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Malena (3): Primeros tiempos

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LA HISTORIA DE MALENA EL PRINCIPIO 3

LLUEVE Y ESCAMPA

MALENA, UNA MUJER

Hasta 1.987, año en el que cumple sus veintidós años, todo parece caminar sobre ruedas: ya está cursando el tercer año en la universidad y al concluirlo, será técnico superior en administración de empresas que era el primer paso hacia la licenciatura.

Su romance con Félix va de acuerdo a lo esperado y sus relaciones con Francisco y Macarena le proporcionan inmunidad, placer, enseñanzas y medios económicos suplementarios que le permiten vivir holgadamente.

Ha terminado por convertirse en una bella mujer, desinhibida, con una claridad de entendimiento y una capacidad de análisis, superior a lo que se podía esperar en una muchacha de su edad, con una experiencia en la vida que le servirá de mucho en el futuro, con una fortaleza cuyas fisuras la hacen más amable y humana.

Su exótica belleza y sus maneras naturalmente provocativas aunadas a su proceder silencioso, tímido, espacioso y nervioso le atraen innumerables admiradores, pretendientes y embaucadores que pretenden aprovecharse.

Entre los profesores de la universidad, algunos maduros y otros no tanto, tiene muchos admiradores y adoradores, que no se limitarían a fines lícitos para conseguir sus favores sexuales.

Su precoz desarrollo sensual, sumado a su juventud, inexperiencia, descaro, inmadurez y liviandad natural, la ha alentado siempre a comprobar cómo sus encantos pueden influir sobre los hombres y averiguar qué de ellos puede obtener solo con mostrarse aparentemente dispuesta.

Siempre lo ha hecho solo como un acto de frivolidad y sin pretender nada más que demostrarse a sí misma, o a sus amigas, de lo que es capaz.

Tiene una gran capacidad de adaptación y de asimilación, es pragmática y su único amor es su padre; no desdeña abiertamente a ningún admirador, por burdo que parezca, pues se ha fijado que las cosas pueden cambiar abruptamente y el despreciado de hoy puede ser el salvador de mañana, esto se lo han enseñado sus maestros: Macarena y su padre.

De nadie se puede decir “a ese no lo necesito y no lo necesitaré” la vida es cruel y traicionera y a dios le encanta reírse a costa de nuestras decisiones, planes y metas.

Sigue la regla que descubrió en una novela de los Golón y de la que se enamoró desde que la encontró: “nunca reniego de mis amigos mientras me sean útiles” dice Angélica la protagonista.

EL PROFESOR

Una vez estuvo a punto de echar por tierra su reputación y quedar, como dice “el poeta de supermercado” <Manuel Alejandro: dixit>, “solo con las seis primeras letras de la palabra”…

Resulta que motivado a su alegre e inmoderado calendario tanto de clases, como de sexo, y de diversiones, en ocasiones no tenía tiempo suficiente para preparar sus exámenes y presentar sus trabajos de manera eficiente y a gusto de los profesores.

Esto, en su quinto semestre en la universidad, le ocurrió con una materia por la que no sentía ninguna inclinación ni gusto y el profesor (Azcunes) su catedrático, era famoso por su intransigencia y severidad.

Debido a que en sus planes, para avanzar en el pensum, no había flexibilidad suficiente como para la repetición de una materia, decidió probar a ver si sus atributos físicos e histriónicos podían colaborar en la resolución de su grave problema, pues había notado ciertas miradas de Azcunez en la dirección de sus piernas y más arriba.

Ya otras veces para conseguir uno o dos puntos extras que la salvaran de un desastre académico, había recurrido a pedir “clemencia extraordinaria” a algunos profesores y esas deudas habían sido saldadas con algunos besos, salidas a bailar y manoseos, pero nada de exigencias “mayores”.

Ella se arriesgó y le pidió clemencia al profesor Azcunez. El, pidió a cambio: “lo que se pudiera” en su oficina.

Ella consideró la oferta y con algunos remilgos de virgen acorralada entre la necesidad y la decencia: accedió. 

Ella preguntó que: cuándo, y él le contestó que: ahora.

Le plantó algunos besos, no tan malos y ella se dejó subir la franela para que él pudiera explorar, besar y manosear lo que por debajo de ella había.

Ya las manos y la lengua del profe habían empezado a reconocer nuevas áreas, cuyos tanteos y lamidas le estaban causando una irremisible pérdida de la voluntad; tanto así, que sin ser consciente de cómo había llegado allí, ya estaba acariciando entre sus dedos al pájaro cantarín de su maestro que había salido discretamente de su jaula para que ella lo arrullara cariñosamente.

Cuando ella, ya arrodillada, se disponía a meterlo en su boca… Llamaron a la puerta, con insistencia.

Apenas hubo tiempo de medio arreglarse, pero, las señas que quedaban en el ambiente y en el vestuario (principalmente, porque su sujetador estaba en un bolsillo de la chaqueta del profesor, quien tratando de escamotearlo rápidamente a la vista del impertinente que interrumpía de modo tan inoportuno la salaz escena, solo logró hacerlo a medias). La actitud pasmada de los sorprendidos actores con sus excesivas caras de inocentes palomas, eran la mejor de las confesiones.

La profesora que asomó su cabeza por la puerta, jefe de cátedra del corrido profesor, se dio cuenta inmediatamente de lo que allí había pasado, o hubiera pasado, si ella no irrumpe en el momento que lo hizo.

Bueno, era una universidad privada y no era conveniente que cosas como esas se “divulgaran”, (Malena tomó nota de que la profesora no había dicho: “sucedieran”).

-Lo dejarían pasar, era mejor no comentar con el resto del alumnado y mucho menos con los padres: ¡que esto no salga de aquí! concluyó.

