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53.2 A la luz de la luna

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Estuve a punto de soltar un grito cuando el arco de la ducha se puso a funcionar y el agua helada cayó sobre mi cabeza. Jugamos en el agua procurando no hacer ruido, el más ligero movimiento del agua parecía un cañonazo en el silencio de la noche.

Después de probar el frío del agua de la ducha, el de la piscina nos parecía caliente. Permanecimos un rato nadando hasta que Gonzalo se cansó, en nadar no podía conmigo y le ganaba en soltura y velocidad.

Abracé su cuerpo para calentarme envueltos ya en las sábanas y mirando el estrellado cielo, iluminado por la luna menguante que nos alumbraba la habitación.

-Tenías razón pequeño, el espectáculo es precioso de verdad.  -besó mi espalda y podía sentir su aliento en mi cuello mientras el sueño me vencía.

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Nos despertó la potente luz del sol entrando por el ventanal del lado Este, los dos permanecimos quietos y en silencio unos segundos hasta que sin saber el motivo comenzamos a reírnos.

-Lo de anoche fue genial, tenemos que repetirlo.   -Gonzalo hablaba pero no dejaba de reír ante el recuerdo de nuestra follada y carreras por el jardín desnudos a la luz de la luna.

Me besó para darme los buenos días y fuimos a prepararnos al baño, tuvimos cuidado al bajar desnudos a la habitación para coger nuestras ropas, no teníamos de que preocuparnos, nos llegaba el ruido de la actividad de la plana inferior donde mi madre preparaba el desayuno.

-¿A qué hora marcharéis?  -la temperatura había bajado considerablemente durante la noche y la mesa estaba preparada en el comedor, me asomé al mirador y la terraza estaba limpia y despejada, sin indicios de lo sucedido en nuestra noche de amor.

-Cuando estemos preparados mamá, tenemos muchas cosas que hacer.  –miré  a Gonzalo para que tomara la iniciativa y hablara, no tenía una idea exacta de cuáles eran sus planes.

-Dormiremos en la ciudad y el jueves a la mañana llegarán a recogernos, Daniel tiene que ir a Bristol por su trabajo y es cierto que no nos queda mucho tiempo.  –al fin pude enterarme de sus planes que llevaba tan en secreto y me los dejaba descubrir según iban pasando.

Estaban tristes aunque no lo aparentaran, lo percibía en el ambiente de la casa, no sonaba la música de siempre y todo se hacía en silencio. Nos despedimos de ellos  y  emprendimos el camino hacia la costa.

En diez minutos cogíamos la autopista que en una hora nos dejaría en la ciudad.

-¿Dónde dormiremos esta noche?  -le miré para ver como se llevaba la mano a la barba para acariciarla.

-He quedado con los chicos para cenar en casa de María, y dormir lo podemos hacer allí mismo, o en tu casa, o en un hotel, no vamos a mover la compleja vida de la casa de mis abuelos para una noche.

Resultaba otra sorpresa el hecho de que hubiera elegido precisamente la casa de María para cenar, nos iba a recordar a Ál, pero igual era mejor así, a pesar de saber la comprensión y el cariño de todas esas personas, sentía un miedo profundo a enfrentarme a ellos sabiendo ya lo nuestro y era consciente de que todos serían correctos, amaban a Gonzalo y a mí me apreciaban lo suficiente para ser amables y debíamos aprender a vivir sin él, nos había dejado y la vida continuaba para todos.

-Tengo que recoger algunas cosas de mi casa para llevar a Londres, si no te importa dormiremos allí y aprovecho el tiempo que tengamos.  –no quería confesarle que me sentiría violento durmiendo en la casa de María que a la vez era la suya también.

Corría demasiado bajando el puerto por la autopista que, aunque segura, a veces resultaba peligrosa por las posibles inclemencias del tiempo como ahora que amenazaba tormentas y podían ser de granizo.

Llegamos a mi casa y le pedí que fuera al centro del pueblo, estaba prohibido aparcar donde yo quería ir y le pedí que me esperara en el coche, caminé rápido a la floristería donde mi madre compraba las flores para llevar a la tumba de los abuelos y pedí un ramo de rosas rojas y blancas.

-Vamos al cementerio para saludar a Ál.  –fue mi respuesta a su muda pregunta cuando me vio con el ramo de rosas.

Dejamos el coche en la puerta del cementerio y avanzamos por la avenida principal hasta llegar a la pequeña capilla y encontrar el panteón de la familia de Ál.  –hacía más calor que en el pueblo pero una fresca brisa del mar erizó el fino vello de mis brazos.

