Nuevos relatos publicados: 7

Jimmy el futbolista

  • 15
  • 17.244
  • 9,08 (59 Val.)
  • 1

Hacia un tiempo que ya tenía esa necesidad de ir más allá de mi recién explorada sexualidad. Me decía a mí mismo que debía hacer lo correcto pero un demonio en mi interior me empujaba hacia el pecado, esto paso hace un tiempo. Yo era un muchacho de 18 años. Iba a la universidad y regresaba a casa temprano. Mi madre, una mujer católica y trabajadora, nos dejaba la comida lista para el micro a mi hermano y a mí, ella se preocupaba por darnos educación e inculcarnos valores religiosos, hablaba siempre de la rectitud y de las enseñanzas de la biblia, y como de costumbre íbamos todos los domingos a misa, mi hermano estudiaba en las tardes así que él se iba y yo me quedaba solo hasta que mamá regresaba del trabajo casi siempre de noche, ella trabajaba en una fábrica todos los días desde las 8 am.

Había un vecino de mi edad su nombre era Jimmy, jugaba futbol todas las tardes, regresaba a las 5pm y yo siempre lo veía desde la ventana de mi habitación e imaginaba que él se metía en las noches a mi habitación y me daba duro bajo las sabanas, ese era mi pecado, ese era mi secreto. Él sabía que yo lo observaba siempre, yo no salía, no jugaba futbol, no me atraían esas cosas, solo veía a ese muchacho regresar puntual a su casa corriendo, sudando y con el uniforme sucio.

Una tarde espere cerca de su casa y cuando él regresó yo sabía que entraría a ducharse. Las casas de la urbanización eran todas iguales, así que tomé un bloque y lo puse debajo de la ventana de su baño.  Al regresar a mi habitación me masturbé pensando en lo que vi, ese jugador de futbol de la localidad restregando jabón en su verga, que ganas de estar allí haciendo espuma en sus bolas, él tenía bastante pelo en su zona, a mí me crecía muy poco. El tipo estaba bien bueno, muchas veces inventaba cosas en mi mente y siempre terminaba comiéndome su guevo en mis fantasías.

Al otro día no lo vi, y mientras mi hermano se alistaba para salir sonó el timbre, para mi sorpresa cuando abrí allí estaba Jimmy, sudando como siempre y con su infaltable uniforme sucio. Me pidió un vaso de agua y yo le deje pasar. Ese día me puse un short muy corto. Y no lo note hasta que me incline para sacar la jarra del agua de la nevera, ya era muy tarde, Jimmy me miraba desde la silla, sus ojos observando mis nalgas asomadas bajo la corta tela, yo aún de espaldas cuando él rápidamente ya estaba justo detrás de mí, sentí su respiración en mi cuello y su mano alcanzo a rozar una de mis nalgas. Me voltee y lo mire con seriedad:

-¿Qué te pasa, no querías agua pues?, ¿Qué quieres ahora?...

- Calma nene no te asustes, yo sé lo que quieres tú, ¡y no es precisamente agua!

Me aparte de él y deje la jarra en la mesa, mi hermano apareció en la cocina y al ver a mi vecino lo saludó. Él respondió el saludo. Pensé en pedirle que saliera de la casa, pero presentía que algo iba a ocurrir, y que el final de esta situación me iba a gustar, -“y no es precisamente agua”- recordé. Él me gustaba, había algo salvaje que me excitaba cada vez que lo veía pasar, yo salía con chicas de vez en cuando, y tenía algo con una chama de la Uni. Sin embargo, en mi interior deseaba probar lo católicamente incorrecto y él de alguna forma lo sabía.

Jimmy le dijo a mi hermano que venía a jugar play conmigo, hasta ese momento no había reparado en su mochila, de allí sacó la consola y unos juegos, hábilmente invento esa historia y mi hermano ya iba de salida, así que no pregunto mucho, se despidió y Jimmy y yo fuimos a la sala de mi casa. Jugamos FIFA y como yo no sabía nada de futbol él ganó las primeras partidas.

