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Silvia, maestra del sexo (parte 3)

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Nota del autor: Este relato lo voy a contar desde un punto de vista en tercera persona. Lo hago para cambiar el punto de vista y así abarcar a más público objetivo. Espero vuestras opiniones y comentarios.

********************

Tras el grandioso encuentro que tuvieron Raúl y Silvia se despidieron como si fueran una pareja adolescente con todas las hormonas alborotadas y Raúl volvió a su casa. Continuaron chateando por wathsapp porque ella tuvo que irse una semana fuera a trabajar debido a una urgencia que salió en la empresa en la que trabaja, hablaban de tocando todos los temas posibles: problemas que les surgían, qué tal había pasado el día, sus pensamientos, las ganas que tenían de verse etc.

En una de las conversaciones Silvia le contó a Raúl que su exnovio había estado hablando con ella porque quería volver con ella, que se arrepentía de todo e historias por el estilo. Naturalmente ella ya se conocía esas excusas y no iba a caer en la trampa:

— ¿Te lo puedes creer Raulito? Mi exnovio me está amenazando con publicar fotos mías desnudas en internet si no vuelvo con él. Voy a denunciarlo por amenazarme de ese modo.

— ¡Menudo cabrón está hecho! ¿Cuántas fotos de ti tiene?

—No lo sé…tampoco le pasé demasiadas a él. Me las hice porque él me convenció de ello. Tal vez tenga unas siete u ocho.

—El problema es que si lo denuncias, el proceso sería muy lento y podría colgar las fotos donde sea…se me ocurre una cosa. Voy a llamar a una amiga mía que es informática y sabe mucho sobre ordenadores. Espera un poco que voy a preguntarle si podría recuperar esas fotos o borrar todas las copias que pueda tener.

— ¿Sí? Ay dios cariño me salvaría la vida. Espero con ansias tu respuesta.

El mensaje de Silvia finalizó con el emoticono de un corazón y un beso.

Raúl llamó a Paula, una buena amiga a la que conocía desde el bachillerato. Cogió su teléfono móvil y buscó el número de su amiga y tras varios pitidos respondió ella:

— ¡Hola Raúl! ¿Cómo estás?, hace un tiempo que no hablamos—responde una voz alegremente.

—Ya Paula, es que con el tema de las prácticas y el final del curso estoy algo liado y no me he organizado bien.

—Tranquilo chiquillo, yo también pasé por lo mismo. ¿Qué es lo que ocurre? Te noto algo serio.

—Pues a ver…cómo explicarlo. Tengo una amiga que necesita ayuda para recuperar unas fotos…

—Sí sólo es recuperar unas fotos es fácil, no tardaría mucho—interrumpe ella.

—Ese es el problema, ella no tiene las fotos porque su exnovio la ha amenazado con colgar unas fotos suyas desnuda en internet si no vuelve con ella.

— ¿Qué dices? Menudo cabrón… ¿Y no ha llamado a la policía o algo?

—Si llama a la policía tardarían mucho en empezar todo el proceso y él podría subirlas… ¿entiendes? —respondió Raúl algo resignado. Había pensado que podrías sacarle las fotos de su ordenador o algo así.

—Por poder se puede, pero debo saber dónde tiene guardadas las fotos.

Continuaron hablando y Raúl le dijo que iba a hablar con Silvia para darle el visto bueno y que se iba a buscar una solución al problema. Raúl llamó a Silvia y le contó lo que había hablado con su amiga:

—Silvia mira, he hablado con la amiga que te comenté antes y me ha dicho que no hay problema. Pero necesita saber dónde tiene él guardadas las fotos.

—Pues no sabría decirte la verdad… en su móvil seguro que las tiene guardadas, en su portátil también las tiene porque las vi. Y ya no sé sí habrá hecho más copias… El problema va a ser como acceder a su móvil o el portátil.

