Nuevos relatos publicados: 16

Un despertar maravilloso

  • 8
  • 7.231
  • 9,59 (32 Val.)
  • 0

Comienzo esta maravillosa fantasía con una mujer y la escribo en primera persona, dirigida a ella, por lo que es "para ti"; con ello trato de quien lo lea se meta más en lo que ocurre.

Espero que os guste.

******************************

Tras una larga siesta, me despierto. Abro los ojos lentamente y comienzo a mirar a mi alrededor, pero no sé qué observo si está todo oscuro. Mis sentidos todavía no se han activado. Siento mi brazo izquierdo dormido. Mientras voy recobrando el conocimiento poco a poco, logro notar tu respiración justo a mi lado. Estás a mi izquierda, acurrucada a mí, y mi brazo debajo de ti.

Trato de sacar lentamente mi brazo de debajo de ti para no intentar despertarte, y tras conseguirlo, me acomodo y me acerco un poco más a ti. Consigo ver algo en la oscuridad ya que los ojos se me han acostumbrado. Tienes tu cara frente a la mía. Estás con la boca ligeramente abierta. Me quedo un buen rato observándote y me viene una idea.

Si la beso y le acaricio, ¿se despertará? - pienso. Y si se diese el caso de que te despertaras, espero que no me sueltes una hostia y me quede sin sexo un mes. Bueno, qué más da, quien no arriesga no gana, ¿no? Pues eso hago. Te beso en los labios. Comienzo a acariciar tu espalda desnuda. Para mi sorpresa, no te despiertas, aunque quiero que lo hagas. No quiero terminar teniendo sexo contigo dormida, necesito que me hagas tus mil y una maravillas. Y por ello, me pongo sobre tu oído y te susurro tu nombre varias veces, pero sin dejar de masajear tu espalda.

Abres los ojos paulatinamente, pestañeas unas veces y abres los ojos totalmente. Te sorprendes, pero noto una sonrisa en tu cara.

“Buenos días, cieloâ€- me dices adormilada. Me besas y me acaricias la cara tras ello. Entonces, te cojo de las manos y las conduzco hasta mi zona abdominal, una vez las dejo ahí, las mías las llevo a tus caderas y comienzo a besarte con ganas.

Llevamos un rato besándonos y tú dejas de tocar mis abdominales para ahora coger mi pene y das comienzo a una fantástica pero lenta masturbación. Notas que tengo el glande algo seco, así que te llevas los dedos a la boca, los lames y luego los frotas para humedecer la cabeza de mi pene. Das círculos con dos dedos, me gusta, me da cosquillas, pero a la vez placer y provocas que mi miembro comience a erectarse.

Yo como no quiero ser menos, toco tu monte de Venus con una mano y con la otra voy palpando tus labios exteriores, jugueteo con ellos, paso mis dedos entre ellos, muevo mi mano arriba y abajo y así tocando también tu clítoris mientras que sigo con tu pequeño montículo. El tacto de toda tu zona sexual bien depilada es fantástico, todo tan suave y delicado. Es como tocar un mineral de talco, algo sorprendentemente suave.

Después de tirarnos otro buen rato masturbándonos lentamente y de diferentes maneras, mientras que sincrónicamente nos besamos, te levantas de la cama y me pides que te siga. Te hago caso y me levanto.

Terminas llevándome al baño. “¿Querrá que nos bañemos?â€- me pregunto. Me quedo asombrado cuando veo que abres el grifo del agua caliente de la bañera y echas un conjunto de jabones y sales minerales.

Mientras se va llenando la bañera, me sientas en el váter y tú te arrodillas frente a mí. Oh sí… toca una de tus perfectas felaciones… joder, realmente me encantan.

“Prepárate, te voy a dejar sin peneâ€- me dices muy excitada y te ríes. Me río también y te dejo hacer el trabajo, lo único que hago es sujetarte el cabello para que no esté en medio.