Fue algo privado y Malena notó que era más bien un teatro montado para que ella se atemorizara ante la posibilidad de ser expulsada.

De todas maneras lo que le importaba era que el profesor le había pasado la materia y el asunto no tuvo ninguna otra secuela, pues hasta el sujetador lo había recuperado.

EL HADO SE MANIFIESTA

Ni el cielo ni el infierno son para siempre y la divinidad romana que obra irresistiblemente sobre dioses y hombres, siempre se manifiesta de formas que nos alarman cuando sus designios no son favorables, pero cuando nos son de provecho, no pensamos que está actuando con igual insensibilidad hacia nuestros deseos.

Para Malena, las cosas -de forma insensible- estaban cambiando desde hacía un tiempo.

Al principio fue un proceso imperceptiblemente espaciado, al final, se desbocaron todos los demonios que tiraban de la carreta de su vida.

Claro, no sería la última vez que sucedería, pero por ser la primera ocasión que tenia de observar los estragos del destino sin poder hacer nada al respecto, fue algo traumático por un periodo más o menos largo.

A FÉLIX LE PASA ALGO

Lo primero… fue enterarse, por medio de su padre, que Félix estaba enfermo. Él le había dicho que se estaba sometiendo a unos tratamientos pero no quiso ser más específico: “vainas de viejo, no te preocupes”.

Ella, le creyó porque quería creerle, porque realmente no lo notaba tan mal y porque sus rutinas amorosas, de diversión y romance no habían variado notablemente.

MACARENA SE RETIRA

Lo segundo… fue que Macarena que había alquilado un apartamento en el que pasaban los fines de semana y que el resto de la semana quedaba libre para su exclusivo disfrute, tuvo que dar por concluido su contrato de arrendamiento porque tenía que viajar a España por motivos familiares que la mantendrían alejada por lo menos un año, según le había confiado en uno de sus almuerzos con sus amigas.

Algunas de ellas la solicitaron en adopción mientras durara el viaje, Malena les respondió con su proverbial regla de “no rechazar”, que lo pensaría, pues era muy difícil la elección, además de que tendría que cumplir el periodo de duelo habitual.

Macarena le recomendó que las probara a todas, que todas tenían dinero.

En esa época, Jenny -una de sus más entusiastas y fervientes admiradoras- aprovechando convenientemente una ocasión propicia, la violó en su apartamento. Ese acto violento marcó a Malena, pues nunca le había pasado hacerlo contra su voluntad, pero el placer que le proporcionó fue de tal magnitud que más nunca pudo olvidar a su estupradora.

Decidió que esa sería la elegida… pero el destino le impidió hacérselo saber.

Un día Macarena desapareció de su vida sin despedirse, dejando un vacío económico perceptible.

FÉLIX QUIERE DESPEDIRSE… FRANCISCO LE DA LA BIENVENIDA

Félix por esa época se muda a Ciudad Jardín casi permanentemente, alojándose en casa de su hija. Ya se notaban los estragos de su mal.

Por su parte Francisco -contando con la ausencia estimulante de Macarena- había decidido aumentar la dosis de sexo que le administraba semanalmente a su empleada para anular la presencia de su competidor, aunque conoce de su enfermedad.

Apenas regresó del aeropuerto, después de haber dejado a Macarena en él, la convocó a su oficina. Ella de lo más entusiasta y confianzudamente se sentó sobre su escritorio y su mini falda dejó al descubierto sus maravillosas piernas regordetas que lo hacían enloquecer, ella las abrió un poco mientras esperaba lo que él le iba a comunicar.

Se lo imaginaba y lo necesitaba, pues también había sacado sus cuentas y al perder una amante necesitaba substituirla por otra… Jenny, era la elegida, pero estaba haciendo un viaje de negocios… momentáneamente, por lo tanto,  debería aumentar  la extracción de bienes y servicios a Francisco.

Él deslizó su mano por entre sus muslos hasta que llegó al punto donde al unirse se transforman en la bisagra que en Malena poseía unas características de abultamiento abundancia y jugosidad notables. Sin dejar de mirarla a los ojos comenzó a pasar el dedo por el lomo de la gata hasta que empezó a sentir que se estremecía.

-¿Es eso lo que querías decirme?

El reaccionó, pues se había dejado llevar por el momento y había perdido su concentración. ¿Pero, coño, cómo se hace para no desconcentrarse con algo así?

-¿Podemos hacerlo varias veces a la semana? Era lo que te quería preguntar cuando te llamé. Su dedo seguía trabajando con suavidad el lomo de la gata.

-¡Claro! Contestó ella con una sonrisa que no pudo evitar pero con la voz un poco lenta por el placer que le estaba subiendo y bajando desde su brecha. Le tomó acariciadoramente la cara con sus manos. Se subió su corta faldita a pesar de que no quería que se arrugara -pues ese día tenía clase con un profesor que adoraba que se pusiera precisamente esa- pero el momento era decisivo.

-Me gusta de mañana, confirmó él.

-A mí también. He descubierto que soy mañanera y… ya que Macarena no está ¿Puedo gritar? Le interrogó acercándole la cara.

-Todo lo que quieras, su dedo ya había entrado.

-¿Puedo empezar a gritar ahora? Preguntó mientras se tendía boca arriba en el escritorio de su jefe. Levantó un poco sus nalgas y sacó su falda.

-¿me quitas la pantaletica, por favor?

No sin dificultad él extrajo de entre sus poderosos muslos, su pequeña prenda, le abrió sus piernas y le besó una rodilla: -acuérdate que tengo clases a las cinco… le dijo ella, antes de cerrar los ojos.

-mañana lo hacemos en forma, quiero probar hoy algo que me tiene sin descanso desde hace tiempo, ¡voltéate! Le ordenó él.