—Por eso no te preocupes, yo también me he preguntado eso. Me ha dicho que no nos preocupemos por eso. Lo de saber dónde están las fotos es para acabar antes, pero con ella acceda a varias cuentas suyas ya puede hacerlo. Le he dicho que cuando vengas quedamos los tres y se hace.

—Pues bien cariño, quiero hacer esto cuanto antes. El martes es cuando vengo, ¿qué te parece si nos vemos en mi casa a las cuatro de la tarde?

—Perfecto, ella no tiene nada que hacer por las tardes. Allí nos vemos.

—Por cierto, hombretón…he comprado algo que puede que te guste mucho…estoy segura de que ambos disfrutaremos con él—dijo con picardía Silvia—. Te tengo que dejar ya, después hablamos amorcito.

Colgaron el teléfono y Raúl se quedó muy intrigado, no pudo evitar pensar en las miles de posibilidades que podrían ser: algún disfraz, geles de placer, algún juguete sexual para hombres… La duda lo excitó y fue rápidamente al baño para masturbarse pensando en Silvia y en lo que le esperaba el próximo martes: se sacó su duro miembro, lo agarró con fuerza y comenzó a subir y bajar su mano muy rápidamente, pensando en el interior de la vagina de Silvia. La humedad de su interior, sus jugos cayendo por ella, su olor, sus senos grandes y turgentes, su suave piel bronceada, su bella melena y sus preciosos labios. Siguió masturbándose entre jadeos contenidos y todo el semen contenido lo liberó rociando su firme torso mientras aún se la meneaba entre espasmos.

Pasaron varios días y Raúl aprovechó para quedar con Paula y tomar algo tranquilamente juntos. El lugar del encuentro sería en una cafetería situada en las cercanías del centro de Granada a las once de la mañana.

Raúl se vistió con una camisa tipo leñador, vaqueros y unas zapatillas deportivas-informales; Paula abrió su armario y de entre toda su ropa escogió unos vaqueros azules ajustaditos y una camiseta de botones pequeños roja y escotada, le gustaba mucho presumir de sus generosas tetas.

Raúl llegó a la puerta de la cafetería y esperó un rato a que apareciera Paula, mientras esperaba le llegó un wathsapp de Silvia y miró el mensaje:

“Al final me he decidido y voy a traer más juguetitos para que disfrutemos los dos. Esto es un anticipo cariño.”

En la fotografía se veían dos consoladores: uno pequeño, delgado y liso; a su lado había un trozo de papel con sus labios rojos estampados en él y acompañando a éste un dildo más grande, grueso y real.

Se calentó mucho pensando en para que los usarían…. ¿tal vez haría un lésbico Silvia? ¿La penetraría con uno de ellos mientras él se la follaba? Quién sabe… Mientras él estaba ensimismado mirando la foto apareció Paula de repente y le quitó rápidamente el móvil a Raúl.

— Vaya vaya Raúl, ¿qué tenemos aquí? Si parece que te gustan los miembros viriles después de todo. ¡Oh es de una chica el mensaje! —Dijo ella con picardía y en tono de broma—. Me tienes que explicar unas cuantas cosas eh pillín.

—Trae eso aquí chiquilla, ya te lo contaré pero no entraré en detalles que sé que te gustan los chochos una cosa mala y nos echan del bar por tu culpa—responde él atrayéndola hacia sí mismo y dándole dos besos en las mejillas—. Te veo muy bien Paula, vamos a entrar.

Pasaron a la cafetería y se sentaron en una mesa alejada del bullicio para hablar con más tranquilidad. Paula se ofreció a pedir y se dirigió a la barra, Raúl no pudo dejar de observarla desde que enfiló el camino hasta la barra, ya que al fin y al cabo más de una vez se había masturbado pensando en ella. Paula era una chica baja, con unos kilitos de más (pero muy bien repartidos), unas caderas acompañadas de un trasero grande y con una buena forma redondeada, sus pechos eran grandes y nunca dudaba en mostrarlos o hacer bromas con ellos, sus labios finos y sus ojos marrones claros hacían muy buena combinación y la dotaban de una belleza exótica y muy sensual.

