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Mi maestro de Derecho

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Cursaba el primer cuatrimestre de la universidad, la licenciatura en derecho, en esa misma Uni, trabajaba como secretaria por la mañana y las clases eran por la tarde, tuve un maestro, con dos años más grande que yo, joven, con maestría concluida, inteligente y simpático, nada agraciado, pero si sabía defenderse, nos hicimos amigos de inmediato y confidentes, ya que yo tenía novio. 

Transcurrían las horas clases con normalidad y al llegar su hora clase yo me sentaba al frente de su escritorio, ¡donde él se recargaba y al meter sus manos a las bolsas del pantalón dejaba ver sus nalgas redondeadas y duras! Yo me lamía los labios cada vez que el hacía eso, creo que llego a darse cuenta, todos los días hacia lo mismo, se sentaba exactamente igual y no dejaba de mirarme, al siguiente día, nada tonta, ¡me vestí con un pantalón de mezclilla que se tenía que meter con calzador! Y una ligera tanga de hilo dental color negro, para mí suerte, fue día de exámenes y él, caminaba por todo el salón para descubrir a alguien copiando y de pronto, mi hilo dental salió del pantalón, él se dio cuenta y solo lamió sus labios, se sentó en su escritorio y así, de la nada, ¡vi un pequeño gran bulto de entre sus piernas! Sabía que mi cometido había dado resultados, ¡excité a mi maestro de derecho!

Cuando termine el examen me retiré del salón y mientras daba la hora de que el saliera del salón, me fume un cigarro y de paso avise en casa que llegaría tarde, ya que era viernes y mis amigos querían ir al antro, termino el examen y al salir el maestro le dije:

-oiga Profe, que va hacer hoy? 

-Nada, iré a casa a descansar ¿y usted?

-pues... Que le parece si me invita un café y luego a ver que sale.

-Segura? ¿Y en casa no le dicen nada?

-ya avisé que me voy de antro con mis amigos usted no se preocupe.

Y así fue, nos fuimos a tomar un café y de ahí la plática cotidiana, al término del café me preguntó si había algún lugar en especial a donde quisiera ir, ¡le dije que estaba en sus manos! Me llevó al despacho que tenía junto a sus socios, me llevo a conocer el lugar y al llegar a su privado me recargué en su escritorio y él se acercó, buscando mis labios y yo, en ese momento sentí como mi concha empezaba a humedecer mis tangas, por Dios, ¡besaba tan delicioso que no lo detuve! Sin dudarlo, comenzó a acariciar mi espalda y poco a poco comenzó a bajar hacia mis nalgas y yo, comencé a quitarle la corbata y desabrochar los primeros botones de su camisa cuando llegue a sus brazos me di cuenta que hacia ejercicio porque sus brazos estaban duros y en eso, ¡lo toque hasta sus nalgas y vaya! Que, si hacía ejercicio, sus nalgas duras, hermosas y él, ya tenía sus manos de entre mis piernas, ¡mi respiración era cada vez más fuerte y no quería dejar de besarlo y que él no dejará de tocarme!

¡Me atreví a más y le comencé a desabrochar su pantalón mientras sin saber cómo y en qué momento ya tenía desabrochado mi sostén! Se alejó de mí y me pregunto:

-puedo? 

-depende!

¡Y zas! ¡En ese momento me bajó los pantalones con todo! Y yo no me quede atrás, le baje sus pantalones sin bajar sus calzones, de un solo golpe me subió al escritorio y en menos de un segundo ya estaba él, dentro de mi sexo, todo húmedo y lamiendo cada rinconcito, empecé a jadear y jadear a excitarme y de pronto, ¡tuve un hermoso y delicioso orgasmo! 

Su verga ya estaba más que lista para penetrarme y cuando intentó hacerlo lo detuve y me hinque, le hice sexo oral, lo más delicioso que había visto y tenido entre mis labios, una verga no grande, pero si gruesa y cada vez que se lo lamia más y más, este se hacía grande, le pedí que me avisara cuando fuera a terminar y así fue, me aviso y deje de hacerlo, volví a subir al escritorio con las piernas abiertas y como fue, ¡me metió su verga hasta lo más profundo! Sentí como mis jugos escurrían entre mis nalgas y ahí están en un va y viene, afuera y adentro, de pronto, el término y se corrido fuera, ¡mojando mis pechos al descubierto y ambos gritando de placer! 

Nos dimos un largo beso en la boca y acariciándonos todo el cuerpo...

¡De pronto escuchamos ruidos y el cerro su puerta mientras yo me vestía rápidamente y él comenzaba a tomar la ropa que había Quedado en el piso, se vistió rápido y oh sorpresa al salir se dio cuenta que era uno de sus socios que también llevaba una de sus alumnas! Jajajajaja, algo se dijeron y el otro abogado entro a su despacho con su alumna, se encerraron y él aprovechó para sacarme de su privado, me llevo a mi casa y en el camino no perdimos oportunidad para tocarnos y besarnos.

Ojalá les haya gustado mi relato, ¡seguiré subiendo más!

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