Ella no lo obedeció.

-Mi rey, acuérdate que “por allí” ¡no!, le musitó.

-No te preocupes, ya sé que no quieres “por allí”. Es algo que quiero probar a ver si te gusta y yo me doy ese gusto, ¿te volteas?

Ella lo obedeció.

Después de besarle y lamerle las nalgas, que le provocaban ansias canibalescas, las abrió bien y sumergió su cara entre ellas de manera de alcanzar todas sus cuevitas con la misma lengua, los mismos labios y las mismas ganas.

Ella no tardó en comenzar a gritar de verdad y poco tiempo después le regaló un orgásmico flujo que la rebañó sus labios.

Cuando lo hubo logrado, la enchufó con su taco y le regaló un par de buenos orgasmos adicionales. Tuvo que contenerse para no violar su sagrado recinto que por su belleza y pequeñez auguraba un banquete de placer.

Lo que más le había gustado había sido la sesión nalgatoria; era verdaderamente divino encontrarse encerrado entre esas cálidas y sólidas carnes. Tenía además que agradecerle a Macarena por el consejo de la mamada tripartita que, según le había dicho, la volvía loca:

-Cuando no estés en forma o no tengas tiempo, Panchín, prueba con eso, le había aconsejado. Además, le había explicado meticulosamente cómo debía hacerlo.

Tenía que volver a hacérselo: tener la cara atrapada entre esas portentosas nalgas era verdaderamente un lujo.

LOCURA SEXUAL

Entre los meses de abril a setiembre de 88, todos los días hizo el amor con Francisco o con Félix, o, con ambos el mismo día.

Fue un maratón sexual que la tenía embobada. Los tres parecían víctimas de algún tipo de locura enfermiza. Ella se podía negar, pero no lo hacía. La competencia entre Félix y Francisco quedó tablas, porque ella en Setiembre, supo que había quedado preñada.

Eso fue lo tercero y más importante que le pasó en esa época de mala leche. Pero, todavía faltaba más.

SE RETIRA EL PRIMERO

Félix se retiró de la contienda sin conocer el estado en que Malena había quedado. Había vuelto a la Capital: Fue su padre quien un día, hablando con su madre, se lo comunicó indirectamente: Félix tenía cáncer  y le quedaba poco.

Félix al final se enteró de la preñez y en medio de su gravedad le hizo saber, a través de su hija, que le gustaría que lo visitara.

Ella no se podía negar.

Pero eso, implicaba gastos extras extraídos de sus recursos cada vez más escasos por la falta de patrocinio, además, estas visitas añadían una carga emocional a su ya recargada mente pues especialmente su esposa la maltrataba cada vez que podía, e incitaba a los hijos para que también lo hicieran.

Total, era la amante de su padre, y, uno de sus hijos tuvo el descaro de proponerse para substituirlo desde ya, para que todo quedara en familia.

Además de las restricciones económicas autoimpuestas para sostener sus nuevas y onerosas actividades de visitas y viajes, también perdía muchas clases. Tenía que resistir sus malestares de primeriza que fueron agotadores y molestos, poniendo buena cara ante Félix y resistiendo con entereza los fatigosos viajes en autobús para visitarlo dos veces a la semana.

SE RETIRA EL SEGUNDO

Su barriga crecía ante los ojos de todos, y lógicamente, su padre se enteró de los pormenores del asunto: la execró de su vida cuando ella le confesó que era hijo de Félix.

Los malestares del cuerpo se unieron a los del alma y su perturbación nerviosa fue creciendo poco a poco.

Contaba con el apoyo de Keni, de Machi y de Marbella, pues Deysi estaba estudiando en Capital.

Melbia y sobre todo Shay -sus nuevas amigas desde que había comenzado en la universidad- se sumaron al soporte espiritual que le proporcionó su madre.

Su sensibilidad exacerbada por el sufrimiento de haber perdido el apoyo y consejo de su padre, la estaban dañando, le producía malestares mentales que nunca había sentido y pensó que estaba volviéndose loca.

SE RETIRA EL TERCERO

Francisco debido a sus faltas al trabajo, su incremento de volumen y sus malestares, y, sin contar ahora con la ayuda de Macarena, terminó por substituirla en el negocio por una ayudante que resultó una fuerte competidora en sus afectos y en sus ganas, pero, continuó pagándole el sueldo completo pero como ya no había sexo, sus ayudas extras desaparecieron poco a poco:

-¡claro! La nueva, le debe estar dando lo que yo le daba, ¡y sin estar barrigona!

El asunto era que sus ingresos se habían reducido a lo básico: el aporte que aún era debitado automáticamente de la cuenta de Félix y que el banco depositaba en la suya y el pobre sueldo de la tienda, sin ningún extra.

Jenny había regresado pero ella no se atrevió a presentársele en ese estado.

Tuvo que dejar la universidad, habiendo logrado solo el grado de Técnico Superior.

Sus malestares, sus ingresos y su agenda de viajes no le permitían continuar “por el momento”.

Sus amigas y hermanas le ofrecían su colaboración económica y como buenas “fraters” no la abandonaron ni un momento en esos tiempos de locura, pero ella no quería ser una carga para nadie así que comenzó a vender sus prendas y regalos para redondear sus ingresos y pagar las consultas con la obstetra, las medicinas y reunir para los gastos de parto.

El bebé nació y fue nombrado Félix, de acuerdo con Francisco, quien reconocía que podía ser suyo.

Por si acaso Francisco terminó pagando el parto en una buena clínica y la ayudó con los primeros gastos, Félix a pesar de que  deseaba colaborar, ahora tenía su dinero represado en manos de su mujer y ésta, a pesar de que simulaba ayudar a Malena para no exacerbar su malestar con preocupaciones extras, en la realidad no lo hacía y Malena para evitarse sus maltratos y no hacerle más pesada a Félix su gravedad simulaba que los estaba recibiendo.