—Me gusta el nuevo corte de pelo que te has hecho Paula—dijo Raúl observando como el largo flequillo de ella cubría parte de su cara, le llegaba un poco más debajo del cuello.

— ¿Te gusta? Me lo hice porque estaba cansada de llevar siempre lo mismo y así ligo más y todo.

—Está muy chulo…y el aro de la nariz te da más sensualidad y todo —dijo Raúl con cierta picardía.

— ¡Gracias! Tú también estas muy bien, desde que te dio por el deporte has mejorado mucho. Pero déjate de historias, cuéntame lo de la foto que me tiene mosca mozuelo —dijo ella cambiando rápidamente de tema.

—Anda que no vas tú rápida para lo que te interesa—replicó Raúl de broma.

Raúl le contó la historia a Paula, pero omitió ciertos detalles como la identidad de Silvia, de dónde era ella, etc. Le contó solamente que conoció a una chica en el gimnasio y que una cosa llevó a la otra y ahora se acuestan y disfrutan juntos. Raúl es alguien a quien no le gusta presumir de sus hazañas sexuales o ir por ahí diciendo lo “machote” que es y todas esas historias.

Le contó que lo de los consoladores es una sorpresa que Silvia le tiene preparado, pero de la que no sabe nada aún, sentía mucha excitación porque había imaginado muchos escenarios posibles y no quería preguntarle a Silvia para no arruinar la sorpresa. Paula lo entendió y lo aceptó, ella ya conocía a Raúl desde hace unos cuantos años y conocía su forma de ser, era algo que le gustaba de su forma de ser; pensaba para sus adentros que si él fuera mujer le tiraría los trastos, aun así, a ella también le gustan los hombres. Nunca se consideró lesbiana al cien por cien, si le atraía algún hombre se acostaba con él.

Continuaron en el bar charlando de qué es lo que habían hecho este último año y de cómo les había ido en el amor:

—Pue,s aunque no te lo creas, llevo sin sexo casi dos meses. Mi ex me engañó con una choni, aunque algunas me ponen muy burra—puntualizó ella entre risas—. Era lo mejor porque ambas ya no nos sentíamos a gusto, pero no sé qué pasa que no estoy fina últimamente. Soy muy quisquillosa y no me conformo con cualquiera.

—No te preocupes por eso Paula, busca en algún chat erótico o en alguna web de relatos. Seguro que encuentras alguna dispuesta.

—Nunca he probado eso, debería hacerlo—resolvió ella. ¡Me tengo que ir ya que tengo cita con el médico, se me había olvidado! ¡Nos vemos el martes!

Paula dejó la mitad de la cuenta en la mesa y se marchó corriendo, no sin antes despedirse con un beso. Raúl pagó la cuenta y se marchó a casa pensando en cómo sería un trío con Silvia y Paula y como no podía faltar, cuando llegó a casa se masturbó pensando en ese posible escenario.

Llegó el martes, Raúl llevó a su amiga a casa de Silvia y cuando abrió la puerta Paula no pudo evitar mirar a Silvia con deseo contenido. Silvia iba vestida con una camiseta de tirantes y unos vaqueros ajustaditos que remarcaban su esbelta figura. Paula estaba absorta observando a Silvia mientras Raúl hablaba con ella con muchísima complicidad…casi parecía que eran pareja, pensó ella.

—Paula te presento a Silvia, Silvia, ella es Paula —dijo Raúl.

Ambas se dieron un beso de cordialidad y Paula cayó prendida de la suave piel de Silvia y del ligero aroma a frambuesa que despedía ella. Paula quería tirársela allí mismo, así que buscaría la ocasión para acercarse a ella.

—Bueno chica, tú dirás. Por dónde empezamos —dijo Silvia parada en el salón con los brazos descansando en sus caderas.

—Pues empecemos por acceder a sus cuentas. ¿Por casualidad recuerdas su contraseña del Facebook, twitter o algo así? Porque con eso, si lo tiene vinculado a su móvil puedo acceder a su terminal y sacarle las fotos.

