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52.2 En la casa de Evans

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Después de ducharme y prepararme íntimamente me dediqué a mirar mi correo, contestar algunos que están envejeciendo esperando en la bandeja de entrada.

Ahora no tenía que ir a buscarle, era yo el que le estaba esperando y cuando me llamó para decirme que se retrasaría me sentí un poco defraudado, le esperaba con tantas ganas de tenerle a mi lado, pasear, y verme en la cama con él.

Me coloqué el tipo de ropa con la que le gusta verme, que marcara mi silueta e incitara sus instintos sexuales, se estaba convirtiendo en un rito el conquistarle explotando mis dotes de seducción. Era muy tarde y bajé para esperarle en el vestíbulo, antes pasé por la cafetería para tomar un refresco.

Cuando apareció venía con su piloto y el sobrecargo, me los presentó después de besarme, tenían que quedarse a dormir y volverían a Londres mañana sábado. Me cogió tan de sorpresa que no presté atención a que su barba era ya un elemento más de su personalidad y que estaba tremendamente atractivo.

Si ya estaba frustrado por su tardanza, este nuevo incidente unido al hecho de que cenaríamos con ellos terminó de desanimarme.

Le miraba mientras él se duchaba sentado en el inodoro, con cara de niño mimado, molesto por no poder conseguir lo que en ese momento quería.

-Sécame la espalda por favor.  –me tendió una toalla y me envolvió  con ella riendo.

-Estas precioso con tu cara seria, enfadado y queriendo matarme.  –me abrazó para besarme y su risa logró contagiarme y que jugara con él mientras le secaba.

-Tenía mis planes y el primero era que me llevaras a la cama.  –le besé loco de pasión, olvidando mi enfado y acariciando su barba.

-Vamos a tener casi una semana para nosotros, no te enfades, les llevamos a cenar donde Martine y luego vamos a que vean la noche de la ciudad, a bailar un rato si te apetece.  Yo también quiero que estemos solos.  –me puso cara de niño bueno y como tenía que estar con ellos de todas formas cambié de actitud y me dispuse a pasarlo bien como fuera.

Tanto uno como el otro eran personas agradables aunque estaban siempre muy pendientes de Gonzalo, le trataban con confianza pero con respeto también, imaginé que en muchos de sus viajes, si no tenía otros compromisos, estarían acompañándole de esta manera durante las tiempos de espera.

No observé rechazo alguno hacia el comportamiento de Gonzalo respecto de mí, ya que a veces me besaba delante de ellos, o me cogía de la mano. Les gustó la cena que Martine preparó y después de visitar un par de bares de copas, ellos marcharon al hotel, mañana tenían que madrugar, y nosotros a la disco de Evans.

Pidió un lugar reservado, alejado del baile y al cabo de unos minutos nos pusimos a bailar. Paul no tardo en localizarnos y se unió a nosotros, después de bailar con Paul, con él de testigo y a mi lado, fuimos a sentarnos a nuestra mesa. El lugar resultaba un poco oscuro, me abrazó y comenzamos a besarnos, las cosas sucedían muy deprisa y poco después metíamos nuestras manos por las braguetas del pantalón para llegar a nuestros penes. Su polla estaba terriblemente dura y yo muy excitado.

-Me ha calentado vuestro baile, ese chico parece que te estaba follando en la pista, no voy a pode aguantar hasta llegar al hotel.  –me apretaba la verga sin llegar a bajar mi bóxer, me encantaba y comencé a acariciar lo que él escondía y que deseaba tocar con ganas locas.

No esperaba que llegáramos a más en un lugar público y a la vista de todos los que se encontraban cerca, aunque me fijé y estaban haciendo lo mismo y llegando a más.

Se recostó en el respaldo y me llevó con él besando mi boca, sus manos no permanecían ociosas y se bajó su bóxer sacando al aire su polla, me sujeto cogiendo mi barbilla con su mano libre, la otra la ocupaba masturbándose él mismo.

-Mámala Daniel.  -empujó mi cabeza hacia su entrepierna, deseaba hacerlo, lo quería y no pude resistirme, baje la cabeza hasta encontrar su polla para olerla. Me volvió loco su olor y sin más la metí en mi boca y estuve unos minutos chupando y mamando su delicioso miembro.

