Nuevos relatos publicados: 16

El juguete preferido

  • 20
  • 78.770
  • 9,04 (77 Val.)
  • 0

Atención; exclusiva para gente de amplio criterio, con alta comprensión del contenido literario sexual de este texto. Recordando que esto es fantasía. si esto se apega a la realidad, esa no es la intensión.

Dany fue el preferido de mamá. Además, muy obediente cuando era niño. Cuando ella decía horade ir a dormir, él se iba a dormir sin protestar. Cuando ella decía hora de comer, él comía sin hacer mala cara a lo que ella le servía. Cuando ella ordenaba apagar la TV, lo hacía sin discusión. Él hacia todo, porque antes que nada amaba a su mamita.

A pesar de sufrir la ausencia de su padre se puede decir que Dany vivió una infancia feliz. Por supuesto buen niño, pero también curioso. Por las noches su mamá salía fuera, y lo encargaba con una señora vecina que vivía muy cerca de ellos. Ella esperaba verlo dormir, pensando confiada que era así. Pero Dany solo fingía. Esto se repitió muchas ocasiones. Sin que Dany se diera cuenta a qué hora regresaba. El sueño le vencía y dormía como tronco.

Pronto crecen los niños y Dany no fue la excepción. Era casi un joven cuando una noche despertó, al escuchar ciertos ruidos que no le perecieron normales, salió a hurtadillas de su dormitorio y fue al dormitorio de su madre, de dónde provenía aquel ruido, Allí estaba su mamita en la sala de estar, desnuda de rodillas delante de un hombre que estaba igualmente desnudo. Estaban en un ángulo donde podía mirar con claridad lo que estaban haciendo, sin ser descubierto. Por ese mismo motivo, miro la enorme verga del desconocido, deslizándose dentro y de la boca de su madre. Por supuesto que sabía lo que lo hacían, pero no entendía porque su madre se veía tan feliz mamando aquel enorme falo. Observó como el hombre empujaba su tranca, al tiempo que jalaba la cabeza de su mamita. Prestó toda su atención, a sus senos. Enormes globos que oscilaban de aquí para allá, y las nalgas peludas del hombre, con las rodillas un tanto flexionadas. Sus compañeros del colegio le habían comentado sobre lo que estaba observando, pero jamás imagino lo que las mujeres disfrutaban aquello, y mucho menos de su mamita. Suspiro en silencio observando a su madre devorar golosamente el gigante órgano. De pronto, miró al hombre apartar a la fuerza a su madre, y la obligo a empinarse, y a él arrodillarse tras de ella. Tomo con una mano su enfurecido tronco, y aplicó saliva para después apuntarlo y hundirlo por completo en las entrañas de su madre. Dany abrió sus ojos desmesuradamente, al ver que su madre desaparecía totalmente aquella enorme y endurecida tranca.

Pasaron algunos meses después de aquello, y su mamita seguía con sus paseos nocturnos cuantas veces le daba la gana. Solo que a partir de aquella noche él la esperaba hasta oírla regresar, casi al finalizar la noche, ella agradecía a la niñera y luego escuchaba la risa suave y las voces apagadas de mi mamita y quienquiera que haya salido con ella. Algunas veces se portaba muy discreta, y hasta parecía que nadie estaba con ella. Sin embargo, mamita era muy escandalosa después supe que era al llegar su orgasmo. En cambio, hubo otras noches que no fueron tan quietas. La percatarme que ya se encontraba en su dormitorio quedamente salía a hurtadillas y les espiaba en el umbral de su dormitorio. No tuve tiempo de sorprenderme, mamá me daba sorpresa tras sorpresa, así que el que el acompañante fuera diferente fue como algo natural para mí. Por ello mismo, cuando mama se estableció solo con el señor Pedro. Me desconcertó. Sobre todo, porque era bastante más viejo que ella. Tiempo después nos mudamos al apartamento de don Pedro una casa bastante bonita y agradable. Solo cargamos con los enseres, y el coche de mi Mamita, sus ropas, las ropas mías y mis juguetes. Ella estaba la mayoría del tiempo en casa ahora sólo salía por las tardes con el señor Pedro. Dos, o vez tres veces al mes. Comían en casa y yo era enviado a tomar un baño e irme a la cama, mientras ellos pasaban la noche juntos.