Al ver mi bajo desempeño en ese juego decidió que me castigaría, era fuerte y más corpulento que yo, entonces soltó el control me tomó por un brazo y con un movimiento brusco me dio la vuelta y me tumbo boca abajo en el sofá, se lanzó sobre mi diciéndome que era una jevita, con su peso sobre mi cuerpo se movió y en ese momento un escalofrío recorrió toda mi espalda, sentí un abultado miembro sobre mi roído short y sobre mis nalgas, deje que hiciera lo suyo. Con la excusa de castigarme me embistió como un toro sobre la ropa.

-Eres muy malo para el futbol, seguro eres buenísimo para otras cosas, así que toma esto por malaso.

Cada vez que decía "toma esto" me golpeaba con su duro pene por detrás, algunas veces logro acertar en el centro de mi culo, otras, solo golpeaba mis nalgas que también se sentía rico. Allí fue cuando sentí el verdadero deseo, descubrí que necesitaba saciarme con ese cuerpo de futbolista, tenerlo justo detrás de mí, pero sin ropa, y devorarlo con mi ano, yo sabía que ese era el momento de satisfacer mi fantasía recurrente.

Recobré la compostura y detuve a mi castigador.

-ese juego me aburre, tu eres mejor así que juega FIFA y mientras, ¡yo me entretengo con otra cosa!

Le guiñe el ojo y él se agarró el paquete.

- ¿Tú crees que no me doy cuenta cuando me miras todos los días?, ¿Tu qué crees, que no te pille buceándome en el baño?

- ¿Yo?... bueno si vale, si te miro cada vez que regresas del juego, y si te vi en el baño, y si quiero comerme tu guevo, pero vamos poco a poco. Además, es mi primera vez.

- ¿Cómo, en serio? Bueno entonces ese huequito virgen hay que estrenarlo, ¡y yo mismo soy!

- Ok si está bien, pero te digo: esta es la primera vez que hago esta vaina, así que con calma. Déjame a mí hacer las cosas y creo que la pasaremos bien.

- ¡Bueno, dale!

Sin más palabras me arrodille frente a él y baje sus calzones. De inmediato saltó su verga frente a mi cara, ya la tenía paradísima y goteando, su cosa era ligeramente más grande que la mía. Me acerqué y oler el sudor en su entrepierna, un olor particular que ya había sentido en mí mismo, un olor a guevo y bolas que me excitó mucho más al imaginar que me tragaría ese sabor ácido y salado justo en ese momento. Sin más me lo metí a la boca y empecé a comérmelo desesperado, era como una gran chupeta, estaba salado pero muy rico, su olor impregno mi rostro, su sudor era delicioso y mis labios se amoldaron a su guevo rápidamente. Chupe y chupe por todas partes, era algo torpe en mis movimientos, pero sabía que me gustaba lo que me estaba comiendo y él lo estaba disfrutando muchísimo, un par de veces una chama me mamo el guevo, pero era una virgen también, así que no es mucha la experiencia que tenía. Imagine lo que me gustaría que me hicieran a mí y pase mi lengua por todo su guevo salado mientras con una mano acariciaba sus bolas peludas, tuve que escupir algunos pelos, pero mame verga con mucho gusto y viéndolo a la cara, utilice mis manos para masturbarlo y alternaba con mis labios teniendo mucho cuidado a su expresión, chupe más mientras probaba la sensación de aquella cosa hinchada y venosa entrando y saliendo de mi boca.

- Que rico tu guevo nene, me encanta lo duro que esta y sabe divino.

- Y tú lo mamas divino perrita, ¡sigue así y me harás acabar rápido!

- Aún no, quiero chuparte bien rico, aguanta nene y disfruta.

Me detuve y lo empujé al sofá, le dije:

- Mientras tu juegas yo me ocupare de tu rico guevo, ¡cuando metas un gol me das una nalgada bien duro!

- Si va, ¡malvada puta!!!!

