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Vuelto a ser entaponado por Raisa

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Esa mañana Raisa y yo nos hallábamos solos en el apartamento y Sofía había salido para comprarse algo de ropa y otro bikini y la golfa de Raisa y yo comenzamos a charlar

—¿qué cenaste noche, canalla? —investigo Raisa mientras observaba depravadamente mí ya enardecido bulto.

—... pues, carne ... ¿porque lo dices, zorra?  —afirmé yo.

—Porque has pegado unos gritos bestiales y encima sexuales y parecía que estuvieses jodiendo con alguna zorra —comunicó Raisa algo cachondona.

—Sí, recuerdo que había tenido unos sueños eróticos impulsivos y brutales —confesé yo morbosamente.

—Aprecio que tienes una erección fantástica —observó Raisa lascivamente.

—Y tú también, cacho golfa. ¿que pasa, que me deseas joder viciosamente?, ¿eh, guarra? —examiné lascivamente.

—Bueno, ese tanga tan sexy que llevas ahora, me la ha puesto muy dura, cabrón —formuló Raisa obscenamente.

—Vale, ya que te pones tan cachonda y viciosa te dejaré petarme. Ese tanga blanco y esos taconazos de zorra libidinosa también me ponen cachondo —afirmé yo rotudamente

Raisa se aproximó a cogerme y besarme el torso y yo estaba de rodillas y la miraba viciosa y lúbricamente cual actor porno en celo.

La putona comenzó por lamerme las tetillas y se le fue la mano derecha a mi tanga sexy y libidinoso en dirección a mi rabo que estaba duro.

Me encantaba como esta zorra burdelera de Raisa me lamía y empezó a darme cortos besos que me excitaban sexualmente y eso me encendía libidinosamente.

Bajó de mi tetilla izquierda lentamente dándome besos hasta llegar al rabo y volvió a subir a la misma tetilla. Me di la vuelta y siguió dándome besos en la espalda hasta llegar hasta el culo y me magreaba con vicio los huevos y el rabo la muy puta.

Me dio un beso en una nalga y me la lamió y luego me di la vuelta para lamerla las tetas y mientras se lo hacía le tocaba su rabo que ya estaba duro y deseando concupiscentemente petarme a tope.

Le lamí la teta izquierda y mientras le magreaba el rabo y se lo saqué del sexy tanga que esta zorra de Raisa llevaba y ya estaba duro,

Optó por ponerse de pie para que la comiera el rabo, pues la muy guarra estaba muy salida y me deseaba con vicio frenético.

Se lo chupaba y mamaba con vicio y lujuria hasta que me llegase a la campanilla y la muy zorra de Raisa no hacía más que jadear, bufar y resollar del placer que yo le daba con mi boca.

La putona de Raisa me daba pequeños golpes de su rabo en mis labios para que yo volviera a abrir mi boca y engullir su rabo.

Yo mamaba y chupaba todo su hirviente rabo transexual de ramera libidinosa y la muy cerda no se contenía de jadear, bufar, resollar y desgañitarse del gustazo que a esta puta zorra le daba yo al sentir su rabo en mi boca y como recorría cada milímetro de su borboteante rabo de fulana burdelera.

—¡me pone muy perra que me la comas, puto maricón!, ¡aaahh!, ¡ugh! —gemía Raisa y vociferaba orgásmicamente.

Seguí engullendo y babeando su rabo y Raisa terminó por quitarse su sexy tanga que tan cachondo y lúbrico me puso.

—Eres un cabrón, me quitaré el tanga antes de que me lo babees —largó Raisa.

—¡Vale, zorra!, ¡como quieras, guarra! —testimonié.

La muy zorra posó su lascivo culo de guarra en el ancho cabecero de la cama y se abrió de patas cual fulana para que la siguiera comiendo el rabo. Me observaba lúbricamente mientras gemía y berreaba como un ser depravado, procaz y obsceno en celo.

Mientras yo engullía su verga, Raisa me agarraba de la cabeza para que yo tragara todo su rabo y metérmelo hasta la campanilla, pues tal vicio tenía la muy zorra que deseaba atragantarme con su polla en mi boca.

Después de mamar y libar como un bebé su verga transexual y gemir y desgañitarse como una loba libidinosa, Raisa sacó su rabo de mi boca porque ya ardía de lujuria y deseaba perversa y muy viciosamente petar y entaponar mi ojete. 

—¡maricón, me has hecho una brutal mamada!, ¡te voy a petar salvajemente! —anunció Raisa de vicio calenturiento.

—¡ya lo veo, puta!, ¡te he hecho una mamada bestial y la tienes muy dura! —observé yo depravadamente.

Se bajó del ancho cabecero para tumbarse otra vez, bien abierta de patas como una zorra en celo, para que yo siguiera disfrutando de su rabo transexual en mi boca.

Mientras yo le hacía una felación, Raisa miraba con embelesamiento y pasmo como se lo hacía y yo escuchaba sus mil gemidos, gruñidos, berreos y cientos de jadeos que me indicaban que estaba muerta de gustazo.