Fue inscrito en el registro civil como hijo de Félix, quien lo había pedido así. Se emocionó mucho cuando ella le mostró la partida de nacimiento, no así su familia; quienes, incitados por su esposa, arreciaron sus maltratos, al considerarla una caza fortuna que se valía del niño para heredar.

La verdad era que por su mente nunca había pasado ese pensamiento, solo quería agradecer a Félix todo lo que había hecho por ella; de su hijo, ella misma se encargaría, no necesitaba fortunas para levantarlo. Lo único que había seguro era que ella era su madre.

Después de la muerte de Félix, su familia acometió contra ella por todos los frentes y eso fue otra dura prueba.

Pretendían quitarle al niño para educarlo y así evitar que pudiera presentar reclamos sobre la fortuna que el padre del niño había dejado. Ella luchó sola contra ellos, contra su propia debilidad y contra sus tormentos mentales que la asediaban como demonios internos que querían destruir su razón.

Aprendió a resistir, a conocer sus límites, a saber cuándo debía retirarse y descansar y se demostró a sí misma lo que era capaz de aguantar sin contar con su padre para apoyarla y aconsejarla.

Se fortaleció, pero la lucha la dejó exánime física y anímicamente después de un año de tanto esfuerzo y sufrimiento.

LAS MALDADES DEL HADO SE RETIRAN... TEMPORALMENTE

Nada es para siempre, pero nada es más largo que un dolor de muelas.

El año 1.989 estaba por terminar, y ella, con sus veinticuatro años y un hijo sin padre estaba dispuesta a recuperarse, a pesar de sus recurrentes estados melancólicos, depresivos y angustiosos en los que a veces se sumía durante días enteros.

Encontró la ayuda que necesitaba en sus hermanas y amigas. Determinó que era propensa a depresiones, a trastorno de ansiedad, a trastorno obsesivo y trastorno delirante, según le informó Deysi que había regresado a ejercer su profesión de siquiatra en la ciudad.

Ella, le enseñó entender lo que le ocurría, a controlar sus ataques de pánico y sus sensaciones mediante el control de los pensamientos y la respiración:

-tengo años acompañando a una tremenda loca, se burlaba Shay.

El padre de Malena, a pesar de los ruegos de su madre, se negaba a verla, Malena no entendía cómo alguien que había sufrido tanto por la separación de la mujer que amaba actuara tan fuera de sus cabales:

-Siente que volvió a perderla con tú comportamiento, aventuró un día Deysi, que ahora fungía como su mentora-guía-consejera en el área de sus problemas mentales crónicos, genéticos y recrudecidos por sus traumas.

Vagaba sin recursos, pues el negocio de Francisco, a raíz de la ausencia de Macarena, habían bajado las ventas y hasta que ella no regresara y se reanudara en forma la actividad, no estaba en condiciones de seguirle pagando el sueldo. Se lo redujo a una pequeña ayuda que ella rechazó por orgullo:

-¡no joda, chica! Que pague su pensión alimenticia. Él sabe que Félix es su hijo, le decía Shay.

Pero no le hizo caso: No era necesario arrastrase por una miseria: “ya aparecería algo”.

Mientras tanto seguía vendiendo sus prendas. Las pocas que le quedaban eran las más valiosas y eran de las que les traían mejores recuerdos por ello le había costado desprenderse de ellas.

LA PRUEBA DEL DESTINO

Un día sábado. Shay y Melbia -que habían terminado por graduarse de abogadas- la invitaron a que las acompañara a una empresa donde ellas presentarían un examen de admisión para cubrir unas vacantes:

-Vamos chica -le rogaban insistentemente desde hacía unos días- para que salgas y dejes el encierro. Total, te sientas en una silla, nos esperas y después salimos a almorzar.

Ante la insistencia de sus amigas, aceptó -por complacerlas- pues pensaba que no tenía derecho a negarse a permitirles que quisieran ayudarla. Además, se sentaría apartada, las esperaría y luego se iría a casa. No tenía ganas de almuerzos, ese día tenía la depresión en su apogeo:

-se te irá pasando poco a poco, le había dicho Deysi, no te desanimes, ni te entregues en sus manos: ¡enfréntala como la mujer arrecha que eres!

La obligaron a vestirse bonito, como hacía tiempo ya que no lo hacía. Le escogieron una pinta bien sexi para que se diera cuenta de que los piropos, que arrastrarían a sus espaldas ese trio de beldades, también eran para ella.

Mientras se dirigían al lugar del examen, iban echando cuentos, burlándose solapadamente de las personas que aparecían en su camino, sin permitirle un minuto de desánimo. Murmurando de la gente, criticando, burlándose de todo y riendo por cualquier causa, hicieron el camino hasta la empresa cuya sede quedaba en la concurrida avenida 19. Y, así fue.

GONZALO…GONZALITO

Su nombre era Gonzalo. Era un tipo de treinta y pico años, con mirada de bandolero y sinvergüenza, modos de gato cazador furtivo, fumador empedernido, borracho y mujeriego, de acuerdo a la rápida clasificación en la que Malena lo adjudicó.

Pudo hacerlo apenas con una ojeada que logró echarle cuando lo tuvo enfrente y al analizar su comportamiento. Era el gerente de la sucursal de la empresa de asesoría financiera y proyectos industriales, en la que sus amigas querían esclavizarse por su propia y libérrima elección: Inmediatamente le cayó bien.

Mientras sus amigas presentaban la batería de exámenes, la invitó a permanecer en su oficina pues se negó a permitir que pudiera verse relegada a quedarse sentada en esa incómoda silla durante tan largo rato, pudiendo estar mucho más cómoda en la que él le ofrecía.

