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Trío con mi amigo

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Mi nombre es Alberto. Cuando entré en la universidad no pensé que iba a aprender otras cosas que no están relacionadas con mi carrera, si no con mi vida sexual.

Actualmente, con mis 21 años, solo había tenido una relación con una chica durante más de un año, pero cortamos hace unos meses.

Conocí a un chico de mi misma edad que también había empezado a cursar esa carrera y rápidamente nos hicimos amigos. Los meses fueron pasando y mi amigo Miguel y yo íbamos teniendo una relación más estrecha, salíamos juntos, estudiábamos juntos e incluso alguna vez nos habíamos emborrachado. Lo más extraño era que, en ocasiones, notaba como me tocaba más de lo normal los brazos, el cuello, la espalda y las piernas. Yo no le daba mucha importancia porque mi migo tenia novia. Su novia se llama Bea y es una chica fantástica y muy bien dotada. Alguna vez me he masturbado pensando en ella, y lo disfrutaba mucho.

Una tarde al salir de clase veo a Miguel hablando con su novia y, de reojo, me miraban a mí, pero hacia como si no me diese cuenta. Cuando se despidieron Miguel se acercó a mí y me dijo:

—Por qué no te vienes a mi casa este finde. Mis padres no van a estar y así aprovechamos para estudiar y terminar los trabajos.

Como no tenía nada mejor que hacer le dije que sí. Nunca había estado en su casa y era muy grande. Tenía un pequeño jardín delantero y uno más grande en la parte de atrás con una piscina y un pequeño invernadero. Me subió a su habitación y estuvimos durante una hora con los ejercicios hasta que paramos para hacer un descanso. Empezamos a charlar sobre tonterías hasta que la conversación derivo en el sexo. Me pregunto si solo había follado con mi novia. Le respondí que sí. Miguel luego me conto que, aparte de con Bea había follado con otras personas. No podía evitarlo y mi polla se empezó a poner un poco dura. Luego me pregunto si me masturbaba. Si le respondía y pensé en esas ocasiones en las que me hacia una paja pensando en la novia de mi amigo. Con cada pregunta notaba a Miguel más cerca de mí y yo cada vez estaba más cachondo. Pude ver en sus pantalones como su polla también se había puesto dura y por alguna extraña razón me puso más caliente. Nuestros ojos se cruzaron y tuve un fuerte deseo de besarlo, pero el timbre sonó. En vez de sorprenderse pude ver en el rostro de mi amigo como aparecía una sonrisa. Bajo a abrir la puerta y me dejo solo en su cuarto. Aproveche para tomar aire y colocarme la polla, que me apretaba contra los pantalones para disimular mi erección. Cuando se abrió la puerta apareció Miguel acompañado de Bea. Ambos se sentaron juntos y empezamos una conversación. Salí un momento para irme al baño y aprovechar para mirarme la polla. Ya se me había bajado un poco la erección, pero aun así la tenía un poco dura.

Cuando regresé me los encontré morreándose en la cama. La camiseta de Miguel estaba tirada en el suelo y pude ver su torso desnudo. Tenía los músculos del pecho y el abdomen marcados y los brazos fuertes. Se separaron y me miraron fijamente. Bea, con una mano me indico que me sentara al otro lado y accedí.

Al sentarme poso su mano en mi polla que había vuelto a plena acción y me empezó a besar. Su boca sabia a fresa y su lengua entraba fácilmente en mi boca mientras jugaba con la mía. Mientras tanto Miguel le iba quitando la camisa y el sujetador liberando sus dos preciosas tetas. Eran mejores que en mis fantasías. Miguel y yo cogimos una teta cada uno y empezamos a chuparle los pezones mientras ella nos masajeaba las pollas por encima de los pantalones. Con cada uno de sus gemidos notaba mi polla más deseosa de salir. Unos minutos más tarde Miguel y yo nos quedamos totalmente desnudos. Vi su polla tiesa, con unos pelos negros en su base y en sus huevos. Comparado con él, yo tenía un poco menos de músculos. Mi polla también estaba muy tiesa, con un poco de líquido pre seminal en la punta y con algo más de pelo. En ese momento vi cómo se giraba y sacaba un metro de la mesilla de noche. Empezó a medirse la polla:

—Me mide 17.5 cm -dijo sonriéndome- a ver cuánto te mide a ti.

Yo esperaba que me pasase el metro, pero, en vez de eso, se puso detrás mío, me cogió la polla con la mano y poso el metro para medírmela. Sus manos estaban calientes y me gustaba, pero me sentía raro. Al ver el metro vi que mi polla media 18 cm. Me reí al verlo y vi la cara de fastidio fingido que tenía Miguel.

A continuación, Bea se arrodillo en medio de los dos, nos cogió las pollas y se las fue metiendo en la boca. Estaba en el paraíso. Notaba como su lengua jugueteaba con mi polla y con mis huevos y como la juntaba con la de Miguel y trataba de ponerlas en su boca a la vez. En un momento de éxtasis me fallaron las piernas y me sujete en los hombros de miguel. Mi sorpresa llego después cuando, en un momento, Miguel se me acerco y me dio un beso en la boca. Al principio pensé en darle un puñetazo, pero me iba gustando, así que le abrí paso a mi boca y mientras su novia nos hacia una buena mamada yo me estaba morreando con mi amigo hasta que no pude soportar tanta excitación:

—No aguanto más -dije, y me corrí en la boca de Bea.

Vi como algunos chorros de mi semen paraban en el torso desnudo de miguel que se estaba empezando a correr también en su novia.