—¡chock!, ¡sluurrp!, ¡slurp!, ¡Chlok! ¡Chuik!, ¡sluurrp!, ¡slurp! —mamaba yo.

—¡qué buena mamada le estás haciendo a esta jodida polla! —bramó Raisa entre gemidos.

Después de estar mamando su rabo, Raisa decidió que debía darme otros pollazos en mi ojete, pues tal era su calentura que ya deseaba mi culo con depravada urgencia.

—¡Ven aquí maricón, deseo petarte ya! —ordenó Raisa con obscena vehemencia.

Me quité el obsceno y sexy tanga que yo llevaba y que tenía cautivada y excitada sexualmente a esta zorra depravada de Raisa.

—¡quítate el tanga, cabrón!, ¡me has puesto muy puta!, ¡deseo lascivamente tu lujurioso culo!  —gruñó Raisa con avaricia sexual. 

Me puse delante de Raisa para que me jodiera bien y a placer y me abrió bien para que la primera jodienda anal fuera placentera y perfecta para ambos.

—¡que rico culito tienes, maricón!, ¡te lo voy a follar ahora, amor mío! —observó Raisa mientras me colocaba las piernas.

—¡Si, zorra mía!, ¡pétame!, ¡entaponame!, ¡no puedo aguantar más, puta! —berree todo lujurioso.

Raisa me aprisionó las nalgas y comenzó a taladrar mi agitado ojete y de dos golpes certeros me la endiñó en todo el ojete.

—¡oh!, ¡ah!, ¡uhm!, ¡uhm! ...  —gemía yo mientras me empezaba a taladrar el ojete.

—¡¡qué bueno estás, cariño!!, ¡¡me encanta follarte, amor!! —rugió Raisa libidinosamente.

Raisa para joderme placenteramente mejor, adelantó su pierna izquierda que tenía doblada y la pierna derecha la atrasaba y con la mano izquierda me agarraba las nalgas y para que yo disfrutara, me pajeaba para tener placer.

—¡ah!, ¡uhm!, ¡ah!, ¡oh!, ¡ah!, ¡uhm!, ¡ah!, ¡uhm! —jadeaba yo de placer anal que esta zorra me daba.

—¡pero qué bueno estás, maricón!, ¡me encanta joderte, amor! —bufó Raisa obscenamente.

Raisa me sujetaba con fuerza de las caderas para que el metisaca anal que me estaba endiñando esta puta zorra fuera excelente y satisfactorio y obtuviese los resultados que ambos buscábamos.

—¿te gusta cómo te enculo, maricón? —gritó Raisa pasionalmente.

—¡Si, zorra, si!, ¡me estás volviendo loco, puta!, ¡qué zorra! —rezongué yo depravadamente.

Raisa me atrapó con su mano izquierda mi nalga derecha y la muy puta seguía taladrando y encasquetando pollazos en todo mi acalorado ojete y me estaba poniendo más cachondo de lo que ya de por si estaba yo y me pajeaba más que un mono loco de lujuria.

—¡Ay que delicia, que gustazo!  —jadeaba Raisa toda cachonda.

—¡ah!, ¡uhm!, ¡ah!, ¡oh!, ¡me estás matando de gustazo!, ¡ah!, ¡uhm!, ¡ah!, ¡oh! —berreé yo todo lujurioso.

Raisa me tenía bien asido de las nalgas y yo recibía como un lascivo cabrón en celo, los mil pollazos y embates que me daba esta puta puerca de Raisa con su duro rabo en todo mi agitado ojete que del placer anal que me daba esta depravada zorra me tenía fuera de mí.

—¡puta!, ¡zorra!, ¡qué bien me jodes!, ¡guarra! —vociferé yo fuera de mí.

—¡¡jodido gilipollas!!, ¿te gusta mi polla?, ¿eh? —gritó Raisa.

—¡me gusta cómo me jodes, zorra!, ¡clavámela! —bramé yo todo salido.

—¡¡toma, cabrón!!, ¡joder! —bramaba Raisa, y me seguía entaponando y jodiendo analmente.

Ambos dábamos mil vagidos presos de nuestros arrebatos sexuales y continuaba enculándome y me insultaba grosera y vulgarmente como una fulana barata. Yo seguía gimiendo y me desgañitaba sexualmente, pues esta sexy fulana, sabía cómo follarme bien.

Nos separamos de esta postura y volvió Raisa a posar su lascivo culo en la cabecera ancha para que yo me clavara su rabo transexual como así fue. Poco a poco fue petando mi ojete y comencé a botar e hincarme su transexual verga en mis bullentes entrañas de macho libidinoso en celo. 

—¡clávamela!, ¡pétame, zorra!, ¡entaponame, puta! —bramaba yo super salido.

—¡toma rabo, cabrón!, ¡toma rabo, canalla!, ¡siente mi polla, puto!   —vociferaba Raisa lascivamente

—¡Sigue así, zorra!, ¡me das mucho placer, guarra! —graznaba Raisa viciosa.

Mientras botaba y saltaba con el rabo transexual de esta golfa de Raisa en mis entrañas yo parecía una máquina de jadear, rezongar y gemir y a mí me estaba matando de gustazo del tremendo placer que me daba al joder mi culo.