Malena que tenía su percepción a flor de piel a causa de su estado anímico, notó que no la estaba cortejando, pero su experiencia no le alcanzaba como para saber qué era lo que buscaba con tanto melindre por su comodidad. No era su cuerpo lo que velaba, no era un cortejo lo que pretendía, era otra cosa…

¡Je, je! Iba a divertirse un rato mientras lo averiguaba.

Gonzalo, sacó una botella de whisky de un archivador y la invitó a beber…-Confirmado, es un borracho, se dijo ella, pero es natural y simpático.

A ella, el hombre no la atraía: le divertía su cacería quien sabe con qué fines…brindaron. Ahora ambos -era notorio- se caían bien.

ESTÁS CONTRATADA… EL LUNES EMPIEZAS… COLEGA

Gonzalo que era un experto en captar y aprovechar las circunstancias que la vida le pusiera a su alcance; notó inmediatamente que la vio, que Malena tenía potencialidades que podría utilizar en cierta área en la que se había llegado a convertir en un veterano.

Estas características -que después de un concienzudo análisis se aseguró que estaban latentes en ella- le podrían servir de mucho si sabía ganársela para su causa.

Además de bellísima, inteligente, astuta, avispada, corrida, práctica, desinhibida y primordialmente: porque no parecía interesarse por nada, no buscar nada, y, no tener ni rastros de sinceridad en su comportamiento; la convertían en ¡una verdadera joya!

Cualquiera se podría engañar con ella, debido a su actitud de niña apocada que escamoteaba su socarronería con naturalidad.

Para cuando sus amigas terminaron sus exámenes, ya Malena estaba contratada como “analista del departamento de administración”.

¿Cómo fue eso?

Gonzalo, poco después de haber entrevisto sus dones, había decidido convencerla de que trabajara para él... para ello necesitaba la autorización de su gerente regional -su superior jerárquico, un tal Juan- necesitaba hablarle maravillas de la muchacha a la que apenas conocía. Sólo había tenido el tiempo suficiente para sonsacarle alguna información mediante una encuesta de su vida, que hábilmente le había hecho, mediante preguntas que ella no se negó a contestar, debido a que el alcohol que estaban consumiendo le había relajado el estado de vigilancia que solía mantener.

Ella se sentía relajada pues estaba segura de que a ese tipo más nunca lo volvería a ver.

Gonzalo, trataba de convencerla, muy hábilmente, para que probara el trabajo que le ofrecía sin ningún compromiso, después, si no le gustaba podría irse sin dejar rastros. Le aseguró, que él le veía mucho futuro en la organización, que era la primera empresa de su tipo en el país.

Ella aceptó, desganadamente, probar para quitárselo de encima… si las condiciones económicas eran buenas…:

Fue entonces cuando Gonzalo llamó a Juan, a quien tuvo que convencer para que le permitiera contratar a la chica sin haber presentado el examen de admisión. Lo logró utilizando claves para comunicarle “lo buena que estaba, la tipa”  (que era lo que a Juan le interesaba), por ejemplo si el jefe le preguntaba por el rabo de la muchacha, él le contestaba “le veo condiciones extraordinarias” y a ¿parece fácil? respondió: “que no quería dejarla escapar, pues la competencia estaría pendiente de la adquisición de una joya como esa”.

Juan aceptó con la condición de que si no estaba a su gusto… Gonzalo le debería una.

A Malena le daba lo mismo, si el tipo le autorizaba a contratarla o no.

Gonzalo apenas colgar, llamó a su administradora una tal Lobelín, una muchacha sin apenas encantos pero que parecía de su mayor confianza y a quien le ordenó -sin pedir más opiniones de Malena al respecto,- que enviara inmediatamente sus papeles a la regional:

-bueno en cuanto los traiga, porque está contratada para la vacante del departamento de administración. Ya Juan está al tanto y dio su autorización, concluyó Gonzalo.

-Sí, señor Gonzalo, ya Yoli me llamó al respecto.

Lobelín, -Lobe, como siempre Malena la llamaría- la miró con extraña sonrisa, que a ésta, le pareció un poco sarcástica y le indicó que a la salida de su reunión con el señor Gonzalo, pasara por su oficina para informarle cuales eran los recaudos que le exigirían….

-de todas maneras el lunes empiezas… ¡bienvenida colega! concluyó con sorna y salió. Malena, para regocijo de Gonzalo, le sacó la lengua en cuanto le dio la espalda.

Estaba borracha.

La realidad era que no estaba sorprendida, ni agradada, ni agradecida, había aceptado sin chistar porque estaba borracha.

Los efectos propios del licor, llenaban con más rapidez de lo normal, el vacío que la depresión, al desaparecer, dejaba en su ánimo.

La tensión nerviosa remanente, compensaba su estado etílico y aun pareciendo estar serena, no lo estaba. La verdad era que se hacía muy propensa, en estos casos, a ser víctima de los propósitos ajenos: eso era lo que había pasado en ese caso.

A su mamá le encantaría que hubiera conseguido su primer empleo profesional y Melbia y Shay brincaron de alegría a su alrededor:

-Eres una perra mafiosa -le dijo Shay con su tradicional parla barriobajera mientras danzaba a su alrededor-conseguiste empleo primero que nosotras… ¡mírenla a ella! Con su carita de “yo no fui”.

Malena sonreía embobada por la pea que ya se le iba notando en la medida que disminuía su tensión nerviosa.

-Vente, vámonos a una tasca para que termines de emborracharte, y no te preocupes, que nosotras te cuidamos para que no des rienda suelta a tu putería.

