina de la señora Sandra hasta manchar la mesa.

- Ha sido la mejor cogida que me han dado en mi vida mi niño. – dijo recuperando el aliento.

Termine sentado en el piso sin poder levantarme, mis piernas no me respondían Y trataba de recuperarme, la señora Sandra seguía acostada en la mesa en la misma condición que yo. La primera en recuperarse fue la señora Sandra, se levantó y se dirigió hacia mí.

- Ven mi niño. - dijo ella tomándome de la mano. –será mejor que tomemos un baño.

Ambos estábamos sudados y pegajosos, y un baño no caería mal. Nos dirigimos ala regada dejando correr el agua fresca sobre nuestros cuerpos, ella tomo el jabón lavando mi pene, frotándolo por todo el tronco.

-Siempre les he dicho a mis hijas que si usan algo tienen que lavarlo.

Mi pene volvió a cobrar vida al sentir el tacto de la mano de la señora Sandra envuelta en jabón. La limpio de arriba a abajo, tome el jabón y empecé a hacer lo mismo con sus tetas  frotándolas por todos lados y estrujándolas en el acto.

Ella soltó mi pene para comenzar a lavar su vagina, era sorprendente la cantidad de leche que salía al lavarse, continuamos un rato más limpiándonos mutuamente hasta que salimos de bañarnos y fuimos a su recamara desnudos a recostarnos.

Al estar fresco y descansado trate de cogerme a la señora Sandra una vez más, pero ella me detuvo.

-No podemos mi niño, mira la hora que es -dijo señalando el reloj –Es la 1:30 mis hijas no tardan en llegar.

El tiempo había pasado demasiado rápido sin darme cuenta, nos levantamos rápido para vestirnos y poder limpiar la habitación y la casa completa, nos dispusimos a limpia, pero el olor a sexo quedo impregnado en todo el cuarto.

Me acompaño al patio nos despedimos con un largo beso, regresando a mi casa muy satisfecho. Durante las siguientes semanas no pudimos hacer nada más, mis exámenes no me dejaban tiempo para nada, pero la señora Sandra para motivarme dijo que me daría un Regalo muy especial si sacaba buenas calificaciones.

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