Nuevos relatos publicados: 13

53.5 Sueños y final

  • 20
  • 10.734
  • 9,32 (37 Val.)
  • 2

{Había terminado el día y esperaba la llegada de Gonzalo mientras recogía mi mesa, mi móvil vibró y pensé que había llegado a recepción y me estaba esperando.

-Daniel, ¿puedes esperarme en el apartamento?   -ciertamente me sorprendió, seguramente se retrasaría por alguna cuestión de trabajo de última hora. Le dije que iba para allí en unos minutos y le esperaría como me había pedido.

Era un viernes de cualquier semana, pero hacía frío y me envolví en mi abrigo para protegerme del  crudo viento que soplaba. Con el cuerpo caliente no me importaba recibir en la cara las frías ráfagas que soplaban en distintas direcciones, como si el viento se hubiera vuelto loco o jugara con los pocos caminantes de la calle.

Cuando llegué al apartamento pedí al chico del mostrador la llave del que usaba Gonzalo y le entregue mi tarjeta de autorización, una sonrisa dio paso a la seriedad que antes expresaba su cara.

-Está ocupado, han retirado una llave y no puedo entregarle la otra sin autorización, ¿quiere que llame al ocupante para que me autorice?  -prefería subir y llamar a la puerta, no quería encontrar alguna sorpresa que no debiera.

Pulsé el timbre y no lo escuche desde el pasillo, Gonzalo tardaba en abrirme la puerta y golpeé con los nudillos por si lo que yo creía que era un timbre sirviera para otro uso.

Iba a volver a llamar, desde luego el dibujo grabado en él pulsador aseguraba que lo  era, se abrió la puerta y efectivamente ahora se escuchaba un timbre de carrillón musical. Me quedé estático en el umbral, no era Gonzalo el que me había abierto, sonriente y con los brazos abiertos estaba Nicolás en camisa, después del instante de sorpresa traspasé el vano de la puerta para echarme en sus brazos.

-¡Nico!  -fue mi grito de emoción al colgarme de su cuello.

-¡Daniel, mi amor!  -me elevó cogiéndome de la cintura y me dio  vueltas en el aire riendo como muchas veces hacía.

Escondí mi cara en su cuello y me impregne de nuestra colonia, seguíamos utilizando la misma. Besé su cuello y en mi inmensa alegría no sabía si reír o llorar.

-Nico, ¡qué sorpresa!  -cerró la puerta con su pie y seguía manteniéndome en el aire en un abrazo muy estrecho.

-¡Dios mío pienso tanto en ti!, te recuerdo de tal manera.  –eché mi cabeza hacia atrás para poderle mirar, no pude hacerlo durante mucho tiempo, sus labios buscaron los míos para besarlos y beberlos como si estuviera sediento.

Me depositó en el suelo y me quito el bolso del hombro, cogió mis manos y me miraba embobado para acto seguido volver a abrazarme.

-Has cambiado, estás más guapo que nunca mi amor.  -pasó un brazo por  debajo de mis rodillas y me elevó en sus brazos, para sostenerme me abracé a su cuello, me llevó hasta uno de los sofás y caímos sobre él, tenía su cuerpo sobre el mío aplastándome.

No dejaba de besarme y yo le correspondía, como en aquellos tiempos en que éramos amantes. Enredé mis piernas en las suyas y me di cuenta de que estaba con mis zapatos y abrigo puestos.

-Deja que me quite el abrigo.    –me soltó momentáneamente y me quité los zapatos, el abrigo y la chaqueta, no había terminado y ya me tenía abrazado de nuevo besando mi cara, me quité la corbata como pude, estaba comenzando a sudar por el calor que su cuerpo me prestaba.

No se me ocurrió preguntarle el motivo de que se encontrara allí, no lo pensé y si lo hice me pareció natural.

-Amor tenía unas ganas locas de volver a verte, te amo tanto y no puedo olvidarte, te necesito Daniel.  –había soltado algunos botones de mi camisa y sus labios se prendieron en mis tetitas.

