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Gina. Hacer de puta por una vez

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Gina, es una mujer que tiene una buena vida familiar y afectiva, estable y sin mayores sobresaltos, esas familias donde la armonía y el sosiego son predecibles, a tal punto que lo bueno también se hace rutina.

Sentía que estaba transitando una vida casi idealizada por tantos, buen matrimonio, hijos sanos, armonía familiar, vida de relación y sexo marital totalmente satisfactorios, pero como he dicho antes también lo bueno puede hacernos perder el sentido de la aventura de vivir, sentir un poco de esa adrenalina de lo desconocido es una inyección de vida interior que solo se consigue con la fantasía.

La fantasía suele ser gratificante vivirla de jugando, dentro de uno, muchas veces se pretende más que vivir esa fantasía por dentro, hacerla realidad y tener entidad como tal, pero sola no podía dar ese paso de la ficción interior a sentir la realidad en carne viva.

Sabía que sola le sería imposible, no podía si sabía a quién confiar esos pensamientos tan privados y tan peligrosos, tenía tanto que perder que mantenía esa fantasía guardada bajo siete llaves, hasta que una noche decidió buscar un entretenimiento distinto. Cuando su marido se hubo dormido y ella quedando a revisar el correo en la computadora, sentía dentro de sí bullir el deseo de lo prohibido. Aunque tan solo era una inocente transgresión, decidió entrar el buscador y dio con un sitio de relatos y testimonios eróticos, más precisamente una página de relatos eróticos.

De ese modo Gina llegó a un relato de Lobo Feroz, este relato levantó su alicaído ánimo y le hizo reflexionar acerca de sus propias fantasías, como al final del relato el autor hacía un llamado solicitando si había alguna mujer que se hubiera sentido tocada por la historia, le pareció que había dado con el “escuchador” idóneo para confiarle esa fantasía que guardaba tan dentro suyo. Este contacto reunía las condiciones de la privacidad, en el contacto tan solo serían dos nn que se platican sobre temas de erotismo y lujuria.

En su primer texto al “escribidor” de la historia le manifestó que la historia publicada le hizo sentir “cosas” y necesitaba ir por mas, que se sentía con ganas, con muchas ganas, de revivir esas cosquillas internas, que hacía tanto no sentía tan vital dentro de su cuerpo, tanto que le revivieron sus demonios internos. Por un momento pudo sentir el espesor del tiempo, meterse dentro de las imágenes generadas por la lectura como para subirse al viaje del deseo como la protagonista que se embarcó en una aventura de infidelidad que dio sentido a su lujuriosa femineidad.

Luego de un tiempo de pláticas se decidió por tener una aventura, solo faltaba encontrar con quien concretarlo, le hubiera gustado hacerlo con el señor Lobo Feroz, con quien había sentido ese vínculo comprensivo, contenedor y que había entendido sus íntimas necesidades de sentir la aventura de la infidelidad en la piel, pero la distancia física hacía imposible, por lo cual seguimos en contacto hasta que me contó que le pareció dar con la persona que podía hacer la realidad de tener una aventura.

Para saltar a la lujuria decidimos, porque me había pedido que fuera parte de su secreto, que el señor que era el encargado de una casa de electrodomésticos reunía las condiciones que le (nos) parecía el más idóneo para desarrollar esa fantasía que vamos a relatarles:

Gina llegó esa mañana a la casa de electrodomésticos buscando adquirir un teléfono móvil para uno de sus hijos.

Vestida con elegancia, sin excesos, pero de tal modo que pudiera concitar la atención masculina, casi es obvio que la búsqueda del artículo y las preguntas lo llevaron a consultar directamente con el encargado del negocio.

El tipo físicamente “le había llenado el ojo” a Gina, el señor vino como mosca a la miel, el primer paso estaba dado, el pez había mordido el anzuelo ahora solo era cuestión de cederle la iniciativa y dejarse llevar como inocente captura, dejarle jugar el rol de experto cazador. ¡Ja! La mujer sabe cómo manejar estas movidas eróticas, y las que estén leyendo estas líneas saben bien de qué estoy hablando, ¿verdad?, sigo contando…

No hacía falta mucho para hacerle entender al señor que “la candidata” había caído en su red. Se dejó aconsejar en la elección de un teléfono, explicarle las cualidades, etc., etc. Ahora está a punto de hacerle saber el motivo de recurrir a él, decirle que no tenía dinero suficiente para cubrir el costo, era la motivación para prostituirse, ese era el sentido de esta actuación, realizar su fantasía de ser puta por un día, la carencia de efectivo era un motivo más que creíble por el incauto señor que sería utilizado por Gina para consumar sus deseos.

Tan pronto el señor descubre el porqué de su interés por hablar con el encargado, descubre la posible aventura y le dice si quería acompañarlo, en el primer piso tenía uno con un costo mucho más favorable y de similares prestaciones, y que sobre el costo era cuestión de ver que estaba dispuesta a ofrecer como para merecer un precio súper razonable, accedió sin preguntar, sabía perfectamente que era lo que venía, si hasta podía adivinar las explicaciones que le daba a uno de los empleados para ausentarse por un momento del salón.

