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Mi primera vez, mi primer orgasmo

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Mi primera vez fue algo increíble, fuera de este mundo, algo que jamás creí que me hubiese gustado cuando todas mis amigas decían que si dolía. Todo el transcurso de mi colegio pase pensando en cómo sería aquel que me la metiera y me haría vibrar de pasión, me daba morbo eso llamado sexo, a pesar de que siempre en mi casa mantenían la idea de que todo debe ser después del matrimonio, siempre me dio intriga saber que se siente sentir eso duro ahí abajo y no solo mis dedos. 

Bueno yo tenía 18 cuando lo conocí, nunca sospeche que el seria el amor de mi vida y el que me desvirgaría, cuando lo conocí me impacto su aire tan coqueto y de chico malo misterioso, era de esos galanes que con solo una mirada te congelan y todo el mundo gira en torno a sus brillantes ojos. Lo había conocido en un principio por internet y terminamos un día quedando a la salida de mi colegio, no puedo describir la sensación de verle, mi corazón palpitaba a mil y no era lo único que me palpitaba, cuando lo vi no pude evitar excitarme, era tan guapo, me acerque le salude con un beso en la mejilla y su olor a macho mezclado con el olor de su chompa de cuero me abrumo y me hizo embriagarme en una sola exhalación de su aroma. El sonrió y me mojo aún más, como no poder sonrojarme con alguien así. Ese día salimos a dar unas vueltas a un centro comercial, moría de ganas de encontrar un hueco en algún lugar y violarle. Lo cual no sucedió porque él tenía novia y supuestamente la amaba. Supuestamente porque lo que vino después se puso mejor.

Después de algún tiempo saliendo, terminamos besándonos en su cuarto, a mí me enloquecía su olor y a él, el mío. Ya no podíamos evitar cada vez que nos veíamos y estábamos a solas besarnos y acariciarnos. Al inicio solo me agarraba mis enormes senos y los estrujaba con fascinación al parecer nunca había estado con alguien que los tuviera así de grandes y bonitos, las citas fueron progresando en quitarnos un poco de ropa, en tocarnos nuestro sexo y lamernos de vez en cuando, yo aún tenía miedo de perder mi virginidad sentía que él era el adecuado el indicado con el que quería perderla, pero aun no me sentía lista a pesar de que su lengua en mi clítoris era una delicia. Siempre una parte de mi gritaba por ser penetrada de la manera más salvaje posible mientras la otra temía que le rompieran todo por dentro y que luego fuera todo a mal. 

Ingrese a la universidad, ya era mayor de edad y lo deseaba a el más que nada en este mundo, deseaba su pene enorme dentro de mi vagina, restregándose, entrando y saliendo mientras mis fluidos se hacían uno con los suyos. Había noches en que solo pensaba en ese momento, hasta que por fin me decidí era hora de hacerlo, me sentía lista con ganas de ser follada de la manera más dura posible.

Planeamos entre ambos hacerlo un día después de mis exámenes parciales, no pude dar ese día mi examen bien no podía dejar de pensar en que por fin él iba a penetrarme, apenas salí de mi universidad fui disparada hacia su casa, el vivía solo así que nadie nos iba a interrumpir. Llegué a su casa y lo primero que pude percibir fue su colonia mezclada con ese olor a cuero que me volvía loca. Estábamos en la entrada de su casa y me abrazo de la cintura y me presiono hacia el haciendo que note su erección a través de nuestras ropas, ¡dios! Sí que la tenía parada. Me lance primero hacia sus labios, nuestras lenguas se sacudían frenéticas, se tocaban y se restregaban intercambiado nuestras salivas, cada beso me mojaba más y más. 

—Creo que no vas a querer que sea aquí ¿verdad? —pregunto él.