-Estás rico, sabes a canela como siempre.  –comencé a emitir suspiros de gusto, su boca hacía milagros placenteros en mis pechos.

-Te quiero Nicolás, te quiero tanto.  –respondía a los estímulos que me transmitía con sus actos, con su olor, con mi deseo de él, como una hembra en celo respondería a su necesidad de ser cubierta por el macho que la preñaría.

-Te necesito mi amor, deseo tanto estar en tu interior, follarte mi vida.  –se frotaba contra mi cuerpo buscando donde colocar su verga que había crecido, y notaba a través de las telas de nuestros pantalones inmensa.

-Nico, sí, te quiero tanto, yo también quiero ser tuyo pero…, Gonzalo, le amo. –cerré los ojos e intenté traer su amado rostro a mi mente, como mi último refugio antes de caer en mi loco y desesperado deseo de ser poseído por Nico.

-No puedo hacerlo cariño mío y lo quiero de verdad.  –me abrazó y beso mi boca luego se separó y cuando pensaba que todo había acabado, sentí una tercera mano acariciando con suavidad uno de mis pezones, pasaba la yema de su dedo por él.

Abrí los ojos y encontré a Gonzalo arrodillado al lado del sofá, me sonreía con dulzura, cierto color teñía su frente y sus labios aparecían más rojos enmarcados por su barba.

-Tranquilo, no pasa nada, relájate y haz lo que deseas.  –llevó su mano a mi cara para apartar mi pelo de la frente y cogió mi mano para besarla, sus labios quemaban mi piel.  Nicolás continuaba encima de mí mirándome muy tierno, Gonzalo me daba permiso para que me dejara follar por Nico, es más, parecía que lo deseaba.

Nico se inclino hasta dejar a milímetros su boca sobre la mía, y perdí la razón elevando mi cabeza para besar sus labios autorizando con ese acto lo que pretendían los dos.

Cubrió mi rostro de voraces  y húmedos besos queriendo ablandar mi piel para llevársela con sus labios y yo estaba allí, disfrutando de la presión de su verga sobre la mía, de su aliento abrasador soplando en mi rostro y Gonzalo mirándolo todo, solo intervenía para besar mi mano hasta que la llevó dejándola sobre la espalda de Nico.

Quería que yo tomara algo de iniciativa y comencé a acariciarle por encima de la tela, luego metí mis manos entre nuestros cuerpos y fui soltando sus botones, Gonzalo se puso de pie y retiro la camisa de Nico, apareció ante mí el frondoso vello que cubría su pecho, pasé mis manos por él amasando sus pectorales.

Estuvimos así un buen rato hasta que ayudándonos unos a otros llegamos a quedar desnudos, entonces Nico se puso de pie al lado de Gonzalo, se inclinó y me cogió en sus brazos para llevarme al dormitorio.

Después de depositarme con cuidado sobre la cama se tendió a mi costado para continuar besándome, Gonzalo nos miraba y luego se tendió a mi otro costado y comenzó a acariciarme también. Resultaba impresionante sentirse acariciado y besado por los dos hombres, mis hombres, que más me conocían, uno amado hasta la extenuación y el otro querido entrañablemente y admirado.

Dos hombre de verdad y auténticos, uno solo podía volverme loco pero los dos  a la vez eran inenarrables las sensaciones sentidas, las dos bocas besaban mis pechos, mis labios, tenía dos gigantescas vergas cada una a mi costado transmitiéndome su calor y su fuerza y me dejaba hacer, amar por esos dos machos que tenía para mí solo.

Busqué con mis manos sus pollas a ciegas, las dos estaban calientes, y excitadas al máximo, descapullé ambas y las tocaba acariciando, masturbándolas muy despacio, todo lo hacía muy lento a diferencia de ellos que se excitaban disputándose mi cuerpo y donde uno mordía el otro quería hincar sus dientes o poner sus labios.

