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Dulce experiencia

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El sexo no es lo más importante dicen, pero para mí es una parte fundamental para poder conocer a la otra persona. No importan los idiomas, en el lenguaje del sexo es mucho más sencillo conocerse, no necesitas hablar, solo sentir. Mientras fumaba un cigarro en su apartamento, él se pegaba atrás mío moviendo su pelvis.  

Yo mirando la noche, sentía poco a poco la necesidad de pegarme más a su cuerpo. Lo deje jugar, sopesando todo, lo conocía hace solo 4 horas aprox., y no estaba acostumbrada a dejarme llevar tan rápido por alguien.  Sin embargo, siempre me ha traído lo exótico.  

Su piel es blanca, sus manos son grandes, perfectas para tocar mis pechos grandes dispuestos. Me controlo aun pensando si es muy pronto o no.  Aunque finalmente me fascina más la idea de dejarme conquistar, y ver a qué lugar me llevan sus grandiosos besos. Tiro el cigarro, me acuesto junto a él.  Intento evadir sus caricias cerca de mis senos.  Mentalmente ya estoy decidida, pero quiero ir despacio. Dentro de mi pantalón siento como poco a poco me voy humedeciendo, es apasionado como me gusta, expresa deseo hacía a mí y eso me excita. Sus manos se vuelven más locas, mis besos se intensifican, lamo su cara, su piel, su boca, deseo comerlo con el gusto, el tacto, morderlo, poseerlo. Finalmente, nos acercamos cada vez a otra habitación, nos detenemos un poco antes, para simular que me penetra con mi ropa aun puesta. Mis mejillas se ponen rojas por el calor que va ascendiendo.  

Adoro a las previas, y me gusta aún más que el sexo no sea convencional. Me tire a la cama, me quite la ropa, mis pechos salieron llenos a su boca, mordisqueaba dulce, tocaba suave y delicado.  Le pedí que apretara más fuerte mis senos, que los ahogara no solo con su lengua, que se perdieran en sus manos. Quise probar cosas nuevas, me recosté en la cama, le pedí que acercara su miembro bien cerca de mi cara, y lo introdujera entre mis tetas, de vez en cuando dejaba escapar mi lengua en su pene exquisito, y comenzamos ese juego, mientras sentía que me follaba las tetas, no podía dejar de gemir y mirar su rostro lleno de placer. En mi zona más baja, iba mojándome más y más al solo mirar esta escena.  

Apreté mis pechos bien fuerte en torno a su “DICK”, para que eso le provocara la sensación de que estaba entrando en mi zorrita ya muy mojada por la situación que estaba viviendo. El penetro y penetro mis tetas, hasta que poco a poco su intensidad se hacía más elevada.  Yo sentía una mezcla de satisfacción y ansiedad porque sabía que pronto vendría a caer todo su clímax en mi cara y en mi boca.  Soltó varios y grandes chorros en ella, saque mi lengua para poder saborear algo de sus jugos, pase mi lengua alrededor de mi boca, no me gusta desperdiciar una gota de ese brebaje, me sentí completamente pagada, el premio que más deseaba era que se corriera. La mañana llego y mis ganas aún seguían.  Había un fuego incontrolable que quemaba mi entrepierna.  Me encantó la idea de despertar junto a él, y que lo primero que tocase fueran mis tetas, que al solo contacto se estremecieron, mis pezones se endurecieron con furia, la ropa hacía que el calor se intensificara.  

Acerque bien mi trasero a su pene, comenzó a moverlo, invitándolo a que entrara cerca de mi zorrita. Me quite las bragas, se quitó la ropa interior.  Le tome su mano y la puse en mi sexo, necesitaba estimularme más antes que lo dejara entrar por completo.  

Metió uno de sus dedos en ella y percibió que estaba muy húmeda. Ingreso de a poco, fue abriéndome, mis mejillas se sonrojaron, y mi boca comenzó a disparar los gritos más descontrolados, él puso una mano en mi boca, le comí un dedo, se lo chupé mientras estaba siendo penetraba.  

Sus estocadas eran cada vez más intensas, la cabeza me daba vueltas, y el como un loco me daba duro.  Escuchaba su suave gemir, eso me descontrolaba aún más, quería morderlo, comerlo, que me llenara de leche la entrepierna. No podía dejar de pensar lo rico que me follaba, entraba y salía demoníaco, lo rasguñe, lo comía con mi sexo, quería atraparlo, apretarlo, exprimirlo hasta que pudiera soltar todo el jugo. Comenzó a entrar más fuerte y profundo, su boca no dejaba de soltar pequeños gemidos, mis ojos brillaban y tenía una pequeña sonrisa de satisfacción. Estaba a punto de correrse, y lo podía percibir.  

Adore ese momento, el sentir su respiración agitada, sus movimientos más placenteros, la rapidez de su penetración, y el acabar, el acabar en mi sexo. Nos quedamos un momento compenetrados.  Luego, de eso salió, y se sintió igual de rico. Tome mis bragas, las toque.  Y estaban aún muy mojadas.

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