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La madre de mi amiga Martina

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Aquella tarde, me preparé mi más depravado y sexy bañador, mis chanclas, la camisa playera y decidí bajar a la piscina. Allí estaba Martina tranquila leyendo un libro y charlamos sobre él y lo que me parecía a mí, dado que ya había leído un libro de características parecidas.

Seguimos charlando y le pregunté como casi siempre por su madre y por cómo estaba. Ella me preguntó si quería subir con ella al apartamento, pues me dijo que debía volver a verla ya que tenía que cumplir un encargo y Martina debía coger el coche y desplazarse al centro comercial. Subimos en el ascensor y yo estaba un poco tenso, pues aún recordaba las lascivas y depravadas miradas que la madre de mi amiga me echaba cada vez que me la encontraba o la veía en la piscina.

Entramos al apartamento y la madre estaba saboreando un conocido whisky de marca, pero "on the rocks" y viendo una conocida película romántica. Seguimos charlando los tres y Sandra que se llamaba su madre, le recordó a Martina que debía marchar rápidamente al centro comercial para recoger unas zapatillas de deporte que había encargado. Me quedé solo con la madre de Martina, que me invitó a un whisky y mientras lo degustábamos, no paraba de mirarme con vicio y depravación.

Sandra me preguntó que, si había jodido últimamente con alguna guarra que hubiere ligado en esa conocida discoteca cercana a la torre, y yo no se lo dejé bien claro... seguimos charlando y ella se fue a poner más cómoda y se puso un bikini y se abrió lenta y libidinosamente la camisa que llevaba y arremangó dándole un aire más sexy a su cuerpo.

Ella se puso frente a mí y empezó a juguetear con su pelo y miraba viciosamente a mi sexo y me recordaba lo sola que estaba, y que su hija se había ido y podríamos aprovechar el momento. No la dije que no y pegué un último sorbo a mi pelotazo y Sandra me tomó de la mano y me llevó a su cuarto.

Me aposté en la pared y la putona Sandra comenzó a comerme a besos con lujuria y depravación y mientras la muy zorra me lo hacía, me magreaba el rabo y yo estaba encantado de la vida, pues comprobaba que esta buena señora estaba más sola de lo que ella decía. Me quedé alucinado, pues empezó a bramar un lenguaje soez y chabacano muy propio de las putas que de una señora alcurniosa como era ella y me confesó que cuando su hija no estaba delante, solía leer relatos pornográficos que la acababan por poner cachonda y se acababa metiendo en el coño un gordo vibrador para aplacar sus cien mil pasiones y calenturas vaginales. Sandra me empezó a desnudar, soltando unas procaces guarradas que me gustaban especialmente y al descubrir que yo llevaba un tanga tan sexy como ese, se puso todavía más cachonda y salida de lo que ya de por si estaba...

Ella se desnudó por completo y tumbándose en la cama bien abierta de patas cual zorra libidinosa en celo y me seguía vomitando unas depravadas obscenidades que me empujaban a darle rabo y más rabo sin parar. Yo le llamé puta y zorra y se excitó mucho más, pidiéndome con urgencia que la insultara sexualmente más y más porque le hacía sentirse más hembra caliente y sucia y era lo que secretamente anhelaba. Yo me fui acercando a su cuerpo y a comerle el coño que tan bien rasurado lo tenía y ella me violaba visualmente.

Mientras yo le devoraba el coño, Sandra gemía y ululaba de pasión libidinosa cual ramera depravada. Mientras la trabajaba su coño con deleite y pasión, me exigió inicialmente que no me despojara de mi obsceno tanga tan libidinosamente sexy, ya que así ella pensaba que se estaba tirando a un actor porno o a un prostituto para hembras solitarias.

Eso me puso más libidinosamente cachondo y salido y nos dispusimos a hacer un 69 muy desenfrenado y lujurioso y mientras ella lamía y relamía mi sicalíptico tanga eso me empujó a taladrar y horadar su ya caliente y borboteante coño con mi lengua. Sandra no paraba de gemir y jadear cual zorra en celo y miraba con lujuria a mi culo y decidió lamerlo por puto morbo. Me puse más cachondo y salido y frené de comerla su bullente coñargón que tanto me encantaba pues lo tenía muy perfumado, para aullar, bufar, berrear y sollozar de placer como un berraco.

La muy zorra de Sandra, estaba embelesada lamiendo mi ojete y yo complacido y seducido ante esta lasciva caricia y me tenía muerto de placer al hacerme esto. Mi boca parecía una brutal máquina de jadear, resollar y resoplar y ella no paraba de darme placer con su lasciva boca de zorra depravada. Permanecía lamiendo mi ojete y Sandra estaba muy cautivada depravadamente al escuchar mis mil jadeos que la ponían más cachonda y eso le hacía sentirse más cachonda y zorra y eso contribuía a que por puro morbo se me pusiera más y más duro el rabo. Después de lamer y llenar de sus babas mi ojete, le dio por querer meterme un dedo en él, idea que me embriagó libertinamente y yo retornaba a jadear y gemir al comprobar cómo iba taladrando con su dedo en todo mi puto ojete que ya estaba tan agitado.

