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Una esclava inesperada III

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Nuevamente, les estoy agradecido por sus valoraciones e índices de lectura. Agradezco de antemano sus comentarios.

Felices pajas.

Ocho de la mañana. Me desperté con unas ganas tremendas de orinar. Me levante para ir al baño, cuando una voz que me detuvo.

- ¿A dónde vas peloncito? – preguntó la voz sugerente de Ga y añadió – No me vallas a dejar aquí…

- Acompáñame – le dije serio recordando lo que había planeado la noche anterior

Sonrió levemente y se levantó mostrándome su anatomía. Pechos, piernas, cintura, cabello. Todo en ella me parecía perfecto. Al pasar junto a mi notó mí ya inhiesta verga. La tomo con una mano mientras me daba un beso de buenos días.

- ¿Después de todas las cogidas de ayer y sigue en pie de guerra? – preguntó cachondamente. Verla desnuda esa mañana, es una imagen que jamás abandonará mi memoria.

- Esto siempre les pasa a los hombres todas las mañanas… - respondí

- No a todos y no creo que siempre…

- ¿Tú qué sabes? – pregunté extrañado por ese comentario, aunque olvidaba que ella tenía mucha más experiencia que yo

- Ya te contaré. ¿A dónde nos dirigimos?

- Al baño

Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su rostro. Al parecer le fascinaba que la mearan y en lo personal, me daba muchísimo morbo hacerlo. Llegamos al baño se metió a la regadera y se puso de rodillas abriendo su boca sin que la sonrisa abandonara su rostro. Desnudo y con unas ganas tremendas de desahogarme, oriné (no sin experimentar ciertas dificultades, pues tenía la polla erecta) sobre aquella bella letrina humana y a pesar de que se acababa de despertar ya se estaba masturbando mientras un líquido amarillo la bañaba. Ella trataba de tragar cada gota y no me dejaba de sonreír.

Sin previo aviso paré, pues tenía algo aún mucho más asqueroso planeado y quería ver hasta qué punto podía llegar ella.

- Cada vez que quieras puedes hacer esto. Me encanta. – me soltó mientras saboreaba mis meados.

- Eres una degenerada, pero me excitas con tanta porquería que haces – se rio como una niña chiquita, pero se seguía masturbando – pero no he acabado, tengo algo planeado para ver qué tan enferma estas.

- ¿Y eso te excita? ¿Te excita que sea una puta degenerada? – me preguntó con un tono de voz muy cachondo.

- La verdad sí. Ahora, pon tu culo en pompa, que te quiero coger. – le ordené firmemente.

- Eres todo un semental… pero sólo si me das unas nalgaditas.

- ¿No te duelen las nalgas de todo lo que te azoté ayer? – pregunté extrañado, pero excitadísimo de que ella misma me dijera eso

- Sí, pero… ya te dije, me encanta que me azoten el culo.

- Como quiera la putita…

Alzó ese soberbio culo y sin más le solté una lluvia de azotes bastante fuertes. Penetré su vagina primero para lubricarme la verga y se la fui metiendo poco a poco en el culo. A decir verdad, me di cuenta de que estaba ya un poco abierto. Y comencé a bombear normal, pero eso sí, sin dejar de nalguearla. “Ay cabrón, me estas destrozando el culo” “Au… au… au…” “Ay, me duele, me duele…” me decía y le solté que me valía verga que le doliera, que me encantaba azotarle ese culote que se cargaba y me contestaba “si pendejo, si, dame entonces más duro, sin una pinche… ay… pizca de piedad”

Seguí por no más de 20 minutos con un ritmo normal y ya casi me venía, pero antes de hacerlo, se la saqué y comprobé con gusto que estaba llena de mierda. Mi verga estaba casi completamente café. Y lo que hice fue metérsela en la concha, así toda sucia. Y justo cuando se la metí, empecé a orinar de nuevo, pero dentro de ella, mientras la bombeaba muy rápidamente.

- ¿Acaso estas orinando dentro de mi puto pervertido? – me preguntó sorprendida y sonriendo.

- ¿Qué son esas formas de dirigirte a mi pendeja? Eso te va a costar muchas nalgadas. Y sí, me estoy orinando en tu pinche concha.

- Pinche puto pervert…

- Si me sigues llamando así… – y le solté un manotazo en los mulsos.