—No sé, creo recordar que nunca me dijo nada sobre ello. Pero tenemos un perfil común de Facebook para promocionar nuestra empresa. ¿Eso servirá? —responde Silvia dubitativa.

—Eso servirá, ¿dónde me puedo sentar?

—Ponte aquí misma —señaló Silvia a una mesa de madera alta y bonita— os pondré algo de beber.

Mientras tanto, Raúl empezó a imaginarse un trío con ellas dos y no pudo evitar tener una pequeña erección que tuvo que ocultar acompañando a Silvia a la cocina. Una vez allí, colocó detrás de su amada y la rodeó por la cintura, restregándole su paquete por su bello trasero mientras le susurraba al oído que la había echado mucho de menos. Silvia lo correspondió alzando su culito y diciéndole que le espera hoy un gran día entre jadeos contenidos. Él la giró y comenzó a besarla con pasión: danzando ambas lenguas como si jugaran al gato y al ratón, buscándose y separándose continuamente.

—Mmm cariño, no puedo más. Ve a mi cuarto y espérame allí. Vamos a desahogarnos un poquito rápidamente —dijo Silvia con picardía.

— ¿Y qué va a pasar con Paula? ¿La dejamos aquí? —respondió Raúl mientras le manoseaba el culo con ternura.

—Tranquilo amor, se me ha ocurrido algo y podremos follar mientras ella está aquí. ¿No te excita aún más la idea?

— Desde luego que sí. ¿Qué hacemos?

Dejaron de besarse y Silvia dijo en voz alta y fingiendo: “¡Raúl, me he comprado unos cuantos aparatos de fitness y me gustaría que subieses a echarles un vistazo y me digas qué te parecen!”. El respondió afirmativamente y subió con parsimonia hacia el dormitorio de Silvia mientras su imaginación volaba.

—Paula cariño, ¿cuánto crees qué vas a tardar? —Pregunta Silvia acercándose a ella lentamente y trayéndole un refresco frío.

—Pues estaré un rato largo por aquí, al final parece que se va a complicar un poquito la cosa —dice Paula mirándole de arriba a abajo con cierta picardía.

— ¿Es más complicado entonces? ¿Podrás hacerlo?

—Sí, estate tranquila Silvia que te haré el favor con muchísimo gusto.

Paula le dijo a Silvia que se acercara mientras le explicaba porque tardaría más, obviamente era una estratagema de ella para poder intentar algo con ella. Silvia se sentó a su lado y ella se acercó la silla a ella con descaro. El aroma de Silvia inundó a Paula y ya tenía su vagina totalmente húmeda, hablaba y le señalaba distintos puntos de la pantalla mientras la miraba fijamente a los ojos y se mordía los labios.

—Mira Silvia, si hago todo esto como ya te he dicho antes no habrá problema.

— ¡Qué bien niña! Muchas gracias por todo, eres un cielo de mujer. ¿Cómo podría devolverte el favor? —responde Silvia apoyando su mano en la pierna de Paula.

Abriéndote de piernas y dejando que te coma todo el coño pensaba Paula con lujuria. De lo que no se acordó Paula era que había mojado el tanga y se veía a través de la ropa, y, además, abrió las piernas dejando escapar un leve gemido.

—Vaya vaya Paula, ¿tanto tiempo llevas sin sexo? —preguntó Silvia con naturalidad y excitada.

—Oh oh, lo siento, es que yo… —titubeaba Paula.

—Tranquila mujer, eres una chica muy atractiva y sexy. Seguro que puedes poner a tus pies a quien sea…—decía Silvia mientras deslizaba su mano sobre el muslo de Paula con mucha sensualidad y delicadeza.

Paula no se lo podía creer, normalmente ella era la seductora siempre y manejaba el tempo, pero ahora estaba totalmente a merced de esa espectacular mujer. Quería lanzarse ya a por ella, pero no era capaz, estaba hechizada por los encantos de Silvia.

