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Le fui infiel a mi marido con Don Agustín

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Les empiezo contándoles que estoy casada ya hace 3 años, con Martin que es ingeniero industrial, trabajaba para una prestigiosa empresa multinacional y vivíamos en una buena urbanización de clase media alta, pero la empresa se tuvo que ir del país, y ahí fue donde empezó nuestros problemas.

Tuvimos que vender nuestra casa para pagar la hipoteca y el carro también, y nos fuimos a vivir, a un barrio de clase media baja, yo a mis 30 años tuve que buscar trabajo, pero era difícil encontrarlo, nos mudamos a un edificio viejo, de apenas 50 metros cuadrados y lleno de personas mayores, me acuerdo que al llegar nos encontramos con Doña Adela y Don Agustín ella muy amable, pero él no me cayó muy bien desde el principio, su mirada era lujuriosa y atrevida, casi me desnuda cuando me vio.

Así que empezamos nuestra nueva vida allí, menos mal que no teníamos hijos todavía, Martin consiguió un trabajo que apenas, podíamos pagar nuestras deudas, esa semana yo aburrida de estar todo el día en el apartamento, me decidí bajar a conocer el barrio, me dirijo hacia una pequeña bodeguita que visualice a lo lejos, no sin antes percatarme que en la acera de enfrente estaba Don Agustín con unos amigos tomándose unas cervezas.

Al pasar por ahí empezó ese viejo baboso a decir piropos subidos de tono, y al principio me molestaron mucho, pero luego me subieron mi ego, al saber que esos viejos me estaban mirando, pervertidamente, compre unas cuantas cosas para el almuerzo y al salir, me llene de valor y cruce a la acera que estaban todos ellos, con un paso más lento, para que me pudieran apreciar más y deseando que me dijeran más piropos groseros.

Al llegar donde estaban, veo que Don Agustín se para y se me acerca diciéndome vecinita que buenas nalgas se gasta usted, se ve que están duritas, como me gustaría mordéselas, y los otros que tetitas más ricas, así me gustan a mi chiquitas para poder chupárselas bien, esas cosas notaba que me excitaban mucho, y cuando llegue a mi casa note que esta mojada y excitada.

Al día siguiente cuando mi esposo se fue al trabajo, me vestí para ir otra vez a la bodega a comprar, pero esta vez me puse una minifalda y una blusita escotada con tacones, y deseando que esos viejos estuvieran tomando otra vez en el mismo sitio

Así fue ya los había visto, y de pronto siento mi corazón acelerado deseando oír lo que me dirían esta vez, así que camine por la misma acera donde estaban ellos.

Al estar pasando junto a ellos ya, otra vez Don Agustín se paró otra vez y esta vez más atrevido se acercó a mi oído susurrándome, que rica estás mamacita como quisiera que fueras mi zorrita, para hacerte de todo y penetrarte con mi verga en todos tus agujeritos.

Eso acelero más mi corazón, y estaba otra vez mojando mis bragas, cuando llegué a la casa lo primero que hice fue echarme una ducha de agua fría, para quitarme ese calentón que llevaba dentro de mí.

Otro día cuando llegábamos mi marido y yo del supermercado cargados de bolsas, Don Agustín estaba esperando el ascensor y nos saludamos los tres muy cordialmente, entramos en el ascensor y el precisamente quedo atrás mío, y el muy descarado sin que mi esposo se diera cuenta me toco el culo, me dio rabia y asco tenía ganas de decírselo a mi esposo, para que le rompiera la cara, pero no sé qué paso que me quede callada, al abrirse la puerta en nuestro piso otra vez descaradamente me dio una pequeña nalgadita de despedida.

Así pasaron los días, y a mí me estaba gustando ese jueguito de hacer seducir a esos viejos babosos y cada vez me vestía más provocativa para ellos.

Un día que estaba viendo la televisión de un programa de ejercicios que yo lo hacía para no aburrirme y seguir estando en forma, me acuerdo que estaba vestida con una faldita con la cual practicábamos tenis en nuestra antigua casa y una franela tipo sujetador de estos que llevan los deportistas con mis zapatillas de goma.

Cuando sonó el timbre de la casa, baje el volumen del televisor y fui abrir, la sorpresa fue cuando vi a Don Agustín en la puerta, tuve varias reacciones la primera de miedo, nervios, curiosidad, y sentí otra vez mi corazón que empezaba acelerárseme, me quede sin palabras

Don Agustín: vecinita vengo a ver si me da un poco de azúcar, que no tenemos en la casa, yo le conteste que sí, que diera la taza que llevaba para ponerle un poco, lo deje en la puerta me voltee y empecé a caminar lento y sexy para que me viera bien.

