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Y la monjita gritaba ¡Dame duro en mi culo...! ¡No lo saques papitooooo!

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La conocí en el cole de mi hijo. Era la profesora de religión. La muy puta había sido monja durante siete años, pero al parecer por como folla, podría decirse que en claustro no hizo más que aguantarse las ganas de follar que ahora la enloquecen. De pronto alguna otra monja le daba lengua o dedo o la follaba como quería, porque me ha contado que en el encierro religioso solamente podía acudir a la masturbación, bajo las sábanas, cuidando de que ninguna otra monja la estuviera vigilando y que muchas de las que allí estaban también se salieron de la vida monástica debido a la gran cantidad de lesbianas que habitan esos lugares. Para aquellas que no querían ser hipócritas, ese lugar definitivamente no era el indicado.

También me contó que la gran mayoría de las mujeres que se quedan allí, lo hacen porque tienen a la mano otras monjitas que les den lengua y dedo en sus orificios, pero la protagonista de mi historia al parecer no era muy lesbiana que digamos porque no se aguantó las ganas de verga dura y caliente en esa vagina apretada y jugosa que tiene. Finalmente, también renunció al claustro y se salió de allí, para embarcarse en el proyecto de ahí en adelante de ser maestra de religión en un colegio, donde, casualmente asistía mi hijo.

La primera vez que la vi, le ofrecí mi amistad, la cual aceptó gustosamente, aunque ella ya estaba pasando por un duelo amoroso ya que el cura del barrio, de quien era la puta de turno en ese tiempo, la había dejado con falsas promesas de amor, y bajo el pretexto de que era no permitido por las normas religiosas del celibato. Y es que es de suponer, que le era muy difícil al curita hacer misas recordando cada vez que levantaba el cáliz, como se le abría el ano a la monjita ésta, a quien le encanta el sexo anal, e igualmente le era difícil seguir con su celibato, imaginando cómo cada día la monja le mamaba la verga hasta la eyaculación.

El caso es que de cierta manera fui su paño de lágrimas. hicimos buena amistad, y sobre todo me gustaba que ella había generado una hermosa amistad con mi hijo, con quienes jugaban como dos críos. Desde mi separación, ninguna amiga mía tenía tal capacidad de ganarse la confianza y el cariño de mi hijo. Cierto día, la monjita trajo a casa de mi madre, donde yo vivía, una película especial. Era la historia de amor imposible entre dos santos de los cuales ya ni recuerdo el nombre, era un santo de los monjes franciscanos, creo y ella una monja de una orden muy estricta, pero estaban enamorados hasta el tuétano. Un amor imposible, mejor dicho.

Mientras veíamos la película... todos en una cama grande, tapados con una sábana, la susodicha se dejó tomar la mano, entrelazó sus dedos con los míos, y entonces instantáneamente comprendí que deseaba afecto y que yo no le era indiferente.

No hizo falta una semana para que volviéramos a ver una película, ésta vez en casa de un amigo, y debido a que era muy tarde y la rezandera mamá de la ex monja cerraba con llave y seguro a las 9:00 p.m.; entonces ella decidió quedarse conmigo esa noche para madrugar a aguantarse el regaño de su mamá al siguiente día.

Esa noche yo estaba más caliente que las putas, y se me hizo fácil acariciarle los senos y darle un beso. ella aceptó gustosa... luego, cuando bajé la mano a su entrepierna, al principio no me dejaba, pero luego me explicó que era porque hasta ahora se le estaba pasando el periodo. quería que le besara más lo senos, luego cuando tomó más confianza, me pidió que se los mordiera, yo lo hice con delicadeza... pero la perra quería era que se los mordiera realmente fuerte... alrededor del pezón, me asusté mucho ya que nunca me había tocado una masoquista así, incluso quedaba el rastro de mis dientes entre morado y rojo en su areola...  quería que la mordiera hasta casi levantar el peso de su torso, halando con su teta mordida en mi boca.