—Has tenido suerte… ¿sabes? —le preguntó Silvia subiendo aún más su mano.

— ¿Ah sí? —Intentaba no gemir Paula— ¿Por qué dices eso?

—Porque estoy cachonda y tengo a mi hombre esperando arriba con la polla tiesa y palpitando por metérmela hasta el fondo. Y viendo como estas sería una ofensa no invitarte a la fiesta.

Silvia estaba tocando y masajeando lentamente ya todo el coño de Paula mientras ella la observaba retorcerse de placer con sus caricias y llevaba su otra mano a su húmeda vagina. Paula estaba al borde del colapso y lo único que hizo fue berrear un gran “¡SÍ! ¡FOLLEMOS POR FAVOR!”.

Silvia tampoco aguanta más y se lanzó a comerle la boca, apretaba el cuerpo de Paula contra ella y le susurraba al oído: “Vas a tener el mayor orgasmo de tu vida”. Se besaban con locura, como si no hubiera un mañana; Paula estaba en el cielo, saboreaba los labios de Silvia que tenían un ligero sabor a fresa. Paula la cogió en alto y se la llevó al sofá, allí comenzó a bajar por el precioso cuello de Silvia mientras su amante se retorcía entre incipientes gemidos.

Paula bajaba poco a poco hasta los pechos de Silvia y comenzó a succionar sus pezones; dándoles mucha lengua y pequeños mordisquitos que hacían que Silvia gimiera como una loca. Ahora ella besaba el bajo vientre de Silvia, recreándose todo lo que podía mientras con sus manos masajeaba las tetas de Silvia. Ella tenía ahora el mando de la situación, se levantó y se despojó rápidamente de su ropa. Cogió las piernas de Silvia en alto y le quitó el pantalón y tanga negro de encaje de un tirón.

Se arrodilló y observó la maravillosa vagina de Silvia, totalmente empapada y con su clítoris que empezaba a asomarse. Paula la miró a los ojos y le dedicó una sonrisa picarona —que Silvia devolvió apretándole la cabeza contra su coño—. Paula empezó besando la cara interior de los muslos con ternura y pasión, poco a poco su lengua llegaba a su destino deseado. Literalmente le dio un morreo al coño de Silvia (a ella le encantaba hacer eso), ahora su lengua subía de arriba abajo recorriendo sus labios mayores mientras Silvia ya sólo gemía y se retorcía en su sitio.

—Mmm Paulita que bien lo haces jodida. Sigue así cariño, no te pares por nada —decía Silvia con el cuerpo arqueado mientras se sobaba las tetas.

— ¿Te está gustando eh? Te voy a follar ese coño tuyo hasta exprimir todos tus fluidos y bebérmelos. Ven aquí zorrita —dijo Paula atrayendo un poco más a Silvia hacia su boca.

—Mmm ¿con esa boca besas después a tu madre jovencita?

—No lo dudes cariño, mira lo que te hago.

Silvia sintió como la lengua de Paula comenzaba a describir rápidos círculos sobre su clítoris y dos de sus dedos entraban y salían sin parar. Saltó como un resorte y no paraba de gritar y gemir diciendo que no parase. Le estaban comiendo el coño como nunca antes lo habían hecho: las virguerías que hacía Paula con su lengua la estaban volviendo loca de placer y cada vez sentía más placer si cabe.

Los dedos de Paula jugaban en el interior de Silvia: los juntaba y los separaba, hacía círculos con ellos, los movía de arriba abajo, hacía lo que quería con ella. Paula se incorporó, sin dejar su labor con las manos, para dirigir su boca a uno de los pechos de Silvia y besarlo sin parar mientras aumentaba el ritmo de sus manos poco a poco. Silvia la apretaba contra sí misma entre sonoros gemidos y acompañando el movimiento con sus caderas.

— ¡Vamos chica! ¡Haz que me corra por dios! ¡Ah! ¡Ah! —gritaba Silvia.