Llegue a la cocina, y oigo que se cierra la puerta de mi casa, la verdad que allí ya estaba un poco nerviosa, veo que él también está en la cocina, así que sigo como si nada, y mi corazón no dejaba de latir con más fuerza sabía que estaba excitada con ese viejo viéndome, así que me incline lo más que pude para darle una mejor vista de mi piernas, sin darme cuenta que con lo pequeña de mi falda le estaba enseñando mis braguitas, que eran tipo hilo dental.

Al rato siento que Don Agustín, había recostado su verga en mi trasero, me quede inmóvil y perpleja no sabía que hacer

Don Agustín: eso es lo que estabas esperando zorrita, sentir mi verga pegada en tu culo, yo terminaba de reaccionar no sabía que me pasaba quería abofetearlo y a la vez no me desagradaba esa situación estaba abobada

Así como no reaccioné, el me agarro por mi cintura y me enderezo puso sus manos en mis tetas, y las fue tocando hasta que me las metió por debajo y empezó a pellizcarme mis pezones, que rápidamente reaccionaron parándose y poniéndose duritos.

Bajo su mano hasta mi vejiga y me estaba tocando mis labios que estaban ya mojados, primera vez que sentía que no podía hacer nada estaba inmóvil a merced de ese viejo degenerado, dejándome hacer todo aquello

Don Agustín: muy bien zorrita ahora me vas a bajar los pantalones y vas a sacar mi verga para que la veas, y te la puedas llevar a tu boquita de puta, para que me des una buena mamada

Esas vulgaridades y ese manoseo que hacía con mi cuerpo, me estaba gustando y me estaba llevando a ponerme en el papel de ser su zorrita

Me voltee y empecé a desabrochar su pantalón se lo baje hasta sus rodillas y enseguida note ese bulto que se ocultaba debajo de su interior, no pude esperar a ver cómo era ese bulto, así que le baje su interior también, y quede sorprendida por el tamaño de su pene, era enorme nunca me imaginé que había de ese tamaño.

Don Agustín: bueno putita ahora quiero que te lo pongas en tu boca y me lo chupes, así hice sin pensarlo ya metiéndome la mitad me llegaba hasta la garganta, empecé a chupárselo bien y creerme que de verdad era una puta, me estaba gustando mucho lo que hacía y pensar en que verdad era una tremenda puta, después que estuve un buen rato mamándosela, me incorpora de nuevo, fuimos hasta una silla él se sentó me agarro por mi cintura y me sentó arriba de él, con sus dedos separo mis bragas, y empezó a penetrarme con ese pedazo de estaca que se gastaba, otra vez con sus manos en mi cintura me levantaba y me sentaba haciendo que esa vergota me entrara toda, cada vez lo hacía más rápido y yo me estaba empezando a estremecer como una loca, nunca antes con mi marido había sentido algo igual, gemía gritaba jadeaba era algo increíble que ese viejo, me había echo descubrir de mi cuerpo, ya no era el que me hacía levantar y sentar, era yo que lo hacía, hasta que me hizo gritar como nunca por el tremendo orgasmo que estaba sintiendo, entonces para rematar en ese sube y baja clavándome su verga, agarro su dedo y me lo metió en el culo, eso fue maravilloso porque ahora lo sentía con más fuerza.

Lo que no sabía yo era que ese dedo metido en mi culo era la preparación de sacar su pene, para empezar a metérmelo en mi pequeño agujerito, que por cierto era virgen, no me importo la verdad, hasta que sentí esa estaca que me estaba destrozando por dentro, dolía mucho pero no quería parar hasta que se fue lubricando mejor mi ano, y ya empezada a disfrutar esa nueva experiencia, me estaba gustando tener esa relación anal.

Don Agustín: bueno putita mía preparate que ya ya estoy a punto de llenar tu culito con toda mi leche, nunca imagine lo que diría, parecía que fuera otra mujer lo que le conteste.

Si Don Agustín llene mi culito con su lechita, quiero que lo haga ah ah ah ah que rico me encanta ser su putita, mientras me hacía llegar con otro inmenso orgasmo, y sentí un chorro caliente dentro de mi culo, que cuando me lo saco su leche salía de mi agujero anal y bajaba por mis muslos, quedamos los dos exhaustos y yo muy satisfecha como nunca me imaginé que me hubieran podido coger… esto sigue.

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