Quizá algún cura o alguna otra monja lesbiana y bien puta la acostumbró a eso, o quizá la castigaban así los curas, por puta, por hacerlos caer en el pecado. O quizá las monjas en el convento la tenían acostumbrada a morderle esas tetas para calmarle sus ganas de pene.

Seguimos, no le puse más cuidado a sus raras mañas de perra, y seguidamente, quiso satisfacerme.... ya en ropa interior solamente.... yo me le puse a horcajadas sobre su cuerpo flaquito pero delicioso, la besé hasta la cintura, y me quité mi bóxer para que viera mi verga erecta y goteando, Con la luz apagada, sólo la luz de la luna que entraba por la ventana se reflejaba en las gotas pre seminales que ya me tenían mojado, y estaban saliendo más... muchas más... a las que ella se abalanzó como una condenada loca ninfómana y sedienta.... ¡Cómo me tenía la gran puta!... ¡Y qué forma de mamar verga tan rica!  Se la metía hasta los huevos y la sacaba hasta el glande para volver a tragársela toda, sonaba dentro de su garganta y ya sus ojos lagrimeaban, pero la seguía mamando cada vez con más pasión.

Casi me hace eyacular en menos de cinco minutos, me detuve... saqué mi verga de su boca para poder detener mi orgasmo pero ella... apenas vio aquello... se le hizo la boca agua, me lamió y me chupó mis gototas antes que cayeran al suelo, y luego se tragó mi verga hasta los huevos otra vez, una y otra vez, salía hasta la punta y luego volvía hasta la base, chupando en cada salida, nuevamente lamiéndome... entrando y saliendo...., Dieciséis centímetros de verga caliente y dura, No la tengo muy grande, pero bien gruesa eso sí... toditos le cabían en su boca, era obediente. le decía abra tu boca “ábrela... no la cierres...”.  Y me hacía caso al instante... así podía yo follarme esa boca hasta donde yo quisiera.... o deslizarle mi glande erecto dentro de sus mejillas hasta hacerlo salir a presión por sus comisuras labiales, darle golpes con mi verga que protruía tras sus mejillas me encantaba. Ese sonido de mi verga disfrutando de lo liso de sus mejillas internamente... era delicioso…. ella me tragaba con una técnica que pronto me hizo no aguantar más, le avisé que me venía y la perra en lugar de parar se lo tragó más profundo... tomó mis huevos con una mano y los sostuvo para lamerlos como perra justo cuando yo estaba viniéndome en su garganta. Tenía una técnica especial para no atragantarse porque la cantidad de semen que le eyaculé adentro, no fue poca cosa.

Luego de un rato de mutuo descanso... estuve otra vez erecto... le pedí que me dejara clavarle mi verga en esa vagina... no aguantaba más.... sólo la puntica, me dijo...  y yo acepté.

Una vez la punta estuvo en la puerta de su vagina pude sentir cómo estaba de mojada, chorreaba su liquido de excitación, era apretadita, bien apretadita, a la final parece que en el convento no le habían metido aun grandes dildos, ni los curas se la habían dejado como bebedero de patos aún.

De nuevo muy erecto se lo clavé de un sólo empujón en sus profundidades que a esas alturas ya eran un charco de líquidos, se lo fui metiendo hasta adentro de su vagina.... Ufff…. ..... su gemido fue impresionante.... Ayyyy Ayyyyy SIiiiiiii  Oooouuuuchhhh   Siiiiii  "siento rico papi, siento rico... siento que me quemas adentro... dame.... dame ...  soy tu perra…. dame duro..."

Escuchar lo cerda y zafada que era para el sexo me ponía mucho más caliente, y quería solamente hacerla sentir mi verga bien duro en sus entrañas, le di como a una puta realmente como a un objeto de placer, más que como a una amiga.... llegamos a un nuevo orgasmo mutuo con la satisfacción de una historia que apenas comenzaba.

