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Tío y sobrina

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Soy una chica de 19 años y lo que les voy a narrar a continuación es mi primera vez con una persona muy especial para mí. Él es mi tío. Tiene unos 40 años, de porte atlético, alto, de piel blanca y muy fuerte. Hace dos semanas vino de vacaciones y se quedó en mi casa, ya que mi papá es su hermano. Hace más o menos dos años que no lo veíamos y obviamente en dos años, cambié mucho. Cuando llegó, bajaron mis hermanos a saludarlo, ya que lo querían mucho y eran muy apegados a él, en cambio yo no mucho. Mi tío los abrazó, diciéndoles a cada uno de ellos que habían crecido mucho en estos dos últimos años, pero cuando me vio a mí, se quedó medio impresionado y solo atinó a decir “¡Dani!, estás hecha toda una señorita”, se acercó me abrazó fuerte y me besó en la frente. Me sentí temblar cuando sentí esos brazos fuertes alrededor de mi cuerpo.

Comenzamos a caminar abrazados, mientras disponía que llevaran sus maletas dentro. Entramos a la casa y cuando quise separarme, no pude, ya que me atraía hacia él diciéndome que quería abrazar a su sobrinita. Lo vi normal, ya que eran más de dos años que no me veía.

Nos sentamos en la sala con todos para que nos cuente algo del viaje, pero dijo que estaba un poco cansado y que quería subir a descansar un rato. Todos lo entendieron y aprovecharon para salir y hacer sus cosas. Mi papá me dijo que lo acompañara y le indicara el cuarto donde iba estar, ya que todos iban a salir, así que subí con él. Me decía que no podía creer cuánto había crecido y que de seguro tenía muchos pretendientes, a lo que le dije que no porque prefería estudiar que dedicarme a pensar en esas cosas.

—¿No me vas a decir que no tienes novio? —me dijo.

—No —le respondí.

—Pero la verdad —me dijo— ¿cuántas veces follas en la semana?

Yo me enrojecí y no sabía qué responder. Se dio cuenta de mi incomodidad y me dijo:

—¡¡¡No puedo creer que, con ese cuerpo y esa cara tan linda, sigas siendo virgen!!! Discúlpame si te he puesto incómoda.

Yo no respondía, ya que me sentía muy desconcertada. Él se acercó y me abrazó fuerte, sentía que perdía la respiración. Me presionaba la cintura hacia él… se sentía muy bien.

Me dijo:

—¿Te acuerdas cuando eras chiquita te daba besitos en la boca?

—¡Sí! —le dije sonriendo pícaramente, lo cual me hizo perder la timidez.

—Se alejó de mí y se recostó en su cama. Viendo esto le dije que, si quería algo, que no había ningún problema, a lo que respondió:

—Sí, ven, échate aquí a mi lado para conversar.

Yo media tímida no sabía si ir o no. Entonces se paró, se acercó a mí y me dijo que no tenga miedo, que no me iba a comer.

Nos echamos juntos en la cama y nos pusimos a conversar de mis estudios, de la familia, y de otras cosas, hasta que tocó otra vez el tema y me dijo:

—De verdad eres virgen.

—Sí —le dije en un tono muy bajito.

—Pero no tienes que tener vergüenza, si solo tienes 19 años.

—Lo que pasa es que todas mis amigas ya no son vírgenes y yo, por más ganas que tengo no puedo porque mis hermanos paran detrás mío como guardaespaldas y no me dejan tranquila —le dije.

—¡Claro! Deben estar celosos, con tremendo lomazo que tienen por hermana.

Yo me puse súper roja de la vergüenza y me abrazó, me dio un beso en la boca y me dijo:

—Si quieres yo te puedo enseñar.

—No te entiendo —le dije.

—Olvídalo.

—No, dime a que te refieres.

Pasando su mano por mis cabellos me dijo:

—estás muy linda Dani.

—Gracias —le respondí y me acerqué y le di un beso en la boca. No sé por qué lo hice, pero me gustó. Me quedó mirando a los ojos un buen rato y me besó, pero ya no era un beso inocente sino un beso con pasión y sentía cómo nuestras lenguas juntaban y jugaban entre sí. Sin dejar de besarnos, nos incorporamos y quedamos arrodillados uno frente al otro. Sus manos recorrían mi espalda y llegaban hasta mis muslos. Mis manos solo recorrían sus cabellos. En un momento reaccioné, me separé de él, bajé de la cama y le dije que lo que estábamos haciendo estaba mal y que no debía ser. Él se acercó rápidamente y me sujetó colocándome sus brazos alrededor de mi cintura y me dijo:

—Danitza, tú eres muy bella y cualquier hombre daría la vida por estar contigo y acariciarte y besarte y tocarte.

