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La apuesta de Carolina (segunda parte)

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Viernes...

Hoy era el día, por fin, Carolina, o Carol, como prefería que la llamasen, llevaba toda la semana esperando a que llegara el viernes, había fingido en todo momento despreocupación, le estaba restando importancia para que su novio Roberto también lo hiciera y no se excediera, pero en realidad se moría de curiosidad, de excitación y de miedo, deseaba entregarse completamente a los deseos de su novio, pero temía hacer algo de lo que se arrepintiese, o decepcionarlo, o simplemente que le hiciera daño de cualquier forma, nunca habían practicado el sexo de esa manera "hasta la prueba del lunes anterior", y lo peor es que no sería solo sexo, en general este fin de semana ella sería su sumisa, tendría que cumplir todas sus órdenes, de la forma más eficiente y sexy que le fuera posible, pero y si... esa es la pregunta que le rondaba la cabeza sin cesar, y si no quiero hacer algo, podría detener el juego cuando quisiera, pero estaría fallando a su palabra y decepcionándolo a él, le aterraba convertir un juego, tanto sexual como romántico en una desilusión o una discusión.

Tenía todo lo que Roberto le había ordenado llevar, un tanga, el bañador azul que a Roberto le gustaba más, sobre todo porque cuando se mojaba la parte superior era tan fina que dejaba adivinar los pezones de Carolina desde diez metros de distancia, ropa y calzado cómodo, la camiseta vieja XL de Roberto que solía usar Carolina como pijama, y las cosas que había comprado, el vestido azul, el picardías, y el consolador, se permitió el lujo de llevar los extras que venían con el picardías y los que compró ella a parte, las esposas de terciopelo rojo, los zapatos de tacón con plumas, las medias y ligueros, y el antifaz de mariposa, le había a dicho a Roberto donde compró todo eso, era una norma, Carolina no tenía claro por qué.

Las órdenes eran no ir hoy al gimnasio, Roberto quería que no estuviera cansada, se ducharía y se arreglaría el pelo como a Roberto le gustaba más, ondulado en las puntas, después iría a una habitación de hotel, Roberto le había dejado las llaves, tenía que estar allí a las seis de la tarde, no había prisas, una vez llegó a la habitación alucinó era una suite, tenían terraza una cama enorme y muy cómoda, una sala de estar amplia con una pantalla de plasma, congelador y mueble bar, el baño era también muy grande y tenía un jacuzzi, el hotel tenía piscina cubierta, pero al ver el jacuzzi Carolina pensó que la petición de traer el bañador no sería para ir a la piscina, aunque si se metían en el jacuzzi no necesitaría bañador...  ¿qué intenciones tendría Roberto? La terraza era amplia y tenía dos tumbonas un par de sillas y una mesa, había un toldo que se podía sacar y meter con un botón, y lámparas de exterior a ambos lados de la terraza, las vistas no eran gran cosa, daban a un parque interior del propio hotel, se veían otras habitaciones en frente, algunas partes del hotel estaban por encima mientras que otras no, en los tejados había plantas y flores que eran un todo un espectáculo de color, la habitación le encantó, pasarían el fin de semana, tres noches, de aquí iría directamente al trabajo el lunes por la mañana, ¿Cuánto le habría costado esto a Roberto? Sabía que tenía un descuento importante que se habían ganado en las últimas vacaciones, para ellos el dinero no era problema, Carolina cobraba muy poco pero Roberto ganaba más de 5000 euros cada mes, su casa estaba pagada al igual que el coche, la empresa que Roberto heredó de su padre funcionaba bien, habían tenido que hacer ciertos recortes y la situación hacía imposible de prever cualquier resultado de aquí a seis meses, pero a Roberto no le importaba, vivía bien y lo aprovechaba la máximo mientras durase.

Carolina no tenía más tiempo para admirar todos los detalles de la habitación, eran las seis y cinco, a las seis y veinte exactas Roberto entraría por la puerta y Carolina debía llevar puesto tan solo el picardías, las medias y ligueros, los tacones y los guantes de seda, y sus esposas de terciopelo rojo atadas a la espalda, aunque eso era lo último, porque también debía ponerse otras cosas que Roberto le dejó extendidas sobre la cama, Carolina las vio al entrar en la habitación, se trataba de una venda de ojos negra, con goma para ponerla sin atar, como las que se usan para dormir, una mordaza de bola roja, y un plug anal negro con una joya al final que hacía de tope y de asa, le costó un poco ponerse el plug a sí misma, después se puso el picardías por encima, siguió con los tacones, después la mordaza, el antifaz que le impediría ver, se lo puso frente a la puerta que es donde debería esperar justo antes de mirar la hora le quedaban un par de minutos, por último se puso las esposas, se veía tentada de escribir a Roberto para confirmar que llegaría a la hora prevista, pero no debía hacerlo, era otra norma, y si Roberto se retrasaba media hora... Tendría que aguantar ahí de pie ese tiempo, ciega e indefensa, nadie entraría en la habitación, había colgado el cartel de no molesten pero, le daba miedo estar sola allí de esa manera, de todos modos estaba muy comprometida consigo misma para hacerlo todo lo mejor posible este fin de semana, quería impresionar a Roberto con su dedicación, no olvidaría llamarlo amo o señor, usar su tono sexy siempre que se dirigiese a él, excepto para exponer una queja o duda, en ese caso tendría que ser fría, había practicado esto último frente al espejo, no miraría directamente a Roberto, miraría al fondo de la habitación o cualquier objeto cotidiano que encontrase y monótonamente expresaría su queja con un "mi señor" al final. Se puso la venda de ojos dejó el móvil y se colocó las esposas a la espalda, quedaba un minuto.

Roberto llegó allí dos minutos antes, se fijó en que Carolina debía estar dentro porque había cambiado el cartel por el de no molesten, eran las seis y veinte, Roberto se moría por entrar y verla, pero esperaría cinco o seis minutos, quería ponerla nerviosa, aunque no había hecho nada para ser castigada o eso creía ella, pero la espera en sí sería una buena excusa para premiarla, así que esperó.

Cuando la puerta se abrió lentamente Carolina que ya estaba muy nerviosa por la breve tardanza de Roberto se tensó, respiraba con fuerza, esperaba claramente que fuese Roberto pero este no decía nada, solo cerró la puerta al entrar, y pasó de ella, se fue a la habitación probablemente y se escuchó como dejaba algo en el suelo, una cremallera se abría... un par de minutos más tarde  empezó a sonar música, Roberto trajo su minicadena portátil, sonaba música de fondo, algo sexy, como sacado de una película porno, ahora sin duda Carolina pensaba que era Roberto, se relajó, estaba preparando todo a su gusto, Roberto bajó todas las persianas, y por el sonido de un mechero se entendía que estaba colocando velas por la habitación, de vez en cuando pasaba junto a Carolina y la tocaba el pecho, el cuello, el culo, las piernas... Roberto comprobó que Carolina llevaba puesto el Plug anal, y se sintió satisfecho, cuando hubo dejado la habitación a su gusto se colocó con mucho sigilo detrás de Carolina, y cuando ésta no lo esperaba, (se notaba porque Carolina giraba la cabeza cuanto podía sin mover los pies de su sitio para orientar sus oídos y adivinar que hacía su novio), Roberto paró tras ella y esperó en silencio un rato, cuidando de no delatarse por su aliento y su respiración, cuando Carolina parecía evidentemente perdida, Roberto la abrazó con suavidad sin tratar de asustarla, aunque Carolina dio un brinco y su piel se erizo, Roberto posó sus manos sobre los pecho de Carolina.

—Hola cariño, si llego a saber que el corset se podía desabrochar un poco por delante y doblarse te hubiera pedido que me esperases así —Mientras hablaba Roberto liberaba el lazo y soltaba el cordón de seda que se posicionaba en el escote de Carolina, después doblo la sección de Corset hacia abajo, y los pechos de Carolina quedaron expuestos, no eran lo bastante grandes para quedar colgando por encima del Corset, además eran muy firmes.

Los tacones hacían a Carolina más alta que Roberto, incluso cuando Roberto le pidió que abriera las piernas todo lo que pudiera sin perder la comodidad, eso complacía Roberto, le gustaban las chicas altas, una chica era alta para él cuando se aproximaba a su propia altura como Carolina, pero cuando una chica lo sobrepasaba un poco automáticamente se convertía en el fetiche de Roberto.

—Apoya tu cabeza sobre mi hombro —Así lo hizo Carolina, quedando su cuello extendido al máximo y si no tuviera los ojos vendado habría estado mirando al techo de la entrada de la habitación, ahora, mientras Roberto hablaba, hacía parones para besar y lamer el cuello de su novia, sobaba sus piernas y su culo con una mano, y con la otra agarraba sus pechos y pellizcaba suavemente los pezones, de vez en cuando le acariciaba el pelo, la cara y el cuello, introducía sus dedos bajo el tanga para acariciar el sexo de Carolina unos segundos y luego volvía a deleitarse en otras partes de su cuerpo.

—Lo primero, vamos a acordar una contraseña para cuando estés amordazada y poder parar el juego, prueba a gritar una "Y" durante unos tres segundos. —Carolina tardó unos segundos, cogió aire y echó el aire con la fuerza que pudo, la "y" se escuchaba amortiguada y parecía una "U", pero era una "U" clara y a Roberto le pareció muy fácil de entender.

—Muy bien, cuanto más alto lo grites mejor, esa será la contraseña cuando estés amordazada, ahora voy a pedirte perdón por llegar tarde, si tú hubieras llegado tarde o no estuvieses preparada a tiempo te habrías ganado un buen castigo, pero si sucede al revés... hmm... tal vez te merezcas un premio de compensación, ¿crees que la habitación, la decoración y los juegos de esta noche serán suficiente? —Roberto retiró la venda de sus ojos colocándola sobre su pelo, y le soltó la mordaza dejando que reposase sobre su cuello, Carolina lo agradecía se había colocado la mordaza más prieta de lo que le hubiera gustado, observó la habitación girando la cabeza sin separar lo tacones del suelo, estaba oscura peo se veía gracias a la docena de velas que Roberto había colocado estratégicamente.

—Sí, mi señor, es un premio más que suficiente para mí, llevo toda la semana deseando recibir este premio.

—Muy bien, pues te explicaré como empezará el juego, durante todo el fin de semana llevarás el plug anal en tu bolso, excepto cuando yo te ordene ponértelo, lo mismo con este huevo vibrador, tiene un mando a distancia y las pilas le duran unos treinta minutos, puedo elegir entre tres intensidades diferentes. —Roberto dejó el huevo rosa con estrías y su mando sobre la mesa, Carolina había oído hablar de ellos, pero no los había visto hasta esta semana cuando entró en el sex-shop, le picaba la curiosidad si esa cosa podía provocarle mucho placer o no, no lo parece a simple vista.