—¡ah!, ¡uhm!, ¡ah!, ¡oh!, ¡que polvazo me estas pegando, zorra!, ¡uhm!, ¡ah!, ¡oh! —gemía yo viciosamente.

—¡Ay, queeeee deliciaaaa! —jadeaba Raisa continuamente.

Mientras saltaba con el rabo de Raisa en mis burbujeantes entrañas yo me pajeaba viciosamente como un mono salido y proseguía agitado subiendo y bajando mi lascivo y caliente cuerpo para darme placer al recibir los empellones que me daba Raisa.

— ¡uhm!, ¡ah!, ¡oh!, ¡oh, sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡qué gustoooo! —aullaba yo lascivamente.

—¡toma polla, canalla!, ¡toma rabo, cabrón!, ¡toma polla, bribón!  —vociferaba Raisa de vicio.

—¡cómo me pones, puta!, ¡me quemas el culo, guarra! —berreaba yo depravadamente.

—¡amo tu sabroso culo, cabrón!, ¡me gusta joder tu lascivo culo, hijo puta! —confesó Raisa entre mil jadeos.

Después de petarme a tope y hacer un "subibaja" con el ardiente rabo transexual de esta zorra lasciva de Raisa, optamos por cambiar de postura y me eché en la cama para que jodiera más mi culo y me puse patas arriba.

—¡Vamos a cambiar de postura, maricón!, ¡te voy a petar el ojete, canalla! —bufó Raisa libidinosamente

—¡Eres una jodida perra lasciva, ya sé que te gusta joderme el cacas! —confesé yo depravadamente.

Me puse patas arriba y Raisa puso un cojín bajo mi culo para joderme más satisfactoria y placenteramente. 

—¡Ay que delicia!, ¡que culo tienes, cabron!, ¡cómo me gusta joderte!  —confesó Raisa depravadamente.

—¡dame tu rabo, puta ¡, ¡jódeme, zorra! —ordené yo lascivamente.

—¡Eres un jodido cabrón vicioso!, ¡me da mucho placer joder tu culo! —vociferó Raisa.

—¡ah!, ¡ah!, ¡ay así!, ¡uhm!, ¡ah!, ¡oh!, ¡oh, sí!, ¡ah!, ¡ah!, ¡uff!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!  —jadeaba yo todo salido

Yo estaba muy abierto de patas y jadeaba y chillaba de placer como si matasen a un gorrino y observaba la cara de vicio que tenía esta puta guarra de Raisa que de puto placer al encularme ponía los ojos en blanco y la mirada perdida, pero me petaba y entaponaba duro y gemíamos amos de puto placer.

—¡Que buena estás, zorra!, ¡qué bien me jodes! —aullaba yo obscenamente.

—¡calla, hijo de puta!, ¡me cortas el rollo, maricón! —gritaba Raisa colérica.

Volvimos a cambiar de postura y me jodió a cuchara esta zorra de Raisa y la veía con la mirada fija en el techo viendo como me taladraba el ojete

—¿te gusta verte como me rompes el ojete, eh? —inquirí yo.

—¡me encanta joder tu culo, cariño!, ¡es un vicio!, ¡como traga! —evidenció Raisa entre jadeos.

—¡pero que puta eres, cariño!, ¡cómo me haces gozar, zorra! —graznaba yo libertinamente.

—¡estoy muy cachonda, maricón!, ¡me estás volviendo loca!, ¡me encanta entaponar tu lascivo culo! —enfatizó Raisa lascivamente.

Siguió y continuó matándome de placer esta puta guarra de Raisa que sabía cómo follarme y yo la insultaba más procazmente todavía pues me encontraba en un paroxismo anal brutal y muy fuera de mí y de lujuria anal que tenía sacaba a relucir un obsceno lenguaje chabacano y procaz que encendía y alentaba a Raisa a follarme y joderme más sin parar.

—¡qué bueno estás, canalla!, ¡me estás matando de gusto, cabronazo!   —jadeaba Raisa muy salida.

—¡dame polla, zorra!, ¡dame polla, puta!, ¡dame rabo!, ¡no me la saques, guarra! —berreaba yo depravada y viciosamente.

—¿te gusta, eh? ¡me encanta estar así contigo, maricón! —chillaba Raisa lujuriosamente.

—¡Sigue así, zorra!, ¡me das mucho placer, guarra! —resoplaba yo enardecido.

—¡cómo me pones, cabrón!, ¡me quemas el rabo, maricón! —bramó Raisa lascivamente.

Finalmente, sacó su transexual verga de mi bullente culo, se arrodillo ante mí a la altura del estómago para pajearse y echarme su lefa en mi estómago. Yo me pajeé hasta exhalar mi caliente lefa cerca del ombligo.

Marchamos a la ducha y todavía la muy viciosa me hizo una soberbia y fenomenal mamada que me terminó por dejar seco sexualmente y nos fuimos a dar una vuelta por la playa como si fuésemos dos quinceañeros enamorados.

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