Das pie a la mamada dando círculos con tu lengua en la punta de mi pene mientras que vas masturbándome poco a poco con las manos. Decido cerrar los ojos y dejarme llevar por el placer. De círculos con la lengua, comienzan a ser lengüetazos largos desde el principio hasta el final de mi miembro. Haces un último lengüetazo y te lo metes en la boca, pero solo un poco. Comienzas a bajar la boca lentamente y subes, a cada vez que avanzas un poco, vuelves a subir, así simultáneamente pero cada vez bajando más. Cuando llega el momento en que te la metes entera, alzas la vista y me miras a los ojos, me guiñas uno y te mantienes así unos segundos, aun así teniendo mi polla dentro de tu boca, mueves la lengua para acariciarla y darme así más placer. Suelto un par de largos gemidos. Llega un momento en el que haces una pequeña arcada y levantas la cabeza rápidamente y corriendo te me acercas para besarme con mucho ímpetu.

Por fin se termina de llenar la bañera y está llena de espuma. Metes un pie para notar la temperatura y luego el otro. Me coges de las manos y pegas un pequeño tirón para meterme ahí contigo.

Una vez estamos los dos dentro, comenzamos a acariciarnos y morrearnos. Te doy un abrazo y te apretó contra mi “eres la mejor. Te quieroâ€- susurro a tu oído. Me respondes con una amplia sonrisa y un último beso.

Me agacho y me pongo manos a la obra. Me toca hacerte llegar a la luna. Comienzo a lamer tu clítoris rápidamente y con las manos voy tocando tus labios. De tocarlos, paso a introducir dos dedos lentamente. Una vez los tengo dentro, comienzo a hacer un gesto de “ven†y estimulo tu punto G. Lo aprieto, y voy tocándolo. Parece que te gusta, ya que gimes y te noto tu vagina cada vez más mojada.

Tras ese cunnilingus, nos tumbamos en el agua. Está en una temperatura perfecta. Es muy relajante y romántico. Una vez me tumbo, parece que te vas a tumbar tú también, pero cambias de idea y te recuestas sobre mí, boca arriba. Pones tu culo justo encima de mi pene y vas moviéndote arriba y abajo para estimularme. Yo paso mis manos por encima de ti y te agarro las tetas. Hago movimientos circulares con ellas y con la yema de los dedos voy tocando tus pezones. Y claro, te voy dando pequeños mordisquitos en el cuello entre beso y beso.

Levantas la cadera levemente y aprovecho para coger mi polla y metértela. Suspiras y bajas las caderas. Sigues haciendo los movimientos de antes, arriba y abajo, pero ahora estoy dentro de ti y es muy placentero. Cada vez te vas moviendo más deprisa y vas alternando de movimientos. Cada vez que tus nalgas tocan mi cuerpo cuando bajas, es un gemido que lanzamos al unísono, es fantástico.

Vuelves a ir algo despacio debido a que estás cansada. Jadeas, pero no quieres parar. Te susurro que te relajes, te cojo por las caderas y te ayudo a levantarte.

Una vez los dos de pie, te doy media vuelta, te penetro y te cojo por las caderas fuertemente ayudándome a penetrarte más fuerte y más deprisa. Agachas la espalda y te pones en un ángulo de noventa grados por el placer. Gimes, gritas y me pidas más. Tus pechos caen y se mueven al compás de cada penetración, llegando a chocar entre ellas y hacer un sonido como de palmadas. Me pides más, a cada segundo que pasa, más cerca estamos del orgasmo. En un impulso de excitación y ganas de hacer algo que te gusta, te cojo de las manos, te las pongo a la espalda y empujo hacia a mí, teniéndote así en mi control. Te beso el cuello y voy respirando a tu oído, provocando que te excites más.

Justo antes de correrme, freno un momento, cojo aire, te hago un chupetón y comienzo a penetrarte más rápido que nunca. Sigo así durante unos segundos y lanzo más gemidos que nunca. Suelto un último y largo gemido.

Me corro y tú lo notas. Te suelto las manos y vuelvo a abrazarte. Sigo penetrándote lentamente, me pides que quieres más, que quieres llegar. Así que hago un último esfuerzo, salgo de la ducha y me siento en el váter. Te me pones encima, me agarras del cuello y comienzas a dar botes, me cabalgas, por cada bote que das, es un gemido que sale de tu preciosa boca.

Terminamos en la cama, exhaustos, sudorosos y muertos por el placer. Solo se me ocurre decirte que te quiero y que estas cosas contigo son lo mejor que hay, y claro, tú eres lo mejor del mundo.

(9,59)