Le indica que por favor lo acompañe, que tiene unos recién recibidos en su oficina. Salieron por una puerta lateral, luego una angosta escalera que los lleva al primer piso, con un ardid casi escolar se dejó ser la que fuera delante, de tal modo que se daba perfecta cuenta que el hombre estaba tomando una fotografía visual de sus piernas y casi verle hasta las nalgas, situación que ella favorecía exprofeso, sabiendo que lo estaba llevando de las narices, y realmente lo estaba disfrutando como una forma tan erótica de seducción y apreciando la lujuria que le regalaba a ese hombre que estaba a punto de comerse.

Llegaron a la oficina, en el lugar más discreto, amplio ventanal desde donde se apreciaba todo el movimiento del salón de ventas, por el contrario, el espejado de los cristales permitía ver sin ser vistos.

—Me llamo Xavier… la vedad es que desde que te vi me has impactado, has despertado todos mis deseos, encendido mi lujuria más atroz por eso quise traerte hasta aquí, mi mundo privado. No va a pasar nada que no quieras y sobre todo soy la discreción en persona.

—¿Nadie se va enterar de esto? –preguntó Gina, mostrándose más vulnerable de lo que era en realidad.

—Nadie, nadie… claro si te portas bien…

Los pensamientos de Gina bullían, estaba ante una situación como tantas otras cuando sentía el acoso de los hombres por la calle, pero ahora, ante la inminencia de concretar los hechos otro era el cantar. Ahora era el personaje central de su propia historia, excitada pero gratificada por el morbo de la situación la estaba haciendo mojar como pocas veces antes.

—¿Todo eso es por mí? —señalando la bragueta del Xavier, con una notable erección.

—¡Todo para ti!, ¡Todito esto! —frotándosela por encima, sin dejar de mirar la reacción de Gina, se le aproxima.

Con movimientos seguros se colocó detrás de ella, sus manos bajaron hasta los muslos y suavemente subieron hacia sus nalgas.

Gina se quedó inmóvil, se sintió sobrepasada por la excitación. La estaba comenzado a volver loca sentía el placer de ser su objeto sexual, que pagar por ella lo convertía en dueño de sus carnes.

—Todavía no te he contestado nada —dijo ella suavemente.

—Si no quieres me detengo… —sarcástico pero muy seguro.

Sin pensar, sin poder manejar sus reacciones dijo:

—No, sigue por favor, sigue.

Se mueve con sensualidad, apoyándose discretamente sobre el miembro endurecido del señor.

Las manos del encargado tenían trabajo extra, con una palpa la cintura y la otra por delante, se introduce debajo de la camisa hasta abarcar una teta. La siente grande, imponente, aprisionada y a mercede de la ansiedad del hombre. Apoyado contra el trasero de la mujer, las manos se deslizan bajo la camisa, y libera del soutien.

—Ayyyyyyy —casi un susurro, un gemido casi inaudible llegó al oído del señor.

Ya el culo de Valentina se movía, lentamente iba de un lado a otro, haciendo que el duro obstáculo de la verga se sintiera pleno contra ella. Gira para colocarse de frente al hombre.

Las manos del señor no tienen calma de las nalgas se dirigió hacia delante y se posó por debajo de la falda en la vagina de ella, que con un nuevo y suave gemido busco la boca de Xavier con sus propios labios. El primer beso fue extenso y tremendamente cargado de morbosidad y deseo, el hombre inquieto vuele a girarla para apretarse contra ese delicioso culo, objeto de todos sus más indecentes deseos.

—Sos un bombón y te voy a comer toda de un bocado.

Un nuevo empujón con su culo, un nuevo beso y la mano de ella que buscó hacia atrás la nuca de Xavier.

Ambos giraron y ella quedó apoyada contra el vidrio, en su mente ella imaginó que estaba a la vista de todo el salón de ventas, eleva el morbo, se imaginó a los empleados mirándola y eso la excitó aún más. Para colmo él comenzó a bajarle lentamente la tanga mientras subía la falda por encima de la cintura. Las manos abiertas de ella se apoyaban contra el espejo mientras que las de él abrían suavemente sus nalgas.

El momento del primer contacto fue supremo y demoledor para ella. La verga dura como una lanza de guerra se introdujo entre sus piernas y pujó hacia arriba en el pubis buscando la raja mojadita.

Un hondo suspiro indicó que ella se encontraba bajo el hechizo del sexo que él le proponía. Oscuro y perverso, apasionado, tramposo, potente y devastador para ella.

La cabezota de la verga es llamada por la humedad de la cueva, los labios de la vagina dan la bienvenida. El encuentro produce más humedad, un poco de carne rígida, solo un poco, prólogo de un gran momento…

—Ya te tengo, eres mía, toda mías.

—Sí, sí, toda… ahhh… toda tuya… —voz entrecortada por esa muestra de carne dentro suyo.

