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Buenos recuerdos

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Te veo, mujer alta, delgada cual 'top model', negra, cabello negro y crespo, de piel tersa, carnosos labios de color rojo, senos pequeños y turgentes con pezones que me saben a chocolate, piernas largas y glúteos firmes, me llenas de deseo y ante esto no tengo otra opción que dejarme llevar por mis instintos y dar rienda suelta a lo que quiero hacer. En este momento sientes como tomo tus mejillas entre mis manos, me acerco lentamente a tu rostro, te miro fijamente y acaricio tus labios con los míos, siento tu saliva, la saboreo; ahora mordisqueo un poco sin intensidad, pero con pasión, me retiro, te miro nuevamente a los ojos y luego nos damos un beso como para comernos el uno al otro.

Ese beso apasionado se transforma en caricias, me despego de ti, y te doy tantos besos en las mejillas, como si fueras la copa del campeonato mundial de fútbol; beso detrás de tu oreja, hasta la base del cuello, tomo tu mano y siento tus dedos apretando los míos. Después, mis labios bajan en medio de tus pechos sin tocarlos, solo los rodeo con mi lengua, doy varias vueltas, reclinada sobre el sofá disfrutas las sensaciones, las potencializas en tu mente, mientras yo bajo con un camino de besos hasta tu ombligo, donde me poso.

Al instante mis labios siguen bajando y llegan hasta el límite que marca tu panty en la pelvis, como frontera, mis labios se dedican a recorrer esa frontera, en este momento no es un accesorio que estorbe, solo aumenta el deseo y la pasión por el preciado regalo que esconde bajo sus dominios…no es necesario retirarlo, mi lengua se encarga de pasar debajo de él hasta encontrar tu ser húmedo y tibio, aprietas mi cuero cabelludo…la punta de mi lengua juguetea contigo, es un juego rítmico en el que tu respondes con tu pelvis, movimientos suaves al frente, deseando que mi lengua se quede allí y se fusione contigo, el apretón de cuero cabelludo es más fuerte, el ritmo aumenta, tus jugos me embriagan y la explosión no se hace esperar.

Después de recuperar el aliento te levantas con autoridad me haces recostar y buscas mi miembro erecto, lo saboreas cual golosina, tu lengua lo hace enloquecer, disfrutas un tenue hilo de mis jugos, el éxtasis de acerca, no permites que esto termine ahí, ahora me haces sentar en el sofá y comienzas a cabalgar mi pene con movimiento endemoniado, sentada de espalda sobre mi pelvis, de manera que puedo sentir como mi miembro sale de tu vagina hasta la punta del glande y se adentra rápidamente hasta el golpe de nuestras pelvis, las yemas de mis dedos acarician suavemente tu clítoris mientras mis labios se concentran en tu cuello, pasados unos minutos cesa la cabalgata y tú haces movimientos arrítmicos muy fuertes, advirtiendo las señales de un orgasmo en proceso, uno sincrónico, como pocos, nos apretamos uno contra el otro, nos contraemos hasta la explosión del éxtasis, la esperma tibia fluye entre tus piernas y quedamos tendidos en el sofá por un largo rato.

Mientras va en el metro de su casa al trabajo recuerda cada detalle de todo lo que pasó, a veces le da taquicardia, afortunadamente no tiene un color de piel que pueda traicionarla y dar indicios de lo que está pensando. Por ahora tiene la seguridad de su mente para recrear una y otra vez. Esa semana habían estado “maquinando” cómo iban a hacer para verse, pues no siempre es posible, pero finalmente encontraron la solución, con un poco de esfuerzo se podrían levantar más temprano, encontrarse en su casa en lo que resultó ser una mañana fría, que ellos supieron calentar.

Alrededor de las 6:00 le informaron que él había llegado, lo hizo pasar y fue a recibirlo en la puerta, un beso de saludo, si alguien los hubiese visto no podría haber imaginado lo que allí iba a pasar. Al cerrar, la historia fue otra, no es indispensable que el lector le crea, tiene en su panty la evidencia de que fue real.

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