Me vi a mi mismo como un pervertido y eso me gustaba, seguí mamándolo y gozándolo mientras me imaginaba esa estaca en mi culo, mientras el anotaba goles yo anotaba mamadas, con cada gol en el play yo paraba mi culo y el me daba una nalgada, anoto cinco goles y cada nalgada era la excusa perfecta para meterme un dedo en el culo, yo no paraba de mamar y entonces mi campeón empezó a temblar, me lo saque de la boca y él se vino y me lleno la cara de leche caliente. En ese momento no me atreví a probarla, pero la sentía corriendo por mi mejilla, el primer tacazo lo recibí cerca de mi ojo derecho, luego en la frente y en el cabello, tenía leche por montón en mi rostro sonriente.

Ese día termino allí, era martes, yo me limpie la cara y él recogió sus cosas, quedamos en jugar al otro día pero él tendría que anotar goles en mi agujero, antes de salir Jimmy me agarró de nuevo el culo y suavemente metió su mano en mi short, apretó mi nalga y uno de sus dedos hizo camino hasta mi húmedo culito, creí que me iba a desarmar en ese momento, me introdujo su dedo bruscamente y yo arrugue un poco la cara pero con placer lo dejé hacerlo, quería que me cogiera allí mismo, su verga que seguía algo hinchada y aunque exprimida, estaba dispuesta.

- Cógeme ahora papi anda métemelo aquí mismo, ¿rapidito sí?

- No puedo, ¡me voy!

El escalofrío me recorrió de nuevo y él aparto su mano, no quiso darme más, ¡quizás estaba arrepentido!

No vino al siguiente día, yo lo observe desde mi ventana los días siguientes, y cuando pasaba hacia algún gesto obsceno para que yo lo viera. No pasaba un día en que no me masturbara pensando en su pene y trataba de imaginarme el sabor de su leche, me prometí que la próxima vez me la tragaría toda.

El martes de la semana siguiente no tuve clases así que ese día me quedé en casa, le envié un mensaje al móvil.

-Mi hermano no estará en todo el día, y mamá llega en la noche, te espero.

Aproveche ese momento libre para ordenar la casa y limpiar un poco, no paso mucho hasta que el timbre sonó. Su imagen vino a mi mente y el rubor me recorrió por la espalda. Abrí la puerta y al verlo allí de pie lo primero que hice fue tomarlo por el short que cargaba y jalarlo hacia adentro. Él cerró la puerta y me tomo en sus brazos, me dio la vuelta, sus manos fuertes brincaron apretando mis nalgas y corriendo al sofá. Me bajé los pantalones y me puse en cuatro para enseñarle mi hermoso trasero.

-Pero que culito tan bonito tienes allí. Ahora si no te me vas a escapar, entonces ¿estaremos solos todo el día?

-Sí, mi hermano salió de viaje y mamá llega tarde. Sabía que vendrías, ya tengo mi culo listo para ti así que ven acá y dame guevo rico.

-¡Genial!!!

Bajé sus shorts y lo senté en el sofá, allí estaba ese rico olor y su verga bien parada. Volví a mamarlo, pero esta vez con más suavidad, no quería hacerlo acabar tan rápido. Chupe como si fuese un helado, un poco de mis labios un poco de mi lengua. Un poco de saliva para masturbarlo. Cuando ya estábamos bien calientes me subí sobre él y me puse en cuclillas, masajeaba su miembro con la piel de mi muy excitado ano. La saliva hizo su trabajo de lubricación y dejaba que me recorrieran las cosquillas desde mi agujero y por toda mi espalda me movía con más ritmo y sentía como su envergadura paseaba por la raja de mis nalgas, era absolutamente exquisito, su guevo se movía a mi ritmo y prácticamente acariciaba todo su tronco con mi ano. Ya decidido le dije:

-Ahora si me vas a coger, te voy a sacar la leche con mi culito calentón.

-Dale putica que este palo te espera. Dale, vente para acá.

