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La depravada amiga de Sandra

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Luego de haber tenido días atrás una ración de sexo con Sandra, me la encontré en la piscina de la torre y ella le había hablado a su íntima amiga Patricia que le gustaría conocerme íntimamente, porque el fenomenal polvazo la dejó ahíta y con una sonrisa post-coital muy buena.

Convine con Sandra que nos veríamos dos días después para que me llevara a presencia de Patricia y yo me dispuse tal cual, y como se me antojó tirármela cuanto antes, pues me puse el mismo tanga con el que me tiré a Sandra, ya que a Patricia también le daba morbo joder con un tío que llevase esa concupiscente y libidinosa prenda tan lasciva, además me puse mi perfume favorito por todo el cuerpo, ya que, al olerme Patricia, se le derretiría el coño.

Dicho y hecho, Sandra y yo nos encaminamos y me contó como era su amiga, que hacía dos años que enviudó y que quería vivir la vida y que prefería tirarse a hombres antes que tener pareja y ella le comentó como nos lo habíamos montado.

Solo por lo que me manifestó sobre su amiga ya me dio más morbo por joder con ella y yo ya iba con un fenomenal calentón mental y dispuesto a darla rabo, joderla a tope y hacerla un magnifico traje de lefa.

Según nos aproximábamos a casa de Patricia se incrementaban mis ganas por conocerla y poseerla y casi ya estaba empalmado, pero con un cosquilleo sexual muy apetecible.

Entramos en el portal y mi nerviosismo sexual iba en aumento, pues lo que Sandra me contó de su íntima Patricia me sedujo.

Ya según nos adentramos en el ascensor ya estaba más y más cachondo y salido por poseer el cuerpo de esta buena señora, pues me había puesto caliente y muy lascivo.

Llegamos a su puerta y el corazón me daba vuelcos y ya tenía unas ganas terribles por joder con Patricia. Sandra tocó dos veces el timbre y de dentro surgió una femenina voz que dijo: ¡Un momento!

Allí estaba Patricia, que era idéntica a como Sandra me la había descrito, morena, de largo pelo casi ensortijado, una buena boca apta para mamar rabos, unas cuidadas manos con uñas que me daban morbo, ojos marrones con lasciva mirada y unas tetas de infarto.

Cuando abrió la puerta, Patricia llevaba un obsceno y sexy tanga negro, unas medias negras de encaje con dibujos de estrellas, una morbosa pulsera tobillera dentro de las medias y unos zapatos de tacón alto negros que elevaban sus magníficas tetazas de putona y la muy zorra no llevaba sostén para ponerme más cachondo y salido de lo que ya de por si estaba yo.

—Hola Patricia —dijo Sandra.

—Hola Sandra —dijo Patricia.

—¿a quién tenemos aquí? —habló Patricia.

—Este es Jack, el amigo de mi hija Martina, de quien te hablé. Ya sabes, el tío que me folló la otra tarde —manifestó Sandra.

—bueno, bueno, bueno ... está mejor de lo que tú me habías contado ... —largó Patricia.

—Bueno, Patricia, tú estás muy bien, mejor de lo que tu amiga Sandra me contó —hablé yo.

—Para ti soy Patty, tesoro —cortó Patricia.

—Bueno, ya que hemos hecho las presentaciones os dejo solo para que os conozcáis mejor. Me tengo que ir —finalizó Sandra.

Sandra y Patty se dieron un beso de despedida y se echaron mutuas miradas de complicidad concupiscente, pues ella deseaba que yo diera buena cuenta de su amiga y que tuviera un buen rato de sexo con Patty.

—Querida Patty, estás muy buena, deseo joder contigo, tengo un cosquilleo sexual inaguantable —proclamé yo.

—¡Puedes joderme en la puta postura que desees, soy tuya, cabrón! —evidenció Patty.

La putona Patty se despojó lenta y libidinosamente del tanga mientras me decía unas guarradas que le había enseñado su amiga Sandra.