Solamente veíamos su nombre escrito aun reciente, al final de la lista de sus familiares fallecidos, el resto era piedra y silencio sepulcral.

(Te hemos querido y aún te queremos, no creo que te podamos olvidar y voy a cuidar de él como tú querías que hiciera. Gracias por todos los buenos momentos que hemos vivido juntos)

Esta fue la oración que le dediqué, una ligera sonrisa afloró a mis labios recordándole saliendo de entre las sábanas, después de regalarme la primera mamada que alguien me había hecho. Él había sido mi primer contacto sexual con un chico.

Giré la cabeza para admirar la belleza bucólica y triste del lugar. No hubo palabras entre nosotros antes de emprender el camino de vuelta. Al llegar a la puerta del cementerio miré a lo lejos el alto muro de piedra que resguardaba los terrenos propiedad de la familia de Gonzalo.

-Antes de ir a tu casa tengo que pasar para ver algunos temas con Carlos, no nos llevará mucho tiempo.  –teníamos que ir a mi casa pero antes necesitaba pasar por la residencia de sus abuelos que estaba próxima, al otro lado del lejano muro de piedra.

Los operarios trabajaban en los salones que tenían el acceso por la puerta principal, tomamos las escaleras que conducían a la nueva construcción, semi subterránea, donde tenía su despacho Carlos, nos dimos un abrazo y les dejé trabajando, quería visitar la parte del edificio que quedaba para uso particular de la familia.

No encontraba la comunicación con ella y salí al jardín para dar la vuelta a la casa y entrar por detrás, me abrió el mayordomo y me precedió para llegar al ala de las habitaciones de Gonzalo, a pesar de la gran obra todo parecía haber quedado igual.

Ciertamente Nico había realizado un magnífico trabajo para preservar la majestuosidad de las habitaciones, logrando a vez ganar el espacio que necesitaban para la Fundación.

Tomé asiento en su sala, parecía que el tiempo no había pasado e influido en aquel espacio tantas veces visitado, observé la figura de su padre, ahora no se parecían tanto, la barba le cambiaba endureciendo las facciones de Gonzalo.

-Daniel, podemos marchar.  –me sorprendió su repentina llegada, creía que iba a tardar más.

La visita había resultado rápida y el coche comenzó a deslizarse por la avenida flanqueada de árboles camino de la puerta principal, a la izquierda veía los brillos de las cristaleras del nuevo edificio oculto entre el verde del parque y la salida estaba desplazada para permitir los nuevos servicios de acceso, estaban tardando en llevar a cabo el proyecto.

Mamá había pedido a Aurora que estuviera en casa para atendernos y nos la encontramos allí esperando sin dejar de hacer cosas, nos preguntó si nos quedaríamos a comer y después de una rato de charla, explicándole lo que quería saber, o sea, todo, comencé a sacar los objetos que deseaba lleva a Londres para dejarlos preparados.

Salimos a comer en un restaurante del puerto viejo y dimos un paseo hasta el faro antes de volver a casa para reanudar mi trabajo. Nos preparamos para acudir a la casa de María, a la cena que había acordado con Gonzalo.

Llegamos dando un paseo, habían cambiando y mejorado el mobiliario del verde paseo con motivo de las pasadas elecciones municipales, y los tilos lucían gigantes y hermosos como siempre en primavera. Pasamos delante de la casa de Pablo y en la ladera delante de la casa jugaba un perro, alguien estaba allí e imaginé que sería su madre.

Desde el funeral de Ál no había vuelto a su casa, en aquella ocasión vine con mi madre y la estancia fue muy corta, lo justo para darles nuestro pésame. Comencé a asustarme sin motivo alguno. Había menos vigilancia y no tuvimos problemas para acceder a la propiedad.

Debíamos ser los primeros en llegar, nos recibieron en la puerta María con su tía, Luis y la preciosa niña en que se había convertido Ana con sus once años, se parecía ligeramente a sus primos pero el porte y óvalo de la cara eran de su madre, como fuera resultaba una niña muy bonita, la tía me abrazó y me recibió como si fuera uno más de la familia y María, ella siempre sería mi María.

Ana paso los brazos por el cuello de Gonzalo y no quería separarse de él, esté también la quería profundamente y se lo consentía todo con el disgusto de la tía.

