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Muchacho tímido y sincero

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Un lector asiduo de una página como esta me ha remitido un relato donde describe parte de su vida. Considero que reúne los requisitos suficientes, y sobran, para que sea publicado. Por motivos personales no desea ser él quien lo presente y me lo ha encomendado. Reconozco su meritorio esfuerzo y desde aquí le agradezco que nos haya permitido observar, a través de esta ventana, los anhelos de una vida aún por satisfacer plenamente.

Ahora vamos a lo que interesa:

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EL RELATO:

Siempre fui un poco ñoño... Bueno, eso dicen. Siempre fui considerado el inteligente de mi grupo en el colegio, aunque no por eso fuera el de mejores notas. Soy poco disciplinado.

Aun así, ser diferente a los demás siempre jugó a mi favor. Nací en un barrio de clase popular del centro de mi ciudad, una isla en medio del desarrollo de los rascacielos.

Una isla de pobreza y crimen donde la esperanza apenas asoma el rostro, dejando paso al conformismo que condena a la gente a ser pobre e ignorante. Ser diferente me ayudó a conocer mundo. Hablo bonito, conseguí una novia rica una vez (me encantaba follarla) y la conquisté con mi manera de hablar sabiéndome expresar.

Soy culto, mucho, en contraste con la gente que comparte mis orígenes sociales. Soy todo un príncipe, un caballero, un señor, o como por mi profesión suelen llamarme algunos, un doctor (o "dottor", que ni saben pronunciar bien la palabra).

Me describo un poco:

Soy moreno, de 165 centímetros de altura, no es mucha, pelo chino y de ojos de un verde extraño, con miel..., es lo que más me gusta de mí. Cuando me miro al espejo observo mis los ojos y…, si es verdad que son la puerta del alma, pues déjenme decirles que tengo un alma muy linda.

Odio afeitarme y me gusta la sombra de mi barba en el mentón, en las mejillas, en la mandíbula, y hasta se extiende un poco hasta el cuello. Hago poco ejercicio, pero estoy delgado. Tengo el metabolismo rápido, como de todo, lo que sea y cuanto sea y no engordo. A lo sumo se me marca el cuerpo, los músculos y me enorgullezco de mi definido abdomen. Tengo veinticuatro años y después de un año sabático, regresé a la universidad de mi región a terminar mi carrera de psicología.

Vivo en la casa que mi abuela le dejó de herencia a mi mamá, una mujer compleja con la que tengo una mala relación. Mi papá murió hace seis años, pero tampoco me hace falta. Me formé solo y autosuficiente. Crecí en la soledad, pero con la ayuda de mi tía adorada y el cuidado de mi abuela.

Soy reconocido en mi comunidad. Siempre he sido voluntario de campañas vecinales y estoy muy involucrado con los políticos locales. Aunque soy algo joven, ya me postulé a mi ayuntamiento local y me volví popular, a pesar de ello no gané.

Tengo que contar lo anterior porque esta historia resulta justamente un contraste excitante:

¿Cómo es posible que el chico inteligente y prometedor termine en la misma habitación, con los pantalones abajo y la punta de la verga metida en el culo de uno de los matones más temidos y respetados del vecindario?

Sí, eso era el hombre de treinta años que, con el rostro desfigurado y expresando un dolor inmenso, al que tenía agarrado por las caderas, ensartado en mi verga, y que con mis diecisiete centímetros de largo y cinco de grosor, se abría paso en su culo virgen.

Esta no es una historia de amor, ni de sexo desenfrenado. Esto ha llevado tiempo. Y no he sido yo el que lo buscaba. Él lo hacía con sugerencias o indirectamente me lo insinuaba:

"Tú eres serio, tú no vas a decir nada. Te respeto y también a tu verga".  "Sí, tú bonita y tremenda verga me gusta..., pero no me la dejaré meter..., no es por falta de ganas, es por miedo..., meter tu verga tiene que doler".

Hace más de año y medio que comenzó la historia.