-Siéntate en ella, quiero tenerla en tu culo.  –aquello se nos iba de las manos y no me atrevía a tanto, me excitaba tremendamente el estar haciéndole una mamada a la vista de la gente que ya nos miraba por lo obvio de nuestra postura, pero que me follara allí mismo, aún me inspiraba vergüenza.

-¿Estás loco?  -se lo decía entre risas sacando su verga de la boca.

-No pienso dejar que me folles delante de la toda la sala.  –pero me divertía su atrevimiento, que no le importara nada de lo que los demás pudieran pensar, la adrenalina me inundaba al pensar en que estábamos haciendo lo prohibido.

Cogía su verga con mis labios y pensaba que la tenía como nunca de gorda, su calentura le impelía a obligarme a que me la tragara entera y mientras gruñía empujaba mi cabeza hacia abajo llenándome de su verga.

Elevé la mirada y vi a la pareja que teníamos al lado observándonos, el morbo hacia que mi pene estuviera a mil y además me sonrían los dos animándome a seguir. Gonzalo me la sacó de golpe y llevó su boca a mi oreja.

-Tenemos que conseguir una habitación o te follo aquí mismo.  –estaba que no aguantaba más y tampoco quería que se corriera sin pena y sin gloria, y una cosa es mamársela y otra muy distinta que me rompa el culo en una discoteca por muy morboso que fuera.

-Ven, tengo algo mejor y más íntimo.  –nos arreglamos la ropa para marchar ante la mirada frustrada de nuestros espectadores espontáneos,  sujeté su mano y le dirigí hacia los ascensores que nos llevarían al piso de Evans.

No tuvimos problema alguno y se nos abrieron las puertas. A Gonzalo no le importaba donde estábamos y cuando llegamos a la sala, comenzó a desnudarme  temblándole de excitación las manos.

Cuando estuvimos desnudos me dio un gran beso que me dejó sin aliento antes de que me arrodillara para seguir la faena de mamarle el rico pene.

-Que bien la mamas, me encantas.  –no terminaba de alabar mis virtudes de mamador y seguía asombrado de que pudiera tragar su gran verga.

Me llevó al sofá que miraba a las ventanas y rápidamente sus dedos buscaban el agujero de mi culo, estuvo jugando un momento hasta que me escuchó gemir de placer, se separó para mirarme y sonreírme pícaramente.

-¿Te gusta putito? Son solamente mis dedos verás cuando te dé mi polla.  –no le dejé continuar hablando y mordí su labio.

-Mételos, Gonzalo mi amor, dame más.  –los comenzó a meter sin compasión.

Poco a poco sentía como el número iban aumentando, a dos le siguieron tres y llegaba a meter los cuatro, solo le faltaba el quinto para que metiera su mano. Sentía una mezcla de placer y dolor que me hacía enloquecer y sin saber lo que decía le pedía más, no me hubiera importado que metiera su mano entera en ese momento.

Me colocó de rodillas con el pecho pegado en el respaldo de la butaca, las piernas abiertas y el culo empinado a la altura exacta de su verga. Colocó la punta de su polla en la entrada de mi ano después de mojarla bien en saliva y comenzó a empujar, entraba con un poco de dificultad aunque ya estaba abierto y relajado.

El dolor escapó y gemía sin poder reprimir mis suspiros, subí más mi culo metiendo el pecho en el respaldo y llevé mi mano para sentir como su pene entraba en mi recto resbalando entre mis dedos.

Cuando sus testículos llegaron a mi mano emití un gritito que le hizo reír.

-La tienes toda en tu culo, está caliente y suave como me gusta, te lo voy a romper por puta.  –gemí más fuerte al escuchar sus palabras y moví mis caderas para que comenzara a atacar mi entrada, quería que empezara pero que no terminara nunca.

Entraba y salía acompañado por mí que le seguía en su vaivén deseoso de alcanzar pronto un orgasmo, era extraordinario como podía sentir el roce de su verga entrando en mi ano y el golpear de sus testículos en mis nalgas.

-Más duro, dame más, más Gonzalo.

-¿No estás contento con tu mancho putito?, ¿no soy bastante para ti?, ¿necesitas otra polla más grande?  -mordía mi hombro salvajemente a la vez que aumentaba su velocidad y su fuerza. El sudor de su pecho se unía al de mi espalda y parecía que en poco tiempo nos iba a chorrear resbalando hasta el sofá.