Me coloqué de rodillas y tiré de ellos para se pusieran de la misma forma, quería participar del festín de sus cuerpos macizos y poderosos, uno cubierto de pelo y el otro con menos, los dos impresionantes, magníficos, bellos, muy machotes y que me amaban con locura. Abracé sus cinturas y tuvieron que abrazarse entre ellos para guardar el equilibrio, no les notaba muy interesados el uno por el otro y yo forzaba la situación para que ellos se tocaran también y sintieran sus pieles unidas.

Tanía la boca de cada uno en las comisuras de la mía y me fui retirando para que ellos pudieran unir sus labios, hubo cierta oposición o resistencia, al final Nico la juntó con fuerza y Gonzalo le correspondió, más tímido pero ya se estaban sintiendo y apretamos más el círculo con nuestros brazos pasados por nuestras cinturas.

Nico rompió el abrazo y me dirigió para ponerme inclinado con el culo orientado hacia ellos, primero abrió mis nalgas y metió su cara entre ellas, sopló en mi ano para que los pelitos se movieran y comenzó a lamerme el culo, arrastraba su lengua desde el perineo hasta pasar de mi ano hacia arriba.

Comencé a suspirar entrecortado y Gonzalo se colocó delante de mí en cuclillas con su verga apuntado a mi cara, se fue deslizando hasta que la tuve pegando en mis labios, saqué mi lengua para limpiar el precum que le manaba abundante.

Resultaba un torbellino de placeres, la boca de Nico comiéndose con fruición mi culo, intentando meter su lengua en mi ano y yo tragando toda la verga de mi amor, ahogándome con ella en un gozo de santos que iba más allá de la razón humana.

Mi dicha era inmensa al tener a mis machos a mi lado, y ver el deleite de mi amado que no dejaba de mirar la cabeza de Nico hundida en mi culo.

Nico metía parte de su lengua en mi ano y comenzó a meterme los dedos hasta tener parte de su mano en mi interior, le llevó un tiempo pero no había prisa, yo tenía trabajo que hacer y placer que proporcionar mientras me lo daban a mí también, por el culo y por la boca.

Abrió mis piernas y se posicionó para penetrarme, Gonzalo se tumbó dejando a mi alcance su polla para que la siguiera mamando, y acerco su torso y su cara donde se realizaba el acto de mi monta por el macho invitado, quiso ser él el que dirigiera la polla de Nicolás para que me penetrara.

Nico estaba en contacto con mi espalda, cubriendo a su hembra con la pelambrera de su pecho y su vientre, respirando agitado mientras Gonzalo sostenía su polla llevándola hasta la entrada de mi culo. Nico notó cuando la punta de su verga entró en contacto con mi ano.

-Ve hacía atrás y métela despacio. –Gonzalo daba las instrucciones y yo retrocedía bajando la altura de mi culo para que la verga fuera entrando en mi, fui poco a poco haciéndolo como él quería, y mientras la polla me invadía él acariciaba con sus dedos la tirantez de mi ano y la verga de Nico que me entraba más y más hasta tener sus huevos pegados a los míos.

El estar viendo en primer plano como Nico tomaba posesión de mi cuerpo, como su verga entraba por mi ano que se abría para acogerla en su reducto dulce y cálido, le excitaba un montón, yo seguía mamando de su verga, vertía precum como si se estuviera corriendo  y llenaba mi boca, no se movía pero notaba la tirantez y consistencia que cogía su miembro ante el espectáculo que miraba.

Nico comenzó a moverse y Gonzalo no retiraba su mano siguiendo el vaivén de la verga de Nicolás entrando en mi culo, como si quisiera protegerme de que me cogiera entrando en exceso.

Sentí un orgasmo anal y tuve que suspender la mamada para apretar los dientes y soportar el placer que me embargaba, apreté mi ano inconscientemente y estrangulé la polla de mi amante follador, respiraba con dificultad y de mi boca escurría la baba junto con el precum que Gonzalo derramaba en mis labios.