—el huevo viene con este tanga, como ves, en la parte interna tiene una especie de bolsa donde se mete el huevo para que quede sujeto y vibre contra tu clítoris y en todo momento, por otra parte, durante todos nuestros encuentros sexuales voy a tener mi cámara de alta resolución a mano, cuando yo quiera te sacaré fotos o vídeos, y tú deberás colocarte como yo te diga y ser lo más sexy y provocativa que puedas, ¿te parece bien?

—Mi señor... ¿y qué harás después con esas fotos y videos?

—Pasarán a ser di mi uso personal, incluso después de este fin de semana, podemos verlas juntos o incluso puede que editarlas, se quedarán en casa a salvo, ¿algún problema con esto cielo?

Carolina puso su tono serio y miró a la puerta directamente -No mi señor, siempre y cuando me prometas que no las vas a usar nunca contra mí ni hacer copias ni nada de eso, y si cuando acabe el juego deseo que te deshagas de ellas deberás hacerlo.

—Claro que si cariño, ¿algo más al respecto?

—No mi señor.

—Vale, sigamos, he traído algo del sex-shop, todo lo que has comprado me complace, pero creo que podría haber escogido un consolador más grande. —Roberto hizo una pausa mirando a los ojos de su novia, y esperó.

—Mi señor, es el más grande con el que me atreví como me pediste.

—No lo creo, ¿acaso la muchacha de la tienda no te ofreció enseñarte más?

—Si mi señor, pero este me pareció lo bastante grande.

—Yo no lo considero así, de modo que compré uno más grande, a diferencia del que cogiste tú este hace más curva, y es más o menos igual de grueso, pero unos tres centímetros más largo. Por lo tanto mereces un castigo ¿no te parece?

Carolina se puso en modo frío de nuevo.

-No lo creo mi señor, cogí el más grande con el que me atreví.

—¿Qué pasa cuando no estamos de acuerdo sobre si has hecho algo mal o no?

-Lo que pasa siempre mi señor, se hace lo que usted diga, por eso es el amo.

—En ese caso creo que mereces un castigo, no parece que te haya gustado la idea de que te graben, o te saquen fotos comprometidas, ese será tu castigo esta vez, vamos, probarás el consolador que te he traído.

Roberto le quitó totalmente la venda, y el plug anal que dejó junto al huevo con su tanga, desencadenó las manos de Carolina y le dejo la mordaza colgando a modo de collar, de donde la agarró y la llevó a la habitación, sacó el consolador y lo pegó al suelo a los pies de la cama muy cerca de esta, Carolina tendría que agacharse para masturbarse mucho debido a los tacones, se le daba bien hacer sentadilla, el gimnasio estaba a punto de demostrar su valía, por suerte podría apoyar sus brazos en la cama tras ella.

Nunca se habían masturbado juntos ni uno frente al otro, se masturbaban entre sí, esto era una experiencia totalmente nueva, el voyerismo, grabarlo todo, las órdenes, la masturbación, el consolador... todo era nuevo, y ambos estaban excitados por ello, pero al mismo tiempo Carolina se sentía muy avergonzada, aunque era un sentimiento que no le impediría cumplir su papel tan bien como supiese.

Mientras Roberto preparaba la cámara y el trípode, y escogía una canción concreta, una lenta que a él le gustaba, colocó un sillón frente a Carolina al lado del trípode y se desnudó en parte porque tenía calor a pesar de que estaba encendido un ventilador de techo, en parte para intentar excitar a Carolina y que no se avergonzara por lo que tendría que hacer.

Se sentó en el sillón cuando todo estuvo listo y empezó a dar órdenes.

—Quítate el tanga, y colócate sobre el consolador como te sea más cómodo, escucha la música y siéntela, vas a tener que darte placer hasta que te corras, si tardas más de quince minutos seguro que me habrás puesto muy cachondo y tengo pensado otro castigo para ti después, si te corres antes de eso, te recompensaré, también he pensado en cómo.

Carolina estaba a punto de colocarse frente a la cámara a pesar de sus reparos pero en el último momento se le ocurrió una cosa, y con su tono serio dijo.

—A mi señor le importaría si utilizo el antifaz de mariposa para que no se vea mi rostro en la grabación, de todos modos tú sabrás que soy yo.

Roberto lo meditó y le dio su visto bueno, el antifaz quedaría sexy pero no le pensaba permitir abusar de él para esconderse de la cámara.

—Por esta vez vale, pero no te acostumbres te grabaré y te haré fotos, y en muchas de ellas saldrás sin tu antifaz.

Carolina se colocó el antifaz y se puso en posición, cuando se estaba a punto de agachar para masturbarse Roberto la detuvo.

—¡Espera! Toma lubrica bien todo el consolador y tu vagina con este aceite —cuando Carolina acabó, Roberto le explicó lo siguiente —la cámara está apagada, cuando la encienda quiero que le tires un beso y expreses con tus palabras lo mucho que deseas a tu novio Roberto y que este video es para que el vea lo guarra que eres y lo desesperada que estás por probar su polla. —Unos segundos más tarde Roberto encendió la cámara.

—Hooolaaaa cariñooo, es para ti mi querido Roberto, para que veas que tu novia es una zorra insaciable que está deseando enganchar tu poya y clavársela hasta el fondo sin parar. —Carolina empezó bien pero a medida que decía guarradas no pudo contener la risa, Roberto la miraba desde el sofá intentando poner mala cara pero sin conseguirlo.

—Otra vez, esta vez con seriedad, como si de verdad quisieras hacer un vídeo para que yo me masturbe cuando no estés cerca, para que piense en ti y solo en ti, y te desee aún más. Y recuerda el beso, al principio o al final, como quieras.

Roberto guardó el video como una toma falsa, se reirían de eso en el futuro, y puso la cámara a grabar de nuevo.

—Hoolaaa cariiñooo, mi deseado Roberto, tu novia es sin duda una zorrita insaciable, estoy deseando enganchar tu poya y clavármela hasta el fondo sin parar como voy a hacer con esta, podrás verlo siempre que no esté contigo para mamártela, y hacerte una paja pensando en mí, hmmm... como me pondría verte haciéndolo... —Carolina lo decía con su tono más sexy, se tocaba sus pechos y su coño mientras hablaba, cambiaba sin parar el peso de una pierna a la otra, se agachaba rozando la punta del consolador con sus labios vaginales, y emitía suspiros y gemidos entre frase y frase, finalmente lanzó un beso a la cámara y le dedicó una sonrisa  un guiño, acto seguido empezó, se agachó agarrando con una mano el consolador y lo introdujo en su vagina, le costó un poco pero no le dolió gracias al lubricante, bajó lentamente, no llegó a la base, no pudo meterse todo aquello, pero no le importaba, su boca se abría en un gesto de clara excitación y placer, apoyó sus codos en la cama y empezó a subir y bajar lentamente, al ritmo de la música, se acordó del a cámara y de su novio y miraba a ambos por igual, les dedicaba sus sonrisas, Roberto le lanzaba besos sin sonido, y Carolina entendió que quería que lanzara besos a la cámara y a él, así lo hizo, muchas veces, cuando se concentraba en ello, Roberto miró su reloj, ¡Los quince minutos! Carolina lo había olvidado, por suerte ese movimiento de Roberto se lo recordó, quería su premio, y no deseaba más castigos, empezó a moverse más rápido, ahora describía semicírculos y círculos completos a la par que subía y bajaba, sus mejillas no eran visibles por el antifaz, si Roberto las hubiese visto tan enrojecidas como estaban por la vergüenza y la excitación, se habría puesto muy cachondo, lo cierto es que la vergüenza había desaparecido, que Roberto la mirase mientras se daba placer con aquel aparato había dejado de ser un problema, y más aún cuando Roberto comenzó a masturbarse muy lentamente, la cámara era otro cantar, pero Carolina confiaba en Roberto y la excitación le hizo perder el miedo y alejar sus dudas.

Carolina empezó a gemir, no fingía para la cámara, no lo había hecho en ningún momento, Roberto la conocía bien y se supone que querría un video real, al principio sus suspiros y caras de placer, como se abría su boca en toda su envergadura, como se mordía el labio, cuando cerraba los ojos o miraba al techo, todo era real, y también lo eran los gemido que emitía ahora, no llevaba la cuenta del tiempo solo se intentaba dar toda la prisa que podía, estaba lejos del orgasmo y preocupada por el tiempo, así que mirando a Roberto empezó a bajar una mano, primero a sus pechos acariciando sus pezones, Roberto no ponía ninguna objeción y sin duda disfrutaba, se sonreían mutuamente, después bajó lentamente, Roberto seguía sin expresar contrariedad, así que Carolina comenzó a acompañar sus vaivenes con caricias en el clítoris, pronto estuvo a mil por hora, y su subida y bajada era más frenética,  ¿cuánto tiempo le quedaría? Carol sabía que en esas circunstancias la percepción del tiempo se alteraba, siempre parecía que habían pasado cinco minutos cuando en realidad eran veinte, Roberto miraba el reloj de vez en cuando, ¿quiere que falle o que gane? se preguntaba Carolina.

Roberto no dijo nada pero Carolina había perdido, cuando los gemidos de Carol se convirtieron en alaridos de placer y finalmente se corrió ya habían pasado diecisiete minutos. Roberto esperó a que Carolina se levantase y le hizo gestos para que se acercara, y parase la grabación ella misma, así parecería que estaba sola en lugar de con él, era una tontería puesto que él siempre sabría que estuvo allí.

—Lo has hecho genial, desde el mensaje a la cámara hasta el acto en sí, pero lo siento mucho has perdido, han pasado diecisiete minutos. —Carolina no se lo creía del todo, confiaba plenamente en Roberto pero por alguna razón pensaba que le estaba haciendo trampas, no importa decidió, será como diga el amo. —Así que te tocará castigo, no será grave ya verás, ahora vamos a hacer una sesión de fotos con el picardías y después contigo probando o haciendo como que pruebas todos los juguetes, seduciendo a la cámara.

Así lo hicieron, primero con el picardías, Carolina volvió a ponerse el tanga, Roberto le hizo algunas fotos con el antifaz y otras sin él, Carolina llevaba lentillas, pero Roberto había traído sus gafas de casa, unas gafas de pasta ambarina, a Carol no le gustaba ponérselas, se sentía menos atractiva, pero a Roberto le gustan más las mujeres con gafas, les hace parecer inteligentes y eso le resulta excitante, así que le hizo unas cuantas con ellas puestas, algunas con los pechos expuestos otras con ellos tapados, de pie, de rodillas, mostrando su culo, desde abajo como si fuera una ama pisando y regañando a su esclavo, sin el tanga otra vez, tumbada en la cama bocarriba, bocabajo... mientras tanto no paraba de decirle lo guapa que estaba, y lo mucho que le había gustado el picardías, lo mucho que la quería y el placer que le daba verla así.

