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Mí hijo gozaba conmigo

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En aquellos años nosotros vivíamos en una ciudad grande de la región de Castilla la mancha. Teníamos una mercería, una tienda donde se vendían encajes, botones, ovillos de lana, cremalleras etc, y una finca de cría de productos agrícolas con lo que nos dejaba de ganancia estas cosas teníamos una economía saneada que nos permitía vivir bastante bien y sin estrecheces.

Mi marido, por aquellos años, se había marchado con otra mujer y no volvimos a saber nada de él y me queda de decir que yo tenía casi 40 años y mi hijo 22 años.

En verano nos marchábamos fuera, alquilábamos un apartamento en Benidorm y nos íbamos allí durante dos meses. Y allí fue donde sucedió lo que tenía que suceder más tarde o más temprano.

Pasábamos el tiempo la mayor parte en la playa. Poníamos nuestras sombrillas y nuestras tumbonas en la playa, nos quitábamos la poca ropa y nos quedábamos los dos con el mini bañador que llevábamos. Yo como es lo normal en esa playa, me quitaba el sujetador y quedaba solo con la tanga. Con las tetas al aire, prácticamente desnuda para coger el sol y el aire sano del mar. Después nos dábamos crema para protegernos del sol y tumbados tomábamos el sol y ponernos morenitos. También he de decir que en el apartamento también andábamos casi igual ya que era más cómodo y teníamos menos calor.

Bueno pues como iba contando una mañana de esas en la playa, Ernesto me estaba untando la leche protectora yo estaba en la tumbona boca abajo y él me untaba por el cuello, los hombros, la espalda y luego para abajo los glúteos y después bajaba por los muslos, las piernas para terminar en los pies. Después me di la vuelta para que diera por la otra parte. Comenzó por el cuello, luego los hombros, las tetas, los pezones me puso bastante crema para que no se me irritaran, siguió embadurnando el vientre llegando hasta el pubis, después al subir las manos por los muslos notaba sus manos rozándome el coño y yo bien abierta de piernas y le pedí que me siguiera dando bien por esa parte al tiempo que yo me restregué un buen rato sobre sus manos y cuando llegaba a los tobillos yo ya estaba bastante húmeda. Después yo le extendía la leche protectora solar por todo el cuerpo y al llegar al pubis noté que se estaba empalmando. Se dio la vuelta, se quedó boca abajo y yo seguí aplicándole la protección solar al llegar a los glúteos le pasé la mano por el paquete y vi que estaba totalmente empalmado y yo como me había pasado otras veces me estaba excitando solo con verlo.

Una vez que llegamos al apartamento, después de ducharnos estábamos casi desnudos y Ernesto estaba mirando la calle dándome la espalda, no pude aguantarme más y por detrás me acerqué, lo abracé y comencé a restregarle mis tetas y mi cuerpo sobre él al tiempo que le echaba mano al paquete notando que tenía una tremenda erección, vamos que se estaba empalmando. Me quité el tanga, también se lo quité a él y cachondísima sin pensarlo le pedí que me follara, que me follara fuerte.

Así que ya sabéis como fue el comienzo de nuestra maravillosa relación sexual entre madre e hijo y desde ese momento jadiamos por la mañana al despertar, a mediodía y por la noche.

He de deciros que, desde ese momento y llevamos bastantes años y estamos encantadísimos.

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