Unos segundos más tarde mamaba intensamente la verga de Gonzalo y era follado con fuerza por Nico, éste tembló y quitó la mano de Gonzalo para entrar totalmente en mi recto, le sentía verterse en mi culo con fuerza, estaba disfrutando y ellos también, me sentía pleno y lleno por mis dos agujeros, poco después ayudaba a mi mamada masturbando la verga de Gonzalo hasta que se corrió queriendo meter toda su manguera en mi garganta.

Mis dos maravillosos hombres, soberbios machos, se habían corrido llenándome de su leche, no podía ser más feliz.

Descansábamos los tres disfrutando del momento, la polla de Nico no se retiraba de mi culo y continuaba tiesa como si fuera un palo y la de Gonzalo se bamboleaba brava cerca de mi boca.

Bastaron unos minutos y Gonzalo se  levantó colocándose de rodillas al lado de Nico, le separó de mi espalda y fue sacándolo de mí rompiendo el vínculo que tenía su verga con mi culo.

-No hemos terminado. –musitó para que Nico le escuchara, me pareció raro el que continuara con la verga de Nicolás en su mano meneándola para que no perdiera su fuerza y rigidez, se tendió en la cama mirando al techo, su polla brillaba y resultaba una tentación diabólica para mí.

-Ven Daniel. –me guió para que me sentara sobre su abdomen, me incliné hasta juntar nuestros pechos y llegue hasta él para besar su boca.

-Gonzalo te amo no creía que hicieras algo así.  –hubo un segundo en que me pareció que una oscura sombra nublaba el reflejo dorado de sus ojos.

-Fóllate, mete mi verga en tu culo.  –no podía negarme si él lo deseaba, en realidad yo no había eyaculado aún y estaba enardecido de verles a mis dos machos queriendo continuar follándome.

Eche mi mano hacia atrás para sujetar su polla y metérmela, había quedado con las ganas cuando me saco la verga de Nico y quería ser penetrado de nuevo, encontré que Nico la mantenía sujeta apuntando a la entrada de mi ano y solo tuve que ir dejándome caer hacia atrás para recibirla entera. A pesar de ser la entrada muy rápida se deslizo por mi ano como si hubiera aumentado su diámetro, ayudaba el semen de Nico que mantenía aún en mi recto.

Tenía mi pecho sobre el de Gonzalo y tiró de mis sobacos para que subiera, su polla salió como una mitad y mis labios besaron su barba buscando sus labios.

Presentía lo que sucedería ahora y me lo aclaró sin preámbulos.

-¿Te gustaría que estuviéramos los dos dentro de ti?  -era una interrogación y  a la vez un mandato, y lo pensé una milésima de segundo, tener sus dos pollas dentro de mi ano podía resultar terrible, no dije nada solo le besé en una entrega sublime de mi ser a mi señor.

Tenía la mitad de su polla dentro de mí, palpitando ansiosa de sentir el espacio compartido con otra verga igual a la de él, y me rendí a que pasara lo que tuviera que suceder, y mi primer temor remitió. Eran mis hombres queridos que me amaban y no querrían causarme daño alguno.

Apreté mi pecho con el suyo y con sus manos abrió la entrada de mi culo ofreciéndosela a Nico, colaboré moviéndolo dándole vueltas y eso pareció decidir a Nico que permanecía indeciso.

Se inclinó y comenzó a pasar su lengua por la unión casi soldada que hacia la entrada de mi culo con la verga de Gonzalo, lamía su pene a la vez que la entrada de mi ano, era grandioso el placer que me daba, me sentía lleno y gozoso de tener una lengua que lamía mi lastimada entrada, luego aplastaba con sus dedos la verga de Gonzalo intentando meterlos. 

¿Cómo podía dudar de su extremada delicadeza? Sentía como si fuera aquella, mi primera vez, en que me desvirgó con tanto detalle y dedicación, pensando solamente en mi placer y sin prisas. Me rendí a la evidencia, Nico nunca podría causarme daño y me entregue en estos momentos a él que era el activo, que debía entrar en mí ser, volver a desvirgarme en una doble follada.