—Como gimes cabrona, me estas empapando a lo grande. Prepárate que te vas a correr ya —decía Paula con el pezón en la boca.

Paula incrementó más el ritmo y Silvia entró en un estado de semi inconsciencia en cual sólo sentía las descargas eléctricas de placer que enviaba su cerebro al cuerpo. Su cuerpo se movía solo y más rápido para sentir aún más los dedos de Paula mientras ella se deleitaba viendo a Silvia retorcerse de aquella manera.

El cuerpo de Silvia se retorció de forma violenta mientras su vagina estallaba en una gran lluvia de fluidos y placer que dejó perdido todo el suelo del sofá y la mano de Paula. No dudó en separarse de ella y probar todos sus fluidos, deleitando su paladar con el néctar de Silvia mientras ella respiraba entre jadeos y llena de sudor.

— Guau Paulita, es de las mejores corridas que he tenido nunca, vamos a ser muy buenas amigas corazón.

—Las mejores que hay…

— ¿Hay un sitio para un buen amigo entre vosotras? —interrumpió Raúl mirándolas desde la entrada del salón y con su miembro totalmente erecto.

— ¿Os acostáis juntos? —dijo Paula totalmente incrédula.

—Por supuesto que sí, este jovencito me entregó su virginidad hace poco y ambos lo disfrutamos muchísimo —respondió Silvia mientras magreaba uno de los pechos de Paula.

— ¿En serio? Estas muy bien dotado querido amigo, no sabía que estabas tan bueno —dijo Paula mirando con lascivia a su amigo.

— ¿Qué os parece si subimos arriba y hacemos guarrerías juntos? —preguntó Raúl manoseándose la polla mientras observaba sus bellos cuerpos.

Ambas contestaron afirmativamente, pero Silvia dijo que la sorpresa de esta noche se iba a adelantar y la iba a buscar.  Así que les dijo a sus jovencitos que comenzaran ellos primero y que se uniría en unos minutos.

Raúl y Paula subieron agarrados de la mano corriendo y se lanzaron a la cama, se miraron unos instantes…y como si se tratara de un deseo reprimido se besaron apasionadamente; comiéndose la boca con lujuria mientras sus lenguas bailaban entre si desenfrenadamente. Raúl comenzó a besarle el cuello mientras apretaba el cuerpo de su amiga hacia sí mismo. Ella respondía a sus caricias con gemidos y con su mano comenzaba a pajear lentamente la polla de su nuevo amigo con derecho a roce.

Poco a poco Raúl bajó hasta las enormes tetas de Paula y las besó y toqueteó como si no hubiera un mañana, las había deseado durante largo tiempo y las iba a disfrutar. Succionaba sus pezones haciendo que su amiga jadeara de excitación, lamía cada centímetro de su busto con ternura, masajeaba sus pechos para sentir su suave piel mientras él tenía ya su miembro totalmente empalmado gracias a las caricias de Paula. La mano de su amiga subía y bajaba por el tronco de su miembro sin prisas, pero con un ritmo continuado; con los dedos índice y pulgar apretaba algo más su polla para proporcionarle más placer…y vaya si lo consiguió. Raúl gemía y ya empezaba a mover su cadera para imprimirle más ritmo.

— Mmm que bien lo haces Raúl, baja un poco más cariño y cómeme el coño como si hubiera un mañana —ordenó Paula apretándole ligeramente los huevos.

—Vas a ver cómo te gusta la comida de coño que te voy a hacer —sentencia Raúl.