Ya nos habíamos visto antes. Él estaba en décimo grado cuando yo estaba en sexto, en el mismo colegio. Era de los grandes y de los chicos bonitos. 175 de altura, siempre hemos mantenido la diferencia de diez centímetros a su favor, blanquito, delgado y fibrado.

Piernas velludas y un culo... ¡Ah! ¡Lo que hace el jugar al fútbol!...

¿Pandillero?...  Desde siempre.

¿Calenturiento?... Toda la vida.

Siempre con varias chicas detrás de él pidiéndole verga…  

Dejó a una novia embarazada y le pusieron coto y frenó desde entonces.

Yo era el niño querido del colegio, el que declamaba en los concursos de poesía, el inteligente y también el llorón, ¿por qué no decirlo? Aun así, nadie se metió conmigo.

El bullying resultaba lo normal. No era afeminado. Tampoco era un macho. Pero nadie, nunca, me cuestionó. El que quería acercarse a mí era bienvenido, el que no tampoco me jodía.

Sabíamos el uno quien era el otro. Él se llama Fabián y yo Andrés. Nunca habíamos hablado hasta que..., un día iba ebrio por la calle, daba traspiés por la borrachera y me lo encontré camino a casa.

Sí, era en noviembre del 14, lo recuerdo perfectamente.

Me pidió un cigarrillo. Yo no tenía y le dije:

- "¿Más bien no tendrás tu uno para mí?"-.

No lo dije con doble sentido y él tampoco lo tomó así, pero sí dijo algo que yo no esperaba en ese momento:

- "Si te doy un cigarrillo, ¿tú qué me das?".

Quedé pasmado. Se acercó y me dijo en voz baja:

-"Yo sé que tú eres gay. Relájate conmigo, ven y fúmate el cigarrillo en mi casa".

¿Estaba alucinando? No me hice de rogar. ¡Estaba ebrio! Tenía, como dicen por aquí, voluntad y espíritu de Puta.

Además, quería un cigarrillo. No de carne. Deseaba uno de verdad.

Reconozco que soy bueno mamando verga y chupando culos, pero no me gusta... O bueno, sí que me gusta, pero cuando esa persona me causa algún sentimiento más que..., calentura.

Cuando tengo calentura soy putamente egoísta. Nada me importa. Si yo disfruto, los demás a la mierda. Claro que soy muy educado y eso hace que la gente que "tira" o "jode"..., o, mejor dicho, los culos que me follo, queden satisfechos pero no plenos, tampoco se deprimen, el 'desplante' siempre es caballeroso.

Yo no beso, no la mamo así a la ligera, sí que masturbo, no me importa tener las vergas en la mano.

La meto rico, sí, pero no me gusta coger vergas que no.…, vergas que no amo, o que no admiro.

¿Qué cuáles son las vergas que admiro?

Las que son más grandes que la mía. Esas sí que quiero tragármelas, me las quiero meter hasta el fondo de la garganta y ojalá alguna me folle el culo alguna vez..., por ahora solo las he visto en porno..., ¡ah! Y en relatos de TR.

Mi chico matoncito no goza de esa virtud. La tiene normalita. Delgada y algo flácida.

Se la mamé una vez. Solo esa, la del cigarrillo. Pero menos de un minuto. Él, muy macho y todo, se moría por la mía y se la metía a la boca..., como mamador inexperto, me rozaba con los dientes y yo..., yo no lo disfrutaba.

Tampoco le dije nada. El creía que lo hacía bien. Pero..., hombre, si él no me pide que le enseñe a chupar verga como dios manda, yo no lo voy a hacer.

Me dejo hacer..., coge mi verga y se la frota en la cara, se la mete en la boca y empieza a hacerla entrar y salir. No se la mete hasta el fondo. Eso mejoraría todo. Pero no quiero forzarlo. ¡Que mi matón no es marica! Solo es un cocainómano de mierda al que se le abre el culo cada vez que esnifa, y le gusta sentir un roce en la entrada del ano. Y el mío, el de mi verga, la más grande que él ha visto, le vuelve loco.

