Nuevos relatos publicados: 7

Carlota e Isabel -2-

  • 9
  • 42.221
  • 9,15 (39 Val.)
  • 0

No solamente me sentía un fracaso como dominante, sino que me sentía un fracaso como satanista y como todo. No había visto las señales que me ofrecían, nada más que por estar pensando en lujuria. Debió de haberme extrañado, que Carlota se hubiese comido toda la comida de Perro, que hubiese cagado sin problemas en el patio, aunque se le salieran las lágrimas, lo fácil que le resultó a Tomás meterle la polla en el culo y sobretodo la incapacidad para correrse. Tampoco vi lo fácil que me resultó seducir a la mujer de Esteban y a sus hijas, debí de haberme olido algo raro, pero no, porque en eso soy como un tío. Pienso con el coño en cuanto tengo otro a tiro. No razono, no nada. Es por eso que me encontraba en esta penosa situación, pero era mi responsabilidad. Yo había fallado. Lo que yo no sabía, era que esto había sido un plan muy bien urdido por Esteban.

Carlota le había encontrado cuando cumplió los 17 años gracias al internet y los pocos detalles que yo le di. Cuando le encontró, este le hizo una prueba de ADN para estar seguro de que era suya y en cuanto lo supo, la presentó a su mujer Clara y a sus hijas. Yo no lo sabía, pero cuando yo le conocí, él estaba casado y esa noche que follamos, estaba en la búsqueda de una sumisa para su mujer.  Aquello no se dio, más que nada por mi arrogancia juvenil y mi estupidez supina.

Carlota, comenzó a compartir con Esteban, su mujer y sus hermanas como familia. La acogieron inmediatamente y estaba tan falta de cariño, y había estado tan expuesta al sexo, que fue muy fácil para Esteban proponerle relaciones incestuosas con él y su mujer en cuanto cumpliera los 18 años. Mientras tanto, la fueron entrenando en lo de llorar y le enseñaron técnicas de meditación con las cuales podía controlar su cuerpo. Hablaron mucho de mí y de todo lo que yo hacía y de las ganas que aún tenía Esteban de dominarme y de las ganas que tenía Carlota de verme dominada, incluso de dominarme y humillarme ella misma. Cuando Carlota entró en la vida de Esteban y su familia, Ellos ya conocían a Tomás. Tomás se había convertido en su sumiso y ayudante casi instantáneamente ya que tuvieron mucha química entre todos, nada más conocerse.

Antes de yo conocer a Esteban, él era ateo y practicante de la filosofía satanista. Muchos estaban confundidos, incluida yo, creyendo que el ser satanista era ser malo malísimo y dejarse llevar por sus más bajos instintos. Al contrario, un satanista era un ser controlado, que si se dejaba llevar por sus bajos instintos sin sentirse culpable luego y procurando siempre que todas las partes envueltas estuvieran dispuestas y de acuerdo. No forzaba a nadie a nada y simplemente disfrutaba de su sexualidad o lo que fuera, de una manera limpia, sin juicios ni tonterías de los fanáticos cristianos, por ejemplo.

Como dije antes, este había sido un plan urdido por Esteban y tener a Tomás le había venido como anillo al dedo. Yo conocí a Tomás siendo portero de una discoteca de chicas a la que iba con frecuencia y poco a poco se fue ganando mi confianza, hasta que terminamos en que me buscaba chicas para que yo dominara, etc. Llevábamos meses en ello y cada vez lo hacíamos mejor. Yo me sentía en la gloria y mi arrogancia había alcanzado niveles altísimos. Todo esto provocado por la sucesión de eventos programada por Esteban; así sería más dura la caída y más satisfactoria para él. Yo estaba también en posición de espera en el suelo mientras Esteban me contaba todas estas cosas que había planeado y hecho. Tomás se encargó de contarle todo lo que me gustaba y me ponía cachonda. También se encargó de contarle lo que me disgustaba y podía tener la entera seguridad de que me lo haría “disfrutar”. Era alucinante ver como estábamos los tres en el suelo. Carlota y yo en posición de espera y Tomás de rodillas en una esquina tocándose la polla sin poderse correr.

-Bueno, ya más o menos sabes todo lo que ha pasado y cómo es que has llegado hasta esta situación. Como buena satanista sabrás que yo estoy tomando el control de todo y que tú no tienes nada que decir, porque además sé que, aunque patalees, todo lo que está pasando te gusta porque en el fondo te cansa dominar. Lo que siempre has deseado es entregarte a la esclavitud sexual con un Amo que te comprenda y te dé toda la suciedad viciosa que te gusta. Yo sé que todo eso que planeabas hacerle a Carlota, es lo que te gusta para ti. Anhelas ser tratada y convertirte en una bestia salvaje dominada además de por mí, por tus más bajos instintos. Te fascina ser humillada, puteada, prostituida y maltratada. Además, eres sádica, te apasiona sentir dolor y te corres con que tan solo te azoten. Bajé la cabeza, porque comprendí que ese hombre que hacía años que no veía, en pocos meses había logrado conocerme mejor que yo misma. Mientras decía todas esas cosas podía sentir como mi coño chorreaba de excitación, había nacido una bestia.