Antes de que empezaran a llegar los demás, exploré la intimidad de la cocina de Luci donde se estaba preparando la cena, tenían a más personal de servicio y como directora, a pesar de no ser su cocina, estaba Águeda, todo mis miedos resultaron infundados y las dos se apresuraron a venir a abrazarme como antes había hecho la familia de Ál. Cuando terminó el abrazo tenía a mi lado a María, mi buena amiga que seguramente había trabajado para explicar la realidad.

Empezaron a llegar nuestros amigos, los que estaban aquí, básicamente los mismos que estuvieron en la fiesta de Lille con la ausencia de Amadeo y de Pablo. Era una cena informal, de las que teníamos en las salas de juegos en nuestra adolescencia.

Faltaba también Ál, pero todo estaba bien, aunque el dolor perdurase imperaba la calma. Nos despedimos de todos y salimos de la casa a la vez, unos tenían que ir a sus casas en coche, nosotros volvimos dando un paseo, Aurora se había ido a la cama y nosotros nos fuimos también después de beber un vaso de agua en la cocina.

Gonzalo se quedó observando la silueta de la pareja desnuda en la pared frontal de la habitación mientras se desnudaba. Pasamos a limpiarnos la boca, yo me quedé en el baño para lavarme y cuando volví estaba pasando su dedo índice siguiendo la línea por el relieve del pecho de la muchacha, me hizo gracia parecía que le acariciaba el pecho y solté una risita por lo concentrado que estaba en lo que hacía.

-Métete en la cama Gonzalo. –primero me miro como si saliera de un trance, sonrió y me abrazó besando mi mejilla.

-Parecía que estabas en otro mundo dibujando el perfil de la chica, ¿te puedo preguntar en que pensabas?  -me miró poniendo en sus labios un gesto de disgusto.

-No, no me preguntes, yo te haré las preguntas.  ¿También has estado aquí con Nicolás?  -comenzaba el interrogatorio como si quisiera saber todo de mi vida anterior.

-Sí.  –contesté con brevedad y reduje la luz, dejando una ligera intensidad para vernos simplemente, no quería que pensara que me ocultaba en la oscuridad.

-¿Hicisteis el amor, follasteis?

-Sí. -volví a responder y le miré inquieto, no sabía adónde quería llegar.

-Te dije que tenía una fantasía, veros haciendo el amor a Nicolás y a ti.  –parecía como si quisiera incitarme a cumplir su fantasía y no se atreviera a pedírmelo directamente. Le abracé con fuerza y bese su barbilla cerca de su boca.

-Si quieres que haga el amor con él dímelo, no tienes que sentir temor, yo también tengo una fantasía con Nico, pero no sé si es exactamente como la tuya.  –Gonzalo permanecía en silencio esperado que siguiera hablando y solo me miraba acariciando mi pecho.

-Me gustaría que Nico y tú fuerais uno para teneros a los dos, ves, mi fantasía es más difícil de realizar que la tuya, y me gustaría tener un niño suyo y muchos tuyos, mis fantasías son irrealizables, la tuya no, si deseas que haga el amor con él se lo pediré, solamente tengo miedo de malograr lo nuestro y deberías estar muy seguro.

-Es una fantasía, no me lo he planteado en serio, pero mira como me pone el pensar que Nicolás te esté follando delante de mí.  –no necesitaba mirar, sentía en mi pierna su excitación y lo notaba en lo agitado de su respiración.

Estaba agitado y nervioso, acaricie sus tetillas y se volvió para mirarme a los ojos, le sonreí divertido, no me disgustaba para nada su fantasía y estaba dispuesto a complacerle cuando quisiera, si se lo pensaba bien y luego no había problemas.

-Como no tenemos a Nico para que me folle puedes hacerlo tú, lo estoy deseando Gonzalo.  –me eché a reír cuando vi su desconcierto.

-Cuando quieras algo de mi pídemelo, además lo de Nico también a mi me encantaría.  –no quise escuchar una respuesta de su boca sino de su polla que golpeaba potente en mi pierna.

Nos dimos un profundo beso y sentía todo mi cuerpo emocionado y mi respiración acelerada, como si fuera la primera vez que me iban a hacer el amor.

Le abracé con muchísima fuerza y pasión y el placer comenzó para los dos, mientras me besaba acariciaba la redondez de mi culo con su verga entre mis muslos, la tocaba cuando aparecía por detrás de mí y eso nos excitaba a los dos, parecía como si me hubiera atravesado el cuerpo y apareciera la punta por detrás, de un inexistente agujero.

