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En Familia

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Cuando recién me casé mi esposo, a quien llamare Rúben, me llevaba a comer cada fin de semana con su familia, a mí no me molestaba, al contrario, me gustaba mucho platicar con su familia. Al principio llevaba vestiditos muy frescos y cortitos, pues a mis 23 años eso es lo que se usaba, pero después de un tiempo empecé a sentirme incómoda con la mirada que mi cuñado le daba a mis piernas y a mí escote, así que opte por llevar ropa más discreta, blusas que escondieran mis grandes y redondos senos y jeans que hicieran menos vistoso mi trasero que estaba muy paradito. Después de un tiempo las miradas terminaron así que pensé que tal vez todo había estado en mi imaginación. 

Antes de continuar me describiré, soy de mediana estatura, soy morena, tengo el pelo largo y ondulado, y como ya dije mi cuerpo volvería loco a cualquiera.

Un día fuimos a celebrar el cumpleaños de mi marido a la casa de mis suegros, yo me arreglé muchísimo para la ocasión, me puse un vestido color azul, tenía un escote en "V" y estaba algo cortito. Cuando llegamos mi marido se puso a platicar con unos tíos y yo me quedé a platicar con mi suegra, la plática no duró mucho, ya que mi suegra se tuvo que levantar a revisar la comida que había dejado en el horno, después de que se fue mi suegra, mi cuñado se sentó y empezamos a platicar de cosas normales pero luego de un tiempo empecé a notar como miraba mis senos y mis piernas, lo cual ya no me incomodó sino que me divirtió la manera en que trataba de parecer concentrado en lo que le decía pero le era imposible.

Cuando todos los invitados se habían ido, y solo quedábamos: mi marido, mis suegros, mi cuñado y yo, me ofrecí a lavar los platos, mi marido se quedó sentado, junto con mis suegros, platicando en las mesas del jardín, mientras yo estaba en la cocina lavando. Después de un rato siento como unas manos me suben el vestido y empiezan a jugar con la tela de mis bragas, yo pensando que era mi marido me dejé tocar, luego sus manos tomaron las mías y las guiaron a su erección, me sorprendí al notar lo grande que estaba, por lo general no estaba tan enorme. Me di la vuelta para besarlo y cuál fue mi sorpresa, era mi cuñado quien me tocaba, no mi marido. Inmediatamente quité mis manos de su pantalón y le di una bofetada, saliendo muy enojada de la casa. No le dije a mi marido lo que había pasado, me moría de vergüenza. 

Los días pasaron, mi marido se fue de viaje por su trabajo y regresaba en unas semanas. Yo aproveché ese tiempo para salir más con mis antiguas amigas de la universidad. 

Una noche alguien tocó  la puerta y cuando la abrí, era Sergio, mi cuñado; como estaba sola y hacía un calor infernal, sólo estaba vestida con una blusa de tirantes y un short que apenas y tapaba mi trasero, Sergio pasó de mirarme la cara a mirarme todo el cuerpo con lascivia, me dijo que mi marido lo había mandado a recoger unos documentos y que era de suma importancia que se los mandara mañana temprano, yo le creí, se metió a la casa y le mostré el lugar en donde Rubén guardaba los papeles, como mi marido los guardaba en el último cajón de un archivero, me tuve que inclinar para buscarlos, por lo que le di una buena vista de mi trasero a mi cuñado. Cuando me levante y le di los papeles note lo abultado de su pantalón, el noto mi mirada porque de una manera cínica me dijo que si quería tocarlo otra vez. 

—Sergio, por favor deja de decir esas cosas, eres el hermano de mi marido y entre nosotros jamás pasara nada.

Tal vez no había soñado lo suficientemente segura, porque él tiro los papeles y no quito su mirada de mi cuerpo. Mi cuñado empezó a caminar con paso decidido hacia mí, lo cual me espantó, empecé a dar pasos hacia atrás hasta que ya no pude más y pegué mi espalda contra la pared. Sergio dio una última mirada a mi cuerpo y cuando termino, me tomo de mi cabeza fuertemente y me empezó besar, yo trataba de resistirme al beso, manteniendo mi boca cerrada pero me empezó a tocar todo el cuerpo con sus grandes manos tocaba y pellizcaba mi trasero, por lo cual emití un chillido que  me hizo abrir suficientemente mi boca como para que el introdujera su lengua, cuando bajó sus labios hacia mi cuello, me empezó a decir todo tipo de obscenidades, sobre cómo le gustaban los vestidos que me ponía porque al agacharme se me veía el trasero, que su deseo era romperme el culo y que había soñado este momento muchas veces. No sé qué me pasó en ese momento, pero me estaba calentando todo lo que me decía y hacía. Sin embargo, sabía que estaba mal por lo que seguí resistiéndome a sus caricias. 