Paula se tumbó en la cama y se abrió de piernas, Raúl se puso de rodillas y comenzó con su labor. La vagina de su compañera estaba totalmente empapada y cabía perfectamente su mano entera gracias a lo lubricada que ya estaba. Acercó su lengua al prominente clítoris de Paula y empezó a dibujar círculos con ella mientras que con sus dedos penetraba a Paula, metió un tercer dedo ya que quería hacerla gozar más y lo consiguió. Se le ocurrió probar algo nuevo: se humedeció un dedo y lo introdujo con cuidado en el culo de Paula; dio un pequeño grito, pero no lo rechazó, así que una vez dentro de su culo, con el pulgar en su vagina y su boca en su clítoris prosiguió con el oral. Se sorprendió de lo apretado que era el ano y lo que hacía era intentar “juntar” ambos dedos y hacer círculos con ellos. Podía notar perfectamente que le estaba gustando mucho, se había mojado aún más si cabe y no paraba de gritar su nombre de placer. Raúl continuaba su labor hasta que notó algo en su culo, se sobresaltó y miró con una mezcla de asombro y excitación a Silvia.

— ¿Te gusta lo que ves cariñito mío? —preguntó Silvia con picardía y con cara de niña inocente.

—Tiene muy buena pinta, si lo que vas a hacer es lo que yo creo, hazlo despacito que jamás ha entrado luz en ese lugar —dijo sonriente Raúl.

—Tranquilo amorcito, antes de eso quiero comerte ese pedazo de rabo que tanto me gusta —dijo Silvia acercándose al culo de Raúl.

Se acercó a su culo mirándolo con deseo, le agarró bien fuerte de la polla y comenzó a pajearlo rápidamente. Observaba como su miembro se ponía más grande y decidió lamerlo para saborear la joven polla de su amante; lamía su miembro de arriba abajo, deteniéndose en el glande, besándolo, dándole pequeños mordisquitos. Luego se colocó debajo de él y se la introdujo entera, dejando que Raúl se “follara” su boca mientras se empleaba a fondo con su lengua en hacerlo disfrutar. Al mismo tiempo masajeaba sus testículos y empezaba a meter un dedo en su ano para comprobar como lo recibía…y le gustaba bastante, ya que su miembro se endurecía más todavía. Se empapó todavía más ya que iba a cumplir una de sus fantasías que era la de follarse a un hombre por el culo.

Los tres gemían y gemían, excitándose mutuamente con el roce de sus pieles. Paula iba a llegar ya al orgasmo, su compañero le estaba haciendo uno de los mejores orales de su vida e iba cada vez más rápido: sintiendo los dedos de Raúl en su interior y su diabólica lengua comiéndole todo el coño. Paula comenzó a sacudirse y a temblar de la emoción, notando como todos sus jugos salían disparados a la cara de su amigo y ella terminaba en un gran grito sujetándose a la cama.

—Madre mía Raúl…mira como me has dejado…que gustazo joder —dijo relamiéndose al ver a su amigo totalmente bañado por todo su ser— Y mira a Silvia con su calipo, como se nota que le gusta.

—Oh sí cariño, prepárate porque viene lo mejor ahora —dijo Silvia levantándose y mostrando el arnés que llevaba en la cintura con una pequeña polla de látex.

— ¿Eso es para mí a que sí? —dijo Raúl mientras pasaba su mano por la vagina de su amiga distraídamente.

—Claro que sí cariñito, ponte boca arriba y relájate, te va a encantar —ordenó Silvia.

—Yo te voy a devolver el oral que me has hecho cabrón, te voy a sacar toda la leche que llevas dentro —dijo Paula con lujuria.

Él se tumbó y la visión que tenía de ellas era magnífica: de rodillas frente a su culo estaba Silvia echando abundante lubricante en su culo y en el pequeño dildo, a su lado estaba su amiga tocándose y sobando los pechos a Silvia.

— ¿Listo amor? —preguntó Silvia.

— Sí, vamos allá, fóllame Silvia —resolvió Raúl.

Se abrió de piernas y Silvia comenzó a meter con cuidado el dildo. Lo metía un poquito y lo dejaba dentro para que fuera dilatando un poco. Su amante bufaba un poco, pero le estaba gustando verlo así, se la sacó y se la volvió a meter un poco más.

—Tranquilo cariño, lo estás haciendo muy bien, tu culito es magnífico. No te he dicho nada, pero ya te he metido más de la mitad del dildo —dijo Silvia mirándolo con ternura.

