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La Fábrica 12

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Y continuamos de esta manera, saliendo con Silvia, y viéndome cada poco con Nora y con María, además de irme cogiendo a las demás chicas de la fábrica. No sé cómo lo hacía, pero la mujer de mi socio fue cumpliendo con su parte del trato y como dije antes ella también se incluía y dos por tres se pasaba una tarde por mi casa.

Cuando llega el turno de Virginia (la súper tetona) que pensé que iba a ser un capítulo diferente en este juego, y nada más alejado de la realidad. La mina insinuaba mucho y era muy sexy vestida pero una vez le sacaba toda la ropa te quedabas con una heladera a tu lado. Cero onda, fue de los peores polvos de mi vida, y no digo el peor porque el hecho de tener esos pechos para uno y pajearte entre ellos hacía un poquito la diferencia. También puede que haya puesto mucha ansiedad a ese momento y al tenerla en mi cama me topara con que había imaginado demasiado de ella y no daba con la talla. Así que más desilusionado que feliz, me sentí muy bien al momento que le pedía un taxi para que se volviera a su casa.

Fue corriendo el tiempo y el trabajo se estaba complicando por el hecho que la mujercita de mi socio metía mucho las narices y el ambiente ya no era el mismo. Estaba cada vez más claro que yo le molestaba ahí y antes que tener problemas comencé a idear una salida mía en la que quedaría bastante bien parado y se lo hice saber a Jorge. En cuestión de días era independiente, contaba con una camioneta y la cartera de clientes para encargarme de la venta a los mismos, mientras mi ex socio se encargaba de la planta. Tuve menos patrimonio, pero también menos dolores de cabeza y el sueldo que generaba era casi igual al que percibía hasta ese momento.

En mi estadía había hecho buena amistad con Carlos y Rubén, por lo que continuamos viéndonos en reuniones familiares y haciendo salidas algún fin de semana a comer un asado por ahí. La mujer de Carlos entró a trabajar en la fábrica estando yo aún como socio.

Llegó el cumple de este último y fuimos Rubén con su señora, Estrella con su hijo que ahora andaba por los 4 años, y yo que fui acompañado por Silvia. Estrella comentó que su marido estaba trabajando por las noches en conocido restaurante del centro de la ciudad. ¡Estábamos a menos de un mes de otra semana de turismo y Silvia dio la idea de ir todos a pasar unos días y de paso contó que ahí nos conocimos sin dar muchos detalles!!

La idea cayó bien, y más que ninguno de los presentes había ido nunca así que quedamos en arreglar bien para que todos lo pasáramos lo mejor posible. Una semana antes de irnos Estrella nos anuncia que su marido no logró tener días libres por lo que estaba difícil que ella fuera, pero a los pocos días avisó que iría ella con su hijo si eso no era problema para los demás. La mujer de Carlos también tenía un hijo y lo llevaría así no se aburría entre tanta gente adulta. A dos días de la partida Silvia cae con gripe, pero me dijo que fuera igual, no podía dejar a todos tirados con la ilusión que tenían de ir a pasarlo bien a un lugar que no conocían y que se sabía era muy lindo. Igual ya no iba en el plan del año anterior rodeado de putones y con la idea de coger todo lo que se me cruzara, así que le avisé al grupo y más allá de alguna broma de hacer pareja con Estrella no pasó la cosa.

Hicimos el viaje, todos se iban turnando en hacerme compañía en la cabina y fue muy divertido y ameno. Cuando llegamos buscamos un lindo lugar para armar el campamento y nos pusimos manos a la obra. Yo era el único que había acampado y por lo tanto tuve que ayudarles a armar todas las carpas, y se iban asombrando con los artefactos que contaba para pasar lo mejor posible los días. Hoy todo es más sencillo ya que hay tanta cosa para acampar que es casi como estar en tu casa, pero en aquellos días había que darse mucha maña para pasarlo bien.

