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Pecado carnal. Con la sobrina, en la pasión prohibida

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Siempre he sabido mantener la distancia y conservar el debido respeto, teniendo bien en claro dónde encaja cada cosa, recordando siempre ese viejo dicho “donde se come no se c…”

Pero… la razón sube por la escalera y deseo por el ascensor, siempre le gana a todo, es más rápido, más escurridizo, siempre encuentra una artimaña para meterse en las sábanas que no debe.   

Precisamente eso fue lo me sucedió, no pude contener el deseo y la calentura que la sobrina de mi pareja despertó en las últimas vacaciones.

Los hechos aún laten en mi cerebro y bullen en mi sangre. Rosmarie, tal el nombre de este ángel y demonio que consiguió hechizarme de tal modo que no la pude apartar de mi pensamiento, todo el tiempo demonio de la tentación incitándome a esa pasión prohibida. Desde el mismo momento que llegó con una amiga para compartir dos semanas de vacaciones, sentí clavarse en mí el flechazo de cupido.

Había algo en ella que me provocaba todo el tiempo, no podría precisar qué ni de qué modo, tal vez todo y de una forma total que parecía que todos sus actos y movimientos estaban signados y dirigidos para concentrar mi atención y excitar mi deseo en ella.

Cierro los ojos y casi puedo sentirte como me desnudas, buscas esa verga que te hace delirar en las noches de manos huérfanas de mi carne, de boca ansiosa por sentirla ocupada con la deliciosa sensación de tenerme en tu boca y jugarle con la lengua hasta el delirio. Puedo sentirme agarrado en tus manos hasta que no pude aguantarme más y te monté encima mío, quería sentirte subir y bajar apretando mi sexo empalado en tu conchita, ver ondular tu vientre en el vaivén de una sensual y urgente cogida, buscando ese orgasmo contenido de varias noches, apretado entres tus piernas, contenido en tus manos para que no se te escape ese gemido angustioso de tu orgasmo y que todos se enteren de lo que transita por dentro de esta calentona y apasionada mujer, que está soñando conmigo, con su macho, con su hombre, con el tipo que encontró esa veta de hembra, de calentona, de mujer.

Me gustas, con tu pasado para despertarte a mí me deseo, secuestrarte en mi loco anhelo, subirte al potro salvaje y escaparnos a esa isla para hacerte mía, para violarte locamente en el sabor frugal del sexo a escondidas, hacerte mía robándote para que seas mía y de nadie más, contagiarte la enfermedad del deseo, atrevida y furtiva escapada hacia el delirio compartido donde los gemidos oculten el tiempo, hacerte sentir  tan solo el sonido del silencio y gritar juntos el momento de ascender al nirvana cuando las ganas de tenerme dentro tuyo sea premiado con ese orgasmo robado del centro de la tierra y sea bendecido por la leche derramada en tus entrañas para morirnos juntos en la dulce muerte del delirante deseo colmado y compartido.

¡Abrí los ojos! ¡Estamos acá y ahora! Es el momento de poner en blanco sobre negro esa ficción, descorrer el velo del sueño, hacerlo realidad, en carne viva. Entregarnos en cuerpo y alma a este momento de pasión y fuego, desnuda de ropas y pasado, es el tú y yo, solos en cuerpo y alma para darse un momento de pasión y sexo, sin otra cosa que dejar correr entre nos el fuego sagrado de la lujuria, derretir el deseo en nuestros sexos húmedos de ansiedad y deseo. Tómame en tu carne, llévame al cielo y al infierno, estrújame en tu sexo como nunca, encuéntrame dentro de tu vagina, golpeando el cielo de tu conchita para que sientas al macho golpear las puertas de tu deseo y que se abra para dejar fugar ese orgasmo retenido contra su voluntad, vencer todo y derretirse sobre la pija que está hundida en tus carnes.

Dejarme ese húmedo regalo de tu orgasmo, pletórico de jugos y avaro de gemidos que no quieres dejar salir todos juntos. Te pido esa suelta de gemidos, pero estás tan metida en ese ahogo del placer que no puedes escucharme, unas nalgadas te traen a la vida y te consigo un par de nuevos orgasmos deliciosos.

Puesta boca abajo apretando la almohada cuando te entro en tu deliciosa y húmeda conchita como paso previo a buscar esa cueva prohibida para poder dejar fluir el deseo.

El macho enloquecido quiere ir por el lugar prohibido, me das vía libre y busco abrir el camino, la llave de la humedad que traigo de la vagina sirve para hacerme lugar en vos. Graduando la entrada, esperando el momento del avance, hasta deslizarme todo en vos. El hombre se transforma en salvaje domador de la potrilla, apretada entre mis rodillas, tomada de los cabellos, mordida en la nuca, donde solo yo sé que se queda la marca del macho que está abriendo ese culito que solo a mí me pertenece. 

Te la estoy metiendo en este culito, cogiendo a mi putita, la única putita divina que tuve, que tengo, que tendré, sos mi putita, sos a la que le estoy haciéndole el culo como a nadie, este culito es solo mío mío, mío. Sos mi putita y este culito es mío, me pertenece.

¡Toma, toma, toma!!! Shhhh me me…. Viene, me viene la lechitaaaa y me dejo ir dentro de tu delicioso culito como si me fuera la vida en ello.

Así lo soñé, así lo sentí, ¿o tal vez no estaba dormido sino despierto?, la verdad ya ni se, pero me sentía en vos, y me la miré y la tenía bien bien dura como para metértela otra vez.  ¡Quiero romperte el culo!!!!!!!!!

Muero por saber que has sentido, cuéntame que te ha despertado en [email protected] estoy esperándote.

 

Nazareno Cruz

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