- ¡Pinche puto pervertido! Nalguéame, pégame y hazme lo que quieras cuando se te hinche el huevo cabrón. Lastímame, hazme llorar. ¡Humíllame!… Oh… que rico se sienten tus meados dentro de mí… ¡Oh sí! Pégame, más duro… así… OH… ME… AY… VEN…

- ¡Alto ahí perra! Ni se te ocurra venirte, primero te esperas hasta que yo me venga dentro de ti y todo lo que te eche adentro te lo guardas

- Por favor… si me sigues cogiendo… no aguanto…

- ¡Silencio! No me falta mucho…

Y si, en menos de un minuto termine dentro de ella y me despegue para salir a la cocina. “Quédate así puta y ni se te ocurra soltar ni una gota”. Rápidamente fui por una jarra. Cuando regresé se estaba masturbando, pero parecía que había obedecido. “Ahora ponte en cuclillas, mastúrbate y suelta todo lo que hay en esta jarra”.

- ¿Es en serio? – dijo sorprendida

- Si

- Pero…

- Es una orden puta

- Si amo – respondió con una leve y nerviosa sonrisa.

Se masturbo en cuclillas mientras yo le retorcía los pezones lo más que podía. Al parecer eso le ayudo y le gustó porque en un santiamén se corrió y soltó lo que tenía dentro. Algo fue a parar fuera, pero gran parte de la bizarra mezcla quedó dentro de la jarra. Quizá poco más de 1 trago. Era suficiente. Ahora iba a comprobar si estaba tan mal como yo…

- Ahora trágatelo todo y después me limpias la verga – espeté. Me sentía extraño de escucharme a mí mismo siendo tan grosero, pero debo reconocer que me gustaba bastante.

- Como usted ordene amo.

Y lo hizo sin vacilar. Se empinó la jarra y bebió su contenido de un solo jalón mientras nuevamente retorcía sus pezones de una manera brutal. Tal vez por la humillación, tal vez por mis manos o tal vez por todo, pero se corrió una segunda vez en casi nada de tiempo y calló rendida en la regadera. A mí, mientras tanto, se me volvía a parar; sin embargo, ya me dolía la cabeza del pene por tanto sexo… y a pesar de eso quería más. Pero sentía algo más…

- Yo sabía que eras todo un cabrón… Ese ha sido uno de los mejores orgasmos que he tenido… gracias… amo.

- Perdóname…

- ¿Por qué? – sollozó entrecortadamente, pero muy sorprendida

- Tal vez me he pasado un poco… ¿Te ha gustado?

- Mira, tú eres mi amo, no importa si te pasas. Yo soy tu esclava y haría todo lo que tú me dijeras y me refiero a TODO. – se puso de pie y se acercó a mí, acariciándome la verga y mirándome fijamente de manera serie – Si me quieres azotar hasta que sangre, hazlo. Si me quieres cortar un pezón, no lo dudes y hazlo. Si quieres que me beba tus meados y tu mierda, con gusto lo haré. TODO. No hay nada, por doloroso o asqueroso, que no pueda hacer por ti. Y si me gustó… me sentí… tan… animal…

- No mames… estás loca…

No podía creer lo que esa mujer me decía, pero me excitaba muchísimo. Bien dijo alguien que la PALABRA es una zona muy erógena en los seres humanos. ¿Sería capaz de perderme? ¿De combinar todo esto en una sola cosa?

- Loca por ti y por el sexo – repuso

- Te amo – dije tímidamente. ¿Cómo era posible cambiar de ser un patán, al antiguo yo de una manera que yo mismo me sorprendía?

- Y yo a ti. ¿Me puedo bañar?

- Claro. Voy ver si hay algo para desayunar.

No soy un gran chef, pero si alguna vez me quedase solo, no me moriría de hambre, porque se cocinar al menos un poco y algunas cosas. Sin embargo, no había comida en la casa y habría que hacer las compras. Mi mente era un mar de confusión. Primero estaba descubriendo una personalidad que no conocía de mí y que me agradaba mucho y sin embargo sentía algo de culpa por comportarme de esa manera, pues a mi parecer y a lo que me habían inculcado mis padres, eso estaba mal. Por momentos, la excitación y ese “lado oscuro” me consumía y me olvidaba de todo y después venía la culpa.

Creo que por obvias razones decidí seguir adelante para, quizá, vislumbrar algo claro y que todas las madejas se desenredaran dentro de mí. Me dirigí al baño para unirme a Ga y ver si nos podíamos echar otro palito, aunque fuera rápido, pues tenía un hambre voraz y había que salir. La encontré enjabonándose el cabello. Sin duda alguna era una hembra demasiado atrayente. Me metí con ella y le dije que hiciera lo mismo que hizo la noche anterior después de que terminara.

- Tenemos que salir al súper. ¿Pero desayunamos por ahí no?

- Lo que tú órdenes. – decía mientras me enjabonaba el pecho.

- No se me ocurre que hacer hoy… – comenté pensativo.