Quedó armado el camping, la carpa de Rubén con su familia, a unos 4 metros la de Carlos y familia y Estrella con su hijo, a la misma distancia la mía que me quedaba bastante grande, y cerrando el círculo la camioneta. En el centro armamos un fogón con piedras.

Pasamos todo el día jueves en las piscinas termales, estuvo muy divertido y las minas que había me tenían enfermo, pero supuestamente tenía que hacer buena letra así que me conformaba con mirar y nada más. Por la noche pusimos una carne en la parrilla y las chicas hicieron una rica ensalada, y nos comimos todo acompañando con vino que habíamos llevado. Los niños estaban muy cansados y se fueron a dormir enseguida por lo que los grandes nos quedamos alrededor del fuego charlando y poniéndonos al día con cuentos de la fábrica y de mi actual trabajo. Me preguntaron si era cierto lo que se comentaba que me había cepillado a casi todas las mujeres y les respondí que había por lo menos dos que no había tocado, y que estaban en ese campamento, jajaja. Todos reían, y me decían que hablaba así porque no estaba Silvia sino ese tema hubiera sido prohibido. A todo esto, íbamos tomando una botella de tequila que como recordarán yo siempre llevo ya que es la bebida que más me gusta y tenía la costumbre de que me acompañaran en mis viajes. Aunque esta vez no fue pensando en marear a ninguna chica para llevarla a la carpa, lejos estaba de eso, y por momentos no me creía que estuviera tan tranquilo. En un momento dado Estrella dice que se siente mal, se levanta junto con la mujer de Carlos y se van al otro lado de la camioneta donde parece que vomitó, y pidió si se podía recostar un rato dentro a lo que le dije que se acueste en mi carpa que era la que tenía el colchón más cómodo. Todos se reían y me decían que le iban a contar al marido que le estaba invitando a su mujer a acostarse en mi cama. Con Sara, la mujer de Carlos, la llevamos a mi carpa y cuando se estaba recostando y su amiga había salido me dice:

—Parece que precisas a María para que te arregle los ligues, creí que vos podías solito…

—En realidad puedo, solo que no vi venir esta jugada, y menos con tanta gente conocida.

—Si claro, mentime que me gusta

Demás está decir que cerré la carpa y le comí la boca, no se si conté que tiene labios muy gruesos, de esos como para chupar y chupar. Sus ojos claros brillaban, y más por la bebida, y las tetas que eran enormes parecían querer romper los botones de la blusa que las contenían. No recuerdo más nada hacia abajo, ya que me dediqué a lamerle los pechos y morder esos pezones que crecían al contacto de mi boca. Recuerdo que estaba en eso cuando caí que al besarla no me resultó feo contando que se había sentido mal, por lo que volví a hacerlo y ahí caí que todo fue provocado y no fue real. Mi verga si necesitaba algo para quedar como un mástil ahí lo obtuvo y ya no me detuve, la terminé de desnudar, para encontrar una concha bien depilada y brillante por los líquidos que emanaban de ella. Se la chupé y recorrí con la lengua haciendo que esta mujer casada y fiel se retorciera de placer pidiendo que no parara que quería darme a probar lo que tenía para mí. Yo no iba a detenerme, nunca lo hacía, hasta tener en mi boca su acabada, y llegó, era como un hilo de leche bajando directo a mi garganta. Igual seguí con el tratamiento hasta que me pidió que le acercara mi pija a la boca que quería devolverme el favor, pero no le hice caso, y preferí meterle todo dentro de la concha. Sin condón la empecé a clavar hasta que sentí como se mojaba de nuevo y ahí me salí, busqué un preservativo y con la verga ya enfundada volví a meterla en ese agujero caliente y húmedo. Me la cogí en misionero mientras oía que afuera nos gritaban cosas, pero no hice caso y bombeé hasta que decidí cambiar de posición. La di vuelta y la puse en cuatro patas para volver a cogerla por esa vulva que me succionaba. Me agarraba de sus hombros y tiraba hacia mí para que la penetración fuera más profunda y ella ya no aguantaba los gemidos, cosa que los de afuera notaron y quedaron en silencio mientras yo no paraba de darle cada vez con más fuerza y rápido. Y llegó lo que debía llegar, explotó la mina, y se le escapó un grito. A mí todo me daba igual, pero ella era una mujer casada, y por lo menos dos de los que estaban afuera conocían al marido. Se cortó un poco, pero la di vuelta y yo me acosté boca arriba y la senté encima viendo como le entraba toda la pija nuevamente por la muy mojada cavidad. También sentía como bajaba líquido que quedaba en la base de mi verga y la empecé a coger desde abajo y ella acompañaba mis movimientos hasta que ella sola se la metía y yo me dedicaba a trabajarle los pechos, me fascinaba hundir mi cabeza en medio de esas bolas de carne enormes y lamerle el canal que las separaba. Ya no aguantaba mucho más, así que la puse de rodillas y me paré frente a ella para meter donde estuve lamiendo mi verga y me hizo una linda paja cubana hasta que sentía que reventaba y le dije, ahora sí, devolveme el favor de tomarte toda la leche. Me miraba con cara lujuriosa, estaba divina la mina, y mientras recibía mi descarga la iba tragando sin dejar de mirarme, eso me calienta aún más, y seguí lanzando leche sobre su lengua. Le pedí que no parara hasta que me quedara bien limpia y me hizo caso. Estuvo chupando hasta que me dijo