Le llegó el turno a los juguetes, unas cuantas fotos sobre el consolador, una poniéndose el plug anal, otras probando el huevo vibrador sobre su clítoris, mientras la boca de Carolina se abría de placer y sorpresa, algunas con las esposas, sobre la cama mostrando su culo indefenso, esposada contra una columna, esposada con las manos arriba a la pata de una cama, y luego Roberto sacó unas cuerdas que parecían como las de escalada, pero eran negras, la tumbó en la cama y le ató una pierna y una mano a cada pata, quedando totalmente indefensa, le sacó un par de fotos desde varios ángulos antes de liberarla de nuevo, y por último le puso el antifaz de mariposa y las esposas de terciopelo a la espalda, le hizo fotos de rodillas mirando hacia arriba hacia él, poniendo cara de súplica, mordiéndose el labio, sonriendo, riendo de verdad cuando le dijo que su sonrisa le ponía CASI tanto como todo lo demás, por último le tomo fotos mientras abría la boca todo lo que podía, con sus ojos cerrados y la lengua fuera, mirando hacia arriba, y después le metió el pene en la boca.

—Hazme una mamada mientras lo grabo. —Roberto sostenía la cámara mientras su novia se metía la poya en la boca y mamaba despacito, se la metía hasta el fondo y la dejaba ahí unas segundos luego la sacaba del todo y repetía, así siguieron unos minutos y Roberto apagó la cámara y la dejó a un lado, Carolina no supo qué debía hacer, sospechó que Roberto se había cansado de grabar y quería disfrutar la mamada, por lo tanto siguió con ello un par de minutos más hasta que Roberto la detuvo —Basta cielo, muy bien, estoy encendidísimo, quiero que me la chupes, podrás usar las manos también, quiero correrme en tu cara, así que cuando esté al límite te la sacas de la boca y acabas con una paja para que todo te caiga en la cara, lo voy a grabar —Roberto le quitó las esposas a Carolina, y también el antifaz, diciendo pícaramente —Para que no se manche. —Recogió la cámara y la puso a grabar de nuevo, le hizo una seña a Carolina para que empezase. No tardó en correrse en la cara de Carolina, a Carol le dio un poco de asco pero intentó poner cara de satisfacción, de triunfo, nunca habían hecho eso, se había pringado del semen de Roberto mil veces, en las manos en la ropa, en su vientre, en sus piernas, en sus labios en el interior su boca... tenerlo por toda la cara le pareció muy incómodo y asqueroso, no lo bastante para eliminar la excitación, pero hubiera preferido no hacerlo.

—Muy bien ahora te vas a lavar y te pones algo cómodo, nos vamos al cine, te diría que te pusieras tu vestido nuevo pero mejor lo guardamos para mañana, que saldremos de fiesta, y puede que vengan Antonio, María, Maite y Javi.

—Sí, mi señor, ¿seguirá el juego con ellos delante? —dijo usando su tono serio.

—Claro que sí, el juego no acaba hasta que nos vayamos a trabajar el lunes, pero tranquila te daré las órdenes con disimulo, inventaremos un código, para que sepas lo que es una orden, y lo que no, y las que sean un poco sucias, te las diré al oído solo a ti.

—Muy bien, mi amo.

Carolina hizo lo que le dijeron sin rechistar, no le gustaba mucho salir de fiesta, le apetecían más los planes tranquilos con amigos, como el pasado fin de semana, y menos aún la idea de seguir con este juego delante de ellos, pero quería salir de noche con su vestido nuevo, ella no era así, nunca había disfrutado vistiendo sexy para nadie, ni siquiera para su novio, esta vez sí, era un reto, y quería ganar, quería hacerlo bien, y el vestido era muy bonito según su criterio.

Mientras se lavaba y se vestía pensaba en las fotos y vídeos que acababa de hacer, y se avergonzaba, tenía miedo de que algún día alguien viese eses vídeos por error, no tenía intención de permitir su existencia por mucho tiempo, cuando hubo acabado y salió con Roberto este ya se había vestido y recogido la habitación.

—No olvides tu bolso. —Carolina no lo olvidaba, ¿Roberto se creía que la "excitación" la desconcentraría tanto? Se dio cuenta en el ascensor, Roberto habría introducido en su bolso el huevo vibrador y el plug anal.

Salieron del hotel y cogieron el coche, de camino Roberto le explicaba que habrían ido a ver la película por la que ella manifestó interés, "Antes de ti", pero en su lugar verían la que Roberto quisiera," Independence Day", y eso solo sería la mitad del castigo por no haber puesto más empeño en su masturbación.

Cuando llegaron al cine a las doce de la noche y se sentaron en la sala con sus bebidas y palomitas se dieron cuenta de que estaban muy solos, solo había otro par de parejas, una más adelante, y otra en el fondo de la sala manifestando su escaso interés por la película, los trailers y anuncios comenzaron, y Roberto aprovechó el ruido de la sala para hablar al oído de Carol.

—Te daré tres opciones, primera, te pasarás toda la película con la mano dentro de mi pantalón agarrando mi polla y sobándola con cariñó, cada vez que se ponga tiesa tendrás que hacerme una mamada y tragarlo todo, la opción número dos, es que te pongas el plug anal y el vibrador, dentro del coño, yo lo encenderé y manejaré las velocidades como considere, y tu tendrás que mantener una mano dentro de tus bragas en todo momento con la que ayudarás a masturbarte, o, tercera opción, me darás tu pie izquierdo desnudo para que yo lo acaricie lo masajee y le haga cosquillas durante toda la película a mi antojo. —Lo del pie lo descartó de inmediato, a Carolina le encantaba que le masajearan los pies, sobre todo cuando estaban cansados y doloridos pero pronto sentía las cosquillas y era uno de los mayores sufrimientos que había experimentado, no unas leves cosquillas si no que le hicieran cosquillas durante... ¿Cuánto? ¿treinta minutos, una hora? Jamás elegiría esa opción tan terrible, estaba pues debatiendo entre las dos primeras, le excitaba dar placer a su novio, y la película no le llamaba la atención, así que darle placer durante hora y media o más le parecía bien, Roberto estaría muy contento y si elige la primera opción, la segunda opción también le estaba acalorando, y rondaba su mente, no sería terrible, o eso pensaba, lo disfrutaría y sin duda Roberto disfrutaría viendo cómo se masturba y se corre más de una vez, ¿qué decidir? Este fin de semana era de Roberto pero su intención había sido muy clara, dar placer a Carolina, dentro de los propios deseos de Roberto claro, si le presentaba esta opción debía elegirse a sí misma, o eso es lo que pensaba.

—Está bien mi señor, me he decidido, quiero la segunda opción, y si me recompensases de alguna manera o pasarás por alto mi próxima transgresión, que esperemos que no tenga que darse, estaría dispuesta a mezclar la segunda y primera opción ¿qué te parece amo? —Usó su tono más sexy al final, Carolina susurraba directamente al oído de Roberto en primer lugar para que la sala no se enterase de su conversación y en segundo lugar porque sabía que eso le daba mucho placer, de hecho Roberto cerró los ojos y sonreía a medias mientras carolina le daba su respuesta.

—Me parece bien, pero tu transgresión acaba de llegar, me has manipulado con tus habilidades y la información que tienes sobre mí para que tome una decisión que tú me propones, como mi sumisa solo puedes obedecer o usar tu tono más frío para exponer tus quejas y dudas, acepto tu ofrecimiento, y perdono tu pequeño exceso de libertad, pero no esperes más favores, ¿entendido? —Carolina se sintió desilusionada, había tenido la intención de hacer algo que a Roberto le gustase y al mismo tiempo lo que Roberto quería, pero a los pocos segundos se daba cuenta de que lo que decía Roberto tenía sentido, no le correspondía a ella pensar ni ofrecerse, la idea era cumplir las órdenes de Roberto con eficiencia, no pensar en sus deseos, así que se le pasó y se lo tomó como un pequeño error que sin duda a Roberto le encantaba por su expresión mientras miraba la pantalla, la película comenzó y Roberto le señaló el bolso a Carolina, ésta entendió bien y saco el plug anal y el huevo vibrador, con mucha dificultad pues llevaba unos pantalones vaqueros se introdujo primero el plug y después el huevo en la vagina, le pasó el mando a Roberto, estaba abrochándose los pantalones pero Roberto puso una mano sobre su vientre y se lo impidió, se quedaría así con toda la bragueta abierta de par en par, es más Roberto tiró de los pantalones y los bajó unos cinco centímetros, quería ver su coño y como lo acariciaba, mientras Roberto se sacó la polla a través de la bragueta sin bajarse nada más, y llevó la mano izquierda de Carolina hasta ella, recogió el mando del huevo vibrador y lo puso al mínimo, Carolina ya estaba muy excitada y su postura era rara, porque no se sentía cómoda sentada sobre el plug anal, apoyaba el peso en una nalga o se inclinaba hacia delante para no posarse sobre el plug, con su mano derecha se frotaba el clítoris y la vagina, Roberto la miraba directamente a la vagina, otras veces a los ojos y la besaba, otras veces miraba la película, colocó una mano sobre la parte desnuda de la pierna de Carolina, justo en su ingle, sus dedos y los de Carolina se rozaban mientras ella se masturbaba, con la otra mano Roberto comía palomitas y tomaba su refresco, a veces le ofrecía a Carol, la daba de beber, y cuando le metía una palomita o dos en la boca Carolina aprovechaba para lamer su mano, en menos de dos minutos el miembro de Roberto estaba erecto al cien por cien, Carolina seguía masturbando a su novio sin mostrar indicios de mamarle la polla, Roberto estaba a gusto y lo pasó por alto unos minutos, después Carolina por sí misma comprobó que nadie la observaba y se agachó para mamarle la polla a Roberto.

Roberto podía oír los suspiros de Carolina mientras esta se metía su pene en la boca y lo sacaba para coger aire y recorrerlo de arriba a abajo con sus labios y su lengua, primero por un lado luego por otro, jugaba con sus dientes fingiendo morder la punta del pene de Roberto, lo cual le ponía más de lo que Carolina imaginaba, la intención de Carol era ofrecerle una mamada brutal para que el soldadito de Roberto descansase durante largo rato, lo que consiguió fue que Roberto se corriese, sin apenas mirar la película en los primeros diez minutos de la misma, Carol se lo tragó todo y pidió bebida, no quería soltar el pene de Roberto, su novio se la ofreció sin problemas y luego bebió él también.