El Sr. Pedro era muy amable conmigo y eso me gusto bastante. Él parecía más mi abuelo que mi padrastro, pero nunca se lo dije. Excepto porque él se acostaba con mi mamita, no ocurría nada inusual en absoluto. Dora, estaba feliz con su nueva vida, al lado del señor Pedro. A ella no le gustaba vivir como una prostituta, y mucho menos los hombres imprevisibles con los que algunas veces se encontraba. Ella era una puta, una concubina, pero don Pedro siempre la trató de manera amable, mostrando siempre un apetito lascivo por ella y que a Dora le vino muy bien. Solo que dos o tres veces al mes era muy poco para su enorme apetito sexual, un apetito que bien sació cuando se mostraba como una prostituta activa. En verdad es difícil comprender la actitud de mamita, cosa que considero imposible. Después de varios meses soportando las escasas sesiones con don Pedro, mamita se vio se vio superada por sus instintos. Ese día mamita bebió unas copas antes de mandarme a dormir, como ya era usual. Después descubrí que tenía una cita con el señor “dildo” permaneció en la sala sola, don Pedro dormía en la habitación que compartían. Como otras ocasiones fue a mi habitación a confirmar que estuviese dormido, Sigilosamente como ya era mi costumbre me levanté de mi cama, y me dirigí a la sala a observar que hacía mi mamita, igual que muchas otras ocasiones, encontré a mamita con su juguete favorito. Un enorme e increíble dildo encima de su panochita. Lo veía con mirada ansiosa, glotona. Confiada en su solitaria estancia musitó:

—oh, lo había prometido no volverlo hacer, pero en realidad me es imprescindible, siento pena, pero será solo esta vez, vamos “Jorgito” hazme feliz.

Mamita lo apunto en su entrepierna y lo empujo con decisión, hasta desaparecer el enorme consolador. Mantenía sus pies separados en la orilla del sofá, permitiendo que mirara como se ofrendaba desesperada, sacudiendo con fuerza sus caderas y cerrando sus ojos en delirio. Eran ya, demasiadas escenas de esas que había observado, sin atreverme a hacer nada. Tuve deseos de acercarme a ella, arrebatarle el consolador y penetrarla con mi verga. Deseaba con verdadera pasión la panocha de mamita.

Después de observar como su “Jorgito le arranco no sé si dos o tres orgasmos, me largue a masturbarme a mi cuarto. Ya en la soledad de mi habitación, alcance oír varios gemidos de mamita, tenía un tarro de grasa y unte una cantidad generosa en mi incipiente verga. Y comencé a masturbarme con bastante ansiedad. El haber escuchado y visto a mi madre en su placer solitario, había encendido el mío. Tanto que no la escuche, cuando no sé por qué razón, pero había entrado a mi cuarto. Quizá porque cometí la torpeza de no apagar la luz, el caso es que abrí mis ojos, Dora estaba frente a mí con una mirada de sorpresa que no podía disimular, me sentí tan apenado que me cubrí tan pronto como pude.

—mamita te juro que jamás lo vuelvo hacer.

Supongo que notó mi cara de terror, porque al instante intento tranquilizarme.

—cálmate hijo no pasa nada, eso que estás haciendo es algo normal que hacen todos los chicos de tu edad. Pero creo que lo estás haciendo mal.

Al ver la actitud comprensiva de mi madre sentí temor. Pero desde ese momento me di cuenta que mama debía tener algo malo que después comprobé. Mamita era ninfomaníaca, su dedicación a la prostitución no solo era por el dinero, también era por su satisfacción personal. Se había aproximado tanto a mí que casi estaba acostada a mi lado. Me tranquilizaba saber que el señor dildo había apaciguado su furor. Pero su mirada e interés en lo que descubrió parecía indicar lo contrario. Me miró fijamente y me sonrió, enseguida deslizó su mano hasta posarle sobre mi estómago. Y empezó a hablar intentando reconfortarme. Su tono era suave y pausado.         

—No tengas temor hijo, mamita sabía que tarde o temprano debía suceder esto.