Después de esa vez primera vinieron más cigarrillos. La primera vez solo quiso que se la frotara en el culo, que lo cogiera de las caderas y lo embistiera sin metérsela. Eso quería.

La segunda quería que le rozara el ano con el dedo.

La tercera ya progresaba y me pedía que se lo metiera, iba evolucionando con lentitud y dudando, pero no había condones..., y otra vez se conformó con que le rozara el ano.

La cuarta..., la cuarta resultó dramática. Estando con él ese día perdí el celular. Estoy casi seguro que fue él quien me lo sustrajo. No le guardo rencor. Eso resulta ser él, un pequeño ladrón, o un hampón como aquí se dice. Temido por los suyos, sí, pero un mísero ladronzuelo.

Y dejé de seguirle el juego.

Y esta noche sería diferente. Yo no estaba caliente, pero él me encontró en mitad del barrio mientras caminaba para casa. Me llamó, dijo que necesitaba un favor, cosa que es normal en el barrio, hasta los ladrones me respetan y yo tampoco soy cerrado.

No apruebo lo que hacen, pero entiendo que la necesidad histórica y la pobreza de las familias ha generado esa cultura y ha convertido el hurto y el crimen en un negocio donde las familias hacen carrera.

Ante todo son seres humanos.  Me pidió que fuéramos a su casa para hablar tranquilos y bueno, fui con él.

Esta vez ya tenía claro lo que quería. Esta vez sí tenía que ser. No lo confirmó desde el principio, pero decía que hacía tiempo que no contactaba conmigo y que me estaba buscando. Discretamente, claro.

Y alguna vez, cuando nos veíamos en el minisúper del vecindario no era ni el momento ni el lugar apropiado.

Llegamos a su cuarto y me pidió que le explicara algunas funciones de su nuevo televisor, no soy un geek, pero se me da bien el manejo de la tecnología, y se lo expliqué.

Hablamos un rato, encendió un porro y lo compartíamos. Fumé poco. No quería enloquecerme con marihuana, no en su casa, no con él. Aun así, el ambiente se fue distendiendo.

Me mostro unos videos que había grabado con su mujer teniendo sexo. Los vi con morbo, más no con excitación. Las veces anteriores él no había querido ver porno gay, esta vez puso un par de videos bajados de internet y los vimos.

Me comenzó a calentar su esmero por agradarme. Hoy me estaba sorprendiendo. Así que no le di largas y saqué mi verga flácida para comenzar a masajearla. Se me fue parando.

Ya les dije que a Fabián le gusta jugar al fútbol, por eso tiene un culo de primera. Y justamente lo que me terminó de empalmar fue verlo quitarse el pantalón de mezclilla quedándose con los shorts de futbol. Me puso el culo a la vista y ya estaba yo entrando en onda, con la verga bien dura y tirando precum.

"-Marica, rózame el culo con la verga, pásamela por la raja. Pero no me la vayas a meter. Ya sabes que no me gusta."- me dijo.

-"Tranquilo, sabes que no voy a hacer nada que tú no quieras. Tú eres más alto que yo y más fuerte, yo no puedo forzarte a hacer algo que no desees."- fue mi réplica.

Comencé a hacerle un masaje con la verga entre las nalgas, tocándole el ano siempre con mi glande. Me sentía con muchas ganas de montarlo y la polla se me ponía más y más gorda al sentir el calor de su culo, de su anito virgen, el culito de un machito deseoso de polla que lo atravesara.

Luego empecé a jugar con mis dedos en esa área e hice amago de meterle uno. Se turbó y mostraba su enfado. Me miró como si me fuera a matar y me dijo imperioso...

-"¡No!". Aun así, cuando quise retirar el dedo índice de su calentita entrada me dijo:

- "Déjalo ahí". Se lo comenzó a ensartar él solito, poco a poco tiraba el culo hacia atrás tragándose mi dedo. Cuando le entró todo comencé a masajearlo. Decía que sentía algo raro, primero dolor, luego incomodidad.