Mientras le mamaba la polla Roberto notó que Carolina había descuidado mucho su propia masturbación, la próxima vez sería distinto se prometió, y la próxima vez tardo en llegar otros diez minutos como mucho, cuando Carolina se había dado cuenta, y se resignó a hacerle otra mamada rápida y cariñosa a Roberto, descuidó de nuevo su propia masturbación que ya empezaba a ser rápida, Roberto liberó sus manos y mientras Carolina tenía la polla dentro de su boca con la mano izquierda le agarró del pelo y la obligó a mantenerse así, con la derecha puso a tope el vibrador, y después deslizó sus dedos por la espalda de Carolina, como a ella le gustaba, hasta llegar a su culo y agarrar el extremo del plug anal, empezó a moverlo de lado a lado, en círculos y semicírculos, presionando para que entrase y tirando de él pero sin intención de sacarlo. Carolina se puso mala de deseo muy rápido. Roberto flexionó la espalda para acercarse a la cabeza de Carolina que estaba ahora entre sus piernas y le habló entre susurros.

—No vayas a dejar tus placeres por los míos, yo sé que tú puedes hacer dos cosas a la vez, ¿tal vez esta sea la excepción? tú has querido compaginar estos dos castigos así que da la talla, quiero que te masturbes intensamente aunque me la estés chupando, y que cuando no me la chupes me masturbes con la misma intensidad que te masturbas tú misma.

Dicho esto agarró el pelo de Carolina y la incentivó a subir y bajar, sin sacarse el pene de la boca, marcando Roberto el ritmo, se trataba de demostrar su poder, así era el juego, pero también tenía otra intención, quería que Carolina se corriese y ahogase sus gemidos y suspiros como pudiera, y quería tener su polla en la boca de Carolina cuando esto sucediera.

Por su parte Carolina sentía vibrar el huevo con intensidad, el plug anal se movía por obra de Roberto y la excitaba, al principio le costaba introducirlo en su culo pero el tamaño no era grande y se sentía cómoda con él, excepto para andar o sentarse, en esta posición, medio tumbada sobre las piernas de Roberto y su propio asiento se sentía bien, aunque temía que alguien pudiera llegar tarde a ver la película, o los de delante se levantasen para ir al baño y la vieran, o los de atrás estuvieran observando y entendiesen que le hacía una felación a su novio, también temía hacer ruido mamando la polla de Roberto, o suspirando de placer, o que se escuchase la vibración del huevo, ella la escuchaba cuando estaba al máximo, el sonido de la película lo amortiguaba tanto que no sabía ni si Roberto lo escucharía con lo sordo que estaba.

Se dejó llevar por Roberto mientras le indicaba que ritmo seguir y que movimientos hacer, disfrutaba de la mano de Roberto que movía el plug anal muchísimo, se masturbaba con ahínco pero durante ciertos segundos lo olvidaba y paraba o reducía mucho la marcha, solo para volver a retomarla instantes después al darse cuenta, y el huevo vibrador que no le inspiró confianza hacía muy bien su trabajo, le daba mucho placer en la vagina, aunque no fuese un placer tan grande como hacer el amor o ser masturbada por otra persona, pero pensar tener esa vibración en su clítoris en lugar de su vagina la excitaba y la aterraba, sin duda Roberto jugaría con eso en algún momento, Carolina no lo soportaría treinta minutos, !puede que ni siquiera cinco¡

Como Roberto había calculado esta vez aún le quedaba bastante para correrse cuando Carolina empezó a emitir sonidos de placer amortiguados por ella misma y por el miembro de Roberto, y cada vez movía menos su boca y su lengua en torno a su pene, Roberto permitió que Carol detuviese su vaivén pero le introdujo el pene hasta donde sabía que carolina podía resistirlo, así quedaron unos minutos hasta que Carolina no pudo más y se corrió, Roberto disfrutó enormemente del aliento, y de la respiración entrecortada y acelerada, de su novia sobre su miembro, y de las vibraciones que le ofrecían sus gemidos en el pene, Volvió a poner el vibrador al mínimo, y cuando Carolina recobró el autocontrol la permitió hacerle una mamada tan buena o mejor que la anterior.

Carolina estuvo toda la película tocándose y con el huevo al mínimo, hasta que se le acabaron las pilas, entonces Roberto la masturbó con su mano, le pidió a Carolina que le soltase el pene y disfrutara de la película sin perder detalle.

—Quiero que mires la película, y no cierres los ojos ni desvíes la mirada, no hasta que te corras, hasta que yo te dé permiso.

Primero le quitó el huevo vibrador, y luego, comenzó a masturbarla con mucha celeridad y Carolina se agarró con fuerza a los reposabrazos para mantenerse erguida y mirar la pantalla, no sabía ni quiénes eran los personajes que salían pero le daba igual, no escuchaba la película, solo miraba al frente sin cerrar los ojos, parpadeaba de vez en cuando con lentitud, pero se obligaba a sí misma a abrir los ojos, seguro que Roberto le castigaría si fracasaba.

La boca de carolina se abría y se mantenía así durante minutos ahogando sus gritos de placer cogiendo aire muy rápido y echándolo lo más lentamente posible, una de las manos de Roberto se deslizaba bajo la camiseta de Carolina y retiraba el sujetador para jugar con sus pezones alternativamente, a Roberto el enorme esfuerzo de Carolina le pareció suficiente y le permitió ser libre de cerrar los ojos, Carolina inmediatamente cerró los ojos y se inclinó hacia adelante agarrando el respaldo de la butaca que tenía delante con ambas manos, así se quedó suspirando como si acabase de correr una maratón mientras Roberto la masturbaba hasta que se corrió de nuevo.

Ambos pensaban que la película estaría a punto de acabar pero aun así Roberto que estaba una vez más cachondo le exigió una mamada a Carolina, esta vez cuando estuvo a punto de correrse sujeto la cabeza de Carolina con ambas manos, introduciendo su pene en su boca cuanto pudo sin ahogarla, Carolina no se ahogaba demasiado, aunque si le costaba respirar y tragar, y cuando los fluidos de Roberto salieron disparados contra su garganta tuvo una arcada, pero Roberto no la permitió moverse, afortunadamente no vomitó, pero estuvo cerca, Roberto la mantenía así, y el semen empezaba a amenazar con salirse de la boca de Carolina junto a sus babas, cerró sus labios como pudo en torno al pene de Roberto, con fuerza, y se forzó a respirar lentamente por la nariz, algunos hilillos de babas y semen se escaparon de sus labios, y cuando Roberto la dejó escapar primero tragó ávidamente y después cogió aire con desesperación, seguro que toda la sala lo escuchó, ya había terminado su labor y no sintió vergüenza aunque miró a su alrededor para ver que hacían las otras parejas, los del fondo se besaban y se metían mano ajenos a la película casi tanto como Roberto y Carolina, los de delante solo estaban abrazados y de vez en cuando se besaban.

La película acabó y Roberto expresó su contento, no con "independence Day", su contento por la labor tan excelente de Carolina.

—Nunca me ha parecido verte disfrutar tanto porque te haga un dedo.

—Puede que tengas razón mi señor, ha sido... diferente. —ya se habían masturbado en lugares públicos, como el cine, o un rincón oscuro de una discoteca, la calle, en el coche, de camping, pero aquella vez, tal vez, por el hecho de contenerse y obligarse a mirar la pantalla, o por la excitación previa, o por seguir las órdenes de Roberto ciegamente, pero esa vez había sido diferente, la experiencia y el placer habían sido más intensos, mejores. —Yo diría que entre las dos o tres veces que más placer he sentido al ser masturbada por ti, y lo digo por si acaso, que no recuerdo haberme sentido así antes. No hablo de la primera vez, con el huevo, que ha estado muy bien y me ha sorprendido gratamente, me refiero, igual que tú, a la última vez, solo con tus manos.

Roberto se sentía muy satisfecho, a nivel sexual había recibido muchísimo placer, carolina no tenía problemas en hacerle una mamada o dos a la semana sin que él tuviera que pedirlo, pero varias en un día, tragando su semen... y sobre todo, se sentía satisfecho por conseguir darle tanto placer a Carol, se veía que había disfrutado a pesar del disgusto inicial por cometer un  pequeño error, Roberto sintió en aquel momento que se había pasado presionando a Carolina, pero ahora se alegraba de haberlo hecho, y tenía que reconocer que la idea de Carolina le gustó mucho, sin duda era mejor para ambos, pero no se lo diría, claro. Lo importante era que Carolina estaba haciendo cosas que no deseaba y cosas que sí, y aun así, habían tenido, en su opinión, unos de sus mejores encuentros sexuales.

Era tarde, los dos habían trabajado esa mañana y las actividades sexuales, por muy excitantes que fueran y que ocupasen sus pensamientos no eran suficiente para mantenerlos despiertos mucho más, los dos querían pasar la noche "jugando" pero era visible que ninguno de los dos estaba la cien por cien, volvieron al hotel, y Roberto le pidió a Carolina que se desnudara en la habitación, y recargase el huevo vibrador, para después ir al baño con él. Sin duda Roberto quería jugar en el jacuzzi, Carolina se sentía cansada, pero le animo la idea de relajarse en el jacuzzi aunque tuviera que mantener relaciones con Roberto o hacer cualquier cosa que le pidiera estaría a gusto allí.

Roberto la hizo esperar unos minutos, y le ordenó que mientras esperaba se masturbase, Carolina obedeció pero el cansancio la impedía ser eficiente esta vez, por fin Roberto la llamó, había preparado el jacuzzi con burbujas, y encendido velas aromáticas en la habitación, su loro volvía a emitir música sacada de vete a saber qué película porno, la esperaba desnudo, en cuanto entró y cerró la puerta la besó con pasión, se abrazaron desnudos, la aprisionó contra una pared, Carolina pegó un gritito debido al frío contacto con la pared, pero no era lo bastante frío para querer apartarse inmediatamente, Roberto se estaba empalmando de nuevo, agarró una de la piernas de Carolina y la subió hasta su costado todo lo que pudo, comenzó a penetrarla, su intención tan solo era excitarla, pensaba que no se pondría como estaba en ese momento, le costó controlarse, sobre todo cuando la penetraba y Carolina le ofrecía su cuello mirando al techo, mientras la besaba, ella gemía y le agarraba con fuerza, se notaba que disfrutaba mucho porque le clavaba las uñas sin querer, Carolina tenía las uñas medianamente largas y bien cuidadas, pero solía usarlas para acariciar a Roberto o hacerle cosquillas, cuando se las hundía en la piel aunque fuera levemente, no lo hacía queriendo, indicaba que Carol perdía el control, lo mismo indicaban sus gemidos y su respiración acelerada, Roberto tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad recordándose que esto debía ser diferente, no tenía que dejarse llevar, debía mantener el control así era el juego, y Carolina estaba muy excitada, misión cumplida, ahora tocaba el baño, así que Roberto con mucho cuidado y calma salió de Carolina y la dejó escapar de la fría pared, tomando su mano con delicadeza la condujo hasta el jacuzzi y Carolina entró, se quedó de pie mientras Roberto la seguía, Roberto tomó asiento, Carolina no sabía qué hacer, intuía que Roberto quería algo concreto y tenía razón.

-Siéntate sobre mí, métetela hasta el fondo.

