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Placer de veterano

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Esta historia es de algo que ocurrió hace tiempo, pero recordé la experiencia y ahora la comparto.

Era casi medio día. Mi madre estaba en su trabajo y yo estaba libre así que decidí quedarme en casa haciéndome algunos tratamientos para la piel y depilando mi zona intima, soy un chico gay y en ese momento tenía 20 años, alto, delgado, mi rostro tiene una expresión afeminada pero mi actitud es muy varonil, mi piel es muy blanca y mis nalgas redondas y paraditas que aún hoy día dan gusto. Me encanta mi cuerpo y sobre todo me encanta cuando algún tipo guapo me acaricia y se da gusto al tomarme.

Ese día justo cuando salía del baño sonó el timbre. Me quite la toalla de la cabeza pues parecía la propia doña. Corrí rápido al balcón para ver quién era. Se trataba de un amigo de mi madre. Un señor de 58 años que nos visitaba de vez en cuando. Sin embargo, rara vez venia entre semana. Le hice señas desde arriba y aún envuelto en la toalla bajé a abrirle. Su nombre es Antonio muy amigo de la familia así que le invite a pasar, cerró la puerta detrás de él. Yo subí la escalera y el me siguió.

El momento bochornoso ocurrió mientras subía la escalera, mi toalla se aflojo y se me cayó mientras él desde atrás se quedó paralizado observando mis nalgas peladas, como pude me agache y él trato de ayudarme sin decir una palabra, me tape de nuevo y terminamos de subir. Me disculpe por la escena y el simplemente me dijo: 

-¡Tranquilo mi niño, no pasa nada!

Puso su mano en mi hombro desnudo y me dio un ligero apretón. Hasta ese momento no había notado que sus manos eran gruesas y ásperas, Antonio era albañil imagino que años de trabajo crearon esas manos masculinas y toscas.

Él se sentó en el comedor, mientras yo me fui a mi habitación a vestirme. Decidí colocarme solo un short y una camiseta. Al salir fui a hablar con Antonio y preguntar el porqué de la visita:

-Hace rato no lo venía Sr. Antonio. Mi mamá está en su trabajo y llega muy tarde.

-¡Caramba! Mi niño yo sabía que tu mamá trabajaba hoy, pero creí que iba a dejarme algo contigo, quería pedirle una plática prestada porque tengo una deuda que pagar mañana y ella me dijo que me podía ayudar.

-Bueno entonces la voy a llamar para preguntar.

Mi madre atendió el celular y después de escucharme, me dijo dónde podía encontrar un dinero que ella había guardado para Antonio.

-Sr. Antonio aquí tiene, mi mamá dice que la llame a este número porque perdió el otro teléfono.

Antonio agradecido recibió el dinero, pero al tomarlo me agarro con sus dos manos y me acaricio el brazo.

- Que grandote estás muchachito, y estas bien bonito.

Ruborizado y algo sorprendido le dije: - Gracias Sr. Antonio.

Trate de soltarme, pero él me agarro con fuerza.

- ¿Por qué no me preparas un cafecito mijo?

- Claro que sí, ya se lo traigo.

Me soltó, pero apenas me aleje un poco sentí cuando con su mano ruda y fuerte me agarro el culo, me di vuelta con mi expresión de asombro y el sonriente bajo la mirada.

- ¿Que paso Sr. Antonio, se le antojó algo más que un café?

- Bueno mi niño, es que hace rato vi que tienes unas buenas nalgas y no pude evitar tocarlas porque se ven muy gorditas.

- Ay Sr. Antonio que, pasado y abusador, ¿y usted tiene con qué responder? Mire que yo lo puedo dejar temblando usted se ve mayor para la gracia.

- Ah pues, ¡mírenme al muchachito me salió sinvergüenza!!! Tan seriecito que se ve. Bueno vaya hágame el cafecito y ahora vemos si respondo o no, pero ven acá para tocar bien ese par de nalgas, están bien gorditas.

Con una nalgada me mando a que hiciera el café. ¡Qué loca situación!, ¿qué rayos le dije a ese señor?, fui rápido a la cocina y mientras hervía el agua mil imágenes pasaron por mi mente. Estaba a punto de coger con un viejo, que de paso pudo ser hasta marido de mi madre, pudiera ser mi papá. Pero bastantes ganas que me despertó el viejo sucio ese, y bueno nunca me había comido una verga mayor de 30 años. Así que al volver con el café Antonio me miraba sonriente. Él se acomodó en la silla y yo me senté en una de sus piernas.

-Bueno Sr. Antonio entonces como es eso que me va a coger y me va a dar lo mío?

-Yo no dije eso mijo.

-Ah bueno entonces ¿ya se me va a echar para atrás? ¿Usted cree que esa manoseada que me acaba de dar es gratis? Estas nalgas no son para tocar nada más, a este culito le gusta la carne, entonces dígame ¿me va a dar verga o me dejara con las ganas?

-Bueno mi niño a mi edad no puedo dejar pasar estas oportunidades, y hace varios años que no tengo mujer, así que vamos a meterle, pero me hace falta una ayudadita.

Metió la mano a su bolsillo y saco una cajita plástica, adentro había unas pastillas. Se metió una a la boca y luego bebió café. Imagino que algún tipo de viagra.

Me levante y me lo lleve para mi habitación. Solté su correa y bajé sus pantalones, luego sus interiores y lo senté en el borde de mi cama. Me quede de pie y le di la espalda, lo deje a sus anchas.