Pocos días después se fue de su casa, para arrendar un apartaestudio cerca a mi casa. Cogió por vicio lamer las gotas que salían de mi glande erecto, y yo la tomaba su pelo y me follaba esa boca que a veces al principio se atoraba y tosía pero que finalmente cedía para recibir todo mi pene, del cual decía que le encantaba. En Su cuello se notaba cómo dilataba la garganta con tal de dejarme follarle esa boca, yo me enloquecía, finalmente me le venía dentro y no se lo sacaba hasta que ella se comía todo mi semen, o le daba un respiro y se lo volvía a meter una y otra vez, hasta que me venía en su cara... recuerdo un día que cayó tremendo chorro de semen justo en su ojo y quedó con el ojo rojo toda la tarde jajajaja, pero le encantaba comer mi semen.

Allí mismo, una tarde que llegué y la encontré recién bañada, me metí bajo las sábanas y ella empezó con su oficio de ex monja mamadora, lo único que me fastidiaba era la medallita de la virgen que me golpeaba en las huevas cuando ella, estando boca abajo en la cama me lo mamaba hasta el fondo mientras yo estaba tendido bocarriba y erecto. Por respeto a los signos religiosos, tuve que hacerle quitar sus medallitas, ya que más de una vez quedaron salpicadas de mi leche y eso no me gustaba para nada. Afortunadamente ella accedió, se quitó todas sus medallas y cruces también por respeto.

Esa misma tarde, después de haberle hecho tener un par de súper orgasmos con mi verga y estando yo a punto de meterle mi primer polvo de la tarde en su boca.... le hice que nos pusiéramos de pie, la hice inclinar para que me quedara a la vista su culo blanco y hermoso, y le dije que quería metérselo en el ano, a lo cual accedió gustosa.

Tomé mucha crema hidratante, de un tarro grande que ella tenía sobre la mesita, y se lo fui dilatando con mis dedos, mojados en esa crema... apenas dilató un poco me engrudé el pene con crema, lo puse abriendo el esfínter de su ano, y “tomaaaaaaaaa perraaaa” le grité mientras ella daba un grito de placer que se escuchó en todo el edificio.... al principio me dijo que había dolido un poco, pero después estaba tan complacida que sólo gemía... "no lo saques... no lo saques... dame...  dame en mi culoooo no me lo vayas a sacarr... papitoooooo dame soy tu putaaa... no lo saques...!", me rogaba, me decía, una y otra vez, y eso a mí me ponía más y más cachondo que nunca.

De verdad le masacré ese ano.... sin compasión, sacaba mi pene hasta el cuello del glande, con mis manos abría más esas nalgas y ¡¡¡de nuevo un montón de embestidas profundas!!! Así fueron unos quince minutos dándole de mi verga, y cambiándola de posición, se lo metía mientras ella estaba en cuatro, la cabalgué mientras apretaba sus tetas , o la tomaba del pelo para domarla como a la bestia salvaje que era, también la volteé acostada de espaldas a mí y se lo metí caliente en las profundidades de su ano, mientras ella me miraba con sus ojos de  deseo y con su boca entreabierta, en cada empujón, mientras apretaba sus manos, las sábanas, o se sostenía de la madera de la cama....  Ese culo debía quedar lleno de mi leche, y así fue...

En el momento del orgasmo, ella estaba acostada bocarriba, estábamos en posición del pollo asado, pero dándole por el culo en vez de por la vagina, y así fue que, mirándome, con sus piernas sobre mis hombros, y mientras le daba pene por ese ano.... le metí dos dedos de mi mano por su vagina, bien profundo, luego tres dedos, para masajearle fuerte y rápidamente en su punto ‘G’. A juzgar por su forma de gemir.... pude producirle sensaciones exquisitas, sus mejillas estaban rojas como rosas, a la vez que yo hacía esto ella con una de sus manos se hacía vibrar el clítoris para finalmente explotar en un orgasmo anal - vaginal que es de lo mejor que yo he vivido hasta el momento con alguien.

De ahí en adelante... empezó nuestra verdadera historia de locura sexual... pero éstas serán historias que les iré contando poco a poco....

Adiós.

Espero les haya gustado éste relato. [email protected].

Gracias.

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