Su familiaridad y confianza conmigo me tenía pasmado, aun mas cuando levanto mi playera y comenzó a hacer círculos en mi barriga, solo fue un preámbulo, quizá intentando no verse demasiado acosadora. Cuando me observo relajado, con firmeza llevo su mano directo a mi verga y la tomo como si ya lo hubiera hecho muchas veces antes. Era increíble la sutileza y maestría que tenía mamita para acariciar mí mi creciente verga, si de algo estaba seguro es que los tragos que había bebido, eran los causantes de aquella audaz actitud. La sonrisa que expreso al ver totalmente estirada mi verga, logro terminar con mi tensión.

—¿Se siente bien hijo?

Le contesto con la verdad, lo que realmente me estaba haciendo sentir.

—si mamita mucho muy bien.

—ahora te das cuenta porque no debes sentir vergüenza.

Dora sudaba evidentemente excitada, mirando gesticular a Dany palpablemente complacido, y deseando en su interior que su mamita no se detuviera.

—-Aaah esto es tan agradable —se atrevió a decir.

Dora se vio animada por aquella expresión, y continúo con su artera estimulación a su inexperto hijo. Tomo aquello como una petición y le aplico otra caricia que Dany jamás iba a olvidar en su vida, atrapó con sus manos sus testículos y los sobó con toda suavidad. Dany sentía que las cienes le explotaban, no pudo soportar más aquella deliciosa sensación, y estallo en una eyaculación potente y profusa. Toda ella cayó sobre las piernas de Dora empapando sus prendas. Dany no pudo darse cuenta de aquello cerró sus ojos y se retorcía al compás de su clímax. Dora se dio cuenta que estaba súper excitada. Era imposible quedarse en ese estado, pensó en su “Jorgito” para darse placer, pero era mucho mejor tener un macho vivo. Entonces puso su atención en las manos de Dany, y sonrió el problema estaba resuelto. Su inhibición era anulada por el alcohol, y sus acciones autorizadas más por la libido, que por su cerebro.

Tomo la mano de Dany y le indico como debía meter los dedos en su vagina. Su cuerpo se tensó al instante, tembló y gruñó.         

—Ouhhhhhh.

Fue un sentimiento extraño de placer y satisfacción. Jamás se había corrido tan rápido como esa ocasión, Dany la miraba con más sorpresa que orgullo de haberla llevado al éxtasis. Dora mantuvo agarrada la verga de Dany, y noto como esta perdía dureza. Dany disfrutó hasta el último instante la permanencia de su virilidad en manos de su madre. Ya repuesta, cubrió a Dany con su frazada y abandonó el cuarto de su hijo sin despedirse.

La mañana siguiente con la luz radiante de un nuevo día, Dora lucia afligida por lo que había acontecido la noche anterior. Desempeñaba algunas labores dentro de la empresa de su marido, sin que lograra concentrarse en ello. Trataba de razonar o encontrar algo positivo de sus acciones. Positivamente ella no quería que Dany se sintiera culpable de masturbarse, no quería que el chico cargara con miedo o frustración, y que con ello se viera afectado más tarde en su vida. ¿Por supuesto tal vez ella había ido demasiado lejos, en el momento no se percató, lamentablemente el daño estaba allí? ¡Dany lo disfrutó!; de eso estaba segura ella. Disfrutó de sus expertas caricias, ¿realmente cuál sería la diferencia? de todas formas se trataba de frotar sus partes. Él no mostró desagrado. Además, ella disfrutó al darle gozo a él. ¿Qué agravio podría haber con eso? Por fin concluyo la jornada de trabajo, ella había resuelto los asuntos no sin grandes esfuerzos. Pero con ello también puso fin a su arrepentimiento, Uno tiene que moverse hacia adelante en esta vida, y debe uno sacar partido de ella.

Por la tarde después de recoger a Dany, trato de no decaer en su ánimo. Observó cuidadosamente a Dany, para tratar de notar cualquier signo adverso. Resultado de su encuentro nocturno. El joven se mostró muy cariñoso con su mamita como siempre. Después de cenar, Dora lo mandó a tomar su baño y a prepararse para dormir. Con un vodka y tonic en mano. Minutos más tarde observo la habitación de Dany a oscuras, y supo que todo estaba bien. Dora nunca se embriagaba, pero el alcohol si modificaba sus actos. Los ojos de Dany se vieron heridos por la luz que encendió Dora al entrar a su habitación.

— ¿qué pasa Dany, luego no quieres compartir tu cama conmigo? A cambio mamaíta promete hacerte sentir tan bien como anoche. 

