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Me doy el gusto con Naty III

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Desperté cuatro horas después, junto a Naty, ambos desnudos. La contemplé: una trans lindísima de 20 años; menudita, flaquita, piel morena, bonita cara de nena, pelo negro hasta la cintura, nariz chiquita, ojos marrones grandes, boca pequeña de labios carnosos. Sus tetas, preciosas, duritas, con pezones paraditos. La colita redondita, levantada, firme. Y una pija –que ya había comido- de 18 x 4.

Me excité nuevamente. Dudé si lamer sus pechos de nena o su verga flácida. Fui a ésta, mientras mis manos acariciaron los pezones. Sentí como la poronga creció dentro de mi boca y se endurecían las puntitas.

- ¡Papi!, parece que ya estamos listos para la tercera parte… -dijo Naty.

- ¡Si…! ¿Y cómo será…? – pregunté riéndome.

- Por Facebook me contaste que usabas tangas para pajearte mirando trans, que ya probaste meterte cositas por atrás, y que deseabas ser cogido por mi… ¿Me das tu culito? Es lindo…

Vacilé. Por un lado, deseaba que Naty me coja, pero el tamaño de su pedazo me asustaba.

- Ya veo que tenés miedo… No te preocupés; voy a prepararte… -Aseguró, tras lo cual se levantó de la cama para llevarme hasta el baño.

Allí me mostró el bidet, un aparatito, y enseñó cómo hacerme un enema. Me explicó que, con diez minutos de agua tibia, además de limpiarme mi hoyo, me lo dilataría.

- Después, en la repisa hay tangas, elegí la que quieras y volvé a la cama…

Terminé la limpieza, excitadísimo; me puse una tanguita blanca, acomodándome el hilito bien dentro de mi agujero y la pija parada hacia arriba, y salí del baño. Encontré a Naty con otra lencería, recostada, hermosísima, mirando videos porno trans.

- ¡Qué bien te queda! Me va a encantar coger tu culito… -exclamó.

Caminé hacia ella, pero me detuvo.

- Todavía no, bailá, movete como trola… Abrite las nalgas… A los pies de la cama te dejé una zanahoria y vaselina, metetelá… indicó.

Obedecí con gusto. Caminé alrededor de la cama, ondulando mi cadera, separando los cachetes de mi culo, agachándome para mostrarme, con los huevos y la pija colgándome. Luego tomé la zanahoria. Muchas veces me había masturbado metiéndomelas, llegando a probar algunas de 15 por 3 centímetros. Pero a pesar de untarme con crema o aceite, nunca me había entrado toda. En ese momento, agachado y con las piernas abiertas, seguramente a causa del enema, el vegetal ingresó sin inconvenientes. Gemí de placer.

- Vení amor, déjate la zanahoria, ponete en cuatro arriba de la cama… Ahora vas a sentir lo más rico del mundo… -invitó Naty.

Así hice. La nena trans comenzó a besarme, lamerme, morderme el culo, mientras movía en círculos la cosita en mi hoyo. Yo jadeaba y gritaba gozando. Luego, su lengua inquieta fue a mis bolas, perineo, pene, hasta que repentinamente me sacó la zanahoria y la reemplazó con dos dedos. A fondo. Y tres, cuatro, cinco.

Los movió de tal modo que tocó puntos nunca rozados, haciéndome delirar. Sentí maravillas.

- Estás bien abierta putita… Abrí más las piernas, apoyá la cara en la cama… Ahora llega lo mejor… - anunció.

Apenas bajé mi rostro, vi estrellas, di un grito de dolor. Una cosa más grande que dedos o zanahoria. La pija de Naty estaba totalmente dentro de mí. Inmóvil.

- Contame, ¿qué sentía tu pija cuando estaba dentro de mi culo? – me preguntó.

- Como si me la chuparas, como una sopapa –respondí balbuceando.

- Bueno, eso tenés que hacer: ya le tenés adentro; ahora abrí y cerrá tu hoyito, hace fuerza para afuera como si fueras a cagar… y como si te aguantás… - explicó.

Resistiendo el dolor, seguí las indicaciones de Naty. Pocos segundos después desapareció la agonía y empecé a gozar. La pendeja advirtió el cambio y comenzó a mover su pedazo. Lentamente al principio, para luego agitarse con fuerza. Gozaba precioso.

De pronto me la sacó y señaló acostarme boca arriba. Tras hacerlo, la bonita levantó mis piernas y clavó su pija. La sentí más adentro, sus pelotas golpeándome las nalgas. Me extrañó que a pesar del placer que disfrutaba, mi poronga estuviera a medio parar.

- ¡Ay putito!, ¡voy a acabar…! No quiero volcar mi leche en el forro, vamos a enchastrarnos juntos… -gritó.

Rápidamente volvió a sacarme su poronga del culo, extrajo el condón, y, acostándose sobre mi cuerpo, la apoyó contra la mía. El mutuo contacto logró que se me pare.

Ambos nos besamos y agitamos, hasta que me mojó su caliente acabada. De inmediato también acabé. Nuestras lechadas nos inundaron…

(Continúa)

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