Carolina se sentó sobre él, buscó el pene de Roberto con sus manos y se lo metió en el coño emitiendo un gemido que pudo contener pero prefirió alzar la voz en su lugar, la música y la habitación de hotel la hacía sentirse segura y libre de gritar a su antojo, además a Roberto le gustaría, estaba a punto de abrir sus piernas para cabalgar a Roberto, pero fue éste, el que abrió las piernas, permitiendo que Carol se sentase con las piernas juntas, así el contacto con el pene de Roberto era mucho mayor, y entraba más, pero la impedía en gran medida moverse, no podía sentarse completamente, Roberto la apretaba con sus piernas y Carol no tocaba el asiento con su trasero, Carol se veía forzada a agacharse hacia delante, no era incómodo pero necesitó sus manos para sostenerse, una en el borde del jacuzzi reposando el brazo cómodamente, la otra sobre sus rodillas, no recibía directamente los chorros de aire en su piel, pero el agua estaba caliente y las sales que Roberto había echado cumplían su función relajando su piel y sus músculos, aunque no lo bastante para dormirla en esa situación, Roberto se movía detrás de ella buscando algo, sacó unos aceites de alguna parte y empezó un masaje a Carolina en el cuello y la parte superior de la espalda, extendía su masaje a la parte frontal del cuello de Carolina, a su busto justo por encima de sus pechos "lo que a carolina le relajaba a la par que la excitaba", seguía con sus hombros, sus brazos, todo lo que no cubría el agua, Carolina estaba muy a gusto, se movía arriba y abajo casi milimétricamente, para disfrutar del pene de su novio, por su parte Roberto lo agradecía, le gustaba que se lo hicieran lento, hasta perder el control y acabar frenéticamente, Carolina estaba muy excitada, en esa postura el miembro de Roberto llegaba más lejos que nunca y su coño estaba muy apretado, menos mal que la excitación la había lubricado bien, el agua del Jacuzzi no habría ayudado con esa función.

-Gracias por todo cariño... mi amo —Se auto corrigió —no solo por este masaje, o por el sexo, gracias por este fin de semana, aunque raro es original y excitante, de momento me está gustando mucho, a veces más a veces menos, pero ahora es de esas veces que me gusta más, estoy muy a gusto ¿y tú?

Roberto la besó en el cuello, olía y sabía a vainilla, apoyó su rostro contra la espalda de Carol y sintió su suavidad y su calidez, así como el subir y bajar de sus hombros al ritmo de su acelerada respiración, Roberto quería correrse, liberar un poco más a Carolina para que sus movimientos fueran más amplios y rápidos, Quería que fuese Carolina quien deseara hasta suplicar que le diera más placer, que la permitiese correrse, pero Carolina aunque excitada se relajaba mientras él se tensaba hasta el límite.

—Si cielo más de lo que imaginas, aunque estoy cansado, voy a darte un último masaje y luego quiero correrme, ¿y tú quieres el masaje?

—Me gustaría mucho, mi amo.

—¿Y quieres correrte?

—Claro, mi señor, lo deseo mucho, lo necesito.

Roberto usó el champú de Carol y la cubrió la cabeza, siguió ahí con su masaje lavando su pelo y acariciando su cuero cabelludo con todos sus dedos, masajeando sus sienes y su frente, su nuca y su coronilla, en ocasiones con caricias, otras con masajes más fuertes, Carol por un momento acercó su cara tanto al agua que acabó cubierta de espuma rompiendo la magia del momento y despertando de su feliz delirio, se atrevió a coger las manos de Roberto impidiendo con suavidad que siguiera con el masaje, sabía que estaba mal, puede que la castigase por ello, pero quería dar placer al hombre que amaba y que tanto la mimaba cuando podía hacer con ella lo que quisiera, llevó sus manos a sus pechos, y los mantuvo apretados ahí, Roberto no se quejaba aunque estaba sorprendido, Carolina se recostó sobre él apoyando su cabeza en su hombro y mirándolo a los ojos desde un ángulo un poco difícil, Carol sonreía intensamente mientras que Roberto cansado ni se había percatado de que aquello era una violación de las normas, y la miraba sonriente, pero a punto de perder el control por el placer y la excitación que estaba sintiendo, Carol dejó salir su fogosidad y liberó una de sus piernas, que deliberadamente colocó sobre una de las piernas de Roberto, Por un momento Carol se daba cuenta de que tenía las riendas, de que aunque Roberto podía darle órdenes en ese momento ella estaba guiando el juego y le gustó, abriendo las piernas y siendo libre de moverse empezó a cabalgar a Roberto con urgencia,  Roberto gemía y suspiraba, apoyó la cabeza en el borde del jacuzzi, y se dejó hacer mirando al techo y sosteniendo los pechos y pezones de Carolina, por su parte Carolina disfrutaba del sexo aunque no tanto como Roberto, ahora su pene no entraba tanto como antes, Carolina quería sentirlo hasta el fondo y bien apretado, pero no se atrevía a expresarlo por pura timidez, para equilibrar las cosas llevó una mano de Roberto a su clítoris, Roberto lo agarró y tiraba de él en todas direcciones sacando gritos de placer de la boca de Carol, que había vuelto a colocar su mano en el borde del jacuzzi, esta vez agarrándolo con fuerza, Roberto soltó el otro pecho de Carolina y llevo sus dos manos al clítoris de aquella mujer que le tenía al borde del orgasmo, dos dedos de una mano agarraba el clítoris de Carol y lo estiraba, con dos dedos de la otra acariciaba la punta en círculos con mucha rapidez, Carol se agarró al otro extremo del Jacuzzi, e hizo ademán de levantarse y escapar de aquellas manos que la daban placer y la torturaban al mismo tiempo, pero el pene de Roberto entrando y saliendo la hacía permanecer allí, en cuanto se levantó unos centímetros y Roberto alzó sus caderas persiguiéndola, su instinto fue desechar la idea de escabullirse y se lanzó contra Roberto, penetrándose a sí misma con fuerza, esta acción se repitió, durante un par de minutos, cada vez más rápido, Roberto se corrió dentro de Carol, no pasaba nada, Carol tomaba la píldora, además tener hijos no les asustaba, ya lo habían hablado, el día que llegue solo sería una alegría más en casa, así que no había preocupaciones al respecto. El pene de Roberto siguió erecto unos minutos, lo suficiente para que Carol se corriera, se tensaba y se estiraba huyendo como podía de las manos de Roberto sin éxito, su cuerpo había abandonado la mayoría del agua y ahora se encorvaba justo en la superficie, su espalda estaba sobre la cara de Roberto, sus pies y manos estirados sosteniéndose de las paredes y esquinas del Jacuzzi, Carolina siempre le pedía a Roberto que parase cuando le hacía aquello, no podía soportarlo mucho tiempo, y menos aún con aquella intensidad, pero ahora estaba sobreexcitada y había decidido al empezar con aquello que no abriría la boca para quejarse ni suplicar piedad, aguantaría todo lo que pudiera o hasta que Roberto la dejase descansar, o hasta correrse, los gritos de Carol ahogaban la música y los intensos chapoteos en el agua, era muy tarde, casi las cuatro de la mañana, Roberto esperaba que las paredes fuesen muy, muy buenas o todo el hotel la estaría escuchando.

Las contracciones de Carolina eran espectaculares y excitaban a Roberto tanto que se puso cachondo otra vez, aunque se le pasaría pronto si lo ignoraba, no quería más sexo por esta noche, los gemidos no eran los típicos de Carol que sonaban como un Aaahh AAAaAAh, en esta ocasión, al límite de sus fuerzas y recibiendo un tipo de orgasmo distinto, sus gemidos, más bien gritos, sonaban como un ¡¡OooH OoOoOoOo!! Por fin Carolina se corrió, con fuerza, Roberto con sus dedos en el clítoris de su novia notó las contracciones de éste y como escupía pequeños chorros del elixir del placer de Carolina, si en el cine masturbando a Carolina la había visto con mayor disposición al placer que nunca, ahora estaba tan impresionado como asustado, aun así siguió con lo que hacía, quería ver cuánto soportaba Carolina o si le permitiría darle otro orgasmo del mismo modo, sin parar, eso le parecía imposible dado los esfuerzos de Carol para tensarse, no aguantaría más, ni más lejos, a los dos segundos de correrse las sensaciones de Carol se intensificaron y tuvo que agacharse con todas sus fuerzas, apresó las manos de Roberto entre sus piernas impidiendo que moviera los dedos todo lo que pudo, también llevó allí sus manos para tirar de las de Roberto y sacarlas lo más rápido posible, Roberto le dio tregua y permitió que Carol se relajase, Carolina no para de suspirar, se sentó frente a Roberto, había tirado fuera tanta agua del jacuzzi que los pechos mojados y sus pezones increíblemente erectos se veían perfectamente, casi hasta su ombligo era visible, respiraba con fuerza y mucha velocidad, miraba a Roberto haciendo gestos de que había sido una sensación muy fuerte y muy placentera, porque no podía articular palabras aún, Roberto se reía de la situación y la actitud de Carol, le parecía curioso, divertido, y sin duda quería más, ahora solo quería hacerle lo mismo, pero sin parar después de su primero orgasmo, pensaba en atarla, amordazarla y hacerle aquello hasta la saciedad, sería un castigo que prepararía para ella, pero que podía hacer Carolina tan grave para merecer aquello, Roberto casi prefería no tener que averiguarlo.

—Vamos a la cama cielo, ahí te relajarás y por lo cansada que estás mental y físicamente seguro que te duermes enseguida.

Cuando pudo Carolina contestó y se levantó —Si, mi amo, soy completamente suya, pero ahora necesito descansar, ¿duermes conmigo haciendo la cucharita? me gustaría mucho mi señor —Carolina no se daba cuenta de que volvía a manipular a Roberto, con su tono sexy, con sus peticiones, pero Roberto no le dio importancia, esa era ya su intención.

Se acostaron y durmieron juntos, Roberto puso el despertador a última hora, lo justo para llegar corriendo al desayuno del hotel, quería que mañana estuvieran bien descansados, para salir hasta tarde y quien sabe que más se le podía ocurrir a parte de lo que ya tenía planeado, quería aprovechar el fin de semana, quería aprovechar el tiempo en que Carolina fuera más que su amor, de momento era suya, Carol ya había disfrutado bastante, tendría más dosis de diversión, relajación y placer, pero Roberto vería sus deseos hechos realidad.   

Sábado...