—Me está doliendo un poco, pero es aguan… ¡OH! ¡DIOS! Ahora si duele… ¡AY! —decía Raúl entre bufidos.

— Ya está, te la he metido entera. Voy a moverme poco a poco y verás cómo poco a poco te pondrás cachondísimo…aunque por lo que veo la tienes ya más grande que nunca viciosillo —dijo Silvia mientras le guiñaba un ojo a Paula que se estaba relamiendo de ver a su amigo de aquella manera.

Silvia comenzó a bombear lentamente mientras veía con deseo la cara desencajada de Raúl y cómo se empezaba a masturbar. Paula le quitó la mano de su rabo y se lo metió en la boca sin dudarlo, pasando su lengua por todo el miembro y saboreando su glande como si fuera un helado. A su vez Silvia ya lo penetraba más rápidamente y se escuchaba el característico sonido de las partes íntimas chocando las unas con las otras.

Silvia se inclinó un poco y comenzó a toquetearle el coño a Paula mientras se la metía a Raúl, pero no podía dejar de mirarlo. La cara de satisfacción que tenía era para no perdérselo…. y la espectacular mamada que le estaba haciendo su amiga tampoco. Estaba mojadísima y lo único que deseaba era ver a su joven amante tener un orgasmo anal.

Raúl estaba en el cielo, no tenía control de su cuerpo, le encantaba la sensación de tener el culo lleno por ese dildo y la mamada de su amiga lo remató. No aguantaría mucho más, llevaría unos minutos, pero era algo totalmente nuevo para él (y era la segunda vez que practicaba sexo, así que imaginad).

— ¡NO PAREIS! ¡POR LO QUE MÁS QUERAIS! ¡SEGUID ASÍ! ¡ME VOY A CORRER! —gritó Raúl.

—Vamos cariño, danos toda tu leche, hazme la mujer más feliz del mundo —respondió Silvia imprimiendo más velocidad al movimiento de sus caderas.

—Vamos amiguito mío, córrete para nosotras, queremos tu leche —decía Paula mientras pajeaba todo lo rápido que podía a Raúl.

Él ya no aguantó más: dio un gran grito que resonó en toda la casa y notó una enorme contracción en su polla, la cantidad de semen que liberó fue inusitada y totalmente desproporcionada. Dejó perdido su sudado torso y las manos de Paula no podían ser menos, relamiéndose sus manos y besando su polla Paula se tumbó al lado de Raúl. Ambos se besaron con ternura, dejándose llevar por el deseo. Silvia se tumbó a la izquierda de Raúl y tocaba todo el torso de su joven amor mientras los veía besarse. Raúl se separó de Paula y buscó los labios de Silvia, ambos se encontraron y se besaban sonriendo, metiéndose la lengua, mordiendo cada uno los labios del otro, se dejaron llevar. Y por último se besaron los tres juntos en un pico de complicidad y deseo.

—Ha sido increíble chicas… me habéis dejado seco… sois un sol —les dijo Raúl dulcemente.

—Has estado fantástico amigo mío, aunque hay algunas cosas en las que estas un poco pez... se nota que ha sido tu segunda vez —dijo con complicidad Paula.

— ¿Se ha notado mucho no? —dijo bromeando Raúl.

Los tres se quedaron dormidos ante el refugio del calor de la tarde con el aire acondicionado. Estaban haciendo una cucharita de tres, si es que se le podría llamar así. Paula rodeaba a Raúl y éste a Silvia. En un momento dado Raúl y Silvia se despertaron e intercambiaron unas palabras.

—Lo que me has hecho ha sido espectacular, me vuelves loco amorcito… te voy a hacer la mujer más feliz del mundo —dijo Raúl susurrándole al oído a Silvia.

—Me haces —se da la vuelta hacia él— feliz y me complementas estupendamente cariño. Calla y bésame.

Ambos se fundieron en un largo beso y volvieron a dormirse.

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