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A mi mujer le gusta viajar en metro

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Carolina es mi esposa es una mujer normalita, pero llama mucho la atención, por que le gusta vestir sexy, trabaja en un banco y siempre se va en metro, y la verdad que al principio no me gustaba, hasta que ella misma me dijo que me quedara tranquilo, que, aunque hay mucho pervertido, su cuerpo solo sería mío y además me contaría todo.

Un día me acuerdo que me excito mucho lo que me había contado, que le había pasado en ese vagón del metro.

Ese día llevaba unos pantalones de vestir color blanco que le quedaban bien apretaditos y le hacían ver su culito más paradito y abajo sus braguitas, una blusa color fucsia de encajes y por cierto bien escotada que con el brasier blanco de una talla menor que de costumbre tenia, se los paraban más de la cuenta y se los hacia ver más grandes y redondos unos zapatos de tacón mediano y su cartera.

Bajo al metro y se metió en la fila, ya ella presentía que iba a tener varios arrimones, porque noto que enseguida varios hombres se pusieron detrás de ella.

Al llegar el metro y con los empujones al entrar ya noto que el hombre moreno que tenía atrás, ya se le había pegado a su trasero con fuerza y el hombre que tenía delante con sus codos levantados estaba tocando y presionando sus tetas.

Trato de abrirse paso en el vagón mientras sentía muy disimuladamente como tocaban sus nalgas y tetas, pudo llegar a la mitad del vagón y noto que el hombre moreno que había entrado con ella, lo tenía atrás.

Y no tardo en recostarse sobre su culo otra vez, pero ella me contaba siempre que por maldad y porque a veces esos tipos pasaran pena.

Ella se echaba a propósito mas hacia atrás y empezaba a moverse discretamente para sacarles una erección a esos degenerados y así cuando se bajara ella en su estación, los dejaría al descubierto con su erección.

Pero esa vez le paso algo distinto al posar su trasero y moverse noto que ese pene no era normal, era mucho más grande y el bulto que tenía ese moreno debajo del pantalón.

La estaba poniendo inquieta sentía algo que nunca había sentido en el metro y eso que ya había perdido la cuenta de cuantos penes le había recostado.

Me conto que se estaba meneando más de la cuenta, y que sus braguitas se le estaban metiendo por la raja del culo y se estaba empezando a mojar su sexo.

El moreno sintió que ella con ese movimiento le estaba gustando a ella y se lo recostó con más fuerza y con su mano la subió para agarrarse del tubo y así hacer más presión.

Y también aprovechar con cada parada y arrancada del metro rozarle sus tetas, hasta ella me conto que se puso medio de lado, para que así con las manos de él tocara más cerca sus tetas y en frenado llegarle a tocar hasta el pezón, así fue que se le fue notando debajo de su blusa el pezón ya durito y paradito.

Figúrense que no se pudo bajar en la estación que le tocaba a ella porque esa tremenda verga que tenía pegada en su culo, no la dejaba pensar bien, pasaron cuatro estaciones más y el moreno fue quien se bajó primero, no antes al bajar sus manos tocar con descaro sus tetas, y despedirse sobándole también su culo.

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