A la mañana siguiente, la alarma del móvil de Roberto los despertó, se ducharon juntos por orden de Roberto, a Carolina le gustaba ducharse sola en general, también disfrutaba del cariño de Roberto en la ducha pero cuando se trataba de higiene Carolina prefería ducharse sola y aprovechar mejor el tiempo, esta vez no era solo por higiene, se vistieron rápidamente y bajaron a desayunar al buffet libre, todo estaba bastante bueno, y comieron muchísimo, pasaron la tarde de compras por orden de Roberto, a Carolina le encantaba ir de compras ya fuera sola o acompañada, Roberto lo odiaba, principalmente porque Carol nunca se compraba nada solo miraba, y de vez en cuando sin avisarle se marchaba a un tienda concreta a comprar y tardaba media hora, mientras que cuando salía con él a mirar podían pasar cuatro interminables horas, fueron de tienda en tienda, Roberto buscaba los vestidos más sexys, y le pedía a Carol que se los probara, en los probadores Roberto la ordenaba mantener la cortina entreabierta, para ver cómo se cambiaba, y después le mostraba lo guapa que estaba, o lo mal que le quedaba algo... aunque siempre intentando ser lo más sexy y picante posible, Carolina lo estaba disfrutando, de vez en cuando Carol veía algo que le llamaba la atención y quería probárselo, pero Roberto no se lo permitía, todo debía ser escogido por él y con la única intención de verla más y más sexy, de que enseñase más y más piel, de que Carol se sintiese cómoda y deseada con prendas que jamás se habría probado, en alguna ocasión Roberto le pedía opinión a algún chico que pasaba por allí o que esperaba a su novia, la mayoría eran lo bastante cautos para decir como mucho un "le queda bien", pero eso era suficiente para que Carol se pusiera tensa y se avergonzara, tras unos cuantos piropos de desconocidos Carolina empezó a excitarse en lugar de avergonzarse, la tarde concluyó con la compra del vestido que más había gustado a Roberto, y como premio con el que más gustó a Carolina, Roberto no dudó en llevarla también al sex-shop donde la tuvo un buen rato muerta de vergüenza mientras Roberto miraba todos y cada uno de los artículos de la tienda, preguntando incluso a la dependienta y comentando todo con Carolina, después fueron a la tienda en la que Carol compró el picardías y Roberto compró otro, era uno de correas que no tapaba absolutamente nada pero que alzaba los pechos y el culo, a Carolina le parecía horroroso pero a Roberto le gustó y le advirtió de que tendría que ponérselo esta noche o la siguiente sin dudar, y sin duda habría fotos y vídeos, más de los que ella quisiera si se portaba mal.

Llegó la hora de la cena, Roberto había hablado con Antonio y Javi, tan sólo Javi saldría esta noche, con Maite por supuesto, al parecer María estaba indispuesta y Antonio demasiado cansado, solo era una excusa, Roberto habló con su amigo e intentó por todos los medios que ambos vinieran pero se negaron rotundamente, a Roberto eso lo desilusionó un poco, y Carolina lo notó.

—¿Qué pasa cariño? ¿no vienen?

Roberto la miró, no dejaría que una parejita de aburridos le estropearan un minuto más.

—No, no vienen, ¿sabes que me gusta mucho que me llames cariño?

—... Claro que lo sé vida.

—Pero has olvidado lo más importante, ¿qué es lo más importante que debes llamarme?

—Lo siento, mi señor, lo olvidé, te vi enfurruñado y me distraje, no volverá a pasar, mi amo.

—Hmmm, ¿debería dejarlo pasar?

¿a dónde quería ir Roberto, era la excusa para ponerse el maldito picardías y filmarla?

—Debéis hacer lo que deseéis mi señor, y debéis tratarme con tanto cariño como dureza, para que me convierta en una sumisa más eficiente y capaz de complacerte mi amo —Carolina se arrodilló ante Roberto mirándolo a los ojos y puso sus manos a la espalda. —Soy vuestra para que hagáis conmigo cuánto desees, ¿qué deseas que haga, mi señor?

Roberto una vez más se maravilló con la actuación y el compromiso de Carolina, más aún porque suponía que ella solo lo hacía en este momento porque se había preocupado por él, todo lo hacía por los demás, era maravillosa, Roberto solo podía pensar en lo mucho que la quería por esa faceta suya, el sexo y el juego estaban lejos de su mente ahora, pero volvieron de pronto, se le ocurrió utilizar esa faceta de Carol para su juego.

—Te voy a hacer lo mismo que anoche, cuando te dije que tendrías que hacer algo horrible para que te torturase de esa forma durante horas, aunque sea tan placentera.

Carolina abrió los ojos como platos, ¡No se había portado ni mucho menos tan mal! Roberto notó su expresión de miedo y contrariedad y trató de calmarla rápido.

—Tranquila cielo, no va a ser tan horrible, eres tan buena persona, que no paras de pensar en los demás, y sobre todo en mí, este finde es también tuyo, no solo para mí, así que probaremos otro juego, antes de salir con estos tú vas a ser torturada o yo lo pasaré mal, te explico, voy a usar mis dos manos para torturarte como ayer, pero esta vez estarás atada a la cama —mientras hablaba Roberto preparaba la habitación, y las cuerdas, Carolina estaba ya empapada, y temerosa, la obligó a desnudarse completamente y a tumbarse en la cama, sus piernas fueron separadas y atadas a las patas a los pies de la cama, Carolina estaba nerviosa y su respiración agitada, miraba a Roberto pero lo hacía con excitación, todavía no se había quejado aunque se moría de angustia por no saber aún de que iría todo el juego y como evitaría ser torturada.

Roberto ató con cuerda los brazos de Carolina a su espalda, unidos las puntas de los dedos con el codo contrario, la cuerda sobrante que salía de debajo de Carol en ambas direcciones fue atada a las patas superiores de la cama, ahora Carolina estaba desnuda e indefensa, con sus piernas muy abiertas y sin poder doblar las rodillas porque tiraba de sus brazos que ya estaban muy flexionados y aplastados por su cuerpo.

—El juego es simple, si te hago sexo oral, tú me haces sexo oral, si no te hago nada, tú puedes hacer lo que quieras, si te torturo, tu única salvación será morderme la punta de la polla, la fuerza que uses debe ser gradual, de poco a mucho, hasta que yo te deje de torturar, momento en el que debes volver al sexo oral, ahora la complicación, o el objetivo, si llegan las nueve —quedaban 40 minutos —momento en el que te soltaré y nos prepararemos para irnos, hemos quedado a las diez y media, y yo no me he corrido, tu pierdes, y en cualquier momento de hoy o mañana te torturare de verdad de este modo que no puedes aguantar durante horas, si tú te corres mientras te torturo, pierdes y pasa lo mismo, si no te corres mientras te hago sexo oral o mientras te masturbo antes de las nueve también pierdes. ¿Entendido?

—Sí, mi señor.

—Así que tendrás que darme placer para que no decida torturarte, pero no demasiado para que me corra, y hacerme daño para que te libere de tu tormento, piensa bien tu estrategia.

Roberto que había puesto su música bien alta y apagado las luces terminó colocándose sobre carolina en la postura del 69, tendría que aguantar su peso un rato largo, la introdujo el pene a Carolina en la boca, aún estaba algo flácido pero no tardó en endurecerse, solo le introducía la punta, era Carolina la que debía mover la cabeza hacia arriba para meterse más en la boca, aunque no era necesario para dar más placer a Roberto, Carolina pensaba que cuanto más se metiese mejor, y tenía que hacer esfuerzos grandes para levantar la cabeza como para tragarse todo el miembro de Roberto, mientras Roberto tenía su cara entre las piernas de Carolina y admiraba su coño depilado, lo acarició para sentir su suavidad, lo besó y comenzó a practicarle sexo oral, así estuvo un par de minutos, hasta que los movimientos de Carol le parecieron repetitivos y apartó la boca de su coño, Carol por su parte hizo lo mismo, aunque sabía que al hacerlo se acababa de ganar a pulso que comenzase su tormento, pero había venido a jugar, y el juego ahora que estaba atada y tenía el miembro de Roberto al alcance de sus labios la estaba excitando.

La mano diestra de Roberto sostuvo el clítoris de Carolina con el pulgar y el índice, y lo espachurraba como quien hace churros con plastilina, pero con suavidad, mientras que su dedo corazón recorría la punta del clítoris en círculos a un ritmo parecido.

Carol gritó y se tensó, tiró cuanto pudo de las cuerdas, cerró sus ojos con fuerza, no quería morder a su novio, no le salía hacer daño, empezó a pensar que perdería, y esta noche, o mañana sería tremendamente duro para ella aguantar así, seguramente la ataría y no habría una forma de escapar, ¡dios mío! perdía el control de sus pensamientos y de sus movimientos, de sus gritos y suspiros, Roberto veía que no pretendía hacerle ningún daño así que aumentaba la intensidad de sus caricias cada vez más, Carol se correría en un par de minutos, pero primero sufriría mucho, no quería perder, se metió la punta de la polla de Roberto en la boca alzando la cabeza, su mandíbula estaba muy tensa por el tormento al que se veía sometida, comenzó a morder, con muchísima suavidad, AAAgg AaaaH, gritaba ella mientras, estaba al límite, Roberto no la soltaba, no le hacía daño así que intentó morder un poco más fuerte y lo músculos de las piernas de Roberto se tensaron levantando un poco el culo, pero sin poder escapar del mordisco de Carol, aun así no le hacía daño suficiente, Carolina no creía ser capaz de morderle más fuerte, era incapaz de hacer daño a alguien y más a Roberto, más aún en una zona tan delicada, seguía gritando con el pene de Roberto en la boca, cambió de estrategia, empezó a mamar la polla de Roberto con mucha rapidez, haciendo esfuerzos grandes para subir y bajar la cabeza un palmo o dos, Roberto se detuvo unos segundos mientras recibía placer, Carol intentaba que se corriese porque no podía hacerle más daño, era un pensamiento muy bonito, pero para Roberto, que sabía que no se correría en cinco minutos con Carolina haciendo una mamada en tanta desventaja y tan mala postura, era una oportunidad, primero pasó al sexo oral, y los Gritos y temblores de Carol pasaron a ser gemidos, por su parte Carol no bajaba el ritmo, lo intensificaba si podía, se estaba ganando un buen dolor de cuello pero merecería la pena si evitaba el desastre.

De pronto Roberto volvía a torturar el clítoris de Carol, ésta hizo un intento de morder a Roberto, sin causarle daño, pero Roberto frenó mucho el ritmo, aunque no del todo, Carol repitió y Roberto la soltó, la dejó así, ella empezó a mamarle la polla otra vez, Roberto lo veía más claro ahora, Carol quería que se corriese, seguro que en los veinte minutos que quedaban lo conseguiría, pero Roberto no se lo pensaba poner tan fácil, comenzaron una juego de sexo oral, Roberto paraba, Carol seguía, Roberto la torturaba ella mordía, Roberto no cedía nada y ella repetía muchas veces o pasaba de él y seguía mamándosela, en una de esas veces Roberto no dejó de torturar a Carolina, quedaban siete minutos, él lo sabía porque podía ver el reloj de la habitación que había colocado deliberadamente en esa posición.