—¡Mira mi coño, canalla, está deseando que me lo comas! —bramó Patty muy caliente.

Me puse a cuatro patas y me fui acercando cual perrito a su ama y jadeaba como tal, Comencé a comerla el coño y enseguida Patty sacó a relucir el burdo lenguaje soez que le había enseñado su amiga Sandra.

—¡Hijo de puta, me estás matando de gustazo!, ¡qué bien me lo comes, maricon! —jadeaba Patty libidinosamente.

Yo seguía y proseguía perforando, barrenando y atravesando su hirviente coño con mi lengua, mientras Patty parecía una brutal máquina de gemir, jadear, sollozar, bufar y berrear sin parar.

—¡me estás poniendo como una puta perra!, ¡me pones muy caliente, cariño! —aullaba Patty de placer.

Mis lamidos en el coño de esta zorra madura de Patty la estaban convirtiendo en una jodida golfa de lupanar barato y su grosero lenguaje de zorra en celo parecían más bien el de una puta callejera.

—¡cabrón, cabronazo!, ¡como taladras mi jodido coño, sigue hijo de puta! —aullaba Patty de felicidad sexual.

Yo estaba muerto de lujuria y encantado con este infecto lenguaje de puta barata de Patty y eso me encantaba y me ponía a cien y era indicativo de que lo estaba pasando a tope a pesar de tener muy babeado su jodido coño.

—¡aaahg!, ¡aahhh!, ¡así, canalla, así!, ¡sigue, no pares! —jadeaba Patty intermitentemente.

Yo le recorría todo su hirviente coñargón de ramera libidinosa y la muy cerda no se contenía de jadear, bufar, resollar y desgañitarse del gustazo que a esta puta zorra le daba yo al sentir mi libidinosa lengua depravada y como recorría cada milímetro de su borboteante coño de fulana burdelera.

—¡ahh!, ¡ay!, ¡ahh!, ¡ay!, ¡me estas matando de gusto!, ¡ahh!, ¡ay!, ¡ahh!, ¡ay! —gimoteaba Patty de placer al recibir mis lametazos en su coño.

Paré un momento, pues ya se me empezaba a cansar la lengua a pesar de que esto me gustaba y quería y deseaba ver la cara de guarra que tenía esta fulana de Patty mientras le encasquetaba mil lengüetazos.

—¡pero qué cara de zorra se te pone cuando te como el coño, puta! —grité yo de júbilo sexual.

—¡Nadie me lo come tan bien como tú, cabrón, ¡ay!, ¡ay!, ¡ay!, ¡no pares hijo puta, me gusta cómo me lo comes, cabrón! —berreaba y daba Patty mil vagidos de placer.

Me seducía y mucho que usara un burdo lenguaje grosero y chabacano cuando la estaba comiendo el coño, signo que era que esta puta puerca disfrutaba como una ramera de burdel.

—¡me pone muy perra que me lo comas, puto cabrón!, ¡aaahh!, ¡ugh! —gemía Patty y vociferaba orgásmicamente.

—¡Zorra, puta, quiero hacer un 69! —ordené todo exaltado.

Cambiamos de postura y mi duro rabo se quedó a la altura de la boca de mamona de esta puta Patty que estaba como loca mamando cual bebé de mi biberón de macho semental.

—¡shuj!, ¡shuj!, ¡shuj!, ¡shuj!, ¡shuj!, ¡shuj!, ¡shuj! —le estaba yo comiendo el coño a esta golfa madura de Patty.

—¡me estas matando de gusto!, ¡ahh!, ¡aaaaaaaahhhhh!, ¡ay! —jadeó Patty lascivamente.

—¡shuj!, ¡shuj!, ¡shuj!, ¡shuj!, ¡shuj!, —proseguía comiéndole el coño a esta golfa Patty.

—¡chock!, ¡slap!, ¡slurp!, ¡Chlok! ¡Chuik!, ¡slap!, ¡chuk! —mamaba Patty mi rabo sin parar.

