Nuevos relatos publicados: 16

La mamá de Emilio

  • 8
  • 31.004
  • 9,37 (79 Val.)
  • 1

Al terminar la escuela iniciaron las vacaciones de verano. La señora Sandra se había ido a visitar a su hermana que vive fuera de la ciudad y tardaría en regresar. Al tener mucho tiempo libre empecé a hacer ejercicios en un parque cerca de mi casa, todas las mañanas acudía o correr ahí, dando unas cuantas vueltas al parque. Al mismo parque acudía un grupo de señoras con la intención de hacer ejercicio, algunas de ellas traían a sus hijos y para tenerlos quietos y no las molestaran les daban un balón para que se fueran a jugar futbol.

Al ver a todas esas señoras juntas aproveche para mirarlas mientras hacían ejercicio, a todas las examine de arriba abajo. Una me llamo especialmente la atención, ella era blanca, 1.68 de estatura, su cabello era castaño, su cuerpo era de complexión media, pero torneado por el ejercicio, piernas gruesas, senos medianos firmes, una cintura pequeña y un buen par de nalgas paraditas. (Les dejare unas fotos). Ella se llamaba Ingrid y desde entonces busqué la manera de aproximarme y hablar con ella, la oportunidad se dio cuando uno de los niños voló el balón quedando atrapado en lo alto de un árbol, trataron de bajarlo, pero no pudieron, era mi oportunidad para acercarme a esa señora y me ofrecí a ayudarlos. Subí al árbol con facilidad, tome el balón sin problemas y se los regrese. Estando en el suelo, ella se acercó a mí y me dio las gracias, se me quedo viendo de manera muy pensativa como tratando de recordar algo y me pregunto si era amigo de su hijo Emilio, a lo que conteste que sí.

Emilio era un chico muy introvertido y callado, tenía muy pocos amigos si no es que ninguno. Él y yo teníamos el mismo hobby de los videojuegos, nos hablamos muy poco y de vez en cuando acudía a su casa para intercambiar juegos, todas las veces que fui a su casa nunca conocí a su madre y me arrepiento de no haberlo hecho antes. Elaboré un plan para estar más cerca de Ingrid, empecé a frecuentar más a Emilio y hacerme su amigo.

No paso mucho tiempo para que me invitara a su casa a jugar videojuegos, en pocos días ya era común que nos reuníamos a diario y pasaba todo el día con él, lo mejor era que podía deleitarme la vista con su madre Ingrid, poco a poco fui tomando confianza con ella, la empecé a saludar de beso y a conversar con ella todas las mañanas en el parque al hacer ejercicio.

Un día en especial estábamos jugando Play 4 en la habitación de Emilio, cuando su madre interrumpe en la habitación, ella siempre estaba muy bien vestida y como siempre era un deleite verla, traía un vestido entallado largo color blanco, el vestido no tenía escote y le llegaba hasta las rodillas, pero se veía espectacular, el vestido resaltaba sus curvas

-¿Los interrumpo chicos? –pregunto tocando la puerta

-No, adelante señora

Entra a la habitación y empieza a sermonear a Emilio sobre lo sucio y tirado que estaba su cuarto. Yo dejé de prestar atención al juego y me puse a observarla limpiando, me gustaba como meneaba el culo al caminar. Había una camiseta tirada cerca de mí y ella se agacho a recogerla justo en frente de mi cara regalándome una fabulosa vista de sus nalgas

Fue solo por unos segundos pero mi verga se puso muy dura, no podía esconderla en mi pantalón, al salir ella del cuarto espere unos 5 minutos cuando le dije a Emilio que iba al baño en donde tenía la intención de masturbarme para calmarme un poco, anteriormente ya me había hecho una que otra paja en honor de ese par de nalgas, pero ese día eran tanta mi calentura que abrí la puerta del baño sin tocar, y me lleve una gran sorpresa al encontrarme a Íngrid solo en braguitas blancas dejándome ver sus tetas totalmente desnudas

-¡Perdón!

Ella de inmediato se tapó sus tetas con sus manos, yo cerré la puerta y me fui a mi casa, todo el camino de regreso a mi casa estaba con la verga muy dura, no apartaba de mi mente la imagen de Íngrid desnuda, como la señora Sandra a un no regresaba, me tuve que masturbar para tranquilizarme esa noche y no pude dormir nada por pensar en ella.

Decidí no ir a correr al parque, aunque me había encantado verle las tetas a Íngrid, no sabía cómo ella iba a reaccionar, si estaba enojada o me regañaría, después de pensarlo un rato me arme de valor y fui a casa de Emilio, toque la puerta, y salió Ingrid me abrió y me invito a pasar a su casa y note que Emilio no estaba.