Caímos los dos al suelo y les pedí, entre jadeos una explicación:

—Veras -empezó a decir miguel- ambos somos bisexuales. Tenemos una relación seria entre nosotros, pero a veces nos gusta hacerlo con otras personas y tú nos gustabas mucho a los dos.

—No sabía que también te gustaran los hombres -me dijo Bea mientras cojea mi semen del torso de miguel y se lo ponía a su novio en la boca.

—No lo sabía -respondí sonrojado- pero la experiencia me está gustando.

Sin decir nada más Miguel me señalo su polla que ya tenía una nueva erección, así que me agaché y me la fui metiendo en la boca lentamente. Notaba un sabor salado que me gustaba. Mientras le hacia una mamada a mi amigo, Bea se quitó los pantalones y las bragas dejando al aire un precioso y mojado coño con una fina línea de vello. Lo puso en la boca de su novio y este empezó a lamerlo. Nos tumbamos en el suelo y mientras yo le hacia una mamada a Miguel, él le comía el coño a su novia y esta me empezó de nuevo a chupar la polla. Así estuvimos hasta que nos corrimos casi a la vez. Pero yo quería más y ellos también; así que sacamos unos condones y un poco de lubricante de la mesilla. Miguel se puso a cuatro patas dejando a la vista su ano. Lo empecé a lamer mientras le masajeaba la polla y los huevos y se los chupaba. Luego le puse un poco de lubricante mientras me ponía un condón y le empecé a penetrar. Sus gritos de placer me decían que no era la primera vez que le metían una polla. Empecé con un ritmo lento y lo fui acelerando:

—Ohhh si fóllame más duro Alberto. Me encanta sentirte dentro.

—A mí me gusta la estrechez de tu ano. Siento como me aprieta la polla.

En ese momento sentí algo que me dio más placer. Al girarme vi como Bea estaba metiendo uno de sus dedos lubricados en mi ano y lo iba sacando y metiendo a la vez que yo lo hacía con su novio.

—No-o puedo aguantar maaaas. Me corroooo.

—Sii córrete dentrooo

Y solté más descargas de semen. La saqué despacio y me quité el condón dejándolo en la mesa:

—Ahora es mi turno – dijo Miguel mientras rompía el envoltorio de un nuevo condón y se lo ponía.

Se tumbó boca arriba y yo me fui metiendo su polla en mi ano lentamente. Ya lo tenía un poco abierto del dedo de Bea, pero al ser mi primera polla me dolía un poco, pero al rato se fue convirtiendo en placer.:

—Que culo más apretado tienes – me dijo mientras me daba un azote.

—AAAA sí que gusto.

Empecé a acelerar el ritmo con la ayuda de sus manos que me recorrían todo el cuerpo desde mi polla hasta mis pezones que apretaba. Me gustaba esa sensación. Fije la vista en Bea que se estaba masturbando mientras nos observaba. Le indique que se uniera y se le ilumino la cara. Se sacó los dedos mojados de su coño y me los dio para lamerlos mientras se tocaba uno de sus pezones.

Se puso encima mío y se metió mi polla en su coño. Su calidez casi hizo que me corriese, pero logre controlarme:

—No me has puesto un condón y casi me corro.

—No Ohhh importa – dijo mientras subía y bajaba al mismo ritmo que yo- quiero sentir como tu leche fluye dentro de mí.

Los tres estábamos en pleno éxtasis. Mi mano iba del culo de Bea a sus tetas mientras nos besábamos y Miguel también tocaba su cuerpo y el mío mientras subía, no solo mi cuerpo sino también el de su novia:

—Ya no aguanto maaaas -dijo mientras nos abrazaba- me voy a cooorreeeer.

Note como, a través del condón su semen salía de su polla lo que provoco que yo también me corriese dentro del coño de Bea. Los tres caímos exhaustos en la cama. Mientras Miguel se quitaba el condón y lo dejaba en la mesa junto al mío vimos como del coño de Bea empezaba a salir el semen de mi corrida.

Nos miraba complacida:

—No habéis estado mal – nos dijo- aunque me esperaba más orgasmos.

Miguel me poso una mano en la oreja y me susurro un plan al que accedí encantado. Sin avisar a Bea, Miguel la puso de rodillas y la penetro con una nueva erección. Bea sorprendida se dejó llevar, pero no vio que yo me acercaba por detrás con mi polla lubricada, le abrí el culo y le penetré el ano. Se le saltaron las lágrimas, le pregunte si quería que paras espero no me dejo así que Miguel y yo ya penetrábamos. Cuando salía su polla la mía entraba. Mientras nos besábamos los tres y nos tocábamos Bea cogió mi polla y la puso junto a la de Miguel dentro de su coño. Ya lo tenía estrecho y ahora con dos pollas a la vez el gusto iba en aumento. Miguel puso un par de dedos dentro de mi ano y yo le hice lo mismo mientras con la otra masajeaba un pecho de Bea.

—Yaa no aguantoo mas – dijo la chica- me vais a romper del gusto.

—Sii yo también estoy a punto de acabar -dijo miguel más excitado que nunca.

—Aaaaaa acabemos aaaaa la vez los tres -dijo mientras sacaba mmi lengua de la boca de Bea.

Al final los tres nos corrimos juntos y nos quedamos así un buen rato. Desnudos, abrazados, cubiertos de semen, fluidos vaginales, sudor y saliva. Con una sonrisa en nuestros rostros recuperando el aire hasta que nos dormimos de cansancio. Desde ese día cada vez que quedo con mis dos amigos pasamos los mejores ratos de nuestra vida.

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