Después de un rato me cargo muy fácilmente al dormitorio, yo sólo le decía que no quería y lo empujaba, creo que se hartó de que me hiciera la difícil porque me dio una bofetada muy fuerte, como estaba mareada por el golpe no me di cuenta cuando ato mis muñecas y me amarro a la cama, de manera que si él lo quería me podía dar vuelta. Me bajo el short y rompió mis bragas, quedando mi coño expuesto, al verlo, me miró a los ojos, empezó a desabrocharse el cinturón y acto seguido los pantalones y su slip. Me quede atónita, su herramienta era enorme y bastante gorda, además de que estaba dura como una roca, me da vergüenza admitirlo, pero me estaba excitando imaginando cómo esa bestia me rompería en dos.

Me separó las piernas, estaba muy agitada y más lo estuve cuando me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Empezó a besar mis labios mayores muy lentamente, después se separó, yo estaba a punto de reprocharle, pero metió su dedo índice en mí y mientras lo movía en círculos, me miraba fijamente a los ojos, me daba mucha vergüenza que él supiera que estaba disfrutando por lo que cerré los ojos y me deje llevar. 

Cuando mi vagina ya derramaba jugos, el sacó su dedo, y se montó sobre mí. Me besó y cuando se separó, me miró fijamente mientras rompía mi blusa y quitaba los restos de tela de mi cuerpo, quedando solamente en sostén. Todavía no había separado la mirada de mis ojos cuando empezó a enterrar su pene en mi vagina. Su herramienta entraba con mucha dificultad y como no, si esa bestia era enorme. 

Una vez que la tuve adentro, se empezó a mover como loco, para este punto yo ya me deja violar, obtuve dos orgasmos y después de un rato pude sentir como su pene se contraía en las paredes de mi vagina, derramando fuertes chorros de su semilla de hombre en mis entrañas, parecía que era una manguera y casi me espantó la idea de que se me saliera el semen hasta por los ojos. No me dejó recuperarme cuando ya estaba duro otra vez.

Esto fue sólo la práctica de lo que le espera a tu precioso culo- Me susurró en el oído, me dio la vuelta y colocó tres almohadas en mi vientre, dejando muy parado y a su merced mi trasero. Pude sentir como agarraba y remojaba sus dedos del semen que me escurría por la vagina para después untarlo como crema en mi agujerito trasero. Metió un dedo y yo me sentía a morir del dolor, pero después me fui acostumbrando y la excitación comenzó a crecer más y más, haciendo que me mojara y cayeran más fluidos en mi rayita. Mi cuñado empezó a guiar su erección a mi culo y se empezó a abrir paso, creí que me desmayaría del dolor cuando, al fin, pude sentir que toda su longitud había entrado en mí. Por suerte para mí, Sergio controló (esta vez), su instinto de enterrármela una y otra vez y me dejó acostumbrarme a su tamaño. Yo quería sentir ya su moviendo, empecé a mover mis caderas buscando el placer que necesitaba, Mi cuñado lo vio como una invitación a moverse y no tardó en unirse a mis movimientos. Después él tomó el control y me agarró por mis caderas y empezó con el moviendo rudo de sus embestidas.

Cuando terminó derramó un poco más de semen en mi trasero y sacó su pene de mí. Estaba tan cansada que me quede dormida aún con el culo levantado y dilatado. 

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Cuando abrí los ojos aún seguía en la misma posición en la que me dormí y no estaba mi cuñado, ni en la cama, ni en la habitación. Aún tenía las manos atadas y estaba ya rojas por la presión que la cuerda ejercía en ellas. Escuché ruidos en mi casa, por lo que supuse, mi cuñado seguía aquí. 

Sergio entró al cuarto con un vaso de agua y unas pastillas. Me desató y me dijo que me tomará las pastillas, que aliviarían el dolor de mi culo y mis muñecas, después me pidió que le hiciera un favor.

—¡Estás loco! Ni loca haría tal cosa.

Mi cuñado, el muy hijo de puta, me dijo que estaba muy endeudado y que en la mañana le había platicado a uno de sus amigos la magnífica puta que se comió en la noche, y su amigo le propuso darle una buena cantidad por follársela también.

Me rehusaba a acostarme con su amigo, pero el muy cabrón me amenazaba con mostrarle unas fotos a mi marido, en esas fotos yo salía siendo follada, no violada, si no como si yo estuviera siéndole infiel. Acepté, no quería perder a mi marido. Mi cuñado sacó otra pastilla de su bolsillo del pantalón, dijo que con esa me relajaría más para el cliente. Me la tomé sin objeciones. 