Cuando entraba podía sentir la punta muy en el fondo de mi vientre y llevé mi mano allí  para sentirla resbalar dentro de mí y como sobrepasaba mi ombligo.

-Sí, así Gonzalo, fóllame más, eres mi macho, mi hombre, quiero tu verga.  –no hablaba, eran gritos los que salían de mi boca.

Pensé que era lo máximo que podía sentir y de repente sacó su pene y empezó a golpear con él en la entrada de mi ano, le daba dos golpes y luego la metía hasta el fondo y lo volvía a repetir sin dejarme que alcanzara el clímax.

Sus embestidas aumentaron hasta que le escuché bramar y comenzó a temblar como si le diera un ataque.

-Me voy, te voy a llenar de leche.  –sujeté sus huevos con fuerza y se clavó en mi empujando mi pecho contra el respaldo, sentía como sus cojones se contraían al expulsar su esperma en mi interior y me vine en un orgasmo que me mareó, no había dejado de acariciar sus testículos y sin tocar mi miembro eyaculé de forma brutal, los apreté queriendo que entraran en mi culo junto con su polla.

Quedó apoyado en mi espalda, besando lo que antes había mordido con saña.

-¡Joder! Dani, como me gusta follarte.  -estaba aún agitado y empujaba su falo que se iba quedando flojo, había sido terrible y su estado presentaba una excitación superior a otras veces.

-Estaba soñando que te lo hacía en la sala delante de los demás clientes, hubiera sido el máximo hacerlo con espectadores.  –fue saliendo e intenté no manchar la casa de Evans.

-Vamos al baño no quiero que Evans nos prohíba utilizar otro día su casa.

Estuvimos sentados un rato en la sala después de limpiarnos y antes de volver a la disco donde continuamos bailando pero de otra forma, abrazados y sintiendo nuestros cuerpos en calma, queriéndonos, amándonos casi siempre en silencio y otras escuchando su declaración de amor e intenciones.

-Te amo Daniel, te deseo a todas horas, tenerte cerca y verte respirar y perderme en tus ojos tan hermosos.  –eran las cosas más bonitas que podía escuchar de su boca.

-Te amaré siempre y estaremos juntos sin que nada ni nadie nos separe, te daré lo que quieras, solo tienes que pedirlo, lo que desees será tuyo para verte feliz a mi lado, hasta que seamos viejos y continúes tan guapo y deseable como ahora.  –me acerqué a él para meterme en su interior atrapado por su aliento que me guiaba a sus labios.

-Gracias mi amor, estaremos juntos para siempre, pero cambiaremos, no podemos ser siempre iguales, mírate tú, ahora con barba y a mí me pareces más guapo o igual que antes. Espero que me quieras de la misma forma cuando cambie.  –mi pobre chico querría meterme en formol y guardarme sin que experimente cambios.

-Tú nunca cambiarás, serás como tu madre, cuando vayas envejeciendo te volverás más interesante.  –me dejaba envolver por su conversación y sus proyectos para nuestro futuro, tendría que explicarle lo que yo quería ya que a veces no éramos coincidentes.

Nos marchamos después de despedirnos de Evans para ir paseando hasta el hotel.

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Nos levantamos algo cansados y Gonzalo comenzó inmediatamente a hablar por el móvil, ese acto afirmó mi aversión por ellos, le escuchaba hablar con su piloto y luego con Borja. No le quise esperar y me metí en el baño para empezar a prepararme y hacer mi maleta. Vi el colgante con la paloma de paz de Picasso que me regaló Nico y decidí colocármela, una de las pocas veces que la he usado.

-He cogido un coche de alquiler para ir hasta España, en el desayuno te explico mis planes.  –tuve que llamar al servicio de habitaciones para que me entregaran la ropa que les dejé para lavar y terminé de preparar mi equipaje.

Le miraba mientras se recortaba un poco la barba, ya se había duchado y se cubría con una toalla anudada a la cintura, posiblemente por la inercia de la costumbre.

-Voy para  abajo a recepción para pedirles que preparen mi cuenta.  –me volví para recoger mi maleta y me sujetó de la mano antes de que saliera.