Incrementábamos la intensidad de nuestros besos hasta quedar sin aliento, me sentó en la cama y él se colocó entre mis piernas mirándome, abrazó con sus piernas mi espalda y lo mismo hice yo pero abrazando sus nalgas, él estaba encima de mí dominando la situación. Pasó sus manos a mi espalda estrechándome contra él y yo besé su cuello y su oreja escuchándole suspirar y gemir.

Estuvimos un largo rato acariciándonos con nuestras manos y abrazados con nuestras piernas besándonos sin cesar y escuchando de su alma lo mucho que me quería, que nunca hubiera creía que fuera así y dándome las gracias por querer cumplir sus caprichos y fantasías.

-Eres magnífico Daniel, me encanta que no te enfades por lo que te propongo, pensaba que te ibas a molestar.

-Nunca me molestaré y siempre estaré para satisfacer lo que desees de mí, te amo Gonzalo, por ti haría cualquier cosa.

Y volvía a repetir lo mismo o parecido sin dejar de besarme, hasta que decidió dar el siguiente paso y me colocó tumbado con las piernas levantadas, metió su cabeza entre mis piernas y comenzó a morder mis muslos, a rozarlos llenándome de gozo con las caricias de su barba y la humedad de los labios y la lengua.

Me hacía suspirar de placer y abría mas mis piernas para que mordiera donde quisiera, me sentía morir de gusto y aún no había llegado lo mejor, comenzó a lamer mis testículos haciéndome daño alguna vez y luego paso a mi verga, estaba muy excitado y me la mordía a veces pero era el tallo y no me causaba dolor, solo placer al sentir el calor de lo profundo de su boca.

Se colocó encima de mí y me besaba en la boca para transmitirme el sabor de mi polla que había mamado hacia unos segundos, su verga jugaba en la entrada de mi culo y bajó su mano para jugar con su pene en mi ano.

Gemía en mi oído aumentando mi calentura y dejó su verga para acariciar mis abdominales.

-Te la voy a meter, quiero sentir el calor de tu culo.  –se chupó los dedos y me los metió muy profundo haciéndome gemir.

-Ya, Gonzalo, dame tu verga, quiero sentirla dentro de mi culo.  –colocó mis piernas encima de sus hombros y comenzó a penetrarme, fue rápido pero sin dolor.

Cuando estuvo dentro de mí bufó varias veces en mi cuello y luego se elevó y comenzó a bombear con su barra de carne caliente mi culo, comencé a gemir por el intenso placer que me daba y eso le animaba a entrar y salir más rápido.

Acaricié la redondez de su culo y me sujeté en su cintura para elevar mi cabeza y busqué su boca para que me besara.

Le sentía tan fuerte, tan potente y viril,  y yo tan débil debajo de él, ofrecido a sus deseos para que disfruta de mí y a la vez yo de él.  Movía mi culo lo que podía y sentía espasmos de locura en mi ano, notaba que mi semen viajaba e iba a salir de mi polla.

-Me voy a correr mi amor, ya me viene.  –solté mis brazos de su cuello y caí sobre la cama a la vez que de mi pene salían largos chorros de esperma caliente, agarraba con fuerza las sábanas evitando cerrar mi culo, para que siguiera entrando y saliendo con violencia de él, ahora notaba que llegaba el momento y me iba a llenar de su simiente, comenzó a engordársele la verga llenándome sin dejar espacio.

Cuando eyaculó impulsó su cuerpo queriendo penetrarme más y gozaba notando como me llenaba de su caliente leche inyectada a presión en mi vientre.

Quedó tendido sobre mí sudando a mares y gruñendo en mi cuello con la respiración atropellada.

-Me ha encanado Daniel, ha sido increíble.  -respiraba con dificultad y abracé su espalda oprimiéndole contra mí. Después de unos minutos su polla salió de mi culo muy suave con una sensación de laxitud placentera.

-Vamos a darnos una ducha estamos llenos de semen.  –nuestros pechos y abdómenes estaban cubiertos de mi esperma.

Ahora, limpios y sosegados en la cama, mirábamos la cerámica de la pared, yo la miraba al menos, tranquilo y relajado, confiado en que nos íbamos conociendo y que todo marchaba bien a pesar de las cosas tan fuertes que sentíamos y él deseaba que hiciéramos si se daban las oportunidades.