Esa pastilla estaba haciendo efecto en mis adentros, no sabía que era, pero me hacía sentir sumamente excitada y con ganas de meterme la lámpara en mi vagina para calmar mis ganas. Mi cuñado lo noto y dijo que podíamos jugar mientras esperábamos al cliente. Me quitó lo único que me había dejado la noche anterior, el sostén, al notar mis enormes senos se calentó en un abrir cerrar de ojos y con sus manos empezó a masajearlos, yo no me tragaba mis gemidos, me gustaba lo que me hacía y no lo pude ocultar. Después me dijo que como me porté bien anoche me daría a escoger en donde quería que me metiera su verga.

—Otra vez dame por el culo.

Me sorprendió escucharme pidiéndole tal cosa, pero esa era la realidad, me encantó como me metió su bestia ayer en el culo y quería que lo repitiera.

Mi cuñado fue directo al grano, yo solita me puse en la cama de perrito, dejándole mi trasero lo más levantado que pude y él me la ensartó de un solo movimiento, esta vez no tuvo compasión de mí, me dilató en agujerito a más no poder y justo cuando se corrió, se escuchó el timbre, ya había llegado el cliente que me convertiría en puta.

Sergio me había dicho que me quedara desnuda para recibir al cliente y que no me bañara, porque al cliente le gustaba que tuviera olor a recién follada. Mientras esperaba a que entraran busque entre mi agujerito un poco del semen de mi cuñado, después de que lo toqué con mi dedo, me lo metí a la boca pues quería probarlo. Seguí esperando impaciente a ser cogida otra vez. Me quede perpleja al ver quién era el cliente que me follaría... era mi suegro.

Con mis manos me tape mis senos, y mire al piso con vergüenza. Sergio entró al cuarto y yo le pregunté porque me hacía esto, él me dijo que me relajara, después volteó a ver a su padre y le dijo que hiciera lo que quiera conmigo, que sería su puta personal. Su padre se levantó, sacó de su pantalón su cartera y le dio dinero a mi cuñado por follarme, era bastante debo de admitir. Sergio salió de la habitación y su padre se acercó a mí, me levanto de la cama y me dio la media vuelta echando un vistazo a mi cuerpo, luego se sentó en el borde de la cama, quedando mi trasero un poco más abajo a la altura de su cara, lo que hizo después me sorprendió muchísimo, puso su nariz en mi raja y empezó a olerme, me dijo que le gustaba que todavía oliera al semen de su hijo, metió su lengua un poco, haciéndome gemir y calentándome de una manera insoportable, necesitaba ya tenerlo adentro. 

Después se quitó toda la ropa, dejándome ver su pene y me pude dar cuenta que eso de los penes enormes viene de familia, lo de mi suegro era un poco más grande que el de mi cuñado, parecía otra pierna y tenía muchas venas. Mi suegro no se iba con rodeos, me tomo del pelo e hizo que me pusiera de rodillas, quedando enfrente de su pene, después empezó a chocarlo en mi boca y la abrí. Empecé a chuparlo, mi suegro parecía que me lo quería meter todo en la boca, lo cual era imposible. Después de un rato se cansó de que lo mamara y me lo sacó abruptamente de la boca. 

Me empujó a la cama y me dijo que quería que lo montara. Me puse encima de él y me ensarte toda su verga, lo cual me hizo sentir muy puta ya que su tamaño me encantaba, porque alcanzaba a sentirlo adentro de mi estómago, empecé a moverme de adelante hacia atrás como si él fuera un caballo, me encantaba montar a mi suegro. Él, mientras tanto, me abría las nalgas con sus manos y me chupaba mis senos, como si fuera un bebe amamantando. Después empecé a dar saltos muy grandes para que se clavara en mí, lo metía, lo sacaba y me lo volvía a ensartar todo. 

Le dije que no se corriera adentro, pero el muy cabrón me dijo que quería preñarme, pues su fantasía, después de follarme, era ser amamantado. Mientras cogíamos me dijo que mi suegra no lo hacía como yo, que no se movía como una verdadera mujer y por lo tanto no se le antojaba tener relaciones con ella, el que me comparara con mi suegra, y yo saliera ganando, hizo que me diera un orgasmo, después él tuvo el suyo, repartiendo su esperma en mí. Me agaché y alcancé su boca con la mía, primero le di apenas un pico, pero al poco tiempo ya estamos entrelazando nuestras lenguas. 

No quede embarazada, gracias a que me tomé la pastilla del día después. No quería tener un hijo ni de mi cuñado, ni de mi suegro, pero estaba segura que en cuanto me embarazara de mi marido, le podría cumplir su fantasía a mi "papito", como insiste que le llame mientras me coge.

Después de esas tremendas folladas con los parientes de mi esposo, me llevo vestidos más cortitos cada que voy a su casa y mientras mi marido está en el jardín con mi suegra yo me ofrezco a lavar los platos y mi suegro o mi cuñado, inventan un pretexto para ir a la cocina, levantarme el vestido y tocarme.

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