-Espérame y bajaremos a la vez, luego la prepararán mientras desayunamos.  –me senté en la cama y le fui observando mientras se vestía, estaba previsto un día de calor, parecido al de ayer y se colocó un polo azul cielo de cuello en pico con un pantalón corto hasta las rodillas y una chaqueta ligera de color teja más oscura que el pantalón, enseñaba sus fuertes y morenas piernas con vello.

En recepción se adelantó y pidió la cuenta de mi habitación.

-Gonzalo, déjame pagar la factura, necesito el justificante a mi nombre para que la empresa me la abone, todos mis gastos por el cambio al nuevo destino son a cargo de ella.  –me miró dudoso pero accedió a hacer lo que le pedía.

Durante el desayuno sacó un papel de su cartera y lo extendió sobre la mesa.

-Mira lo que he pensado para estos días. –a grandes rasgos se trataba de pasar el sábado en París con Nico y el resto de mis amigos, salir el domingo para España, bajar por Orleans, Limoges, Toulouse y entrar en España por Lleida, con una parada para dormir el domingo en Toulouse.

Estuve totalmente de acuerdo con él si se encargaba de conducir, a él le encanta y a mí me aburre.

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Las doce de la mañana era una buena hora para llegar a París, pero sus accesos estaban saturados y nos retrasamos otros sesenta minutos para  alcanzar la Av Foch.

Estaban los dos esperándonos, subimos las maletas Lorian y yo mientras Nico y Gonzalo llevaban el coche al garaje. Lorian me abrazó con fuerza cuando estuvimos en la habitación que nos habían dedicado.

-Te vamos a extrañar Daniel, los dos, hemos pasado momentos tan felices contigo.  –sus ademanes infantiles eran dulces y suaves, resultaban casi femeninos besando mi barbilla y acariciando mi cara.

-No voy a estar tan lejos, a dos horas de París, podéis visitarme cuando queráis o vendremos nosotros.  -abracé su breve cintura y le acerqué para besarle en los labios.

No vaciamos nuestras maletas, las dejamos abiertas para cambiarnos de ropa y la mayor parte del equipaje había quedado en el coche. Tenían comida para no salir de casa y habían invitado a Alan que se presentó con un paquete de helado, antes de meterlo en el frigo lo abrió para que viera que el helado era de chocolate y menta, como siempre. Entendí que era un homenaje que deseaba rendir a mi paladar y no pude evitar volver a abrazarle.

Nico y Gonzalo discutían sobre el partido de fútbol del sábado en Barcelona aunque estaban de acuerdo en lo básico, y Alan y yo ayudábamos a Lorian a preparar la comida, nos gastábamos bromas entre los tres y solo nos faltaba Evans.

-A ver si estos dos hombres pueden ayudarnos en algo.  –me coloqué en jarras delante de los dos dirigiéndoles una mirada de censura, aparte de hablar y beber no se movían de sus asientos ni hacían otra cosa. Nico se levantó como un resorte y vino hacia mí para elevarme en sus brazos y darme dos vueltas en el aire.

-Sí príncipe ya vamos, no queremos que desates tus iras contra nosotros.  –me depositó en el suelo y con un azote en el culo me dirigió de vuelta a la cocina.

Comenzaron a preparar la mesa del salón mientras Lorian nos encargaba lo que debíamos ir llevando. Veía a Alan contento y no me atreví a preguntarle sobre su relación con Tristán y su nuevo amigo Fernand.

Después comer y de estar un rato de tertulia Alan se despide hasta la noche, Tommy había llamado a Nico pidiéndole que fuéramos a divertirnos con ellos, la conversación languidecía y Gonzalo me acariciaba sin disimulo apretándome contra él.

-Parece que la noche será larga y es mejor que estemos  descansados, ¿vamos a dormir unas horas?  -no esperó una respuesta y tiró de mi brazo levantándome del asiento, avanzó rápido hacia la puerta del pasillo y allí espera a que yo pase para darme un cachete en el culo mientras ríe. De alguna forma me parece que pretende incitar a Nico y Lorian a que hagan lo que obviamente vamos a hacer nosotros.

-Mi bebé, mi lindo y precioso bebé.  -en el momento de cerrar la puerta me elevó en sus brazos imitando a Nico cuando me dio las dos vueltas en el aire.

-No quiero descansar ni dormir, les he mentido aunque seguro que no me han creído.  –me soba las nalgas mientras me besa en el cuello.

