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Toda buena estudiante tiene un buen escritorio

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Esta vez te espero en casa. Aprovecho la tranquilidad que me otorga el estar sola. El morbo de un encuentro furtivo a la vista de cualquier sagaz observador es indescriptible pero lo que tengo pensado para ti hoy hará que ni te acuerdes de ello. Timbras. Abro. Llevo puesto un vestido ajustado que acompasa cada centímetro de mi piel. Te llevo a mi habitación a expensas de que sea un tópico. Sabes que siempre encuentro una forma de sorprenderte.

Acerco la silla del escritorio. Te siento en ella, yo encima de ti, obligándote a permanecer quieto. Mientras te distraigo a besos, cojo un pañuelo con el que te ato las manos a la espalda. Ahora que te tengo inmovilizado puedo levantarme. Cojo otro pañuelo y te vendo los ojos. Desabrocho tus pantalones, pero sin bajártelos. Saco tu polla. Te masturbo hasta conseguir que estés completamente excitado. Cuando lo consigo paro y me voy.

Vuelvo a la habitación enseguida. No te digo nada, te sientes expectante ante lo que voy a hacer y para darle más emoción no puedes verme. Intuyes que me arrodillo ante ti. Acerco tu polla a mi boca. Al momento notas ese calor que tanto te gusta, pero no tardas en notar también un frío intenso. En la boca guardo un hielo para así poder jugar con el contraste que sientes entre el calor que te doy y el frío del hielo. Veo que te gusta y te excita mucho. Sigo hasta que el hielo se derrite completamente en mi boca. Escupo la mezcla de saliva y agua sobre tu polla. Me levando y me siento encima de ti. Me encanta cuando me metes la polla despacito y puedo notar como va abriendo poco a poco mi coño.

Soy buena y te quito la venda de los ojos para que veas mi culo subir y bajar sobre tu polla. Sé que te encanta eso y que deseas que te suelte para poder darme unos cachetes, pero eso no es mi intención, no por ahora. Sigo moviéndome y proporcionándonos placer. Me giro para que puedas lamerme las tetas y mordisquearme los pezones. Pronto consigues que me corra.

Vuelvo a colocarme de rodillas ante ti. Lamo tu polla desde la base a la punta del glande, pero sin metérmela en la boca. Te lamo los huevos también. Mientras hago eso te desato las manos. Tiras de mi pelo y me obligas a metérmela en la boca. Me resisto. Vuelves a tirar con un poco más de intensidad y acabo por aceptar. Cada vez que intento marcar el ritmo, con un ligero tirón me indicas que no, que mandas tú, así que me dejo hacer. Sin soltarme del pelo me incorporas y me arrinconas contra el escritorio de espaldas a ti. Colocas una de mis piernas encima de la silla donde estabas sentado y me penetras.

En esta postura puedes ver perfectamente como tu polla entra y sale y además puedes obligarme a mirar como lo haces. Me encanta lo que haces. Llevo una mano a mi clítoris y lo masturbo mientras tú no paras de follarme. Sabes que en esta postura no vas a tardar en hacer que me corra. Sigues hasta conseguirlo. Te llena de satisfacción el verme saciada, pero no vas a quedarte ahí. Me sientas sobre el escritorio. Acercas mi culo al borde del mismo. Te inclinas y empiezas a lamerme el coño. Notas el sabor de mis corridas y te excitas más aún si cabe. Humedeces un par dedeos y los introduces en mi coño. Gimo de gusto. No quiero que pares nunca. Metes y sacas los dedos a la par que lames el clítoris. Yo no hago nada. Simplemente me dejo llevar.

En esta situación me tienes totalmente sumisa. Mantengo los ojos cerrados mientras disfruto de lo que me estás haciendo. Te ayudo a masturbarme. Cuando vuelvo a abrir los ojos estás encima del escritorio. Me tumbas boca arriba. Flexionas y abres mis piernas para follarme. Estoy impaciente por volver a sentirla dentro. A pesar de que tú también tienes ganas te resistes. Juegas conmigo, rozándome la polla por el coño. A veces haces el amago de metérmela, pero sólo dejas que sienta la punta dentro.

Cuando me doy por vencida y no cuento con volverla a sentir… me la clavas de golpe. Arqueo del gusto. Me follas sin descanso. Apenas si puedo asimilar tanto placer junto. Noto que estas a punto de correrte asique me apresuro en correrme yo también. Cuando te cercioras de que me he vuelto a correr sales de encima de mí. Me obligas a mantener las piernas flexionadas y abiertas. Te masturbas ante mí. Te corres por encima de mi coño, dejándome también corrida por las tetas y el ombligo.

Bajas del escritorio, no me dejas moverme. Coges el móvil para fotografiarme desnuda y manchada de tu corrida. Cuando acabas de hacerla, te vistes y te vas dejándome allí tumbada.

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