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Cuando nos levantamos Aurora tenía preparado nuestro desayuno como a mí me gusta y ella sabe hacer tan bien, como mi madre o mejor, no pudieron faltar las preguntas de siempre, interesada por todos necesitaba los detalles de cada uno.

Al final las tormentas anunciadas se habían reducido a una dulce y persistente llovizna que duró toda la noche, y vi por la ventana los verdes del jardín resplandecientes, lavados por la lluvia que caía.

Después de prepararnos tuvimos que llevar el coche hasta la puerta de casa por la cantidad de equipaje que había reunido, aunque Gonzalo protestaba diciendo que tenía de todo en Londres y no necesitaba cargar con tanta maleta, pero allí me sobraban los armarios y era mejor tener mis cosas cerca.

Cuando recibió la llamada de su piloto, anunciando que llegaban, nos despedimos de Aurora, ella se encargaría de cerrar la casa y estaba deseando que sus sobrinos la subieran al pueblo, donde mis padres la esperaban para esta con ellos unos días.

Tuvimos que esperar muy poco tiempo, el justo para dejar nuestro equipaje en la sala especial y entregar el coche para que lo recogiera la compañía de alquiler, luego rellenó la documentación que precisaban en aduanas con una declaración jurada y no abrieron nuestras maletas para nada, registraron nuestro documento de identidad y esperamos a que nos recogieran.

Saludé al piloto y al auxiliar que estuvieron la semana pasada en Lille cenando con nosotros,  George el piloto me pidió que le dejara llevar el carro con las maletas y lo mismo hizo Ilan el ayudante de vuelo.

Era la primera vez que iba a viajar en su jet, quedé impresionado al ver la maravilla que la casa Bombardier era capaz de fabricar, me pareció una caravana gigante de lo bien distribuido que tenía el espacio.

Gonzalo se pasó a la cabina al lado de George e Ilan me pidió que me sentara en la zona de pasajeros hasta coger altura, después podría ver el resto de los departamentos.

Nuca pensé que esto fuera tan lujoso y funcional a la vez, era la primera vez que viajaba de esta manera y me sentía abrumado.

Cuando iniciaron la ruta, Gonzalo vino a mi lado y pasamos a un departamento privado. 

-Tienes que familiarizarte con ellos, -se refería al personal de vuelo- van a pasar estas semanas de viaje con nosotros.  –me debió de ver asustado o asombrado, en realidad estaba de las dos formas.

-¿Te gusta?, quiero que te encuentres a bien.

-Sabes que a tu lado siempre estoy contento, me gusta porque te ayudará a que tus viajes sean más rápidos y puedas estar más tiempo conmigo, y estoy nervioso, tengo poco tiempo para preparar lo que debo llevar para tantos días.  –Gonzalo se aproximó para abrazarme y sentarse juntando nuestras cabezas.

-Por eso no tienes que preocuparte, Wes vendrá con nosotros todo el viaje y él se ocupara de todo eso, tú lo único que tienes que hacer es ir el viernes a Bristol a tu trabajo.  –me quitó un peso de encima, la verdad es que lo que dijo me alivió y así podía pensar y centrarme en mi trabajo.

Gonzalo estaba entusiasmado por enseñarme todo lo que contenía el aeroplano y disfrutaba con un niño, adoraba la aeronáutica, y ahora entendía los ratos tan alegres que pasó con  Jean y Louis cuando les regaló los modelos de aeroplanos, y los volaban albarazados y contentos en Béthune.

Dos horas más tarde nos esperaba Glenn en Londres, metieron en el coche todo lo que yo traía además de la maleta de Gonzalo, me recibió con una espontánea y sincera sonrisa y le saludé tendiéndole la mano, le vi azorado por mi saludo y se resistió hasta alargar la suya para estrecharlas, no debía estar acostumbrado a estas muestras de afecto.

La lluvia que habíamos dejado en España aquí se convertía en un cielo de nubes y claros, donde aparecía un tímido y templado sol que elevaba la temperatura y resultaba agradable.

Entramos en casa y rápidamente apareció la abuela acompañada de Borja, después de abrazar y besar a su nieto, me abrazo y sujetó de la mano para preguntarme por mis padres y me pidió que la volviera a abrazar, se les notaba más sensibles que a mis padres y querían recibir manifiestas muestras de cariño.

Pregunté por el abuelo, Borja le había dejado en su despacho donde estaban trabajando cuando llegamos. Mientras ellos hablaban me adelanté para ir donde el anciano, llamé a la puerta y entré sin esperar el permiso, estaba sentado ante su mesa mirando documentos cuyos datos contrastaba con los que aparecían en la pantalla de ordenador.