—¡me pones muy caliente, guarra!, ¡Qué bien me la comes, zorra! —berreaba yo lujurioso.

—¡me estas matando de gusto, canalla!, ¡queee guuussstoooo!, ¡sigue cabrón! —ordenaba Patty ya más salida.

—¡Nadie me la come tan bien como tú, cerda!, ¡eres una zorra viciosa! —manifestaba yo entre resoplidos.

Yo tenía un brutal calentón y mi única obsesión con esta zorra madura era romperla el ojete para así hacerla mi esclavo, pues no dudaba que la iba a encantar dado el obsceno y depravado vicio que tenía.

—¡que rica estás, cariño!, ¡cómo me gustaría petarte! —hablé lascivamente entre gemidos sexuales.

Nos dispusimos para que yo la hincara mi dura verga dentro de su efervescente ojete, que ya hacía un rato largo que tenía lascivas y obscenas ganas de hender con obsceno afán mi duro rabo en su ojete de zorra lúbrica.

—¡Ponte a cuatro patas, puta!, ¡te voy a sodomizar, zorra! —bramé salidamente.

—¡si, cariño, si! ¡soy toda tuya, pétamelo bien petado!, ¡destroza este lindo culito, bribón! —acataba Patty muy viciosa.

Mientras esperaba a que se lo petase, Patty movía viciosamente su culo y me ponía como un cabrón vicioso.

Agarré de las nalgas a esta puta puerca de Patty y comencé a lamer y llenar de babas su bullente ojete y comenzaba a jadear, resollar, resoplar y sofocarse del tremendo placer que a esta zorra de Patty le daba con mi babeante lengua.

—¡sigue, cabrón, sigue!, ¡qué bien me lo comes, canalla! —jadeaba Patty lubricamente.

—¡ahhh!, ¡arf!!, ¡aaahh!, ¡ugh!, ¡ay!, ¡ahh!, ¡ay! —jadeó Patty lascivamente entretanto yo seguía lamiendo su ojete y la daba un azote de calentura y ella volvía a gemir de vicio anal. Mientras le hacía todo esto, la muy zorra se pajeaba el coño para darse placer y yo escupía un poco más en el ojete y comenzaba a meterle un dedo para abrirle y dilatarle lentamente el ojete y no hacerla daño en el momento de entaponarselo.

—¡arf!!, ¡aaahh!, ¡ugh!, ¡hijo de puta, me tienes muerta de gusto!, ¡petame, maricón! —ordenaba Patty salidorramente.

Le volví a escupir más y más en su acalorado ojete de golfa libidinosa para dilatarle todavía más y cuando me quise dar cuenta casi le estaba taladrando con mi puño, entretanto la muy puta continuaba aullando y rugiendo de placer mientras soltaba más sucias y obscenas guarradas y yo horadaba más su burbujeante ojete.

—¡me estas matando de gusto!, ¡que rabo tan duro! —gemía y bufaba Patty.

Al estar tan fenomenalmente dilatado su ojete conseguí meterle el brazo y la muy cerda gemía y ululaba de gustazo creyendo que tenía alojada una polla animal en lugar de una humana

—¡ahh!, ¡ay!, ¡ahh!, ¡ay!, ¡ahh! ¡queeee guuuusssstaaaaazzooo!, ¡aaaaaaaahhhhh!, ¡ay! —se sofocaba y desgañitaba Patty al recibir mis empellones con mi brazo dentro de su ojete.

Su libidinoso ojete ardía de vicio,lujuria y lascivia y efectivamente el "metisaca" que la estaba atizando la estaba haciendo desmadrarse.

—¡me pones muy cachonda cuando haces esto, cabrón! —gimió Patty perversamente.

—¿te gusta, eh? ¡pero que zorra eres, querida! —afirmé viciosamente.