—Listo, ya está bien limpita, pronta para otra…

—Jajaja, nunca hubiera creído que podías ser tan puta.

—Y no has visto mucho todavía.

—Vos decís que voy a ver más?

—No te gustaría?

—En realidad me gustaría probarte por atrás.

—Todo puede suceder, ¿no te parece?

—Quedan 2 noches para disfrutar.

Me salí de la carpa y me fui con el grupo, que me miraban entre extrañados y risueños, hasta que Sonia, la mujer de Rubén me dice:

—No te conozco y capaz que te enojas por lo que te voy a decir, pero no me gustó eso de aprovecharse de una mujer que está borracha

—Vengan, quiero mostrarles algo, y no lo hago por dejarla mal y quedar bien yo, simplemente para que estos días no los pasemos mal.

Fuimos al otro lado de la camioneta con una linterna y les pedí que buscaran el lugar donde Estrella había lanzado su malestar. Y casualidad, ¡no había nada!! Ni rastros de nada. Ahí todos cayeron en que no fui yo el que armó el lío, sino que ella venía con ganas de guerra.

Volvimos a sentarnos alrededor del fuego y de a poco entramos nuevamente en charlas y risas hasta que la recién cogida apareció y se sumó a la rueda.

Nadie nombró nada, pero la miraban raro hasta que ella nos contó lo siguiente:

