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Hermanos bajo mis ordenes

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Por fin dieron las 3 de la tarde, acababa la jornada laboral en mi empresa, y empezaban las vacaciones. Aunque era el dueño de la fábrica, tenía menos fiesta que nadie, pero esta semana, sería distinto. Me había reservado 6 días de total desconexión, y me refiero incluso a tener el móvil cerrado. El encargado tenía ordenes explicitas de no llamarme bajo ningún concepto.

Como todos los días, cogí el tren hasta Atocha, para luego pasear hasta mi casa en La Castellana. El vagón estaba vacío, me senté y un segundo antes de cerrarse las puertas, subió un chaval de unos 20 años. Echo un vistazo y aunque nadie ocupaba los asientos, vino a sentarse junto a mi.

El viaje duraría unos 45 minutos, sin paradas. Por lo que estaríamos solos mucho tiempo.

Demostrando mi caballerosidad, me levanté para presentarme:

-Hola, soy Javi, parece que vamos a compartir viaje

El tren arrancó y el acelerón me hizo perder el equilibrio justo cuando estaba de pie frente a el, haciéndome caer sobre mi compañero, dirigiendo casualmente mi mano sobre su paquete. La mantuve durante unos segundos, notando el calor que desprendía. El sonrió y alargo su mano para coger la mía, que ya se había retirado de tan placentero lugar.

-Encantado, soy Ferrán, espero que no te moleste que me siente aquí- dijo.

-No, para nada, así podré hablar con alguien- contesté.

-si, o lo que sea- añadió entre dientes.

Lo observé con detalle, era un joven muy atractivo. Moreno, de pelo corto, bronceado, con unos brillantes ojos azules y unos labios tan carnosos como apetecibles. Vestía ropa deportiva, unos pantalones de chándal que marcaban sus musculosas piernas, así como su pronunciado paquete y una camiseta blanca ajustada que contrastaba con el moreno de su piel.

-Perdóname Javi –me dijo- pero vengo corriendo y estoy un poco sudado.

Tras decirme esto, se levanto ante mi y se quitó la camiseta, mostrándome su joven pecho, sin un solo pelo y musculado en la justa medida.

Me quedé inmóvil admirándolo. Ferrán se dio cuenta de ello y paso su mano sobre el pecho, acariciando cada cm de su húmeda piel llegando a pellizcar uno de sus erectos pezones, mientras me decía:

-¡Ufff..., que calor¡así se está mejor, ¿No crees?- me pregunto refiriéndose a la desnudez de su torso.

Ferrán retomó su asiento, sin dejar en ningún momento de acariciar su pecho con una mano, mientras lo que sobaba su otra mano era su enorme paquete, marcándolo frente a mis ojos, que no podían dejar de admirar aquello.

-Si, así estarás más fresco- le respondí.

Mi compañero de viaje siguió sonriendo y tras guiñarme un ojo, levantó un poco el culo del asiento, dejando espacio suficiente para que sus manos agarraran el pantalón del chándal y con un firme movimiento lo deslizaran, bajando por sus piernas hasta llegar a sus tobillos. Ferrán levanto las piernas, colocándolas a escasos cms de mi cuerpo y se quito el pantalón largo, quedando ante mi, vestido únicamente con un pantaloncillo de atletismo. De esos que llegan solo hasta la ingle y muestran dos aberturas laterales que permiten asomar parte de sus nalgas.

Tras amontonar su ropa en el asiento contiguo a el, levanto sus piernas colocándome una a cada lado de mi asiento. Llevó una de sus mano al paquete, retirando discretamente la tela que lo cubría, dejándome ver la oscuridad de su paquete a traves del braguero del pantaloncillo y sonriendo me dijo:

-Ahora si estoy a gusto.

Me interesé por su actividad deportiva y resultó ser componente de la selección nacional de atletismo y, "esclavo" de su estricta disciplina. El joven, me explico que durante un campeonato, estaba totalmente prohibido tener ningún tipo de sexo,

-Ni siquiera podemos hacernos pajas.- me dijo riendo.

-bueno, pero ahora no estas compitiendo- respondí con ironía.

-No, hoy empiezo las vacaciones, tengo 10 días antes de ir al car para preparar los europeos.

-Pues aprovecha ahora que puedes, porque con ese cuerpo es una lastima que no folles mas.-le conteste colocándole mi mano sobre su muslo, a escasos centímetros de su paquete.

-¿Por qué crees que me he sentado frente a ti?-me preguntó mientras apartaba a un lado la pernera de su diminuto pantaloncillo, dejando al aire una hermosa polla.

Me quedé parado admirando su miembro, comprobando como por momentos aumentaba su tamaño, pidiendo a gritos que alguien se ocupara de el. Alargué mi mano y con suaves movimientos empecé a pajearlo. Ferrán gimió de inmediato y abalanzándose sobre mi, me agarró la cabeza y la llevó hasta su rabo.

Evidentemente, mi resistencia fue minima, abrí la boca y me metí entero aquel cipote hasta atravesarme la garganta con su hinchado capullo.

Para mi desgracia, antes de permitirme disfrutar del calor y el sabor de su polla, Ferrán ya se había corrido.

-Lo siento, llevaba mucho tiempo a régimen y no he podido aguantar mas.

-No te preocupes, soy feliz haciendo gozar a un atleta de nuestra selección.-contesté jodido.

Ferrán se vistió justo antes de que llegara el empleado, nos validara los billetes y nos diera una mala noticia.

-Por avería, tendrán que pasar al otro vagón, este queda en talleres.

Acompañamos al revisor y nos condujo al nuevo vehiculo junta a unas 20 personas que ocupaban casi todos los asientos, dejándonos sin privacidad.

Ferrán y yo sonreímos con complicidad y nos sentamos junto a unos viejos.

Me volví a levantar, para cogerme la cartera que la llevaba en el bolsillo trasero del pantalón. Al quedar de pie entre los viejos, me percaté que mi entrepierna estaba empalmadísima marcando una carpa de impresión en mis pantalones. Sin preocuparme, saque de la cartera una tarjeta de visita y se la entregué a Ferran,.

-Toma mi teléfono, llámame siempre que vuelvas de algún campeonato.

Llegamos a Atocha, a mi nuevo amigo lo esperaba su familia, así que nos dimos un abrazo y Ferrán guiñándome un ojito me prometió llamarme cuando pudiera.

(9,00)