Obviamente respondí que no. Quería algo más privado y cómodo. Entre besos y caricias atrevidas terminamos subiendo a su cuarto, estaba todo ordenado y perfumado. Prácticamente era un altar para aprovechar a una virgen. Me sentía tan nerviosa pero mi vagina pedía a gritos ser mimada. El me acostó sobre su cama y empezó a besarme de una manera más dulce, mientras poco a poco me iba despojando de mis ropas, era la primera vez que estaríamos totalmente desnudos. Mientras iba sacándome la ropa iba besando cada punto en el que iban pasando sus manos, empezó por mi cuello mordiéndolo y chupándolo, bajo por mis clavículas haciéndoles hikie algo suaves, luego bajo con su lengua recorriendo hacia mis pezones y empezó a chuparlos y mordisquearlos mientras se paraban más y más.

—Dios niña eres todo un lujo, eres lujuria y me vuelves loco —susurro mientras bajaba desde mis pechos hacia mi ombligo.

Ya para ese momento yo solo tenía puesto mi cachetero, después de pasear por mi estómago se arrodillo ante mí y como si estuviera descubriendo el mayor tesoro de su vida, deslizó lentamente el interior por mis piernas hasta dejar totalmente descubierto mi sexo. Me sentía tan nerviosa pero excitada, era una mezcla intensa que hacía que cada vez mi vagina se moje más y más. El dudo por un segundo y dijo:

—De verdad quieres darme tu bien más preciado?

Obviamente respondí que sí, no había llegado tan lejos para echarme atrás quería hacerlo ya y quería que fuese él. Entonces empezó a besar mi vagina y a dar golpecitos en mi clítoris con su lengua, cada tanto la puntita de su lengua entraba por mi orificio, pero eso ya no me bastaba, necesitaba sentir algo más duro en mi interior.

De repente se paró excitado y su pene se notaba que no podía más de la excitación, estaba enorme y duro. Se puso sobre mí y me beso de una manera tan lujuriosa que empecé a gemir. De repente empecé a sentir que la punta de su pene empezaba a rozar mi entrada, era muy estrecha empecé a cuestionarme si en realidad toda esa polla enorme me entraría. Cada vez el empezaba a arremeter contra mi sexo de una manera más rápida y más fuerte hasta que en un momento dado, solo entro y yo estalle de dolor, sentía una quemazón horrible, pero a medida que seguía moviéndose yo dejaba de sentir ese dolor y comenzó a volverse placer, era tanto mi placer que no paraba de gritar metela más durooo más fuerte, por favor quiero más duro, no dejaba de gritar y gemir en su oído y eso lo volvía aún más desenfrenado.

Nuestros cuerpos eran un va y ven de lujuria y desenfreno, cada vez sentía como mi vagina se volvía mas mojada y dejaba que él entre con mayor facilidad en mí, yo estaba en el cielo solo sentía un cosquilleo enorme como fuego que iba subiendo desde mi sexo hacia mi abdomen bajo y se iba propagando por todo mi ser. ¿Era eso lo que creo que era? Efectivamente estaba a punto de tener un orgasmo. El movimiento de nuestros cuerpos se aceleraba cada vez más y yo solo no podía parar de gritar, de extasiarme con las sensaciones que tenía, es que esa polla enorme se restregaba en mi interior como si esa apertura le hubiese pertenecido desde siempre. De repente el empezó a gemir más fuerte conmigo y los dos no podíamos parar de jadear y besarnos, el cosquilleo era más intenso en cada embestida hasta que no soporte más y sentí que me orine, en realidad me había corrido, pero no lo supe hasta tiempo después que eso era una corrida. El acabo a la vez que mí. Termino en mi interior y solo podía extasiarme con sus fluidos calientes saliendo desde mi útero hasta la entrada de mi vagina y de ahí escurriéndose a mi ano. 

Me abrazo y dormimos hasta que tuve que retirarme a mi hogar, no podía creer que al fin era una mujer y que lo había hecho con un adonis como él. Simplemente fue una experiencia tan deliciosa que hasta el día de hoy no he querido cambiar de polla.

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