— ¡si mamita, puedes acostarte aquí a mi lado y frotarme todo lo que quieras!      

—hazte a un lado dame suficiente espacio.

Dora se acomodó en el lecho, y le dio la espalda a Dany. Este, se desconcertó un poco. Pero al darse cuenta de la intención de su madre se llenó de júbilo. Dentro de su aturdimiento Dora; no estaba segura hasta donde quería llegar con ese candente juego que había iniciado con su retoño. Pero por lo pronto, acomodo sus portentosas nalgas frente a la desafiante verga de Dany. El inexperto muchacho no sabía qué hacer, pero tener enfrente las nalgas de Dora término por extender su proyectil en su totalidad. Y lo empezó a empujar en la ranura. Ella lo aprisionó y oprimió con toda su fuerza, enseguida, se hizo de una de sus manos y la guio directamente a su “peluche”, murmurando le pregunto:

—¿Te gusta todo esto?

Dany contesto con voz enronquecida.

—si mamita mucho.

Dora, sintió pesar al pensar que pronto se quedaría dormido, estaba segura que con solo el movimiento de sus nalgas lograría que su hijo eyaculara, y ella se quedaría muy prendida. Dany persistía prendido con su mano en su zona púbica, de pronto internaba un dedo entre sus viscosos labios vaginales. Hurgando cada vez con más ansiedad, por la grata sensación que le propinaban las cálidas nalgas de su madre. Se equivocó Dora, porque Dany parecía que nunca llegaría al clímax, había liberado su desafiante verga de sus prendas, y la empujaba con ardor. Dora sentía muy agradable aquel ataque a pesar de no permitir la penetración, tuvo que hacer acopio de voluntad cuando el atrevido muchacho quiso quitarle los calzones.

—-no mi amor solo hasta ahí.

Dany no se sintió frustrado por aquello, al contrario se acomodó de tal forma que su ariete trataba de alojarse entre los labios de la vagina, Dora, como pudo elevo la pierna dejando que el empuje del potente embolo, se alojara al interior de su vagina con todo y sus pantaletas, ella no pudo evitar un grito de emoción al alojar la virilidad de su hijo en su interior, esta inclemente sensación logro su objetivo, Dany se vino copiosamente, escurriendo todo su contenido en las nalgas y piernas de su madre, Dora sintió tan agradable aquel baño que empezó a correrse con la misma intensidad con que Dany lo hacía. Rato después ambos trataban de acompasar su respiración. Los dos se notaban contentos.

—te estaba dando una probadita de sodomía y terminaste anegándome la panocha.

Su plan francamente había fracasado, y encima Dany seguía tan duro representado una tentación insoportable. Sin embargo, no estaba molesta, madre e hijo intercambiaron una sonrisa cariñosa. Lo acuno en su regazo acariciando su cara, sintiendo su respiración por varios minutos, frente a frente, hasta que un empujón audaz de Dany se alojó en su zona púbica. Comprensiva y sorprendida Dora acaricio varios minutos su verga y pelotas. Y empezó un movimiento rápido con su mano, no pasó mucho tiempo para que Dany se retorciera en la cama. 

--ouhhhhhh, —gimió Dany— ouhhhhhh.

Luego su verga se ablandó entre sus dedos. Enseguida Dany se dio vuelta y empezó a dormir.

El siguiente día, Dora no albergó ningún sentimiento de culpa respecto a lo que había hecho. No tenía duda, al pensar qué se había desarrollado entre ella y su hijo una situación muy especial. Ella siempre había percibido el aguijón de desaprobación en las miradas fijas de otras madres, ya fueran verdaderas o imaginarias, porque siempre la habían considerado una zorra. Ahora ella se sentía superior, ante esas autoproclamadas súper mamás, arrogantes y odiosas. No fueron del todo súper mamás, llenando a sus hijos de oscuros sentimientos de culpabilidad. Su hijo crecería sin culpabilidad, ella y su hijo conllevarían una relación llena de amor verdadero.

Después de atacar las nalgas de su madre, Dany dedujo que su pijama estaba demás. Considero que ahora era más propicio dormir desnudo, así era más confortable y divertido, sin embargo, no fue el único Dora después de un baño se presentó en su habitación desnuda…lista para la cama. En tono jocoso dora le pregunto.    

