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Lara y los viejos 1

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Me llamo Lara, soy una chica adolescente de estatura media, 18 años, soy morena, de ojos grandes y azules, en mi opinión tengo un cuerpo bastante bonito, aunque todavía no desarrollado del todo, espero que de aquí a unos años mis tetas crezcan un poquito, aunque, a decir verdad, creo que ahora son muy bonitas. La historia que vengo a contaros me ocurrió hace no mucho tiempo. Me había ido con mis padres de vacaciones a un hotel de lujo en la costa azul de París, la verdad es que mi familia es algo adinerada y puede permitírselo. Nada más llegar al hotel me resultó espectacular, era enorme, todo estaba muy nuevo y además disponía de una piscina enorme, por no hablar de los servicios extras como spa, sauna, piscinas termales, gimnasio, etc. Además, debido al buen nivel económico de mi familia, íbamos en calidad de todo incluido, así que podíamos acceder a cualquier servicio sin tener que pagar nada extra.

Yo solía pasar el tiempo con otra chica que había conocido un día cenando en el hotel, ya que estar todo el día con mis padres me resultaba muy pesado, y gracias a ella mis días eran mucho más divertido. Ella era algo tímida, tenía dos años más que yo, y un pelo rubio larguísimo que llegaba hasta el final de la espalda. Mientras mis padres tomaban el sol o iban al chiringuito nosotras solíamos estar casi siempre metidas en la piscina, donde charlábamos y nunca nos aburríamos.

Un día, mientras mis padres y los suyos estaban en un chiringuito cercano, nosotras estábamos en el césped tumbadas a la sombra. De repente y sin venir a cuento ella me dijo: "Oye, y ¿tú eres virgen o ya has follado alguna vez?". No sabía que responder porque además la pregunta me había cogido de sopetón, pero al final le dije la verdad, que, aunque ya fuéramos más o menos mayores que nunca lo había hecho. "¿Y tú? lo has hecho ya?" a lo que me contestó afirmativamente. En ese momento mi curiosidad se levantó de repente y empecé a preguntarle. Ella me dijo que lo hizo con un chico que estaba en su clase. Decía que la cosa fue bastante bien: "Al principio es una sensación muy extraña mezclada de cierto dolor, ya que es la primera vez y no estás acostumbrada, pero la verdad es que yo creo que tuve suerte, el chico con el que lo hice tenía una polla bastante pequeña, así que el dolor no fue demasiado fuerte, no sé cómo será el que te metan algo mucho más grande, pero supongo que dolerá mucho más". Así estuvimos hablando un rato, supongo que, de la típica conversación de chicas, hablamos sobre los chicos que nos gustaban, nuestros cuerpos, en donde tengo que decir que, aunque mis tetas son pequeñas creo que las de Eva (Así se llamaba la chica) eran prácticamente inexistentes.

Al despertarnos en el quinto día de estancia en el hotel estaba lloviendo, yo sentí una gran pena ya que no iba a poder ir con Eva como los días anteriores a hablar y jugar en la piscina. En el desayuno, nuestros padres (como ya nos conocíamos hacíamos todo prácticamente juntos, ellos y nosotros) nos dijeron que por qué no íbamos a las piscinas termales, que ya que podíamos entrar a cualquier lado que allí podríamos estar casi igual que fuera, que por cierto continuaba lloviendo. Nuestros padres dijeron que ellos iban a estar en la zona de masaje, cerca de las piscinas termales, y que si queríamos algo solo tendríamos que ir hacia allí.

Nada más desayunar bajamos a la piscina y estuvimos hasta las doce o así de la mañana. "Tengo que ir arriba a la habitación, que es hora de llamar a mis abuelos" - me dijo Eva -. No lo he dicho, pero todos los días Eva subía a llamarlos ya que su abuelo estaba regular de salud y yo mientras esperaba en la piscina tomando el sol o sino me iba con mis padres al chiringuito. Ese día estaba en la piscina interior por lo que no había sol, y no veía a nadie de mi edad para intentar hablar con alguien. Cuando pasaron cinco minutos de estar allí sola vi al fondo una puerta que ponía "Sauna". La verdad es que no sabía muy bien lo que era, pero había escuchado a mis padres hablar alguna vez sobre que era algo bueno, así que me decidí a ir y ver mientras esperaba a Eva.