El hombre, la hizo girar, abrir las piernas para afirmarse en el suelo, cuerpo arqueado, palmas contra el vidrio espejado, pudiendo ver todo el salón de ventas, mientras Xavier se abre paso en la vulva con el glande a pleno, húmedo por los jugos de ella y con el primer atisbo del fluido a flor de piel.  Empujó un poco, entró, ella arquea su cuerpo un poco más para facilitarle la penetración.

—No te vas olvidar más de este polvo. —sonaba como amenaza de mejores momentos.

—No… no… no –respuesta casi mecánica.

—¿Te gusta ser cogida así?

—¡Sí, sí…i…me haces delirar, mi macho!

—¿Qué ten así… tan duro?

—Sí, sí, mi macho… ahhh, dame, dame más, más fuerte, más hondo…

Xavier, retiró uno poco la pija, ella exhaló el profundo placer, desde la puertita, volvió con todo, empujar fuerte y al fondo, ella cierra los ojos para sentir en toda su extensión la entrada del macho en la hembra dominada. Se apoya con todas sus fuerzas contra el cristal, jade y gime lastimosamente. Siente el rigor de la verga tan, tan dura, la podía sentir como si fuera un hierro caliente que le clava sin compasión en su sexo.

—Uff, ayyy… está muy dura —se quejó, varias veces.

—Así, está por tu culpa. —susurrándole al oído.

Ella sonrió, lentamente comenzó a colaborar con sus movimientos, copiando el ritmo de las lentas pero profundas arremetidas, acompasada danza.

—Dame más……dámela toda —rogó ella.

Xavier incrementó el ritmo, suavemente fue haciendo movimientos más rápidos, golpeando fuerte en el fondo.

— Sí...así…así —gemía lastimera y ansiosa.

— Cómo te gusta la vega, toma más….

— Sí...me gusta… me gusta —entre suspiros y gemidos.

Las manos del señor se atenazaron en las caderas de Gina, ella se sintió en las nubes, simplemente era su paraíso momentáneo, sentirse una gran prostituta. Los gemidos se hicieron más potentes, las manos ya dejaban trazas en el vidrio mientras la verga entraba y salía con potencia en ella. Sus piernas se doblaban, su boca dejaba las marcas de su aliento en la ventana.

—Ya… estoy… voy a acabar… voy a acabar, me vengoooo —casi gritó ella.

Xavier seguía en el bombeo, a ritmo de demolición, ella pierde el compás, el orgasmo se lo impedía, pues la obnubila y se pierde en la nube de su propio placer.

—Siii… siiii… siiii —exhalación final, parecía el estertor de un moribundo.

Ojos cerrados, dientes apretados, manos cerradas en puño marcaban que ella estaba entregando su orgasmo. Inmóvil y dominada por su dominante macho.

Pero la quietud no le duró demasiado.

—Yo no acabé —le dijo el hombre, casi rogando que no se saliera de él.

Sin pérdida de tiempo y como si hubiera sido una orden para ella, se dio vuelta y se arrodilló, tomó la verga entre sus manos y comenzó a chupar con fuerza. Su boca al igual que sus manos se movían, vaivén en alocado ritmo frenético.

—Dame la leche bebé —exclamaba ella sin dejar de mirarlo, controlando sus movimientos.

—Fue demasiado, Xavier se derramó de golpe sobre ella, dejándole algunos rastros de semen en el rostro, mientras ella con la punta de su lengua recogía los restos sobre la punta de la verga, finalmente le dio un soberbio chupón que dejó la pija completamente limpia.

—Bueno… veo que hemos hecho negocio - dijo Xavier sin dejar de mirarla

Gina sonrió, estaba feliz y satisfecha… por el momento. Había cumplido su fantasía, sentirse una prostituta por una vez.

Alejandro dejó de buscar ese teléfono para su hijo, se la encontró a su esposa.

—Vamos para casa.

—Pero… ¿no era que veníamos a comprar el teléfono?

—Sí, sí, pero… no estaba en nuestro presupuesto el que me interesa, tal vez mañana en otro comercio…

Un torpe movimiento y se le abrió la cartera, dejando caer sobre el asiento la pequeña caja con el teléfono…

—Ah… no era que no estaba a nuestro alcance… y ¿esto qué es?

—Ah, bueno… es…. Es una sorpresa… —rápida en actuar, cambió asombro por justificación— Es… que el gerente me hizo un “jugoso” descuento…

—Bueno, será cosa que cuando necesite renovar mi teléfono venas tú para conseguirlo…

Sonrieron, él por el beneficio económico, ella por el beneficioso polvo que se llevó haciendo de puta y hasta con regalo doble, la leche del señor y el telefonito para su hijo. Ahora mismo se quedó pensando en volver por más…

Gina y el Lobo Feroz compartieron un momento de intimidad, donde ella le actuó en carne propia como fueron los sucedidos que se volcaron en este relato.

Dime mujer lectora, ¿no has sentido ganas de hace como Gina? Cuéntame en [email protected] al señor Lobo Feroz le complacería saberlo, prometo responder todas tus preguntas.

Lobo Feroz

(9,19)