Carolina perdió el control tras un par de minutos y ya no podía seguir con su felación, su cuello estaba cansado y dolorido, comenzó a gritar de placer y por su sentimiento de indefensión.

—Baaastaaa por favooor! no puedo más, MMMhhh nNO PARA Cariño, ¡MI AMO, MI SEÑOR! Paraaa, aaaaAAHhh!! AAAAhh!! OOoooH, oooOOh, ooooOOh, OOOH ooOOh.

Los gemidos característicos otra vez, Roberto los estaba esperando con impaciencia, Carlo se corría y aún quedaban tres minutos, era suficiente, cuando Carol hubo terminado Roberto la permitió descansar.

—Has perdido cielo, ya sabes lo que toca, en cuanto yo quiera sufrirás este dulce tormento que tanto me excita y me deleita verte recibir, durante horas tal vez, ahora relájate un poco y prepárate, nos vamos rápido.

Roberto la soltó y le entregó el vestido que Carol se había comprado para este fin de semana, junto con las bragas que se llevaba con el huevo vibrador y el plug anal.

—No tienes que ponerte el plug ahora, pero llévalo contigo como te dije.

Cuando los dos estaban listos y Carol más tranquila aunque, retraída en sus pensamientos, que eran varios, confusos y excitantes a la vez, salieron del hotel y se reunieron en un bar de tapas con Maite y Javi, que ya estaban allí y habían pedido una consumición y algo de tapeo que estaba por terminarse.

Se sentaron juntos un rato y tomaron algo, cuando hubieron cenado todos decidieron marcharse de fiesta, Roberto tenía pensado ir a un par de sitios concretos, empezaron por un pub que a todos les gustaba mucho, pidieron cócteles y chupitos, pasaron un rato bailando en aquel pub, y después siguieron en un bar pequeño especializado en chupitos, a esas horas la mayoría de la gente era cinco o seis años más pequeños que Carolina, tras varias rondas de chupitos Carolina empezaba a acalorarse, Roberto estaba entero igual que Maite con solo se encontraba un poco risueña, Javi en cambio se comportaba como un loco eufórico, todo eran saltos, voces y bailes absurdos, se partía de risa con él, Maite aprovechaba para bailar con él, después fueron a una discoteca, aquí la gente era mayor, todos observaban a Carolina y su vestido un poco provocador, a Roberto no le pasaba desapercibido, cada hombre que tenía cerca veía su mirada arrastrada hasta la sensual figura de Carolina, sus piernas, su culo, su espalda, su escote, nadie estaba lo bastante borracho como para no percatarse de su presencia, Carolina se sentía un poco molesta por ello, a Roberto le divertía a veces otras veces le sentaba un poco mal.

—Quiero que bailes con Maite y con Javi, como una verdadera zorra, yo fingiré que voy a pedir una ronda para todos y así no me echarán en falta, quiero que te coloques entre los dos y te muevas lento y sensual, que acaricies a Javi y a Maite por igual y que bailéis bien pegaditos, seguro que no te ponen objeción, yo estaré observando desde la barra.

Carolina quiso quejarse, eso era incluir a otras personas pero a la larga no era sexo, solo un baile, el alcohol eliminó sus inhibiciones y mermó su sentido común, hubiera expresado queja de haber estado solos, pero no podía mantener su tono frío con todo aquel ruido, así que se limitó a morder la oreja de Roberto y susurrarle.

—Como desees mi amo.

Roberto se alejó un poco y buscó un sitio en la barra desde donde poder verles, Carolina se acercó a Maite y Javi que bailaban al ritmo del pop y esperó una bachata o algo de reggaetón, cuando por fin sonó la canción adecuada Carolina miró a Maite sonriendo con picardía y se acercó a bailar con ella, Javi bailaba ahora a su propio ritmo, Maite con gusto enganchó a Carol y bailaron solas, pero Carolina tenía un objetivo, alargó un brazo todo lo que pudo y tiró de Javier hacia sí, lo colocó a su espalda, Maite tenía sus manos en torno a la cintura y el hombro de Carol, Carolina pegó el culo al paquete de Javi y puso una de sus manos en la cintura de éste, moviéndose despacito, Maite y Javi se miraban sin saber qué pasaba, estaban alucinando pero muy contentos de que Carolina se divirtiera, seguro que era efecto del alcohol, mañana esto sería motivo de risas y harían que Carol se sonrojase sin duda, la mano libre de Carolina pasó alrededor de la cintura de Maite y la obligó a acercarse mucho, ahora Carolina estaba entre ambos, moviendo sus caderas a un ritmo lento y con movimientos pronunciados, en un momento Javier y Maite se besaban por encima del hombro de Carolina mientras bailaban pegaditos, todas las miradas se posaban en el trío, incluida la de Roberto, que lo estaba disfrutando.

Su intención era abrir el horizonte de Carolina a "nuevas experiencias" sabía que Maite y Javier eran una pareja muy liberal, y que ambos se morían por los huesos de Carolina, quizás Maite más que Javier, Carolina sin duda estaba pasándolo muy bien, Roberto activó entonces el vibrador de Carolina, que lo notó al instante, la sorprendió, pero se daba cuenta de que Roberto solo quería subir el nivel, a Carolina se le cerraban los ojos y comenzó a bailar a mayor velocidad, Javier o estaba a la altura y se apartó pero Maite seguía bailando con ella, Roberto se acercó a ellas y le tendió a Carol su bolso.

—¿No tenías que ir al baño? —le dijo mostrándole el plug anal del interior de su bolso.

—emm... si gracias por traerme el bolso, cariño...

No se había atrevido a llamarle señor o amo por miedo a que Maite la escuchase, aunque estaba a su bola, Roberto la castigaría por eso más tarde.

Cuando Carol volvió un rato más tarde los demás estaban sentados a la barra tomando algo, Roberto le pedido otra copa de su bebida predilecta, estaba hasta arriba y todo empezaba a dar vueltas, tardó una hora o más en acabarse la última copa, Roberto advirtió el estado de Carolina y Javier y decidió que la noche había terminado, se despidieron y cogieron un taxi.

—Quiero que te pongas en el asiento del copiloto, yo me pondré detrás, voy a darle al vibrador a tope, así que tendrás que aguantar hasta llegar al hotel.

—Sí, mi señor.

Cuando subieron al taxi Roberto hizo lo que acababa de decir, y carolina se tensó, podía oír un ligero zumbido, seguro que el taxista también aunque no supiera lo que era, al principio no costó mucho pero luego Carol lo pasó realmente mal, colocó sus manos sobre sus rodillas, hacía esfuerzos para no mover demasiado las piernas, muchas veces las cerraba con todas sus fuerzas, otras veces tenía la necesidad de abrirlas completamente, cerró los ojos fingiendo que estaba cansada o miraba por la ventanilla para que el taxista no notará su expresión, Carol se mordía el labio pero no emitía ningún ruido, por fin llegaron al hotel, entonces Carolina intentó bajar rápido del taxi, pero Roberto le recordó que ella tenía más suelto.

—Paga tú cielo que no llevo suelto.

Carolina tuvo que rebuscar la cartera en su bolso atropelladamente, las cosas se le caían pero al final la encontró y le dio un billete grande al taxista para no tener que buscar calderilla, esperó a que le devolvieran las vueltas y salió del taxi todo lo rápido que pudo dando las buenas noches al taxista, que miraba una pequeña mancha en su asiento del copiloto, sin duda producida por los fluidos de Carolina.

Subieron a la habitación, Carolina estaba encendida y el vibrador se quedó sin pilas, Roberto la permitió tumbarse en la cama, quería jugar con ella pero se veía que Carol estaba un poco afectada por el alcohol, se había pasado con la bebida y era culpa de Roberto, sabiendo que ella no podía decirle que no la había forzado a beber más de lo habitual, esta noche no habría más juegos y Roberto se arrepintió pero recordaba que lo habían pasado muy bien, en especial Carolina, estaba haciendo su trabajo, con un poco de suerte mañana hablarían y decidirían si quería seguir con este juego, no solo este fin de semana, Roberto pretendía convertirlo en una costumbre, y para ello Carolina tenía que disfrutarlo mucho.

Domingo...

A la mañana siguiente no fueron a desayunar, durmieron la mona y despertaron tarde, Carol tuvo que tomarse una pastilla para el dolor de cabeza, desayunaron en una cafetería y a la hora de comer ya se encontraban bien, bajaron a la piscina y jugaron allí un rato, hasta que Roberto se excitó con tanto contacto y de ver a Carolina con su bañador más seductor.

—Volvamos a la habitación.

—Sí, mi amo.

—¿Te lo estás pasando bien?

—Sí, mi señor, mucho, más de lo que esperaba de hecho, ¿y tú?

—Muchísimo, estás siendo una zorrita muy buena, pero sabes que todavía te debo una sesión de tortura.

Carolina se estremeció, sin duda le tocaba ahora, la mirada y la sonrisa de Roberto se lo dejaban ver muy claro, respiró hondo, se lo pasaría bien pero sufriría un poco, o mucho, según lo cruel que Roberto quisiera ponerse, de todos modos confiaba en él, no le haría nada que ella no pudiera soportar y si era así solo tenía que parar el juego, esperaba no tener que llegar a eso.

Entraron en la habitación y Roberto le pidió a Carolina que se pusiera el picardías de correas de cuero, después la ató al a cama en "X" con las cuerdas, le colocó el antifaz de dormir y le puso la mordaza, sacó la cámara y le sacó fotos, le hizo un video caminando a su alrededor, tocando su cuerpo con la punta de los dedos, Carolina se excitaba a pesar de que no le gustaba llevar ese traje de estilo "sumisa del bondage", Roberto dejó la cámara grabando  la cara de Carolina a una distancia a la que pudieran oírse perfectamente sus gritos y gemidos y comenzó a torturarla, al principio como siempre fue muy agradable para Carolina, pero pronto comenzó a retorcerse intentando evitar las manos de Roberto, que agarraba su clítoris con dos dedos, lo apretaba y retorcía con cariño, mientras que con el pulgar de la otra mano lo presionaba como su fuera un botón o lo acariciaba de abajo a arriba, lo estaba haciendo duro, lo más brutal que podía y Carol pensaba que no lo soportaría, quería gritar que parase, que fuese más considerado, menos agresivo,  más cariñoso y compasivo, pero la mordaza se lo impedía, solo emitía gemidos y gritos amortiguados y confusos.

—hummpf, eiimff, aaammfpp...

Roberto estaba excitándose muchísimo, sin duda la penetraría antes de acabar totalmente con ella, pero mientras tenía otro plan, Carolina se corrió entre gritos, estaba sudando y no había parado de retorcerse en todo momento, pero aguantó, no obstante habían pasado unos veinte minutos, todavía le quedaba mucho por sufrir y ahora notaba con mayor intensidad cada caricia en su clítoris, Roberto paró un minuto y podía escuchar perfectamente a través de la mordaza como Carol suplicaba que se detuviera y la liberase.