-Espera loco, vamos a lavarnos la boca.  –no atiende lo que le digo y penetra mi boca con su lengua para darme un jugoso beso.   –se apartó para mirarme lujurioso.

-Desnúdame, quiero que veas el regalo que tengo para mi bebé.  –se me eriza el vello al escucharle hablar, utiliza el tono de voz más sucio que le haya podido escuchar y también el más erótico.

Le comencé a tocar el paquete de su entrepierna y mordí mi labio pensando en mi regalo cuyo calor traspasaba la tela del pantalón corto.

-¿Todo esto es para mí?  -apreté su verga mirándole lascivo.

-Aún hay más, no ha terminado de crecer.  –me abracé a su cuello y pasé mis piernas por su cintura colgándome de él. Besé su boca desesperado respirando agitado.

-Gonzalo, me vuelves loco, cada día un poco más, estás buenísimo y me perteneces, mi amor, cariño mío.  –y no podía detener mis besos.

Deshice el abrazo de mis piernas y me dejó resbalar hasta quedar en el suelo.

-Antes te he pedido que me desnudes, haz lo que te pido.  –su tono era autoritario, soberbio y muy macho, aunque no hubiera querido tenía que obedecer y empecé subiendo su polo azul hasta pasarlo por su cabeza y dejarlo sujeto en su cuello.

Me quedé unos segundos mirando, resultaba soberbia la visión y parecía que se exhibía hinchado su poderoso pecho, hasta que el mismo terminó por sacárselo. El pantalón resulto fácil y al quitar el botón de la cintura resbaló hasta sus pies. Solo quedaba su slip, el precum que le manaba comenzaba a mostrar su señal con una mancha en el lado izquierdo del slip, donde se aprisionaba el glande que pugnaba por salir por encima del elástico.

Comenzó a mover sus caderas imitando movimientos de baile y metiendo sus dedos pulgares en el elástico iba bajando y subiendo el slip hasta que aparecían los pelos de su pubis, y volvía a taparlos mientras me miraba travieso a mi cara roja de contenido deseo.

Se dio la vuelta y movía su breve culito, sin mucha gracia pero me hizo reír y que me arrojara a abrazarle y llevarle hasta la cama entre risas de los dos, me dejó que cayera encima de él haciendo como que luchábamos cuando él no hacía nada por defenderse.

-No sabes moverte, eres tan torpe como todos los hombres, ¡qué forma de bailar!, no te contratarían nunca.  –llevó mis manos hasta colocarlas en mi espalda y me aplastó la cara contra la suya.

-Yo solamente bailo para mi putito, para excitarle y hacerle feliz, cuando quiero ver bailar hago que otros dancen para mí.  Y te ha gustado tienes tu polla tiesa pequeño, he conseguido lo que quería.

Continuamos besándonos sin descanso, hasta que baje para quitarle su última prenda, salió su polla impresionante bañada en sus jugos, era tan grande que no terminaba de ponerse tiesa totalmente y se inclinaba hacia un costado.

La empecé a pajear con suavidad, impresionado al ver que mi mano no alcanzaba a cubrir su circunferencia y observando cómo salía de su prepucio el hilo de precum sin parar. Me acerqué para comenzar a chuparla, me atraía como un brillante cristal a un cuervo ladrón.

-No, espera, vamos a quitarte tu ropa.  –comencé nervioso a tirar de mi camisa queriendo sacarla a la fuerza y me retiro las manos.

-Déjame a mí.  –fue quitando los botones despacio, mirando cada centímetro de mi piel que iba apareciendo hasta retirar mi camisa, se quedó unos segundos mirando el colgante que llevaba y lo cogió dándole la vuelta, leyó la inscripción pero no vi gesto alguno de desagrado en su rostro.

Unos segundos más tarde me tenía como quería, desnudo y de rodillas a su lado. Me abrazó y se dejó caer hacia atrás llevándome con él en la caída, si hubiera sido al revés me hubiera aplastado el pecho.

-Eres perfecto, hecho para dar placer solamente con mirarte, te quiero mi bebé.  –me encantaba lo que opinaba de mi y bajé besando su cuerpo pasando por todo él, y subí sus brazos para emborracharme en el ligero olor a sudor y desodorante de sus poblados sobacos, me gustan sus recios pelos a la vista y suaves al tacto, y como quedan pegados cuando paso mi lengua por ellos.