La zorrona de Patty estaba tan corrida de gusto que le daba igual que tuviera mi rabo o mi brazo dentro de su lascivo culo, lo único que sentía era un lascivo placer inconmensurable y se lo estaba pasando mejor que una puta en un regimiento de soldados.

—¡Augh!, ¡augh!, ¡ufff! —jadeaba Patty todavía mas

—¡pero que rabo gastas, maricón!, ¡que dureza!, ¡que largura! —se desgañitaba Patty placenteramente.

La fui sacando el brazo de su acalorado y agitado ojete y empezó a gemir, bufar y desgañitarse más encendidamente, pues parecía que la estuvieran matando de placer.

—¡has gozado como una perra en celo con todo mi brazo en tu puto ojete, zorra!, ¡ahora te voy a entaponar de verdad, puta! —bramé yo brutalmente

Tenía ya el rabo preparado y la agarré de las nalgas, mientras giraba la cabeza y me miraba viciosa y concupiscentemente.

—¿me vas a clavar el rabo en todo el ojete, cabrón? —preguntó lascivamente Patty.

—¡Voy a joder tu culo de guarra! —exclamé lujurioso.

—¡Si, jódeme ya, canalla! —chilló Patty lascivamente.

Patty me ofreció su depravado culo para que lo jodiera. Apoyó su torso sobre un lateral del sofá y empecé a petar su ojete con ganas.

—¡Qué bien me jodes, cabrón! ¡Me encanta como me petas el ojete, eres un jodido semental! ¡Jódeme bien, canalla! —bramó Patty gimiendo lujuriosamente.

—¡Tu culo es bueno para joderlo! —casqué entre bramidos lujuriosos.

—¡Jódeme, bribón!, ¡jódeme, mas! ¡Vamos! —berreó Patty lascivamente.

Jodía y sodomizaba sin parar el maravilloso y lujurioso culo de esta zorra de Patty y me estaba demostrando lo guarra que era y que tenía un vicio desmedido. Ambos jadeábamos, gemíamos y gruñíamos de placer y vicio al darnos un coito anal de puto morbo.

—¡Sí!, ¡Jodeme, jodeme, maricón!, ¡dame rabo!, ¡pétame!, ¡destrózame el ojete, cabrón! —jadeaba de placer la puerca de Patty mientras no paraba de joder brutalmente su lascivo culo de guarra depravada.

—¡Qué culo!, ¡mejor que con mi novia! —jadeaba salidamente al tiempo que agarraba con fuerza el culo de Patty y lo destrozaba con fuertes golpes de mi rabo y ella gemía.

Tenía aferrada a esta puta zorra de Patty de su lascivo culo de guarra y proseguía petando, sodomizando y entaponando su excitado ojete mientras ambos jadeábamos y dábamos mil lujuriosos berridos presos de nuestra caliente lubricidad.

—¡Oh, qué gozo!, ¡tú jodida tranca es buena, cabrón!, ¡me estás matando de gustazo! —jadeaba Patty de puto vicio anal.

—¡eres una guarra!, ¡que culo tan caliente tienes, puta! —rugí lascivamente.

Yo taladraba y petaba con avaricia sexual a Patty que sin clemencia seguía horadando su agitado culo de puta zorra licenciosa mientras ahogadamente gemía, resollaba y jadeaba del tremendo polvazo que la estaba pegando a esta jodida ramera que me estaba poniendo más y más burro.

—¡Jódeme, cabrón!, ¡jódeme, mas! ¡Vamos! —vociferó Patty lascivamente.

—¡te joderé un poco más, puta! —grité lascivamente.

—¡Jodeme, maricón!, ¡Jode mi culo, vamos! —berreó Patty lubricamente.

Todavía a cuatro patas la di unos fuertes empellones y la zorrona gemía, pero a renglón seguido se clavó mi rabo en todo su profundo ojete de puta depravada y no paré de hincar mi verga de macho otra vez y proseguir un depravado metisaca que nos deleitaba lujuriosamente y hacía gozar como lascivos y procaces seres obscenos en celo.