Yo quería irme, pero mi cuerpo no reaccionaba. Se acercó y me besó muy dulcemente. Sentía que sus manos bajaban hasta mis muslos y me presionaba hacia él. en ese momento sentí cómo algo crecía debajo de sus pantalones. Al saber que me tenía a su disposición, subió una mano hacia mis senos. al sentir ese toque, gemí y me sentí en la gloria.

—Desabotona mi pantalón —me dijo.

Así lo hice, mientras él me quitaba el polito que llevaba puesto quedando sólo en sostén. Mi falda era envolvente, así que no demoró mucho en deshacerse de ella. Se quitó el pantalón y observé un gran bulto en él. Me dijo que le quitará los calzoncillos y así lo hice. En ese momento saltó su gran verga, la cual ya estaba lista para el ataque. Me incorporé.

—¡Mira cómo me tienes! —me dijo y comenzó a acariciarme los senos y luchaba por sacarme el brasier, hasta que lo logró. Se acercó a ellos y comenzó a lamer, chupar y morder. No sentía mis piernas y como que casi me caigo y me sujetó y me echó en la cama, en donde me tenía enteramente a su disposición. Seguía lamiendo mientras que la otra mano encontraba mi parte más íntima. Yo no dejaba de gemir más y más, era una sensación realmente increíble. Abrió mis piernas y se acercó a mi conchita y comenzó a lamer e introducir su lengua en mi agujero. Tuve una sensación extraña ya que no sentía mis piernas y mi cuerpo se convulsionaba sin parar. Después me di cuenta que tuve mi primer orgasmo. En eso se incorporó y dijo:

—Ahora Danitza te voy a penetrar. Lo voy hacer despacio para que no te duela, ¡ok!

—Está bien tío, pero hazlo rápido que no aguanto más —le respondí.

Colocó su pene en mi rajita y fue introduciendo poco a poco. Yo me quejaba en cada entrada, hasta que en un momento me dijo, “mírame a los ojos, mi amor”. Lo hice y en ese momento de una sola embestida me introdujo toda su verga. Sentí un dolor mezclado con placer y mientras me besaba apasionadamente y acariciaba mis tetas, comenzó a bombear. Comencé a gritar y a gemir y lo abracé con mis piernas.

—¡Sííííí! Dale más duro, mássssssss. Hazme lo que quierasssssssssss. ¡Ahhhhhh! ¡Mmmmmmmmm! ¡Soy tuyaaaaaahhhhhh!

—Dale, muévete zorrita, lo haces muy bien.

—Me gustaaaaaaa… sigueeeeeee sigueeeeeeeeehhhhhh.

—¡Pareces una experta! Desde ahora solo vas a ser mía. Vas a ser mi putita.

—¡Sííííííííí´! ¡Lo que tú digaaaassssss tíííííooohhhh!

Con una sensación llena de placer total llegué a mi segundo orgasmo, dando un grito sensacional. Él sacó su pene y los acercó a mis senos y comenzó a masturbarse con ellos y dejó caer toda su leche sobre mis pechos y también cayó parte en mi rostro, el cual limpió lamiéndolo.

Se echó a mi costado y le agradecí por lo que me había hecho sentir pero que me jurara que no se lo iba a decir a nadie. A lo que me respondió:

—Es un secreto que queda entre los dos, pero con la condición que se repita.

—De eso no tengas la menor duda —le respondí.

Nos fuimos a bañar juntos e hicimos el amor nuevamente. Me hacía sentir sensaciones distintas cada vez. cada roce con su piel, cada caricia, cada vez que me tocaba, me hacía estremecer y me gustaba. Cada día me enseña algo nuevo y lo hacemos en lugares distintos de la casa, lo cual me excita de sobremanera. Cada vez que tengo una fiesta o alguna reunión, es mi tío el que me lleva y me recoge para que antes o después tengamos un encuentro íntimo, o, simplemente no voy, y me pierdo con él.

Mis hermanos ya no se preocupan tanto por mí porque saben que estoy en buenas manos… ¡¡¡y si supieran qué manos!!!

Se supone que él se quedaba solo una semana más, pero ha pospuesto su viaje un par de semanas más y le propuso a mi papá que yo viajara a Chile (donde él vive) para que estudiara allá y que no se preocupe que mi tío me cuidaría. Saludos.

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