Comenzó a gemir, y a la vez que lamía sus tetillas sobaba suavemente su verga que palpitaba queriendo follar mi mano que la sostenía.

-Así, putito mío, lo haces de maravilla.  –intentó arrastrar mi cabeza hacia abajo deseoso de que atendiera su verga,  se las retiré para que me dejara hacer mi trabajo de darle placer al máximo.

Pasé por sus abdominales disfrutando de besar con amor infinito sus colinas y lamer llenando de humedad sus valles hasta llegar al objeto de su máximo placer, su hombría que esperaba ansiosa a ser atendida.

Acerque la boca y comencé a darle tiernos besitos en el glande, bajando besaba todo el tronco hasta llegar a sus testículos, los cogí con mi mano, pesaban y supuse que se habían vuelto a rellenar de esperma. Ensalivé mis labios para pasarlos a lo largo de su verga varias veces de arriba abajo, luego metí su encapsulado glande en mi boca y jugué con el pellejo que lo cubría retirándolo con mis labios, hasta tener todo su capullo descubierto, caliente, tierno y dulce sobre mi lengua.

La fui tragando hasta tenerla toda ella en mi boca y garganta y empecé a realizarle una mamada para que recordara toda su vida. No dejaba de gemir cerrando sus ojos con fuerza, elevaba la mirada para mirarle pero era tanto su placer que lo disfrutaba gruñendo fuertemente, bajo sus manos para colocarlas en mi nuca y bajarla con fuerza para follarme la boca.

-Mama puta, tu macho te va a dar la leche que buscas.  –sus insultos eran entrecortados y a veces no le entendía, solo sabía que estaba disfrutando de mi boca y mi garganta y yo lo pasaba bien sintiéndole en ese estado de locura.

Llevé mi mano mojada en mis babas a su ano y comencé a acariciarlo, rozando con suavidad los pliegues de la entrada que la tenía muy caliente.

-¡Quieres dar por el culo a tu macho!  -volví a recoger babas que resbalaban por su bolsa escrotal  para seguir dándole placer en el culo, sabía que le gustaba, lo fruncía con fuerza y lo abría queriendo tragar mi dedo.

-Si putito, lo haces muy bien.  –me animé y empujé mi dedo con fuerza, entró sin dificultad y lo enterré en el recto.

-¡Ahh! ¿Qué me haces mariconcito? ¡Qué placer!  -me embestía con más fuerza y más rápido sacando la mitad de su polla y volviendo a meterla, tenía la garganta seca y notaba el brusco roce de la corona de su glande en mi garganta.

Comencé a meterle otro dedo y cerró con fuerza su esfínter apretando el que tenía dentro, y seguí insistiendo hasta tener los dos dentro de su caliente y palpitante ano.

Aceleró el ritmo de la follada y saqué los dedos de su culo para apretar sus huevos, estaban durísimos y pesados como si almacenara cantidad de leche allí dentro.

Su excitación llegó al máximo, sus gemidos eran continuos y ahora me pedía que no parara mientras agarraba la ropa de la cama con fuerza.

-Lo haces genial putito, vida mía, mamá que llega mi leche y te voy a dar tu premio.  –su polla me sabía exquisita y presentía que se acercaba el fin cuando se puso tenso y se quedó unos segundos como muerto, luego empezó a temblar y su semen salió a chorros llenando mi boca, el primer latigazo de esperma fue directo a mi garganta y el resto me llenó desbordando mis labios.

La saqué para quedarme con su glande dentro y recibir todo su semen, comencé a tragarlo para que no se perdiera, resultaba glorioso sentir sus chorros en mi paladar y su glande aumentando de tamaño.

Después de esta tremenda corrida se quedó exhausto, tendido con los ojos cerrados. Saque su verga y fui tragando lo que tenía en la boca y después comencé a limpiarle lo que había caído que, junto con mis babas, humedecían su vello púbico y sus huevos.

Había expulsado cantidad de esperma, diez veces más de lo que yo pudiera haber echado en cualquiera de mis corridas, y aún así tenía pequeñas convulsiones que sacaban gotas de semen que yo retiraba de la punta de su pene con la lengua.

Quedé recostando mi mejilla sobre su polla sintiendo sus tenues y últimos estertores, besé sus testículos aún duros y con mucha carga sin sacar y que ya deseaba a pesar de lo que había comido.

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