—¡Nunca había dejado a nadie joder mi culo, pero esto es un vicio!, ¡no pares, sigue, sigue! —ordenó Patty entre jadeos.

—¿todavía quieres más, eh?, ¡Mas adelante hay más!, ¡toma rabo, puta! —gritaba yo viciosamente.

—¡Jodeme!, ¡Que gustazo, cabrón! —jadeaba Patty mientras botaba y botaba con mi duro rabo dentro de su bullente ojete.

La fulana de Patty botaba y brincaba con mis gordos cojones y duro rabo dentro de su muy efervescente y agitado ojete y resollaba, bufaba y bramaba de placer mientras lanzaba "ayes" placenteros, al tiempo que se pajeaba el coño con ganas.

—¡oh, que gustazo me das!, ¡qué gran follada me estás pegando, maricón! —aulló Patty lascivamente.

—¡me estás matando de gustazo!, ¡como traga tu culo, zorra! —aullé viciosamente.

—¡qué gran follada me estás pegando, cabrón! —aulló Patty lúbricamente.

La zorra de Patty seguía rebotando sobre mi duro rabo y gemía, berreaba, sollozaba, bufaba y jadeaba del regusto que tenía al ser reventada por mi dura verga de macho depravado.

—¡ahora vamos a cambiar de agujero!, ¡te follaré el coño, furcia!  —ordené yo depravadamente.

—¡si, cabrón, si!, ¡jódeme el coño!, ¡me hierve!, ¡lo noto! —acató Patty toda sudorosa.

En la misma postura, saqué mi rabo del agitado y bullente culo de Patty para clavarselo en todo el coño.

La fulana de Patty botaba y se hincaba mi verga y moría de gozo anal al tener toda mi dura masculinidad trepanando su bullente coño y me insultaba sexualmente.

—¡Monta, puta!, ¡me estás matando de gusto, guarra! —jadeaba yo muy salidorro.

—¡que gustazo me das en el coño, cabrón! —resollaba Patty enardecida mientras botaba con mi verga dentro de su coño.

—¡hija de puta, me estás poniendo como una moto, para ya, cerda! —chillé yo muy caliente.

—¡toma rabo, puta!, ¡toma rabo, guarra! —bramaba yo lujurioso.

Patty estaba corrida de placer mientras yo taladraba y socavaba su muy efervescente coño de loba libidinosa y ella no paraba de soltar obscenidades.

—¡dame polla, maricón!, ¡dame polla! —jadeaba Patty salidísima.

—¡toma rabo, guarra!, ¡siente mi polla, zorra! —chillaba yo todo excitado.

Nos separamos de la jodienda que le estaba pegando a esta cerda lasciva y optamos por una jodienda de pie, pues quería que me corriera así mientras la sostenía.

—¡Qué bueno eres, cabrón!, ¡cómo me ha entrado! —bramaba Patty de gustazo.

—¡me quemas el rabo, guarra!, ¡estás muy caliente, puta! —gritaba yo ardientemente.

—¡vamos, mueve tu culo!, ¡noto como me taladras, maricón! —berreaba Patty toda lujuriosa.

—¡Gózame, zorra!, ¡toma polla, puta! —bramaba yo de pasión.

La jodienda de pie estaba resultando mejor de lo que yo esperaba pues yo la asía con fuerza y ella se comía como una zorra posesa de lujuria y lubricidad y exhalaba mil ayes y jadeos lujuriosos y soltaba unas procaces obscenidades que me ponían más cachondo y salido.

—¡cabrón, que bueno estas!, ¡qué bien me jodes, canalla! —berreaba Patty alocadamente.

—¿te gusta, eh?, ¡toma polla, guarra!, ¡zorra, que buena estás! —chillaba yo de puta lubricidad

—¡claro que me gusta, maricón!, ¡me hierve el coño, cabrón! —bramaba Patty muy enardecida.