—¿Dónde está tu pijama?

—¿Tengo que, Mi Mamita? Hace mucho calor y estorba.

Dora expreso una sonrisa divertida. Momentos antes Dora estaba pensando dar marcha atrás aquella situación, pero no fue con gran convicción, repentinamente su pensamiento desapareció.  Todo ese día había sido perturbado por la intensión de dejarse penetrar, pero seguía dudando. Dora ojeaba una revista, terminó su bebida y tomo rumbo a su recamara. Fiel a su costumbre Pedro dormía profundamente. Dora pasó frente a la habitación de Dany, temerosa de no resistir su tentación, siguió de frente a su alcoba conyugal. La puerta del dormitorio de Dany estaba abierta y miró a su mi mamita pasar sin entrar en su cuarto. Esperó y esperó. Hasta perder la certeza de su llegada. Finalmente, cuando ya se había resignado a pasar la noche solo, ella irrumpió de su cuarto. Estaba sentado sobre el borde de su cama, como ella lo había hecho las noches previas, ella se abalanzo sobre él, y por primera vez le besó en la boca, como si aquello fuera muy cotidiano, luego se acomodó junto a él, y metió su mano bajo las sabanas al encuentro con su cuerpo desnudo. Dora tenía la verga de Dany entre sus manos, pero hizo un preámbulo muy serio con su hijo.

—Escucha bien Dany. Escucha muy atento lo que voy a decir. ¿Le contaste a alguno de tus amigos acerca de lo que sucedido entre nosotros estas noches? 

—…no mamita. 

—¿estás seguro? es sumamente importante que no lo hayas contado a nadie.

—no mamita, no se lo dije a nadie.

—es muy importante que no te portes vanidoso y se los cuentes. Ni ahora ni nunca, porque si lo haces mamita no volverán nunca contigo a la cama, además podríamos separarnos y no vernos jamás.

—¡Oh, no, Mamita! ¡Tú nunca me puedes dejar!

—ni amigos ni maestros ni a nadie ¿entendiste?

—¡No diré nada… ni una vez! ¡Te lo juro!

Sin más preámbulo Dora tomó su verga que inmediatamente se puso tiesa.

—Muy bien, —contestó ella y comenzó a acariciarle— ¿es esto lo que te gusta, Dany?

— ¡si… si! --la respuesta del chico fue fervorosa.

Ella utilizó ambas manos para quitarse su túnica. Su prenda de seda se deslizo por sus hombros y cayó al piso. Desnuda como su retoño, ella se acomodó encima de la cama.

—¿Ves algo hijo, cualquier cosa que te gustaría tocar? —Ella preguntó.

Sus ojos fueron dirigidos a sus tetas y su mano se extendió y se posó en sus pechos.  

—Mmmm, disfruto eso —dijo ella. Él la miró brevemente a sus ojos sonrientes y reconoció sinceramente que eran bellos e interesantes— ¿te gusta sentir los senos de mamita?

—si mucho son tan suaves y tan hermosos.   

—recuerda que mis tetas te alimentaron cuando eras bebé.

Dany se vio desconcertado un par de segundos, tan solo el tiempo que ella ocupo para inclinarse y frotarlas en su rostro.

—¿Te gustaba amamantarme? —pregunto curioso Dany.

—oh si tu pequeña boquita lograba excitarme. 

—¿te gustaría amamantarme de nuevo?

Dora, suspiro profundamente al escuchar aquella pregunta, visiblemente excitada.

—creo que lo deseo con toda mi alma.

Dora empujo su torso hacia adelante ofreciendo sus apetitosos senos, empujando el pezón dentro de su boca, ella percibió como los labios de Dany se moldearon alrededor de su aureola, y un pequeño mordisco al comenzar a mamar sus senos,

—así… así como si fueras un crio.