Pero a los cinco minutos, después de respirar, comenzó a mover las nalgas para sentir el roce de mi dedo en los anillos del ano y en las paredes del recto.

-"Que rico..., sí que siento sabroso"-. -Comenzó a decir en voz baja y la voz le sonaba entrecortada.

Le metí el segundo..., y le gustó más. Se daba más fuerte metiendo mis dedos al fondo. Yo los dejaba estáticos y el mismo se los ensartaba mientras se masturbaba.

Luego fui a meterle el tercero y ya dijo:

-"¡No! Eso ya es mucho voltaje"- y me pidió que volviera a jugar con solo dos, luego me pidió que los sacara. Volvimos a comenzar, pero decía que tenía dolorido el anito. Que le metiera solo uno y que me masturbara... Deseaba que le rozara la entrada del ano con mi verga húmeda de precum.

Hice como me pedía y mi polla resbalaba en la entrada de su culo. Y él mismo se tiró hacía atrás y se comenzó a ensartar en ella. Cuando entró el glande su rostro se desfiguró.

Tuve que sacarla..., no resistía. Pero tampoco íbamos a seguir así toda la vida. Eso no podíamos dejarlo así. Necesitábamos un condón, o varios, para seguir desvirgándolo.

Con una media sonrisa en la boca, (seguro que contento por habérsela ensartado, aunque fuera un poquito), me pidió que le volviera a rozar el ano con los dedos, y se fue metiendo uno, lo tuvo dentro mientras se masturbaba hasta correrse y yo también me sacudí la polla y reventé tirando la leche que me salía a borbotones.

Cuando le saqué el dedo le dolió mucho. Le explique que cuando los hombres eyaculamos, varios músculos se contraen y que, la contracción en su cerrado culo aprisionó el dedo que raspó el ano para salir.

Pero que no pasaba nada, que cuando estuviera más abierto y le entrara toda la verga iba a sentirlo mejor. Y que, con el tiempo, podría terminar acostumbrándose, e incluso necesitando una verga más gorda en el culo para correrse.

Le recomendé que para la próxima vez se hiciera un enema. Que podía hacerlo con café o con un té, que eso nos pone a mil, y que ese día no se metiera cocaína.

El enema con agua limpia está bien, pero a mí no me gustan los malos olores y el café y el té los disfrazan... Un culo sabe muy rico recién lavado por dentro con olor a té o café.

Me respondió que iba a comprar el equipo y que yo mismo tenía que hacerle la primera lavativa. Días más tarde le ayudaría y después le perforaría el culo. Con paciencia, como siempre hago para no romper algo tan precioso como el culo de un marica, aunque él no se reconozca así.

Sin besos, sin caricias, sin mamársela ni masturbarlo. Solo darle rico la verga por el culo. Para lo otro está su mujer. Saludos fríos y despedidas silenciosas. Con encuentros discretos siempre. Así funciona esa relación y así debe continuar.

Me quiero enamorar. Me gusta estar enamorado. De hecho lo estoy. Enamorado del amor, de ese que no siento. Ese amor que una vez sentí por una mujer y por tres hombres, una mujer que se fue de mi vida y tres hombres que siempre quisieron ser mis amigos y no mis sujetos de afecto y pasión como era mi deseo.

¿Mi fantasía sexual?... Mi fantasía es que un "tiarrón" de 180 me levante del suelo, ponga mis piernas alrededor de su cadera y me folle con todas sus fuerzas, pero también con cariño. Sí..., esa mezcla única de afecto y lascivia...

Albany, mi fantasía es que alguien me folle como Bruno se folla a Luis en tu relato. Casi con adoración.

Mientras llega ese tiarrón enérgico y de verga grande, con un corazón inmenso..., o mientras alguien me mueva el piso, hombre o mujer, me follaré al matón de mi vecindario. Y solo yo lo sabré...

Hasta pronto Albany, te deseo lo mejor y a ustedes lectores también. 

Un chico algo tímido esperando.

Fin.

(9,50)