-¿Qué te pareció el tipo? -preguntó Mel- tienes que abogar por nosotras para que nos contraten.

Entre las dos la arrastraban en pos de un sitio para sentarse y hablar.

-¡Coño, chama! Tengo que cuidarme más, la caña y los nervios no se la llevan bien…comentó Malena.

-Al contrario… le refutó Melbia.

-¿Cómo hiciste?, indagó Shay.

-No sé… creo que fue después de que se lo chupé… o… cuando me lo estaba haciendo por detrás…respondió en medio de las carcajadas de su alegre ebriedad… ese tipo es raro… tiene pinta de chulo… pero es simpático… y no fue lujurioso conmigo, sino más bien…parecía un carnicero mirando una vaca sin dueño…ja, ja, ja.

El mismo lunes que Malena ingresó, les notificaron a Melbia y a Shay que también estaban contratadas.

El paquete que les ofrecieron no era la gran cosa pero había peores. Malena terminó encariñándose con su trabajo y con el ambiente, era bonito y practicaba su recién adquirida profesión.

Poco a poco fue despertando a la vida. Gonzalo  le daba un trato especial:

-como de confianza, lo definía ella. El fatídico año terminaba y 1990 despuntaba con tonos esperanzadores.

LEONARDO

Gonzalo y Malena, poco a poco se fueron conociendo y compenetrando y a pesar de que ambos eran atractivos para los demás, entre ellos eso no privaba; se sentían cómodos cuando estaban juntos y cuando se encontraban cerca se podían comunicar fácilmente.

Estaban aprendiendo a conocer sus potenciales y no se tenían miedo, ni to maban muchas prevenciones. Ella, intuía que Gonzalo era un inescrupuloso que no vacilaría en utilizarla para sus fines, ella también lo utilizaría si no era muy costoso lo que tuviera que dar a cambio.

Malena era taciturna, Gonzalo había captado que una rara congoja la tenía prisionera y no dejaba fluir su natural carácter: espacioso y expansivo. La veía reconcentrada, escondida en su concha y desmotivada para los placeres de la vida:

-mientras esté en esa condición no me será de provecho, se decía.

A principios de febrero, la oficina regional, le mandó un supervisor muy eficiente para que colaborara con ciertos aspectos organizativos de su sucursal.

Analizó al hombre -que conocía pero no íntimamente- y llegó a la conclusión de que Malena le había interesado desde el primer momento:

-ése, es el tipo que puede ayudarme.

-¿Quién es esa catira nueva? -Se interesó el supervisor en cuanto la vio- está bonita...

-Es una viudita. El marido murió hace un año, tiene un hijo…

-…

-Se acerca el día de los enamorados y creo que pronto cumple años, buena época para ayudarla a olvidar al difunto, concluyó Gonzalo con risas y ojos de picardía.

Leonardo, que así se llamaba el supervisor, era un tipo que iba en ascenso. Tendría unos cuarenta años y, por lo que de él había averiguado, sabía que era bebedor, parrandero, mujeriego, casado y nunca podría engañar a Gonzalo porque le faltaba malicia: era inteligente pero no astuto.

-¿La vas a invitar?

-Vamos a ver cómo se plantea la situación, le contestó el otro como sin darle mucha importancia a la cosa, pues le habían informado que el harén de Gonzalo era distribuido a su antojo entre clientes y jefes importantes…solamente.

A Gonzalo no le gustaba mucho que los empleados le estuvieran sonsacando a las muchachas. Pues ese tipo de relaciones internas le estorbaba el uso que les daba como “damas de compañía”, pues ellas, en esos casos limitaban sus expansiones “cariñosas” con las personas que él les asignaba, para evitar los chismes que pudieran colarse y que dañarían las relaciones con sus enamorados internos.

A Leonardo la muchacha lo había inspirado en el mejor sentido de la palabra, pero no quería estrellarse; muy probablemente ya sabía que era casado, porque ese tipo de informes se regaba con rapidez entre las nuevas y solteras.

Algunas de las muchachas más antiguas y él, se la llevaban bien, y las aprovechó para acercarse a “la nueva” sigilosamente por medio de sus chistes y sus agudezas.

A ella, el tipo le cayó gracioso y la confianza que manifestaban las que ya le conocían, especialmente Vilma, una señora casada con la que había congeniado, le daba a entender que no era un tipo de cuidado porque lo trataban con mucha libertad , pero permaneció esquinada, por timidez primordialmente, solo sonreía cuando era necesario y sin mucho contacto visual.

El hombre al principio no le había atraído sexualmente, pero con el pasar de los dias le fue gustando cada vez más y estaban entrando en confianza. Ya le dirigía algunas palabras directamente, siempre dentro de la protección de la manada, si lo sorprendía lanzándole alguna mirada, bajaba la cabeza o desviaba la mirada. Pero ya había corriente en el cable que los unía.

El día de los enamorados, les regaló  flores a cada una, pero la de ella era diferente a las demás.

Sus colegas, conocían que Malena tenía un sufrimiento y, por compañerismo, siempre trataban de ayudarla a alegrarse; por eso, dos dias después, que era la fecha de su cumpleaños número veinticinco, la animaron apasionadamente para que fuera a una fiesta -que por casualidad ese mismo día- había en una ciudad vecina, a la que un ex compañero las había invitado para celebrar su ascenso.

Leonardo se propuso para acompañarla, llevarla y traerla; pues la primera excusa que ella opuso fue el medio de transporte:

-¡Anda, chica! le rogaban sus compañeras, es solo un rato y después te regresas, todas vamos a ir.

Después de darle muchas largas al asunto, accedió a llamar por teléfono y preguntar a su mamá que si no le molestaba cuidar a Félix esa noche para asistir a una celebración con unas amigas. La mamá se emocionó tanto, que su voz se oyó a través de la bocina.