Después de estar en esta procaz postura, me puse frente a ella y le dí con todo lo gordo en su ya bullente coñargón de madura lasciva y la muy puta de Sandra, volvía a sacar a relucir su sucia lengua de guarra libidinosa que tanto me encantaba y me impelía a darle mil rabazos en su agitado coño de loba libidinosa. Me gritaba que siguiera llevando puesto el tanga porque al verlo reflejado frente al espejo de la cama le parecía estar siendo follada por un chulo de putas y eso le ponía más y más salida.

Mientras le tocaba y sobaba sus tetazas de putón desorejado, me insultaba más y más y gemía y chillaba que parecía que la estaba matando. Su necesidad de rabo, su brutal carencia de un hombre que la follara casi a diario, hacía que este polvo fuera de película pornográfica pues ansiaba mi enhiesta pero dura verga con brutal frenesí y mucha urgencia lúbrica. La di más rabo en posición de cuchara y me agarraba los cojones, cosa que me encendía placenteramente y yo no paraba de taladrar su coño.

Nos pusimos de otro lado en la misma posición, y la zorra de Sandra parecía estar más desmadrada, ya que no solo sudaba más, sino que aullaba y vociferaba mucho, presa de su brutal lujuria. Yo, por supuesto, estaba muerto de gusto, puesto que entendía que la jodienda salvaje que tenía con esta buena señora, la estaba encantando.

Volvimos a cambiar de postura, y cuando saqué mi rabo del agitado coñargón de Sandra, estaba pringado de flujos y mis babas, pues tal era la lujuria de Sandra que mi rabo parecía chapotear en su hirviente coñargón. Me cabalgó al menos 20 minutos y parecía estar muerta de vicio y lujuria, pues los iniciales jadeos y mil resoplidos se tornaron alaridos, gritos y aullidos y yo la cogía con fuerza para que no se cayera de mis piernas, pues su desmadre sexual ya me estaba empezando a dar miedo. Finalmente, cambiamos por última vez de posición y la zorrona de Sandra me exigió que la petara y sodomizara bien duro el ojete pues deseaba lujuriosa y muy libidinosamente conocer de primera mano lo que era el sexo anal.

Su ya de por si libidinoso culo me puso más libidinoso y depravado y comencé a comerla el ojete y Sandra estaba muerta de vicio y mucha lujuria al recibir mil lengüetazos en todo su ardoroso ojete y no paraba de jadear, resollar, resoplar y sofocarse del tremendo placer que yo le daba con mi caliente lengua macho depravado en celo. Al percatarme que ya tenía excesivamente babeado el ojete, le fui taladrando lentamente su ano para darla placer y al tiempo que iba barrebando su ojete, esta puta fulana alcurniosa de Sandra que seguía aullando, bufando, berreando y sollozando de placer, pues la tenía bien agarrada a esta muy zorra y yo estaba corrido del tremendo gustazo que esta puta guarra me daba al atravesar su culo con mi enhiesta pero dura verga y la veía disfrutar como una loca.

Después de punzar su burbujeante ojete, agarré con más fuerza sus nalgas, al tiempo que esta golfa libidinosa de Sandra no paraba de exhalar mil gemidos y alaridos de placer, apunté y enfilé todo mi gordo y duro rabo en dirección a su ya muy hirviente coñargón y la estuve jodiendo y fornicando cual actor porno. Mientras le instigaba el coño con mi rabo, la muy cerda, guarra y casquivana continuaba aullando, bufando, berreando y sollozando de placer, entretanto le daba fuertes acometidas y ella me insultaba más procazmente sexual y eso me impelía a no parar hasta no lograr que encadenase al menos cinco catalépticos orgasmos seguidos.

Después de cientos de empellones en su barrenado y muy bullente chocho de zorra licenciosa tuvimos un orgasmo brutal que no me dio tiempo a sacársela y me corrí dentro de ella, expulsando unos pringosos y grumosos cuajarones de lefa que me dejaron exhausto y devastado nada más correrme. Acto seguido, saqué mi rabo que todavía estaba duro, pero muy pringado de lefas y mil flujos y la putona de Sandra, me chupó y lamió todos los restos que habían pringado bien el coño de esta señora tan puta y necesitada de un macho.

Del agitado y acalorado coño de Sandra parecía salir humo, pues le había dado tanto rabo y tantos cientos de pollazos que le habían dejado muy exhausta. A los diez minutos de esta jodienda tan lasciva, libidinosa y de película pornográfica, llegó Martina y nos pilló de esa guisa en la cama y no dijo nada, pues comprendió y se percató que su madre necesitaba una brutal jodienda fuere de quien fuere, pero mejor de alguien cercano y conocido.

Sandra se empezó a relajar y se quedó dormida después de este polvazo, y cuando me vestí Sandra me había dejado una nota y bastante dinero y eso me gusto. ya que fue ella quien urgió a su hija a que me llevara a su presencia.

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