- Coger, coger y coger… – dijo lentamente mientras se enjuagaba el cabello y me miraba. El ver su cuerpo mientras el jabón resbalaba por él, es uno de los momentos más eróticos que he tenido en mi vida. Adoro el cuerpo femenino.

- Claro, pero ¿sólo eso?

- Lo que tú digas está bien para mí.

- Ok. Vamos al súper y ya después vemos que hacemos. – se acercó a mí, se hincó y comenzó a enjabonarme las piernas y los pies - Hay una barbacoa muy rica a diez minutos de aquí, justo en frente de la Unidad Santa Fe. Ya de ahí pasamos al Sam´s que está más pa´rriba. – se encogió de hombros y atinó a decir:

- Date vuelta mi Lex, para mamarte ese oscuro y peludo ojete.

Después de llenarnos hasta reventar de barbacoa, nos dirigimos a hacer la despensa de la casa. En el trayecto, Ga no dejaba de tocarme y provocarme. Yo estaba excitadísimo y también, cuando el tráfico me lo permitía, le tocaba esas dos preciosas tetas. No traía otra prenda de ropa, más que lo que había puesto el día anterior. Su ajustado pantalón blanco, una playera blanca, de esas que se le pegan a la piel a las mujeres, pero no llevaba su boina ni sus aretes. Aun así, se veía extremadamente hermosa. En un cruce que tarda bastante cerca de santa fe y donde generalmente se hace mucho tráfico porque se pone un mercado sobre ruedas, se me ocurrió una idea bastante perversa. Comprobaría una vez más si Ga era tan puta como decía.

- Quítate la playera – le ordené

- ¿Aquí?

- Si, aquí. – respondí secamente.

- Pero…

- ¡Obedece puta o te voy a dejar las nalgas y las tetas moradas de tanto putazo!

Agachó la cabeza y alcance a notar una leve sonrisa. Se sacudió el cabello y se quitó su playera. “Ahora el bra”, le dije y sin más se lo quitó dejando esas hermosas tetas al aire. Mantenía la cabeza gacha y parecía que estaba roja e intentó cubrirse los pechos y se agachó aún más. La verdad me excitó mucho verla así, pero quería llevarla a otro nivel más.

Afortunadamente, casi no tenemos problemas de dinero. Mi padre siempre ha trabajado duro y gracias a eso hemos mantenido un nivel de vida bueno. En ese tiempo teníamos dos automóviles. Un Sentra y una Quest y decidí usar la camioneta por las compras. Dado que la camioneta es algo alta, no se nota mucho lo que pasa dentro, además de que los vidrios son un poco oscuros, así que lo que Ga había hecho no se notaba casi nada, solo que alguien hubiera visto muy de cerca, así que baje el vidrio de su lado. Inmediatamente se agachó y le azoté la espalda.

- Pensé que eras una puta…

- Lo soy – contestó agachada – pero jamás había hecho algo así…

- Pues para todo hay una primera vez. Ahora levántate y no te tapes esos meloncitos.

- Lo que usted diga amo… – dijo mientras se incorporaba lentamente y agregó – pero, por favor, prométeme que si me vas a pegar después… me encanta cuando me pegas…

- Eres una maldita enferma… – y le solté una cachetada y le apreté duramente un pecho.

Eso había alertado a los que estaban al lado de nosotros y para suerte de Ga, era un camión de pasajeros (aquí en México le decimos microbús o pesera). Las miradas y varios chiflidos se hicieron evidentes y noté que Ga se había puesto roja como un tomate. Bajé mi mano a su entrepierna y noté que estaba empapada. Metí, a la vista de todos, mi mano a su concha y la comencé a masturbar. Comenzó a gemir, y cerró sus ojos y se abandonó. Con una de sus manos masajeaba sus pechos mientras yo frotaba frenéticamente su clítoris y los espectadores no daban crédito a aquel espectáculo. El tráfico aminoró y pudimos avanzar, no sin antes escuchar bastantes chiflidos e insultos hacia mi pasajera. Tuve que poner mi atención en el volante, pero sólo por unos instantes porque nuevamente hubo tráfico. Ga se retorcía sus pezones y se estaba masturbando. Yo me bajé el cierre y saqué mi verga que ya estaba apuntando el cielo. Aparté su mano masturbadora y la dirigí a mi miembro mientras yo continuaba tocando su panocha. Gemía y mucha gente se le quedaba viendo; unos atónitos, unos visiblemente ofendidos y otros boquiabiertos.

Ga no aguantó más y se vino empapando aún más su ya mojada entrepierna. A mí, por lo pronto, me faltaba bastante y le ordené que me chupara. Seguí manejando mientras recibía un tratamiento oral de lo mejor. La congestión de automóviles se deshizo y llegamos pronto al Sam´s que está en Santa fe. Todavía no terminaba y le ordené que parara. Cuando estacionamos el coche, se iba a poner su bra, cuando le dije que no, que solo su playera.