Cuando colgó todas la miraban sonrientes.

-Está bien, sí voy. Pero tengo que irme a cambiar de ropa

-¡No! No, de aquí nos vamos directamente con el uniforme, y tú mejor, que ni siquiera tienes uniforme todavía, le dijo Vilma.

A la salida, Leonardo la esperaba a la puerta de su camioneta.

Desde su oficina, en el piso siete, Gonzalo los observó partir.

CONOCIMIENTO Y RODEOS.

Ella nunca supo a ciencia cierta si era que se habían perdido y Leonardo realmente no había podido dar con la dirección, o, simplemente montó un teatro porque no quería encontrarla para quedarse a solas con ella.

Después de pasar un buen rato dando vueltas para tratar de encontrar el sitio de la reunión, desistieron y a una tasca se fueron, de allí, a un restaurante, a otra tasca, regresaron a Ciudad Jardín y terminaron la noche en una discoteca.

A las cuatro de la mañana ya estaban enamorados: Él se la pidió y ella no se la dio. La madrugada terminó con un beso, ella en su cama y él en la suya.

CONVERSACIONES REALES

-Señor Gonzalo, lo llama el señor Juan por la línea uno, resonó por el altavoz su secretaria.

-Hola Gonzalo, ¿Cómo va el negocio?

-Bien, todo en orden y… siguieron conversando de negocios…

-Oye, le interpeló Juan ya para despedirse, ¿cuándo me vas a presentar a la muchacha nueva?

-Tranquilo… ya falta menos, le respondió, está muy sensible aun por el asunto ese de la viudez y otros problemas con la familia…pero ya está mejorando. Leonardo sin que lo sepa me está ayudando en ese aspecto…después que se termine de “soltar el moño” te la presento…ahora sería un error…

-Bueno, seguiré esperando…voy el miércoles próximo…

-…Jacqueline, Ámbar…

-Cualquiera… son buenos polvos y divertidas… ¿cómo te va con Leonardo?

-Bien, se desenvuelve bien…

-Por eso te lo mandé, es eficiente, disciplinado, conoce el negocio y es organizado…el problema que tiene es que es muy orgulloso…

-Sí, ya entiendo, no te jala bolas, pensó Gonzalo.

-…bueno, te dejo porque acaba de llegar “visita”…le cortó Lorenzo.

-Me la saludas, le contestó Juan riendo.

Malena acababa de entrar, atendiendo el llamado de Gonzalo.

-¿Cómo te fue anoche?

-Fuimos para una fiesta en la otra ciudad, le respondió sin mirarlo, al parecer, atendiendo a un detalle de su pantalón.

Gonzalo le pidió un dato técnico sin importancia y la despidió.

-El asunto va marchando…, se dijo para sí, mientras la veía alejarse,…ese cuerpazo me va a ayudar a apartar muchos enemigos de mi camino y a ganar muchos negocios… ¡sí señor!…

Cuando Malena se retiró, entró  Leonardo.

-Necesito que te vayas a la sucursal de Seijas y me le hagas una inspección, quiero saber cómo marcha eso por allá. No le va a gustar la intromisión en sus asuntos pero manéjalo a tu manera. Tienes reservaciones en el hotel.

-¿De cuánto tiempo dispongo?

-El que necesites, y de una forma aparentemente inocente agregó: de todas formas el lugar no queda lejos y podrías venirte de tarde…si te interesa venir…digo…y podemos almorzar…como siempre…cuando puedas…digo.

Leonardo se despidió.

Salió con una sonrisa, diciéndose para sus adentros, que Gonzalo era un vivo que no hacía nada sin interés. Lo mandaba a fastidiar a Seijas, sabiendo que era un pieza que Francisco -el asistente de Juan- su contrincante por el poder, había puesto allí quién sabe si solo para fastidiarlo…pero sobre todo… su interés personal era, desentrañar el misterio de cuál podía ser el interés que tenía en su romance, ni siquiera concretado aún, con Malena, a quien había visto saliendo de su oficina poco antes de que él entrara. Quizá solo fuera por su afán de mantenerse informado de todo lo que tuviera que ver con sus muchachas, aunque estaba seguro, por lo que había conversado la noche anterior con ella, que aún no formaba parte de El harén…bueno, todo un misterio.

LEONARDO, EL AMOR DIVIDIDO

Ella recibió su mensaje a través de una llamada a su extensión; sabía que estas llamadas eran grabadas; porque el mismo Gonzalo se lo había confesado, aunque era “vox populi” ese “secreto” y, por ende,  no se podía ser muy explícito. Había que hablar en clave.

-Malena, por favor, el análisis del contrato que le solicité, suspéndalo por ahora, tengo que irme unos días a la sucursal de nuestro amigo Seijas, aunque, no pienso alejarme mucho de por aquí, porque me acostumbré a las cenas en “El Cabestrero”, terminó aparentemente bromeando… hasta luego y que la pase bien.

-Buen viaje, señor Leonardo, el documento ya lo tengo listo para usted; se lo guardaré.

Leonardo pegó un brinco emocionado en su oficina:

-¿Era una declaración de aceptación…?... ¡Yupy!

Esa tarde Malena siguiendo la clave y la corazonada, a la salida de la oficina, se encaminó resueltamente a un bonito y lujoso restaurante que quedaba en las inmediaciones y se llama precisamente: “El Cabestrero”.

Entreabrió la puerta para asomarse a comprobar si el mensaje y su corazonada coincidían.

Efectivamente… sentado en el comedor estaba Leonardo, mirando ansiosamente hacia la entrada.

Estaban alegres y en confianza, hablaban sin parar, reían y se daban leves besos mientras tomaban unos tragos.