Llegué a la puerta la abrí y entré. Había un gran vapor el en ambiente que prácticamente no te dejaba ver nada. Hacía bastante calor allí dentro, pero la verdad es que la sensación del vapor de agua en mi piel me gustaba. La habitación que se podría entrever entre el vapor no era demasiado grande y además daba aspecto de estar casi vacía, cosa que me resultó rara al ser un día de lluvia en donde la gente no podría estar en la piscina. Llegué a uno de los bancos más cercanos, subí y me senté. Cerré los ojos para sentir mejor el vapor y escuché a alguien cuchichear. Me di cuenta de que a mi izquierda había dos señores mayores, bastante más mayores que mi padre seguro, que estaban cuchicheando mientras me miraban. Yo intenté no hacerles mucho caso y seguir con lo mío, pero al rato me di cuenta de que esos señores se habían cambiado y sentado cerca mía, yo estaba en el banco más alto y ellos prácticamente a mi lado en uno más inferior, así que más o menos podía verles. Uno de ellos era bastante gordo y prácticamente no tenía pelo, tenía la piel bastante arrugada y sólo lo cubría una toalla blanca que tenía sobre las piernas. El otro era de las mismas características solo que éste tenía algo más de pelo de color gris plata y estaba más delgado.

Ellos estaban hablando entre ellos y yo prácticamente no podía escuchar nada, así que decidí cerrar los ojos y concentrarme en la sensación que producía en mí el vapor de agua, la verdad era que, aunque sudaba un poco me gustaba. Calculé que ya había pasado una media hora desde que Eva se fue, y la verdad es que no me importaba esperar allí la otra media hora que quedaba, hasta que abrí los ojos. Me di cuenta de que los hombres se habían quitado las toallas y yo me quedé de piedra. Me estaban mirando los dos. Alcancé a ver que el hombre más delgado tenía una gran sombra entre las piernas lo que parecía que era su polla, pero no podía ser, un hombre tan mayor no puede... además, era enorme. El otro hombre estaba también sin toalla, pero de él no pude ver nada ya que lo tapaba toda su barriga. Por fin reaccioné, pegué un salto y salí corriendo de la sauna, tenía en corazón acelerado, y se me hizo eterna la espera hasta que llegó Eva, aunque no sé si por miedo, pero no le conté nada.

Esa noche no pude dormir bien, no paraba de darle vueltas a la imagen que tenía en la cabeza, los dos hombres mirándome y esa grandísima sobra que yo pensé que era su polla, estaba nerviosa, pero pensé que al fin y al cabo no me habían hecho ni dicho nada. Al día siguiente seguía nublado, por lo que preferimos volver a ir a la piscina interior. Una vez estando allí me fijé de que los dos hombres estaban también el ella, pero parecían ignorarme completamente, por lo que me tranquilicé y pensé que con la niebla de la sauna no me reconocerían, y, además, ese mismo día me había cambiado el bikini. Cuando se acercaba la hora de que Eva subiera, vi a los dos viejos en la puerta de la sauna, me sonrieron y entraron al momento, Eva estaba conmigo, pero no se percató de nada, ya que estaba de espaldas a ellos. Cuando pasaron tres minutos subió como todos los días.