Dany modificó su posición a cada instante, tratando de dar la merecida atención a cada uno de sus senos. Dora los pezones erectos y los senos erizados como resultado de las caricias de Dany. Dora siempre había tenido sus senos muy sensibles, y Dany la había excitado como nunca antes, su excitación había tomado grado extremo, Dora estaba pérdida e indefensa a cualquier cosa que Dany intentara, no debía ser tan experto para darse cuenta del estado febril de su progenitora. Sabía el estado de indefensión en que se encontraba. Ya no había nada que lo detuviera Dora suspiraba, gemía, gritaba desesperada presa febril ansiedad. Por ello mismo no protesto cuando Dany zambullo un travieso dedo en el pantanoso calor de su adorable panocha. Dora era hipersensible en todas sus zonas erógenas, por esa razón Dany no requirió tanto esfuerzo para provocarle un tremendo orgasmo, que dejo al chico alucinado, al verla desquebrajarse llena de lujuria desenfrenada. Dora, miro a su hijo sorprendido, quizá preocupado por la desazón que acababa de provocarle, una vez repuesta, apartándose de Dany. Se precipito sobre su verga y pronto la tenía atrapada con su boca. Quería gratificar a su hijo por la inmensa dicha que le había proporcionado, Dora le aplico una mamada a Dany tan suculenta que siento que me estoy excitando. Prolongada, intensa, vigorosa y suave a la vez, succionaba con tal suavidad que Dany tuvo que hacer un esfuerzo increíble para no eyacular en su garganta. Era la forma en que Dora agradecía cuando un hombre realmente la había llevado a la cúspide del placer. Dany cada vez se veía más sorprendido por la sapiencia amatoria de su madre, asombrado y ahíto de las deliciosas sensaciones que su madre le provocaba. Con las húmedas, calientes, ceñidas, intensas y torturantes mamadas. Quizá magnificada por la naturaleza prohibida del acto sexual. Dora se acomodó de tal forma que succionaba la verga de Dany, y de pronto tenia uno de sus testículos oprimiéndolo suavemente con los labios. Giro la lengua en espiral a lo largo de su tranca, fue cosa de un minuto más, un minuto que para Dany perdió todo sentido, pues su mente quedo en blanco, como blanco fue el líquido que descargo en la boca de su madre, Dora lo engullo todo a pesar de haber sido una cantidad enorme. Para al final retirar la última gota con su lengua. Dora miró a Dany profundamente dormido, tanto que no se dio cuenta cuando su madre abandonó su tálamo. Dora observo una mueca de felicidad en su hijo. Inocente, pura, a pesar de lo que estaba sucediendo entre ellos. La cama era pequeña para dormir junto con él. Pero eso no era lo que le hacía salir del cuarto, se conocía y estaba necesitada de una liberación más profunda que quizá solo su “Jorgito” podía procurarle. Liberación que ella reconocía, muy necesitada.

El día siguiente Dany volvió a ser el joven feliz, pero no dejo de escuchar la recomendación de su madre. La escucho mientras comía su cereal, cuando acabo se fue a sentar en las piernas de su madre, estaban solos en casa. Así que Dany no vio impedimento para abrir su túnica y acariciar sus tetas.

—Cariño sabes cuánto me gusta eso, pero se va hacer tarde, apúrate la noche es nuestra. Aunque es posible que Pedro quiera coger esta noche, pero ya me las arreglaré. Además, no creo que no puedas aguantar una noche.

Pues desgraciadamente no fue una noche, don Pedro se llevó a mamita de viaje y me dejaron con la sirvienta varios días, algún plan tenia don Pedro, porque esta vez no me quisieron llevar. Me llene de celos pensando lo que don Pedro le haría a mamita. Además, sabía que ella no podía estar sin coger. Lamentablemente no hubo de otra y me quede prácticamente solo en casa.

El día del regreso fue pesado a más no poder. Les esperaba de mañana y llego sola por la noche. Esa era buena noticia. Solos, sin tener que cuidarnos de nadie, cuando llego mamá y la vi entrar solo a ella, me levante impulsado por un resorte, la abrace y lo primero que hice fue meterla la mano en su panocha, la verga se me puso tiesa al instante, pero mama me puso el alto.

–-Con calma jovencito primero déjame bañar, te bañas y me esperas en tu cuarto.

Esperaba ansioso que terminara su baño, y meterme a bañar rápidamente, pero mama tardo más de lo que yo esperaba, fuera del baño, toalla en mano mascullaba mi enojo y ansiedad. Estaba totalmente desnudo, y pensé que mama se enojaría cuando me viera de ese modo. Pero ella sonrió y me indico con sus manos que me acercara a ella.

—ven a dar a mamita un abrazo.