—Bueno, no quiero que el ambiente se complique por mi culpa así que escuchen lo que voy a contarles, llevo casada con mi marido por 6 años, no somos ningunos nenes y las cosas están algo raras. Él siempre prefiere otras actividades a estar conmigo, a tal punto que en este caso ni siquiera preguntó en el trabajo para que le dieran estos días libres. Esto lo sé por un compañero de él que ha venido a casa varias veces y tenemos buen trato. Incluso creo que le gusta ser cornudo, ya que este compañero ha venido a acompañarme al médico con mi hijo enviado por mi marido, me ha acompañado a trámites y otras vueltas con la excusa de que yo me visto muy sensual y no quiere que ande sola por ahí. Entonces me manda a su compañero, soltero, ¡con auto a que me cuide!! Y si, un par de veces tuvimos relaciones en casa hasta que este compañero le pidió que no le diga más de acompañarme ya que eso podía confundir un poco las relaciones. Luego me contó a mí que en realidad se estaba enamorando y fue la manera que tuvo para dejar de vernos. Ya sé que a sus ojos quedo como una puta que caga al marido, pero también tengo mis necesidades y me gusta sentir que atraigo a los hombres ya que al mío no le causo mucho. Tal vez sexualmente seamos como todos, pero fuera de la cama no tenemos contacto de ningún tipo, ¿alguna vez lo vieron conmigo caminando por la calle? ¿O yendo un domingo a la plaza con nuestro hijo? ¿O a la feria? No, nunca, ya que para él solo existo en la cama, y una vez terminado todo ya soy como una vecina que le tiene la ropa limpita y la comida pronta. Estuve mal con ustedes, y no pensaba en hacer nada de esto hasta que Peter confirma que, aunque tiene novia ha seguido teniendo relaciones con las demás chicas de la fábrica y más habiendo venido solo como lo hizo. En mi cabeza imaginé que estas 3 noches podría estar acompañada y a su vez no sería una paleta en la carpa de mis amigos por culpa de que mi maridito no quiso venir. Me gustaría que me digan lo que piensan, sea bueno o malo, estamos en un ámbito en el cual podemos hablar tranquilos, ¿verdad?  Por otro lado, ya intenté divorciarme y me usa al niño de tal forma que me hace quedar como una hija de puta así que desistí por el momento de esa opción.

Hubo comentarios varios, pero todos entendimos que en realidad una mina que estaba tan pero tan buena, no estaba siendo nada feliz así que quienes éramos nosotros para juzgar nada, y que pasara lo que tenía que pasar. Yo estaba como loco, significaba que las próximas 2 noches iba a dormir muy bien acompañado, y cuando los niños se levantaran nosotros ya haría rato que estaríamos arriba. Así que pasó sus ropas a mi carpa y nuevamente confirmé la regla de que la mina que estuviera en ese colchón me la cogería. Está muy bien no perder los valores, jajaja.

Pasamos otro día genial, con cosas más claras y mucha agua caliente de las piscinas, a lo que le sumamos muchos besos cuando nadie veía. Por la noche todo se dio muy parecido sin tener que hacer el teatro de la noche anterior así que en determinado momento cuando dimos por finalizada la charla alrededor del fuego y nos despedimos, Estrella me agarró la mano y nos metimos en la carpa. Ahí ella me desnudó y comenzó a chuparme la pija, y estuvo así durante un buen rato hasta que logró que estuviera en su máximo esplendor. Entonces me tocó a mí desnudarla y cuando iba a lamerle la concha me dijo que antes prefería que le chupara el ano, y comencé a meterle la lengua lo más adentro que pude de ese orificio cerrado. Estuve un rato lamiendo y mojando ese culo hasta que agregué primero un dedo a la tarea y luego otro y así ir abriendo poco a poco el conducto por donde más tarde le metería mi herramienta caliente. Dejé por un momento esa tarea y volví a ponerle la pija en la boca viendo como me lamía y mojaba mucho el tronco. Nos colocamos en posición para un sesenta y nueve y mientras recibía el calor de su boca en mis zonas bajas yo le lamía y mordisqueaba la vagina a mi amante. Ella toma la iniciativa y comienza a clavarse la verga poco a poco hasta que su pelvis queda apoyada sobre la mía, se agacha más y me pone las tetas al alcance de la boca y no me hago desear. Le ataco esos globos con las manos y la boca mientras se empieza a mover en un vaivén lento pero profundo. No dejó de mirarme y sonreír hasta que le pido que lo haga más rápido y comienza a saltar y moverse velozmente cambiando el gesto de su rostro por otro más desencajado y entre gemidos me dice que se acabó y lo disfrutó mucho. Le dije que llegó el momento de la verdad y la puse en cuatro patitas mientras volví a mojarle el ano con la lengua y puse un poco de gel lubricante que por suerte siempre me acompaña. Y si, se la metí, primero la cabeza y esperé, cuando ya estaba más calmada y no hacía tanta presión continué mi recorrido hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas y nuevamente me detuve. Ella gemía y decía que le dolía un poco, recuerden que la tengo algo gruesa, aunque no tan larga. Y llegó ese momento en que la razón desaparece y comencé a moverme cada vez más rápido y la sentía como gozaba y pedía más. Que no parara, que le diera fuerte, que le gustaba sentirme, que le llenara de carne el culo, que la apretara las tetas, que no dejara de masturbarla ya que quería acabarse nuevamente y conmigo dentro de su ano. Le hice caso a todo lo que me pedía hasta que en un momento levanta su cabeza como buscando aire y siento en mis dedos una humedad viscosa producto de su incipiente bajada láctea.