Yo me quedé sola y no sabía qué hacer, por un lado, la curiosidad hacía que quisiera volver a la sauna, pero por otro lado el miedo me decía que no lo hiciera. No sé qué motivo me llevó a hacerlo finalmente, pero me acerqué a la puerta y entré. Esta vez los dos viejos estaban en el mismo sitio que los dejé ayer, además estaban los dos si toalla directamente. Estaban sentados justo enfrente de mí y no había tanto vapor como ayer, por lo que comprobé que efectivamente la sobra que había visto era una polla enorme, que recolgaba hacia abajo en el asiento. El otro hombre que era el más gordo tenía una polla que yo hubiera considerado grande, si no fuera por la que estaba a su lado, que la hacía incluso pequeña.

Me senté en el banco de al lado de ellos y en un momento se levantaron y se sentó uno a cada lado mía. No podía dejar de mirar la polla del más delgado, que estaba a mi derecha, era increíble, estaba arrugada como todo su cuerpo, era un poco deforme, y su pelo púbico era blanco. El otro la tenía más pequeña, más arrugada y el pelo púbico abundaba, tanto que su polla parecía emerger de una marabunta de pelo blanco. Yo no sabía qué hacer, a medida que me miraban notaba como sus miembros iban creciendo, hasta estar completamente erectos. Yo quería irme, pero una parte de mi quería esperar, entonces el más delgado habló: “Sé que estás deseando de saber qué se siente al tocarla, seré viejo, pero mi polla está más dura que nunca” -el otro se empezó a reír y dijo: “Tocarlas tiene un precio, si lo haces entrarás en nuestro juego y tendrás que hacer lo que te digamos, por el contrario, puedes irte en cuanto quieras, tú eliges”.

No sabía dónde meterme, estaba confundida, eran dos viejos y yo una adolescente de 18 años virgen, me repugnaban, pero a la vez estar allí de alguna manera me excitaba y tenía intriga de saber qué se siente al coger ese pollón con mis propias manos. Por un momento me levanté sabiendo que debía irme, pero involuntariamente me volví a sentar, alargué lentamente la mano hasta su enorme polla y la toqué. Estaba ardiendo, se sentía muy dura y rugosa, y sobraba bastante por encima y por debajo de mi mano. El más gordo se empezó a reír y dijo: “Has cogido esa porque es más grande y porque en el fondo eres una puta, así que me da igual cómo te llames, desde ahora, para nosotros serás Puta, esa es nuestra primera regla del juego”. La había liado y no sabía qué hacer, tampoco sabía cuánto tiempo había pasado y supuse que Eva estaría al bajar.

El viejo gordo dijo: “Deja esa para más adelante y dale algún lametón a mi puntita”. Miré a su polla, estaba nerviosa y distraída con la otro que no me había dado cuenta de que tenía una gran erección. La polla se alzaba de entre el matojo de pelos, no era tan grande como la otra, pero no tenía nada que envidiarle. En la vida había tenido contacto con ninguna, y me negué en rotundo, me levanté para salir corriendo. “Recuerda, tú empezaste el juego Puta, así que si no quieres que tu familia y tu amiguita se enteren de que eres una pervertida ya puedes sentarte y obedecer”. Me senté, me acerqué lentamente, bajé la piel y contemplé su polla en todo su esplendor. Le di un tímido lametón, estaba algo mojada, pero me sabía bien. Mientras hacía eso el otro se las apañó para quitarme la parte de arriba del bikini. “Como imaginaba tienes unos pezones perfectos”. Mientras seguía poco a poco con la otra polla, lamiendo poco a poco su capullo, cada vez por un sitio diferente, con más saliva y más despacio que antes, el otro viejo empezó a agarrarme las tetas y a pellizcar mis pezones mientras decía: “mírate que Puta eres, seguro que vas a correrte pronto”. Me gustaba, y empecé a ponerme cachonda, justo cuando estaba empezando a sentir algo en mí que no había sentido antes me pararon. “Es la hora de que tu amiga baje Puta, así que vete, esta noche te quiero ver aquí a las once, la sauna estará abierta”. Y yo respondí al instante: “Pero si a esa hora estaré con mis padres en la habitación, ¡No puedo venir!”. “No te he preguntado si puedes o no, y ahora vete”.

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