—Lo siento cariño, llevas veinte minutos, voy a seguir así una hora entera, pero te doy una oportunidad de salvarte.

Roberto retiró la mordaza de la boca de Carolina que lo agradeció muchísimo, su mandíbula se había tensado mucho y comenzaba a dolerle.

—¿QUÉ HAGO MI SEÑOR, CÓMO ME PUEDO SALVAR?

—Es muy fácil, te voy a confesar un secreto, a ver cómo te lo tomas, entiende antes de nada que si no te lo he dicho es porque era algo muy íntimo sobre Antonio y María, no quería traicionar su confianza pero ya no puedo ocultártelo más.

Carolina estaba confusa las palabras de Roberto indicaban algo serio, todo el nerviosismo se convirtió en la más grande de las curiosidades.

—¿De qué se trata mi señor?

—Verás, a María parece que le gusta que la dominen, pero no como tú y yo ahora, a ella le excita algo perpetuo y más serio, sin posibilidad de escape, sin palabras de seguridad y esas cosas ¿lo entiendes? Antonio me lo contó y me pidió ayuda, así que lo ayude, y ahora María es su esclava, María y Antonio están practicando en esto, pero Antonio no está demasiado seguro, es muy complicado ya te lo explicaré en otro momento...

Carolina estaba alucinando, ¿desde cuándo se daba esa situación?  ¿cómo le había ayudado Roberto? Ella no había notado nada raro...

—¿Por qué me lo dices ahora, qué quieres que haga?

—Te lo digo ahora porque me ha venido a la cabeza y me tortura tener un secreto contigo, así que me lo tienes que guardar muy bien, Antonio se avergüenza y no solicitó que tú no te enterases, y María nunca debe saber que nadie más lo sabe, ni tú ni yo ¿vale?

—Claro que si mi señor, seré una tumba, ¿Entonces soy libre, se acabó la tortura?

-NOOoo, nada de eso, lo que tienes que hacer es aguantar toda la hora, o prometer que vas a ser mía cada fin de semana, desde que llegues de trabajar hasta que te vayas el lunes.

Carolina se lo pensó un rato largo, y Roberto al no ver una respuesta por su parte comenzó de nuevo a torturarla, Carol se resistía, no quería ser sus sumisa cada fin de semana, en su mente se habían formado nuevas fantasías y no podía cumplirlas todas siendo una sumisa de Roberto, quería expresar sus deseos.

Se retorcía y gemía, gritaba y suplicaba que parase, al cabo de diez minutos, Carolina ya temblaba sin control y de su boca solo salía un ¡aaaaah! casi constante.

—¡Basta ya mi señor, quiero hablarlo! —Roberto se detuvo -No deseo ser tu sumisa cada fin de semana, debe ser algo pactado, podemos repetir la experiencia en otras ocasiones pero solo si los dos queremos mi señor, además yo he pensado que también quiero que tú seas mío un fin de semana, en el futuro, ¿qué te parece mi amo?

A Roberto le sonaba bastante bien, era más de lo que esperaba conseguir.

—Está bien, acepto, pero no es suficiente para liberarte de la tortura, vas a tener que darme algo más o aguantar hasta el final.

Roberto comenzó a torturarla de nuevo, esta vez usaba sus labios y su lengua exclusivamente, eso excitó a carolina mucho más pero pronto volvía a sentirse torturada, ¿cuánto aguantaría? ya había perdido la noción del tiempo y si ahora la soltasen no podría ni caminar, seguía  debatiéndose, se retorcía, levantaba las caderas cuanto podía intentando escapar de la boca de Roberto, pero era inútil, y Roberto aprovechó para introducir sus manos bajo su culo, agarrándolo con fuerza e impidiendo aún más que Carolina se moviese, un minuto o dos en esa postura sin poder moverse y Carolina tuvo que aceptar cualquier condición que Roberto impusiera.

—¡HARÉ LO QUE QUIERAS AMOR PERO PARA POR FAVOOOR!

Roberto seguía a pesar de las suplicabas pero mientras pensaba en qué podía exigir, sabía lo que quería pero no se atrevía a pedirlo, se armó de valor y trató de explicarse de la forma que menos pudiera alarmar a Carolina, primero paró de torturarla y luego la desató, le quitó la venda de los ojos y permitió que se vistiera, tenía una expresión un tanto seria, y su calentura había desaparecido, a Carolina le pareció que algo no marchaba bien, cuando se recuperó no entendía que ocurría, se tumbaron en la cama abrazados y comenzaron a hablar.

—Lo que yo quiera, pues lo que quiero es... difícil, no quiero que te lo tomes a mal y no quiero que te sientas obligada a decir que si ni mucho menos, ya eres libre, se acabó el juego por hoy, volvemos a ser solo tú y yo.

-Pero ¿qué pasa cari?

—Pues que lo que quiero lo que me ronda la mente es un poco fuerte para ti, incluso puede que, para mí, y te lo quiero contar para ver qué piensas al respecto, pero me da miedo que reacciones o te lo tomes mal.

Carolina se estaba preocupando, pero se limitaba a escuchar y a tratar de sonsacarle a su novio el problema que tenía o el deseo que no se atrevía a confesar.

-Sigue cariño, no tengas miedo de decirme las cosas.

—¿y si te dijera que me gustaría hacer un trío?

Carolina se quedó pensativa, no era una fantasía rara, pero no estaba segura de poder hacer aquello, por las implicaciones emocionales, ella quería a Roberto y se sentiría traicionada al verle con otra, aunque fuera con su consentimiento, aunque ella estuviese allí, o tal vez no...

—No lo sé cariño, si me lo dices no pasa nada, pero no sé si estoy dispuesta a eso, a verte con otra y tal...

—Lo entiendo cielo, a mí me pasa lo mismo, pero aun así es una fantasía que tengo, y me gustaría llevarla a cabo como hemos hecho este fin de semana, en plan amo y sumisa, pero si no quieres no pasa nada, de todos modos solo estamos arañando la superficie de lo que tengo en mente.

— Cuéntamelo todo, no importa lo que sea.

—Bien pues... Javier y Maite... son muy liberales en el sexo, me gustaría ser así de vez en cuando, pero no con cualquier desconocido como hacen ellos, me gustaría tener sexo entre amigos, entre parejas, con Javier y con Maite, con Antonio y María...

Carolina no podía creer lo que escuchaba, no lo entendía, ni comprendía de donde podían surgir esos deseos, recordó lo bien que lo pasó bailando con Maite y con Javier, lo que le acababa de contar sobre Antonio y María, el fin de semana de sumisión y la noche del lunes en el coche... era una maraña de sentimientos y deseos muy confusa, Roberto tuvo que hablar para romper la tensión que se estaba formando en la garganta de Carolina.

—No te preocupes cielo, es algo muy fuerte y entiendo que no te veas capaz o que no te guste esa idea.

—¿Y ellos qué saben de esto?

—Absolutamente nada, es una idea mía, aunque sé que a Maite y Javier les parecería una idea estupenda, y por parte de Antonio y María... sé que necesitan algo de ayuda y me parece una buena forma de meternos en su relación íntimamente, creo que Antonio no se siente bien con la situación que tiene con María y quiere...

—Pero ¿qué situación?

—Pues la de la dominación, María prácticamente le ha exigido que la domine en todo momento porque para ella es una necesidad sexual, ahora se entiende un poco mejor su obsesión por los hombres mayores, quiere sentirse como una niña o como una esclava, y Antonio lo intenta pero no se siente bien obligándola a hacer las cosas como hemos hecho este fin de semana, aunque lo suyo es más fuerte...

—Sí, si lo entiendo, si uno no quiere aunque sea el amo tiene que ser difícil, o imposible a largo plazo.

—Así es, creo que le vendría bien aprender a disfrutarlo, y se me ocurrió ayudarle así, ¿Es una tontería verdad? Yo mismo me pregunto si estará bien o no, si podremos separar los sentimientos de amistad y de amor del sexo, y me da miedo, y me da miedo lo que puedas estar pensando ahora de mí.

Carolina no estaba pensando nada de Roberto, de hecho eso la sorprendió, si lo había juzgado al inicio del a conversación pero ahora solo pensaba en cómo se podía ayudar a Antonio y María, sus amigos eran para ella lo primero, no es que se los quisiera meter en la cama para ayudarles pero la idea de Roberto le parecía que podía ir bien encaminada si se trabajaba seriamente, !así que se lo estaba pensando¡ eso era lo que la sorprendió, y una vez más la conversación acabó de un modo que Roberto creía imposible.

—Está bien, lo hablaremos y trabajaremos juntos en eso, intentaremos cumplir tus fantasías y disfrutarlo todo, todos juntos, e intentaremos ayudar a Antonio y María, si quieres...

Roberto palideció, de miedo, no esperaba una respuesta, y mucho menos una tan positiva, ahora se lo estaba pensando, él no lo tenía tan claro.

—Ya lo hablaremos cielo, yo no estoy seguro al cien por cien de que vaya a ser posible, o que vaya a funcionar, o que esté bien, no lo tengo claro, son muchas dudas.

-Pues por eso lo hablaremos y buscaremos juntos la forma de hacer lo que quieres si es que existe, no te sientas presionado por ello.

Increíble, que esas palabras salieran de boca de Carolina en lugar de la suya.

Siguieron hablando un rato del tema, y comentaron lo bien que lo pasaron el fin de semana, al final hubo sexo antes de dormir, Carolina se puso su picardías y su antifaz de mariposa, y ella misma encendió la cámara para grabarse, mañana revisarían juntos las grabaciones y fotografías, las editarían y destruirían las que no quisieran conservar, buscarían un lugar seguro para guardarlas y todo volvería a la normalidad por un tiempo, mientras planeaban su próximo encuentro.

Hicieron el amor como solían hacerlo siempre, solo que esta vez ambos estaban más excitados de lo normal, disfrutaron de sus caricias y todo acabó bastante rápido, se durmieron pronto para ir descansados al trabajo.

Aunque ya separados cada uno en su trabajo, solo podían pensar en el fin de semana que habían tenido, en cómo habían disfrutado y lo que disfrutarían en el futuro de esta nueva experiencia, los dos trabajaban mentalmente en los próximos encuentros sexuales, en cómo sorprender al otro, en qué deseaban hacer con su pareja, y sobre todo, pensaban en los posibles juegos sexuales que intentarían llevar a cabo con sus amigos, convencerlos y atraerlos era cosa de Roberto, Carolina solo tenía que pensar en si lo que pretendían sería bueno para la amistad, pero más aún para su relación de pareja con Roberto había disfrutado tanto de estas nuevas experiencias y de sentirse a merced de Roberto que cualquier cosa que se le ocurriese a él ahora la excitaba, cualquier cosa que le ordenase, quería hacer lo que Roberto quisiera, y lo haría como él quisiera, o lo haría mejor.

(9,25)