Hizo el intento de levantarse y lo evité llegado donde él para abrazarle, besé su ajada piel de la mejilla y me deslicé hasta caer de rodillas ante él con mi cabeza sobre sus piernas, permanecí así notando su extrema delgadez, llevó con timidez su mano a mi cabello y lo alborotó pasando su caricia a mi cuello.

-¿Cómo os ha resultado el viaje?  -en lugar de contestar su pregunta cogí su otra mano y la llevé a mis labios.

-No tenía que haber hecho nada, mi padre me ha hablado y le agradezco muchísimo todo lo hace por mí, pero eso no era necesario.  –su mano se detuvo en mi cuello y jugó con mi cabello.

-Hubiera preferido que no te lo dijeran y que fuera un secreto pero ya está hecho, no te preocupes por ello, no tiene importancia, además ha sido un acto egoísta para comprar tu cariño.  –hablaba en tono irónico quitándole importancia y su respuesta sugería que todos conocían lo que había hecho.

-Ustedes saben que siempre les he querido abuelo, ¿puedo llamarle así?  -tiraba de mi brazo para que me levantara pero me daba miedo apoyar mi peso en sus piernas, entonces sentí las manos de Gonzalo que me ayudaban a levantarme.

La abuela y Borja permanecían en la puerta del despacho presenciando la escena, no sé en qué momento llegaron, pero resultaron unos instantes de emotiva y muy fuerte emoción para todos que me miraban fijamente.

Cuando estuve de pie el abuelo dejó sus manos sobre sus piernas.

-Puedes llamarnos como desees, pero nos gustará que nos trates igual que ellos.  -hizo un gesto señalando a Gonzalo y a Borja.     

Volví a inclinarme para abrazar sus hombros y besar su cara otra vez, soy un simple tonto sentimental e iba a ponerme a llorar, la abuela se acercó y salvó mi momento angustioso abrazándome y hablando de otras cosas sin transcendencia, pero no era solamente yo el emocionado.

Cuando fuimos a la habitación de Gonzalo estaba Wes trabajando, le saludé como pude, aún acongojado por lo sucedido con los abuelos y prudente se retiro dejándonos solos.

-Si me necesitan estaré trabajando en la otra habitación.  –cuando salió me tendí en la cama mirando al techo y las lágrimas comenzaron a manar de mis ojos, Gonzalo se sentó a mi lado e hizo lo mismo que el abuelo, acariciar mi cabello y luego el cuello dándome suaves masajes.

-Tú lo sabías Gonzalo, tenías que habérmelo dicho, estáis dando por supuesto que lo nuestro no tendrá un final feliz y preparando desde ahora el arreglo de separación.  –seguramente tampoco yo analizaba las cosas con equidad y resultaba prejuicioso, pero me sentía tan manipulado por todos, sobre todo por Gonzalo en este momento, aunque les guiara su amor y mejores intenciones hacia mí.

-Déjalo Daniel, hablaremos sobre esto en otro momento, ahora vamos a comer y estar bien con los demás, tranquilízate que esta tarde tienes muchas cosas que preparar.

Durante la comida todos parecían haber olvidado lo sucedido, y hablamos sobre los problemas que tenían los partidos políticos de formar gobierno después de las pasadas elecciones municipales, y a los gobiernos regionales en España, una forma de distraer la cabeza en asuntos que a ninguno interesaban excepto al abuelo.

Después de comer Gonzalo se encerró con Borja y el abuelo, tenían mucho de qué hablar y yo fui al improvisado despacho de mi habitación donde Wes se afanaba en trabajar, preparando desde ahora nuestros equipajes.

-¿Puedo ayudarte Wes?   -me miró sorprendido.

-Va todo bien y tengo tiempo hasta el domingo, no se preocupe que estará todo preparado para el viaje, únicamente me tiene que indicar los objetos personales que quiera llevar, del resto me encargo yo.  –desde luego parecía saber lo que tenía que hacer como un buen profesional.

Llamé a Joel para quedar con él a una hora de la mañana, acordamos que iría directamente a la fábrica. Veía a Wes moviéndose sin parar del vestidor a las maletas que tenía abiertas y me distraía observándole, llamé a mis padres para decirles como habíamos dejado a Aurora y que estábamos bien y pasé un rato hablando con mi madre, contándole lo sucedido con el abuelo y así se me pasó el tiempo hasta las seis de la tarde.

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