Él se acercó a mí con una fusta, y me la pasó por el coño, para comprobar que salía empapada. - ¿Ves lo que te digo? Luego aseguras ser lesbiana, pero un hombre con un par de huevazos te dice cuatro guarradas y te pones toda cachonda. Bueno, pero basta de palabras. Se dio la vuelta para mirar a Carlota. -Niña, sube y ve al coche que hay un bulto con unas cosas para ti. Vístete arriba y baja cuando estés lista. Trae también el maquillaje para que le maquilles a esta como lo que es. Date prisa. -Si Amo, contestó una súper sumisa Carlota. Pasados unos veinte minutos, bajaba Carlota hecha una domina. Mono de látex en color rojo, maquillaje de puta, labios rojos, stiletos de cinco pulgadas en los pies y un aire desdeñoso en la mirada hacia mí que me hizo mojar más mi coño ya empapado. Mientras Carlota bajaba, Esteban se acercó a Tomás y le comentó algo al oído, a lo que este salió inmediatamente subiendo las escaleras y regresando con un papel de periódico embarrado de mierda.

-Carlota, quiero que pises esta mierda que tú misma cagaste esta mañana y luego te sientes imponente, con las piernas cruzadas en el mismo sillón que ésta sucia se atrevió a obligarte a comerle su coño apestoso. Carlota hizo lo que le dijeron y cuando ya estuvo sentada, Esteban se dio la vuelta hacia mí. Mi cara era un poema, ya que me estaba imaginando qué quería que hiciera. -Ahora, puta, vas a lamer los pies de tu Señora, incluyendo la planta de los pies y te vas a comer toda la mierda que haya pegada a sus zapatos. - ¡Ni de coña lo voy a hacer! Grité rebelde. Esa puta no es mi Señora, es mi hija y va por debajo de mí. ¡Plaf! Sonó la bofetada que me pegó en toda la cara. – ¡Esa es tu Señora, maldita perra sucia! ¡Revélate más para poder seguir pegándote rastrera de mierda! Los ojos de Esteban se habían vuelto rojos como la grana y su aspecto daba miedo. Menuda satanista estoy hecha, pensé. Y con la cabeza baja y a cuatro patas fui hasta donde estaba Carlota y comencé a lamerle los pies con mucho asco y muerta de la humillación. Lo increíble, es que seguía muy cachonda. Estaba a punto de correrme cuando El Amo, así tenía que llamarle, se acercó y tiró del collar y me dijo al oído, -ni se te ocurra correrte perra asquerosa. Limpié los zapatos de carlota y cuando ya no quedaba más mierda, El Amo hizo que Tomás le acercara la mierda otra vez a la Señora para que pisara de nuevo. Pero esta vez, hizo que bajara mi cara al suelo y me pusiera de lado y la Señora me pisó la cara y me la llenó de mierda. A todo lo que estaba pasando, El Amo hacía fotos, -Para el álbum familiar, dijo con una sonrisa diabólica.

Con la cara llena de mierda, el Amo me puso a cuatro patas delante de Tomás y me obligó a abrir la boca. Tomás me metió todo su miembro de golpe y la orden fue que chupara. Yo nunca había chupado polla, con lo cual, tenía poca experiencia. Y entre la mierda y lo poco que me gustaba, cada dos segundos me daban arcadas. En esa posición, El Amo me agarró por la cintura y me metió su miembro por el culo como un salvaje y me folló como a una bestia. Ahora eran mis ojos los que se llenaban de lágrimas y Carlota se reía. Cuando ambos se corrieron y llenaron mi boca y mi culo de su leche, me hicieron tragármelo todo y me soltaron antes de que me pudiera correr, tampoco tenía permiso. El Amo me arrastró escalera arriba y me pegó una ducha con la manguera, tal y como yo había hecho con Carlota esa mañana.

-Bueno, la verdad es que me siento muy satisfecho, la familia ya está completa. Ahora lo que va a pasar es que vas a poner todo lo que tienes a nombre de Carlota, te vas a declarar incompetente para manejar nada y ella se encargará de todo lo que era tuyo. Pasarán las dos a vivir a mi casa y tú serás la chacha esclava, sumisa prostituta. Estarás en la gloria porque harás todo lo que realmente te gusta y alguna que otra vez te dejaré que te corras de gusto. Ahora prepárense para salir, tu siempre a cuatro patas, me dijo a mí y tu Carlota que no se te suba a la cabeza lo de Ama, porque realmente quien manda somos mí mujer y yo. Nuestras hijas, son nuestras esclavas y esta es menos que eso, es nada. Una bestia salvaje que nos dedicaremos a follar y putear. Estoy ansioso porque todo se ponga en su lugar y regresemos a casa y ya comenzar la convivencia normal. Te va a encantar putita, me dijo mirándome con ojos lascivos.

(9,15)