—¡Siente mi polla como te perfora, golfa!, ¡guarra!, ¡puta! —chillaba yo del vicio que tenía al follar a este pendón de Patty.

Después de este metisaca de pie, convinimos que llegaríamos al orgasmo juntos y buscamos una postura más relajada, pero antes, la zorra de Patty me pidió que le metiera mi rabo en su boca de golfa libidinosa.

—¡goza, guarra!, ¡chupa, puta!, ¡toma rabo!, ¡gózame! —bramaba yo muy salido.

—¡slurrp!, ¡slap!, ¡slop!, ¡slurrp!, ¡slap!, ¡slurrp!, ¡slap! —chupaba Patty febrilmente.

—¡me encanta como me la comes, zorra!, ¡me vuelves loco, puta! —aullaba yo muy cachondo.

—¡que polla tienes, bribón!, ¡quiero volver a joder contigo, canalla! —chillaba Patty antes de tragarse por última vez mi rabo.

Saqué mi rabo de su bocaza y Patty pareció mirarme como si a una niña le quitaran su caramelo de la boca.

—¡eres un maricón de mierda!, ¡me estaba gustando! —vociferó Patty toda cabreada.

—¡me la has babeado suficiente, te voy a joder el coño, tanto que vas a encadenar mil orgasmos, zorra!  —vociferé yo más cabreado.

Agarré a Patty de las nalgas y nos pusimos a joder frente al espejo que tenía en su habitación para que la jodienda fuera más depravada y obscena.

—¡vaya careto de zorra viciosa que se me ha puesto con tus pollazos, canalla! —afirmó Patty viciosamente.

—¡Eres toda una guarra de burdel barato, cariño! —confesé yo libidinosamente.

—¡quiero ser tu guarra!, ¡jódeme!, ¡fóllame!, ¡clávamela, canalla! —bramo Patty toda depravada.

—¡pero que puta eres, cariño!, ¡me gusta que seas tan zorra! —evidencié yo obscenamente.

—¡dame más rabo, cabrón!, ¡queee gussstazzzooo!, ¡qué ricoooo! —aullaba Patty obscenamente.

—¡toma rabo, golfa!, ¡toma polla, furcia! —vociferaba yo de pasión.

—¡eres un hijo de puta traidor, me estás matando de gusto!, ¡eres un cabronazo!, ¡jodes como un actor porno!, ¡vaya rabo que tienes, maricón!, ¡me vas a romper el coño, cabron! —jadeaba Patty sin parar.

Después de mil empellones y cientos de ayes y jadeos, berridos y bramidos sexuales, empezamos a notar que nos acercábamos lascivamente al rompedor orgasmo.  

—¡me estás matando de gusto, canalla!, ¡creo que me voy a correr, maricón! —vociferó Patty muy salida.

—toma rabo, guarra!, ¡toma polla, puta!, ¡creo que también me voy a correr, zorra! —grité salazmente.

—¡ah!, ¡ah!, ¡ay así!, ¡ah!, ¡ah!, ¡uff!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí! —empezó Patty a correrse.

—¡oh, sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí! —empezaba yo a correrme.

—¡queee meeee co-co-cooooorrroooo! —chilló Patty mientras se corría de gusto.

—¡Gooooooooooooooooooooolllll!, ¡queeeee guuuuussssstoooo! —aullé yo al correrme también.

—¡ufff, que polvazo me has pegado, bribón! —largó Patty ya más relajada.

—¡Guau, se me ha ido toda la fuerza por el rabo! —observé yo ya distendido.

Seguimos charlando y Patty me dio un largo beso con lengua de agradecimiento. Nos fuimos a la ducha juntos y al estar frotándonos y lavándonos mutuamente, la zorra Patty acertó a hacerme una morbosa y magistral mamada bajo la ducha que me dejó más relajado.

Al salir del apartamento de esta loba en celo de Patty, me dejó su número de teléfono para un próximo encuentro.

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