Corrí hacia ella como perro hambriento, más tardé en estar cerca de ella, que, en besarla con todo mi amor, estaba muy excitado y mi verga libre por mi desnudez, pronto estuvo alojada en su entrepierna. no, no era su “Jorgito” era mi verga hinchada e impetuosa tratando de alojarse en su intimidad, mama cerro los ojos y gimió en silencio por la presencia de mi verga empujando su peluche. Muy a su pesar me apuro a tomar mi baño. Ahí nos separamos momentáneamente sabiendo que nuestro reencuentro seria dulce, muy dulce.        

La noche fue maravillosa, mamita me mamo verga, y me permitió frotarla en sus nalgas hasta que me derrame, esta vez en sus nalgas completamente desnudas, pero con la frustración de que mamita no se dejó penetrar ni siquiera por ese prodigioso culo, que se había convertido en mi obsesión. En cambio, permito que frotara mi verga en su rajita, ella se vino muy rápido y provocó que yo también lo hiciera, al contagiarme de su intensa emoción.

Todo había cambiado en la vida de Dany y Dora, la siguiente mañana Dora se presentó en el cuarto de Dany. Un Dany que comenzaba a mostrar las huellas de su actividad nocturna. Lo encontró algo somnoliento y sin ganas de levantarse, fue entonces que urdió una forma de activarlo, Dora sabía que aquello era infalible, le quito sutilmente las sabanas pues ya había descubierto la gran erección que acompañaba a su joven amante, y sin importarle que la verga de su hijo guardaba vestigios de la noche anterior. Lo atrapo en su boca y lo succiono y lamio hasta hacerlo explotar, de pronto Dora sintió unas enormes ganas de enseñarle Dany a comer como todo un hombre la vagina voraz que ella poseía. Sabía que no disponía de tiempo suficiente y tuvo que reprimir sus deseos, lamiendo y chupando los testículos de Dany, frutos secos de su insaciable lujuria. Dora, la aparente estricta Dora, ahora era excesivamente cariñosa con su joven amante, delante de Pedro fingía ser dura con su hijo, pero cuando estaban solos lo trataba con la ternura de una mujer enamorada. De por si había sido muy favorecida por la naturaleza, era bella y poseedora de una tentadora Anatomía, frente a las demás madres ella era la princesa. Más joven y más atractiva, con los suficientes atributos para enloquecer a su joven amante. Dany salió presuroso a su cita con la ducha. Dora no pudo evitar reírse. ¡Hombres! pensó. Una vez terminado eso, te los quitas de encima. ¡Adelante a la siguiente cosa! Era la repetición de una película estúpida. Pero ciertamente Dany era un hombre pequeño, su pequeño hombre, mío con quien puedo hacer lo que me plazca. Luego, otro pensamiento corrió por su cerebro. ¡Pedro, viejo bastardo… todo es su culpa! Si me hubiera cogido más a menudo, nada de esto habría ocurrido. Dora quedo a solas, sentada sobre la cama de su vástago, pensativa, con la mirada fija en el techo, deseando ferviente tener la verga de un “gran” hombre dentro de ella, una tranca dura a la vez suave y larga que se alojara con fuerza dentro de su puchita, eso solo se lo podía dar su Jorgito, corrió a su habitación a buscar su portentoso dildo y presurosa lo deslizo dentro de su vagina. Solo “Jorgito” le daba las dimensiones que ella deseaba. Dora gimió, estaba tan sobre excitada que bastaron tres aguijonazos del señor dildo para que se derramara escurriendo su elixir por sus piernas. Con las piernas aun temblorosas guardo su insaciable dardo y se colocó unas pantaletas, para salir con Dany rumbo al colegio. Dany era burla de sus compañeros por aquella situación, le molestaba en extremo, sin embargo, la nueva situación le dio la suficiente cordura para no hacer caso. Que importaba lo que dijeran. Idiotas, ya quisieran tener una mamita como la mía, ni soñando sus mamitas les mamarían la verga como Dora lo hacía con la suya. Dany había observado a través del portal abierto del dormitorio de su madre, como se daba satisfacción con el enorme consolador. Él no entendía esas cosas, pero aquella escena aumento su deseo de alguna vez poder penetrar con su verga de la misma forma que lo hacía “Jorgito” en la añorada verija de su madre.

(9,04)