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Inicio de mis pajas

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Esta es una paja de mis primeras pajas, duré muchos años haciéndolo en esa posición.

En mi cuarto, en mi cama empezaba a acariciarme la verga, a esa edad todo el tiempo estaba arrecho y con la verga dura y lista para un buen masaje. Empezaba a recordar las mujeres que había visto durante el día, siempre me han atraído las mujeres mayores, las gordas rellenitas y con buenas tetas.

Recordaba las mujeres tetonas con sus escotes, como al caminar se movían sus hermosas tetas, deseaba meter mi cara entre esas hermosuras. Si eran mujeres de edad, era mucho mejor, la arrechera y la paja se sentía mucho más placentera.

Duraba recordándolas unos 5 minutos, miraba como mis manos tocaban de arriba abajo mi verga muy suculenta. Lo hacía despacio, porque era muy fácil que se me saliera la leche, me tocaba hacerlo muy lento, o dejar de tocarme o hasta cambiar de pensamientos, todo para evitar que me derramara rápidamente. Mis dedos acariciaban la cabeza brillante y mojada, observaba como mi juguito salía por la punta, lo ponía en la punta de mis dedos y lo empezaba a esparcir por mi verga, era fácil cubrirla, el jugo seminal salía en cantidades, observaba como se pegaba a mis dedos, este salía transparente, pero después de frotarlo y cubrir mi verga con él, veía como se ponía blanco y cremoso.

Ponía la palma de mi mano izquierda sobre la punta de mi verga y con mi mano derecha la sobaba contra esta, esa sensación es muy deliciosa. Sentía como mi sexo palpitaba, como cobraba vida y se movía con espasmos.

En esa época no tenía acceso a revistas porno, por eso me tocaba llenar de imágenes mi cabeza en el día para poder repasarlas en la noche.

Al poco tiempo me ponía boca abajo, ponía un poco de cobijas en mi verga, entrecruzaba mis manos y empezaba a sobármela, hacerlo así me daba extremo placer, sentía mucho, era muy rico.

Arqueaba mi cintura, empujaba mi verga contra mis manos y la cobija, mi cintura subía y baja rápidamente sentía el placer en mi sexo, mi mente recordaba los culos grandes que había visto caminar en la calle, recodaba que decía que por esa mujer en la noche me haría la paja.

En menos de dos minutos sentía como mi semen iba abriendo camino, mis movimientos se hacían con más frenesí, yo aceleraba, empujaba más y más mi verga contra mis manos. El placer del orgasmo no se hacía esperar, me derramaba en grandes cantidades, me derramaba muy delicioso. Me quedaba un instante quieto, recuperando el aliento, recuperando fuerzas.

Luego me daba la vuelta y me gustaba ver la cantidad de leche que me había salido, veía como mi ropa interior y mi pijama quedaba empapadas, al darme la vuelta inmediatamente se percibía el olor penetrante de mi semen. Con mi misma pijama me limpiaba mi semen y así me quedaba dormido. ¡Al otro día empezaba a repetir el ritual!!!

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