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Hogar dulce hogar

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Después de casi quince años estaba fuera; por suerte el último recurso había logrado las llaves de aquella cuadra de delito. Estaba libre...

Emma. Aquel nombre me taladraba la cabeza. De un lado a otro chocaba la ira en el interior de mis divagaciones y la idea de ir a por ella era unánime. 

Sabía que si cruzaba Denver por el sureste hacia la sierra llegaría antes del mediodía a la casa que entonces fue nuestro hogar. Cuándo aún llamaba a esa perra, cariño y creía que era la mujer de mi vida. Aún me quedaban unos pavos para el golpe. Quería hacerle una visita que no pudiera olvidar...

Pagué aquella casa al contado para impresionarla; al llegar vi que no se había molestado demasiado en cambiar nada; ni siquiera había arreglado el sistema de riego. Los arbustos agrietados y expuestos a aquel terrible calor de Julio se estaban muriendo en agonía. 

<<Maldita seas mujer>>

Y maldita sería. 

Me colé dentro casi a ciegas, me acordaba de cada palmo de la vivienda. Las estancias por dentro eran de color amarillo aguado y estaban bendecidas por una sombra y unas brisas que duraban toda la tarde desde al alrededor de las cuatro. 

Nada más entrar a la cocina vi a alguien. Estaba tumbada mirando la televisión, su perfil confesaba una elegante y atractiva juventud que la descartaba cómo Emma inmediatamente. 

Llevaba un arma en la mano y la alcé. Sólo entonces ella se percató de mi presencia....

-Dios mío, ¿quién eres? ¡¿Qué quieres?!

-¿Dónde coño está Emma?

-¿Mi... madre? ¡Para que buscas a mi madre! ¡Quieres hacer el favor de bajar esa arma!

-Si no te tranquilizas te aseguro que te queda poco tiempo. Si tú eres la hija de Emma eso lo hace todo más interesante...

-A que te refieres?

Decidí enseguida que iba a divertirme a costa suya mientras esperaba a su mamá. ¡Y así sería doble mi venganza!

-Quítate la ropa ahora- le dije señalándola con el cañón del arma.

-Qué? No irá a.… ¡por favor no me hagas daño! Pronto vendrán mis padres y tu irás de nuevo a prisión, se razonable...

-Tú no te enteras verdad? Quitate la puta ropa o te estampo el sello oficial del revólver 50 en toda la frente; ¡¿estamos...?!

Por fin pude convencerla; estaba por matarla y sentarme a ver la televisión. No era de tener paciencia en general. 

La chica se desnudó con timidez, mirándome con gesto grave y los ojos muy abiertos. Atenta a mi reacción y claramente asustada... le sonreí, me gustaba lo que veía. Una piel oscura y brillante como azúcar de caña, sobre la que caía su melena oscura y rizada. Era delgada, esbelta, tenía unos bonitos pechos que lucían tersos con una oscura aureola; casi sin bello por ningún lado, sus caderas se torneaban en piernas delgadas y tenías algunos lunares en el vientre. 

-Cómo te llamas?

-Sabi, de Sabana...

-Date la vuelta y coloca las manos sobre el asiento del sofá... Sabi.

-No quiero hacerlo.

-Una estupidez más y cuándo lleguen tus padres te van a tener que apartar las moscas de la cara. ¡Hazlo!

Y lo hizo, temblando. La verdad es que le echaba huevos. Era cómo su madre, insolente incluso en los peores momentos, estaba claro de que esa preciosidad era hija de Emma.

-Por dónde empezamos? Te reviento el culo o te meneo un poco el conejito. No está reñido por donde empieces con por dónde acabes...

-Por el culo no, ¡jamás me la han metido por ahí... de verdad te lo pido! 

No dije nada, baje mis pantalones y mis bóxers y le acaricie el coñito con el capullo, estaba tan hinchado en cuestión de segundos que palpitaba, notaba toda la humedad que manaba de su sexo. Era rosado como una flor de campo abierta y empapada de rocío.

Pero en el último momento se la clave de golpe en el ano...

La note vibrar. Chillaba sin poder contenerse y me pedía que parara, pero le agarré firme de los pelos y tire hacia atrás para hundirla mejor contra mis caderas. Su boca se abrió como la de un pez. Los chillidos al cabo de poco se volvieron cansados y jadeantes como si una perra sucumbiera a la carrera. 

-Ya te has rendido? ¡Qué poca voluntad! Eres como tu madre, un rabo duro bien metido os convierte a las dos en presas resignadas que se dejan llevar y lo mojan todo. A ver... ¿te gusta?

Ella no dijo nada trataba de zafarse mientras los espasmos le doblaban las piernas. La empujé sobre el sofá....

-No me digas que no te gusta....

Puse mi revólver sobre sus gruesos labios y le dije que abriera la boca.

-Vamos a contar hasta seis con un cañón metido dentro de la boca. ¡Abre las piernas!

Ella abrió las piernas de inmediato. Por sus ojos resbalaban las lágrimas como cristal fundido.

-La verdad es que no tienes el aspecto de Emma. Eres preciosa... ¡pero no te oigo contar!

Sabi trato de articular las palabras con el arma dentro de la boca. Resultó bastante gracioso; le aparté el revólver y me tiré sobre ella.

-Ahora vamos a probar ese chochito.

La sentí agarrarse fuerte a mi espalda. Me araña y trataba de empujarme para atrás, pero yo embestía sin piedad dentro de ella. Sus jugos resbalaban por mis muslos y ella estaba toda empapada. Me aparté un poco y la agarré del cuello; fue una visión tremendamente sexy. Sus tetas se movían como locas. Estaba espectacular frunciendo el ceño y toda negada.

-Deja de resistirte; ¿ya qué más da? Voy a llenarte de leche esa barriguita tan fina; vas a estar toda repleta... reza porque tu madre vuelva pronto.

Continuará....

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