Nos desconectamos un poco para respirar y tratarnos con mimos, que es lo que tanto le faltaba y una cosa llevó a otra y volvimos a coger. Se la puse en todas las posiciones que se me ocurrían y ella se dejaba hacer, disfrutaba mucho pero más aún porque no dejaba de acariciarla y decirle cosas al oído, la traté como si fuera mi mujer  y no como a una puta, y le gustaba y devolvía mis atenciones con más sexo, me daba todo sin frenarse hasta que le avisé que no aguantaría más y ella empezó a pasear la pija por sus tetas que tanto me gustaban hasta que se la metió toda en la boca, y desde ahí me masturbaba hasta que empecé a acabarme. Nunca vi nada, solo mis huevos contra sus labios y sentía que lo que salía de mi cuerpo entraba todo al suyo, tragaba y lamía el tronco y la cabeza haciendo más duraderos los chorros que irían directo a su garganta. No dejaba de mirarme a los ojos y succionaba hasta que fui yo el que gritó de placer. Estuvo tremenda, fue impagable lo que sentía y cuando me liberó vi que no había rastros de nada en su boca, que genialidad, una mamada de las mejores que me han hecho en mi vida. Nos besamos un largo rato y nos dormimos cucharita. Aún quedaba la última noche, y le dije que se la dejaba a su gusto, que ella hiciera lo que quisiera, que por mi estaría bien.

Cuando todos estuvimos levantados, hubo bromas y mucha burla por los ruidos de todas las carpas por la noche. Incluso los niños dijeron algo de que les costaba dormir porque se ve que jugábamos mucho de noche, jajaja, que inocencia divina. Durante el día más de lo mismo, piscinas, juegos, y planeamos la ida a Paysandú a la fiesta de la cerveza. Salimos un poco temprano y cuando llegamos no había mucha gente todavía. Empezamos a caminar, lo de siempre, para mis amigos todo era nuevo, pero yo ya conocía los piques y cómo funcionaba todo así que los dejaba que vieran y comentaran mientras yo me dedicaba a mirarle el culo a Estrella y pensaba en como un tipo teniendo ese caballo en la casa podía ser tan pelotudo. Pasaron las horas, los niños estaban encantados con los juegos que había y todos lo pasábamos muy bien, mientras las cervezas iban bajando. Llegó el momento de volvernos al campamento y acomodamos a los más chicos bien atrás para que pudieran dormir, Estrella se vino adelante conmigo mientras los demás venían atrás nuestro. El viaje estuvo entretenido y jodíamos con los comentarios de los peques, así que traten de no hacer muchos ruidos por la noche que los chiquilines no pueden dormir con sus jueguitos, jajaja.