Poco a poco fui metiéndome su guevo, sentí dolor cuando entro la punta, pero de inmediato descubrí que era cuestión de relajar el ano. Y al dejar de apretar, su palo se deslizó. ¡Uf! fue la mejor sensación que había experimentado, nada más sentir que resbalaba dentro de mí, como su guevo se abría paso en mi interior, imaginaba que era más grande de lo que había pensado pero es que mi ano era virgen y él se estaba llevando mi virginidad con su cosota. Cuando ya lo tenía bien encajado me moví de arriba abajo para que entrara y saliera en todo su recorrido y con cada penetración sentí que me partía en dos. Luego los movimientos variaban, circulares, adelante y atrás, arriba y abajo en todas direcciones las cosquillas me recorrían, yo probaba con movimientos variados hasta que encontraba el adecuado.

Cambiamos, yo me puse en cuatro sobre el brazo del sofá.

- Que nalgas tan ricas, ¡así te quería tener como una perrita! ábrete esas nalgas que ahora me toca a mí.

Se agacho y empezó a chuparme el culo, escupía y pasaba sus dedos por mi ano, me penetro con uno, dos y hasta tres dedos.

- Ya mi culito está listo, ¡méteme el guevo que lo quiero ya!

- No aún no, quiero sadiquearte un poco, ya te voy a coger perra, no seas golosa…

Me manoseaba, metía sus dedos, su lengua, me estaba ultrajando y yo lo gozaba, hasta que por fin mi deportista comenzó a embestirme como una bestia, me penetró de un solo golpe, se puso frenético y mientas apretaba mis nalgas y decía obscenidades de mi culo, me daba durísimo. Me hizo temblar de placer, con cada metida movíamos todo el sofá hasta que terminó contra la pared. Sentí una sensación alucinante el pecado era delicioso y estaba dispuesto a ir al infierno solo por probarlo, el placer fue eterno sentí que me destruiría el culo en cualquier momento y apenas podía tocar mi pene y masturbarme, pero las cosquillas en mi culo hacían que me perdiera, cuando mi hombre empezó a respirar más fuerte y en un instante entendí que ya estaba por acabar, con gemidos le dije:

- No me lo saques!, quiero que acabes adentro, que llenes mi culo de leche.

- Está bien… putica ya casi… ufff que culazo tienes!… voy, voy a acabar, ahí viene…. Ufff, ahggggg

Me inundo por dentro y fue de lo mejor. Sentí que se abría ante mí un nuevo universo de sensaciones. Echar polvos con una chica era súper, pero esto no tenía comparación, él bombeaba dentro de mí, su miembro durísimo palpitaba con cada chorro de semen, yo sabía cómo era eso, mi guevo también estaba duro y casi acabo, pero Jimmy me ganó y no tuve tiempo de manchar el sofá, sin embargo yo temblaba, él se limpió con papel higiénico. Yo me quede con mi culo lleno. Nos vestimos y él se marchó. Luego entre al baño, sentí como salía de mi culo y escurría por mi pierna su leche, me bañe y en la ducha me masturbe, tenía el culo sensible, aún tenía la conmoción de su penetración, mi culo palpitaba como si aún me estuviera cogiendo.

En los días siguientes mi vecino regresó. Y después de quedarnos solos en casa, cogíamos como locos en mi cama, en la sala, en cama de mi mamá, y en el baño, me cogió en el suelo, en la ducha, me cogió en todas las formas posibles, mientras nos bañamos yo mamaba su guevo y se lo dejaba bien limpio, y cada vez que lo hacía acabar con mi boca no lo dejaba escapar. Siempre me tragaba su leche divina, salada, acida, pero muy muy caliente, me volví adicto a su leche, me convertí su perra privada, aprendí a preparar mi culito para sus visitas en las tardes y cuando él estaba solo en su casa, yo me metía en su cama y él me mandaba para la mía con el culo lleno. Por mucho tiempo nos cogimos, incluso él quiso probar también de mi guevo y yo no se lo negué, las mamadas en 69 eran supremas y también estrené su ano, aunque yo prefería ser el penetrado. Todo fue rico hasta que crecimos y cada quien tomo caminos distintos.

Sin embargo el contacto no se ha perdido, y las ganas tampoco… Quizás luego les cuente otra historia.

(9,08)