-¿Donde esta Emilio?

-Salió con su padre a hacer uno encargos –respondió Íngrid invitándome a sentarme en el sillón –Ven espéralo aquí conmigo.

Yo simplemente la obedecí y me senté en el sillón, estaba muy excitado por estar solo con ella, empezamos a hablar sobre la universidad y otras cosas cotidianas, se levantó para ofrecerme una soda y no perdí la oportunidad de verle sus nalgas una vez más, ella noto mi mirada, pero solo me sonrió sin molestarle, me dio la sola y se volvió sentar preguntándome. 

- ¿Dime que me viste cuando entraste al baño? –dijo ella con una sonrisa pícara.

Me sorprendió su pregunta, pero quería ver a donde nos llevaba la situación.

- Vi sus senos.

-¿te gustaron? –pregunto interesada por mi respuesta.

-Sí, son muy bonitos – respondí teniendo más confianza. 

-¿Y qué tal mi culo? Note como me mirabas.

-¡Espectacular!

Ella se sonrojaba, pero no paraba de hacer preguntas, mi verga empezó a despertar poco a poco hasta tener una erección que no pasó desapercibida por Íngrid.

-¿te has masturbado pensando en mi verdad?

-Sí, muchas veces.

-Demuéstramelo –exigió ella.

Me levante del sillón colocándome en frente de ella, desabroche el botón de mi pantalón y me los baje junto con mis bóxers, ya la tenía bien parada cuando empecé a pajearme delante de ella lentamente, Íngrid no apartaba su mirada de mi verga.

-Necesito un poco de inspiración –comente sin dejar de pajearme.

Ella traía un vestido anaranjado con un cinturón negro, al escuchar mi petición desabrocho los botones de su vestido dejando nuevamente sus tetas a mi vista, empezó a acariciarme las bolas con cariño, mientras se frotaba sus pechos con su mano sin dejar de examinar mi pene con su vista.

Deslizo su mano hasta tocar mi verga empezando a masturbarme suave, bajando y subiendo su mano derecha lentamente, mientras que con la izquierda siguió frotándose y pellizcándose los pezones. Cerré mis ojos dejándome llevar por el tacto suave de su mano, ella era una experta dando pajas.

Tenía un toco muy delicado pero fuerte, me apretaba todo el falo de mi verga sin llegar a lastimarme jugando con mi pene, lentamente fue acercando sus labios y le dio un beso en la punta dejando un hilito de líquido que se estiro entre sus labios y mi cabeza de mi pene.

Paso su lengua por sus labios saboreando el líquido que emitía mi verga, abrió su boca y se introdujo en su boca, con su lengua empezó a recorrer el contorno de mi verga, después de un rato ella se lo saco de la boca dirigiéndolo hacia arriba con su mano para después lamerme las bolas, subiendo y bajando por todo mi miembro, lo lamia con desesperación.

Repitió esta acción varias veces, lo estaba disfrutando mucho y la expresión de ella parecía una loca quería comerse toda mi verga por completo, empecé a eyacular soltando pequeños chorros de leche que mancharon su cabello, sus mejillas, su nariz y sus labios, de nuevo Ingrid se la mete en la boca alcanzado a recibir un último chorro en su boca y termino limpiando todo con su lengua saboreándolo como si de un manjar se tratara.

Todavía lo tenía parado, así que la voltea dejándola de perrito en el sillón de la sala, ella se acomodó dejando sus nalgas paradas delante de mí.

-Dame toda tu lechecita, quiero secar tus bolas –dijo meneando sus nalgas.

Le levante el vestido dejando ver unas braguitas negras todas mojadas. Se las quite y las lleve a mi cara oliéndolas, la imagen de Ingrid empinada y sus carnosas nalgas que no resistí en nalgar un par de veces me pusieron muy duro, la sujete de sus caderas y justo cuando voy a dar mi primera embestida somos interrumpidos por el ruido de un auto que se está estacionando.

-¡Mi marido! –grito asustada.

Rápidamente Ingrid se levantó y se dirigió al baño para limpiarse la cara del semen, yo a duras penas pude volver a guardar mi verga en mi pantalón y, me quedé en el sillón como si nada estuviera pasando.

Entran Emilio y su padre a los cuales saludo sentado para disimilar mi erección, en eso sale Íngrid del baño con la cara limpia y arreglada saludando de beso a su marido e hijo sonriendo, con una mirada de cómplice me señala que esconda sus bragas que dejo en el sillón, las cuales guarde en la bolsa de mi pantalón.

 

Continuará…

(9,37)