Después de mucho trabajarme y lograr meter varios de sus dedos además de la verga de Gonzalo, se colocó a horcajadas sobre mi y sentí la punta de su pene apretando en mi entrada, me relajé y a pesar de mi disposición sentía un dolor lacerante, me queje y se retiró para volver a lamer mi estirado ano.

Cuando volvió a intentarlo entró su glande, creía que iba a reventar pero el dolor desapareció, solo notaba que algo muy gordo ocupaba la entrada de mi culo empujando hasta conseguir meterse y disputar el espacio a la polla que palpitaba deseosa en mi interior.

-Relájate pequeñín. Tu culito se hará a las dos pollas. –Gonzalo mordía mis labios para entretenerme y distraer mi cabeza de lo que sucedía a mi espalda,  en la entada de mi ano.

-¿Cómo te sientes?, me oprime la polla de Nico contra la mía, esto es la leche. Tu culito se estira para que estemos los dos en él.  –no le podía explicar, no sentía ningún dolor, solo la ocupación de mi recto con una intensa tirantez y un inmenso placer.

-Mi bello putito. ¿Te gusta que te comparta con tu amante?, ¿qué te follemos los dos a la vez?  -solo podía asentir con mi cabeza.

Nico se colocó de pie, elevé mi culo para que no perdiera el contacto y no se saliera de mí, me cabalgaba como si fuera un jinete a su yegua y Gonzalo disfrutaba del roce de su verga con la de Nico y mi ano. Comenzaron a entrar y salir a la vez, acompasados metiendo la tremenda polla que formaban las dos unidas, los pelos de  las piernas de Nico me frotaban en mis costados y a veces en mis muslos, no podía meter su verga del todo al estar ocupando su lugar la de mi amado chico,  y  se colocó detrás de mí, arrodillado a mi entrada con su pecho sobre mi espalda, en esta posición uno entraba y otro salía en una maravillosa frotación en mi culo y mi recto.

Me iba a morir de placer, de sentir a mis dos hombres gemir roncamente, buscando el placer de la hembra que compartían y llenaban en una cópula sin fin, placentera, única, hasta que comenzaron los dos a correrse metiendo con fuerza sus vergas en mi culo, compitiendo para sentir quien me llegaba más profundo y se derramaba en más cantidad, su semen salía a presión de mi recto y no dejaban de entrar y salir de mi culo.

Grité y un hondo sollozo conmovió mi ser más profundo saliéndome del alma. Mi emparedado cuerpo cubierto de sus sudores, no resistió más y eyaculé abrazando sus vergas con mi ano, y derramando mi simiente sobre el estómago, el pecho y la cara de Gonzalo. Gemía lastimeramente sintiendo en mi ser el bombeo de la gran serpiente, que no paraba de entrar y salir de mi vientre, hasta morir cuando los sentidos abandonaron mi cuerpo}

-----------------------------------

Reaccioné y abrí los ojos sorprendido, me envolvía una suave luz que entraba por las ventanas, por el resquicio de la unión de las cortinas que Wes no había terminado de cerrar del todo. Estaba en la habitación de Gonzalo en la residencia de los abuelos, todo había sido un sueño pero no, mi culo seguía lleno y oleadas de placer corrían por mi médula.

A mis espaldas sentía la respiración agitada que no podía ser de otro más que de Gonzalo, me estaba follando con profundas entradas en mi cuerpo y de repente tembló y me oprimió contra él mientras vibraba entre espasmos vaciando sus testículos en mi culo.

Notaba la humedad en mi costado, me había ido en mis sueños y las sábanas estaban mojadas, pegajosas de la leche derramada, de mi culo se escapaba su semen expulsado por las embestidas del pene que me llenaba.  Me acariciaba mientras terminaba de verter en mí su última gota de vida.