- Se me va a transparentar

- Obedece, que, si me enojo, te hago bajar desnuda.

- Jamás pensé en hacer algo así… – dijo nerviosa mientras se ponía la playera, aunque había una leve sonrisa en el rostro – pero la verdad es que me estas excitando mucho… ya quiero tener tu vergota dentro.

- Dame un beso.

Nos besamos y le apreté los pechos. Hicimos las compras, pero me di cuenta de que se notaba mucho que estaba mojada. Si de por sí, al estar excitada traía los pezones erectos (aquí en México decimos que “trae las altas”) y se notaba que no llevaba bra, si alguien miraba hacia abajo, podía notar que estaba mojada. Se me ocurrió una idea que leí en un relato erótico y pensé en ponerla en práctica.

- ¿Traes más ropa?

- Sí, pero no creo que la usemos mucho

- Quiero comprarte ropa

- ????? – me miró sorprendida

- No quiero oír quejas, además, ya verás…

- Mmmm…

Después de salir de hacer la despensa, nos dirigimos al centro comercial. Me dijo que nunca había venido aquí y que en su vida le habían comprado ropa en las tiendas del centro comercial santa fe. En lo personal, no me gusta comprar ahí, sólo a veces, porque es muy caro, pero hoy tenía pensado algo más. Prefiero comprar mi ropa en el centro, en tepito o en un mercado muy famoso de la Ciudad de México, que se llama “El Chopo”. Mis gustos son sencillos, pero definidos si compro ropa de marca...

Desgraciadamente y para mi mala suerte no pudimos hacer lo que planeaba. Había pensado en que ella me modelara varias cosas, pero que, entre cambios de ropa, yo pudiera meterme al probador y cogérmela dentro y también tenía pensado que ella saliera desnuda, ya sea por la parte de arriba, o por la parte de abajo, pero dada la seguridad de las tiendas y lo difícil que se comportaron los empleados, fue imposible.

Al final, le compré dos pantalones, dos conjuntos en una reconocida tienda de ropa interior (con tanga de hilo dental) que yo escogí y dos playeras. Ella al ver mi decepción hizo algo que me ganó.

Me dijo que quería ir al baño, pero que la acompañara. Me extraño, pero lo hice. Entró con las bolsas y un instante después salió, me tomó de la mano y me metió al baño de mujeres. Sorprendido, temeroso pero excitado, la seguí y ella me dijo que me esperara y se metió en uno de los cubículos. Yo tenía miedo de que alguien entrara y me viera ahí. Después ella salió solamente portando uno de los conjuntos que le compré. Por Dios, que me empalmé ahí mismo. Parecía que estaba ante una Playmate. Dio una vuelta para que la admirara mejor, se acercó, me besó y en eso entró una Señora, pero al vernos dijo “perdón” y se salió. Ga se despegó de mí y se volvió a meter. Me modeló todo lo que le había comprado. Asombrosamente nadie entró en el baño, salvo la señora.

Yo ya no aguantaba más y cuando me modeló la última cosa, que era un pantalón café con muchas bolsas (y no traía nada arriba) me metí con ella al wáter, le bajé el pantalón, aparté el tanga negro que llevaba y me la cogí. Ella gemía mientras apoyaba sus brazos contra la pared. Yo aumenté mi ritmo y masajeaba sus pechos que bamboleaban, víctimas de los embates.

Esta vez no tardé mucho en venirme, pues Ga me había mamado en el trayecto y estaba muy excitado. Estábamos en lo nuestro, cuando escuchamos la puerta. Yo me paralicé y Ga también. Se escuchaban risas y percibí a tres mujeres. Me asomé un tanto y vi a tres chavas como de 20 años que entraron y se reían. La verdad, estaban muy bien, pero en ese momento Ga comenzó a moverse ella misma al notar que paraba y comenzó a gemir. Yo estaba a punto de venirme y las chavas se dieron cuenta de que algo estaba pasando. Y se asomaron al cubículo donde estábamos. Nos vieron en plena faena. Se indignaron, nos gritaron “búsquense un hotel, nacos” y otros insultos más y al final salieron.

Cuando estaba por venirme le dije que me la mamara. Se la sacó y comenzó a mamar mi verga. No tardó mucho en recibir su recompensa. Pero en lugar de venirme dentro de su boca, lo hice en toda su cara. No salió mucha leche, pues estaba ya bastante exprimido de la noche anterior. Le ordené que no se limpiara, que esperara hasta que se le secara y saliera así. La esperaría afuera.

Continuará…

(9,00)