- Bien Sr. Antonio. Agarre lo que guste.

Sin más el viejo hundió su rostro en mi culo aún sin bajar mis shorts, luego con calma fue quitándome la prenda mientras besaba mis recién bañadas nalgas. Me sobaba como si fuera un objeto preciado, quizás recordaba las nalgas de su última mujer, o el culo de aquella noviecita de la juventud. Estuvo un buen rato sobándome y creo que sin saber que más hacer.

- Sr. Antonio, mójese los dedos con saliva y acarícieme el ano

- Muchachito esto está bien sabroso, y tiene el culito calientico.

Ese hombre me agarro el ano, lo acaricio, me metió sus dedos, luego se hundió en mis cavidades y me paso la lengua por toda esa zona deliciosamente y con unas ganas brutales, a medida que me exploraba aumentaba su fuerza, parecía de nuevo el rudo albañil que, con firmeza hacia su trabajo, yo me incline hacia adelante y deje toda la inmensidad de mi trasero a su merced, luego de chuparme el culo un buen rato me tomo por la cadera y me tumbo en la cama, brutal, tosco, dominante. Otra vez volvió al trabajo con su boca sobre mí ya ardiente culo. Yo me movía al ritmo de sus lengüetazos y me preguntaba si ya la pastilla había hecho efecto sobre su virilidad. Gemí contra mi almohada, ningún amante joven me había devorado el culo con tal avidez. No tarde en averiguar lo de su miembro, ya el viejo me susurraba al oído que estaba bien parado. Estiré mi mano hacia su entrepierna y sentí un miembro duro, y unas bolas cálidas y peludas. Él ya algo cansado se acostó boca arriba.

Yo me dispuse sobre él y lo sorprendí con una mamada magistral, su pene no era tan grande, pero tenía buen tamaño, mientras el resoplaba de placer, yo me convertí en toda una perra lamiendo y chupando su lindo y veterano falo. Luego cambie mi posición y sin sacármelo de la boca me gire para que mis nalgas quedaran cerca de sus manos, me encantaban esas manotas rudas. El viejo me tomo de nuevo y de una empezó a clavarme con sus dedos, mi culito suave percibía todas las rugosidades y asperezas de sus dedos, sentía que me estaba meriendo un dildo con texturizado, sus manos arañaban mi piel suave, dejando marcas leves en mis nalgas "gorditas".

- Que rico guevo tiene Sr. Antonio, se lo tenía bien escondido, ¡maluco!

- Ay mi niño usted no se queda atrás con esas nalgas sabrosas, ¡que vaina más buena!!!

- Bueno, pero ahora si se puso bien duro, vamos a ver si me aguanta el paso. Mire que yo me lo como completo.

Me levanté y rápido me senté sobre Antonio mirándolo de frente, y sin perder tiempo engullí toda su verga con mi culo lubricado por su saliva. Él se sentó, abrió los ojos y emocionado resoplo sobre mi rostro. El olor a café aún estaba en su aliento. Y la pastillita había hecho su trabajo a la perfección. Me moví sobre él y lo cabalgué. Cuando ya no pudo estar más sentado se acostó aún boca arriba, mientras yo le decía que era mi caballo y que me estaba cogiendo demasiado rico. Que tenía la verga bien grande y dura, eso lo excitaba aún más. Luego sin sacarme su guevo del culo me giré y le di la espalda.

-Imagine que soy su mujer Sr. Antonio… mira mis nalgas ricas y mira como me penetra tu guevo duro, que rico me coges Antonio sigue así papi, métemela toda completa. Cógeme duro que soy tu mujercita caliente y tengo ganas de mucha verga.

- Si bien rico que tiene ese culo mi niño.

- No me digas mi niño, ¡dime putica!

- Ok sigue así putica que ya voy a acabar. Sigue así putica, muévete bien rico puta que ese culo esta para darle bien sabroso. ¡Que culazo tan bueno!! No había cogido tan rico desde hace mucho. 

- Ay Antonio ese guevo está demasiado rico, quiero que me des buena leche papi. Lléname de leche. Anda acaba rico aquí adentro.

Efectivamente, ese hombre viejo y tosco que vino por un dinero y salió con premio mayor, me estaba dando mucho placer, y el morbo de saber que me estaba cogiendo un viejo amigo de mi madre me hacía sentir más perra, más pecaminosa. Mi culo pedía y él me lo estaba dando, acabo con fuerza dentro de mí, parecía que todos esos años acumulando ganas salieron disparados en mi interior, me lo echo todo adentro su jugo caliente se sentía muy bien en mí, él temblaba bajo mi peso y con cada reventón soltaba un "ay que rico" que me hacía sentir sublime. Yo lo seguía exprimiendo mientras el resoplaba y decía que estaba buenísimo. Sentí espasmos en mi espalda y mientras él me agarraba ya con poca fuerza las nalgas yo me masturbaba para también acabar en un chorro que salto hasta la cabecera de mi cama. La corriente subía por mi espalda y mi esfínter se contrajo apretando y exprimiendo más ese miembro ya flácido, el hombre se quejó un poco, pero le gusto el apretón, que termino de sacar las gotas de leche que me debía. Fue el pago que exigí. Quedarme con toda su leche en mi culo sediento. Yo le di café y el me dio lechita tibia, por donde más me gustaba.

Cuando ya se marchaba lo acompañe hasta la puerta.

- Vuelva pronto Sr. Antonio y no olvide su pastillita. Venga temprano que aquí lo espera su cafecito.

(9,05)