Una vez en el campamento nos mandamos un par de rondas de bebida hasta que las diferentes parejas nos fuimos metiendo en las carpas. Este año no hubo ruleta rusa, ¡como en el anterior!! Estrella me pidió mimos, y eso le di, muchas caricias, y mi lengua recorría toda la piel que estaba libre de ropas. Me quitó la ropa dejando el bóxer y me pidió que le quitara a ella menos la ropa interior. Por Dios, se había puesto un conjunto muy sexy, de esos que te levantan a un muerto, de color rojo y que el sujetador levantaba aún más las enormes tetas. Me pidió que dijera en voz alta el color de su ropa, y no la entendí hasta que me repitió que dijera en voz alta para que se escuche afuera así que grité, ROJO, y escucho de las otras carpas, NEGRO, y BLANCO, jajaja. Se habían puesto de acuerdo las perras, hubo risas generales y luego mucho silencio. Hasta que el silencio empezó a transformarse en gemidos y no íbamos a ser menos, así que no dejé de lamerle todo el cuerpo desde la frente a las plantas de los pies. Mi acompañante se erizaba y retorcía según la parte por donde pasara la lengua. Acompañé con leves caricias y roces de cuerpo contra cuerpo. Cuando la pija estaba muy dura simplemente le corrí la tanga y se la metí de una, sin lubricar ya que estaba muy mojada por la previa y así comenzamos a coger sin parar. No me puse condón, y me pidió que no lo hiciera, que tomaba pastillas y que le gustaría que ya que iba a ser la última noche le dejara todo dentro. Le pregunté si estaba segura de lo que decía y me confirmó que sí, que lo deseaba así que seguimos dando y recibiendo placer con el contacto de carne contra carne. Me sentí bien con su pedido, y gozábamos de cada embestida, la agarraba de todos lados y me pedía más, siempre más. Cambiamos de posiciones y de lugar por donde le entraba la verga, estuve por su concha, la boca, el culo, las tetas. Qué manera de coger, que ganas le ponía y yo disfrutaba muchísimo. Capaz que era un poco de morbo también, pero cuando sentí que estaba por terminar no quise que sucediera, pero ella no se detuvo y seguimos hasta que le llené la concha de mi líquido cremoso y blanquecino. Al salir de dentro de ella se acomodó la ropa para que nada saliera y seguimos besándonos un rato, no quería dormirme y que se terminara este momento genial que vivía. Se lo hice saber y muy golosa me bajó el bóxer y comenzó a lamerme la pija hasta que la puso dura y nuevamente se la metió en la concha que estaba anegada de mi acabada anterior. Volvimos a las andadas y otra vez hicimos de todo, con menos impulso, ya cansados, pero con muchas ganas por parte de los dos. Me dijo que había terminado dos veces y que le gustaría hacerlo una vez más, que se la pusiera en la cola y la masturbara como le había hecho la noche anterior, y le di el gusto hasta verla enloquecer de placer y transpirar muchísimo, la concha estaba empapada por la mezcla de leche y jugos hasta que nuevamente terminó en mi mano y me pidió que se la llevara a la boca para lamerla y hacerme enloquecer y comenzar a embestir con la última fuerza que me quedaba. Mientras ella lamía todo lo que mi mano le acercaba de su concha yo creía que iba a reventar en su culo, y ella más me provocaba empujando hacia atrás imponiendo mucha resistencia para que yo hiciera más fuerza y fuera más adentro. Su lengua en mi mano me producía una energía increíble y placentera que me animaba a continuar empujando en su agrandado ano hasta que sin decir nada solté mi descarga dentro de ese culo maravilloso y caía rendido sobre su espalda. En ningún momento dejó de acariciarme hasta que quedé dormido. Fue una de esas noches inolvidables e irrepetibles.

Al otro día nos volvimos, y una vez en la ciudad retomamos nuestras vidas, y todos guardaron ese secreto por siempre. Pude entender al compañero de trabajo de su marido, ya que creí sentir lo mismo que él. Era una mujer espectacular a la que le faltaba mucho cariño y si se lo dabas te correspondía sexualmente al punto que serías capaz de cualquier cosa. También me abrí para poder vivir más tranquilo y cuando la veía solo esbozábamos una sonrisa cómplice. Nunca más volvimos a estar juntos, incluso ellos se fueron a EEUU unos años más tarde.

Bueno amigos lectores por acá dejo terminada la serie de La fábrica. Igualmente seguiré contando mis historias, pero como les dije, ya había abandonado ese trabajo por lo que no sería justo seguir escribiendo bajo ese título.

Espero sigan leyendo y les guste lo que les cuento.

Les dejo un abrazo.

Peter

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