Todo había sido un sueño, un maravilloso sueño salvo lo último, su voluminosa polla que me llenaba y su torrencial corrida que rebosaba y desbordaba mi culo.

Sacó su verga de mí, o se deslizó ella sola cuando quise enfrentar su rostro para besarle con amor profundo.

-Soñabas y me llamabas en tus sueños, a mí y a Nicolás, perdóname pero me excité y me aproveché de ti.  –¡joper!,  le besé profundamente en la boca, si él supiera a que niveles de placer me había llevado en mis sueños.

-¿Con que soñabas?, tenía que ser muy hermoso por tus gritos y como te corriste.  –no podía ocultarle la verdad, ¿para qué?, sentía que mi sueño había sido una premonición, como un presagio de lo que más tarde o temprano terminaría por suceder.

Hubiera preferido que no estuviera la luz encendida  y sentí un enorme calor en mi cara al decir la absoluta verdad.

-Estaba soñando que Nico y tú me hacíais el amor a la vez, que os tenía a ambos dentro de mí en una noche de amor sin igual.  –me reía divertido sin siquiera mirarle, no era capaz de enfrentarme a su mirada, pero alegre al pensar que simplemente su polla me llenaba como en mis sueños la de los dos. 

Me reconfortó de la vergüenza de mi confesión el abrazo de amor que sentí cuando sus brazos rodearon mi espalda y me llevaron hacia él.

Vamos a ducharnos y a dormir en tu habitación, Wes recogerá mañana este desastre.       

--------------------------------------

Hoy, a diferencia de ayer, Wes fue nuestro despertador, permanecía atentó a su mirada cuando después de correr las cortinas se dirigió hacia la cama, ni se inmutó, permanecía impasible recogiendo las ropas de la cama que habían caído al suelo mientras nosotros permanecíamos desnudos, terminaría por pensar que en lugar de una persona se trataba de un mueble en movimiento o un robot humanoide programado para trabajar y nada más. Nos levantamos y pasamos a la habitación de Gonzalo a prepararnos. Danilo estaba ayudándole en esta ocasión y ya había recogido el desastre que dejamos en la cama.

Gonzalo y yo estábamos contentos y así nos mostrábamos en el comedor, a diferencia de los tres que permanecían serios en la mesa esperándonos.

Fui a darles un beso a los tres y no conseguí que sus caras reflejaran alegría, tuve que conformarme con su sonrisa, los múltiples consejos de ayer hoy no se daban y todos permanecían pensativos.

Saldríamos de Gatwick y el viaje nos llevaría una hora, nos despedimos de los abuelos y fueron fuertes al abrazar a su nieto. Habían colocado todo el equipaje en el coche que conducía Glenn y Borja nos llevaba a Wes y a nosotros.

Todos tenían algún trabajo que hacer menos yo,  llamé a mis padres para dejarles tranquilos y que supieran que todo marchaba bien

A las 11:30 nos despedíamos de Borja con un abrazo y a las 12:00 despegaba el aeroplano. Íbamos a volar el Atlántico ganando horas al sol, o acompañándolo en su camino.

Gonzalo estaba ayudando en el despegue y Wes e Ilan el sobrecargo permanecían a mi lado. Cuando el vuelo se estabilizó pasé al departamento privado y abrí mi portátil para narrar estos últimos momentos y dar por terminada la historia.

Nos quedaba mucho tiempo de nuestra vida para vivir y las aventuras que vendrían serían seguramente emocionantes y sorpresivas algunas, pero en algún momento hay que parar y dejar que nos envuelva el misterio.

Fin

Nota: Esta historia comenzó el día 13 de Junio del 2014, un viernes, y finaliza un año y un día más tarde, 53 semanas contenidas en estas páginas que seguramente habrán aburrido a veces, pero quería que se vivieran los detalles, hasta los más nimios y que he considerado interesantes, y no basarla en los grandes y sobresalientes pasajes. Gracias. Adiós.

(9,32)