De allí salieron directamente para el hotel en el que Leonardo se hospedaba en la ciudad a la que Lorenzo lo había enviado.

Ella hacía más de dos años que no tocaba a un hombre, ni le había hecho falta. Estaba nerviosa, excitada y expectante por saber cómo reaccionaría su cuerpo olvidado. Nunca se había acostado con alguien de quien se sintiera enamorada.

Leonardo le gustaba mucho, lo admiraba, se sentía protegida por su poder de hombre inteligente e ingenioso: lo sentía suyo de una manera total. Era un sentimiento inédito e inexplorado por su alma.

Iban por la autopista, charlando, él le jugaba bromas con el fin de que apartara las prevenciones que en esos momentos iniciales siempre se asoman a la razón.

Le gustaba demasiado esa mujer, nunca en su vida de hombre que había toreado en muchas plazas, se había sentido tan en comunión con una mujer que conociera tan poco. Era como un viejo amor reencontrado al que había perdido de vista hacía quinientos años.

… Y EL TECHO RESONABA AL SON QUE LE TOCABA EL VIENTO

El sonido de las láminas del techo raso de la habitación, al levantarse y volver a caer, por efecto del ventarrón que soplaba afuera y que se colaba por los intersticios de las ventanas cerradas, producía un ruido peculiar: como de matraca, que resonaba en forma de oleaje, pues al levantarse una lámina, la de su lado caía, se levantaba otra y así sucesivamente. Acompasado, armonioso, ruidoso, como el tejado impulsado por el viento, fue su primer amor.

Ella llegó vestida con la minifalda azul del uniforme que le habían entregado hacía poco y su camisa manga corta, blanca, que le ajustaba un poco. Llevaba medias panty obscuras a pesar de que Lorenzo las tenía prohibidas en su oficina, decía que esas medias eran pavosas, ella no se había enterado de la regla hasta hoy, mañana no las llevaría. No llevaba puesto su mejor sujetador, ni sus pantaletas más bonitas, pues no había previsto actividades de éste tipo cuando se vistió esa mañana para salir al trabajo.

Él no se dio cuenta de tan insignificantes detalles, ni siquiera observó admirativo las suculentas formas de su pareja, solo se fijó en que nunca había sentido atracción de tal profundidad por pareja alguna: Ternura, delicadeza, regocijo, familiaridad, confianza, deseo de complacer y voluptuosidad.

Rodaron por la cama desnudándose pedazo a pedazo, sin desespero ni apuro; no dejaban de besarse, en un único beso, que no había cesado desde que entraron en contacto; sin dejar de acariciarse, en silencio, sin miradas…se estaban reconociendo después de muchas vidas…

Se comunicaban armoniosamente. Sus caricias y besos hablaban de una comunicación más allá del sexo: ya no estaban allí estaban en un mundo interior en el que ellos eran uno.

Los senos de Máriah respondieron a su lengua como viejos conocidos sedientos de su humedad, su sexo, su piel, encontraron la perdición que habían deseado para ellos desde hacía tanto con sus sabias caricias. No era solo lujuria era la unión de dos seres que se reconocen y para los que el sexo es su forma de amarse.

Sus salivas, sus lenguas se fundían, se mordisqueaban con sus labios desesperadamente, sin cuidado, todo lo que se hacían se transformaba en doloroso placer.

El acoplamiento fue tan natural que solo sintieron que lo estaban, pero no hubo preparación ni propósito: Ya había sucedido. Sus caricias y mordiscos y besos eran complementos ardorosos para lograr la unión perfecta y total.

Entró hasta el trono donde en Máriah reinaban las sensaciones más efervescentes y enervantes de su cuerpo. Nadie había llegado allí. Él las encontró y las despertó para que las disfrutara. Él era ella y ella era él.

Mientras las placas del techo continuaban con su concierto, un poderoso e inusualmente profundo placer comenzó a crecer en el cuerpo de Máriah. Una nueva forma de placer desconocido hasta ahora, se insinuaba en sus cuerpos y crecía a ritmo acelerado y unificado. Los murmullos, jadeos y gemidos que fluían de sus gargantas cada vez más potentes, anunciaban la llegada del goce supremo. Cuando la cosa explotó en sus interiores, sus bramidos se unieron para acompañar la tensión muscular con la que se enterraron uno en otro. En el mismo instante pavoroso, sus cuerpos se liberaron de la carga de pasión que habían acumulado. Fue una explosión gloriosa. La cima del cielo como dice Ricardo.

Les costó largo rato tomar consciencia del agarrotamiento que mantenía atenazados a sus cuerpos aún vibrantes con los últimos espasmos y contracciones. Fueron lentamente desaferrándose y relajándose. Volvieron a tomar consciencia de la sinfonía de las placas del techo al son del viento y comenzaron a reírse. Sus carcajadas fueron incontrolables durante un buen rato, eso contribuyó a su relajación, reían y se besaban alegremente como si se dijeran: eras tú, eras tú…

Malena fue la primera que habló para decirle con vocecita de niña pillada en falta:

-Me oriné.

Eso arrancó nuevas carcajadas a ambos. Estaban borrachos de placer de dicha y de amor…

Mientras entre ambos volteaban el colchón antes de irse, Leonardo le comentó: -mañana las camareras van a confundir el olor de tus meados con el de los míos.

Nuevas carcajadas volvieron a sacudirlos, abrazados y felices abandonaron la habitación, por el camino hacia Ciudad Jardín iban cantando. Era temprano aún.

-Brindemos, propuso él.

-Brindemos, acepto ella.

Fue el día más dichoso del resto de sus vidas. ¡Seguro que sí!

FIN DE: UNA MOSQUITA MUERTA.

PRIMEROS TIEMPOS, último trozo.

por: leroyal

(9,18)