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Joel (el vecinito de Mario 2)

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¿Se puede uno enamorar de unas nalgas? Creo que sí. Joelcito, el chacalito que me presentó Mario, me tiene loco. Sus nalgas son perfectas, tienen forma de pera, redondas, duras, paradas, sin vellos. Su culito arrugado y apretado me encanta. Su piel es aceitunada, de un color tostadito que solo intensifica mi lujuria por él.

Le he regalado algunos calzoncillos especialmente para que se los ponga para mí. Apretados, de microfibra, blancos, rojos y uno con un Mickey Mouse.  Estos se le pegan al culo como si fueran pintura, le marcan la raja de la nalga y le dejan ver el bulto de la pinga como a mí me encanta.  Él sabe que a mí me gusta pasarle la cara por las nalgonas antes de culear, meter mi boca entre sus piernas para sentir el olor a talco que tanto me arrecha. Con mi lengua le mojo el calzón por fuera, le paso lentamente los labios por todo el huevo y bajo por sus muslos lampiños.

Me entretengo sobándole el pecho con las manos mientras mi boca baja por sus pantorrillas y llego a sus deditos, finos, delgados, con uñas largas y bien recortadas.

Joel juega futbol desde la secundaria y está firme, marcado, tiene unos abdominales pequeños pero durísimos. Su espalda está también marcada y a pesar que solo mide como 1.70, el cabello lo hace ver más alto. Una cabellera negra azabache, con el estilo mango chupao que me sirve para agarrarlo mientras me lo culeo.

Anteanoche me fue a visitar a mi apartamento. Estaba ansioso, con ganas de verme, según el para que lo ayudara con su mamá. Ni siquiera dejé que entrara a la casa, lo agarré en el parking del edificio y le mamé la pinga por unos 10 minutos. El me acariciaba el cabello mientras me empujaba sus 7 pulgadas de pinga hasta el fondo de la garganta.

El olorcito a sudor me arrrecha, me excita, me pone como loco. Mientras le mamaba la pinga le puse un dedo mojadito en el culo. Esa es la señal para que se relaje, para que afloje el esfínter y me deje meterle un dedo hasta el fondo.

Este maleantito ya está entrenado para hacerse una ducha anal antes de vernos. Él sabe que me gusta que su hueco esté aseado, limpio, con su ano arrugadito listo para la acción.

Subimos a mi apartamento y le quito de una vez su franela con capucha, los pantalones que usa son de jeans "basta de rifle", le marcan las nalgas exactamente como yo quiero. Joel va directo al sofá y se espatilla, las piernas abiertas con el calzoncillo rojo fuerte, el que le marca totalmente la parte baja de sus nalgones. Lo volteo y comienzo mi acto de adoración a esos glúteos perfectos. Los muerdo, le aprieto y el chilla. Sabe lo que viene.

Le bajo los calzoncillos y comienzo a chupetearlo, a morderlo. Le chupo tanto que voy dejando moretones en sus nalguitas perfectas.  Hoy sabe que le toca rejera así que comienzo a darle nalgadas mientras él se cubre la cara con un almohadón de los del sofá. Cada vez que le doy una nalgada se estremece pero sabe que tiene que aguantar para que el premio sea mayor.

Cuando ya no aguanto más le mojo el agujerito con mi boca pegada a él, casi lo penetro con la lengua, asegurándome que la saliva espesa sea lo único que tenga en ese hueco cálido, apretado, oloroso y apetecible. Ya lo he entrenado varias veces así que él se relaja mientras mi lengua hace maravillas en ese túnel.

Le pongo la cabeza de la verga en la entrada y se la zurro una y otra vez, pasándosela suavecito primero y luego más duro. El solo abre la boca y pone su cara de arrechito, de maleantito caliente que espera ser la perra más sucia del mundo.

Cuando comienza a entrarle la verga aguanta la respiración y no dice nada. Antes era llanto y lloradera, ahora solo espera que mi pinga se acomode adentro de su culo para menearse.

Me echo para atrás para ver esos dos globos separados por mi verga, entrando y saliendo lentamente porque la excitación antes me ha hecho venir muy rápido. Esas nalgas recién estrenadas hace unos meses están deliciosas, yo las abro y las cierro con mis manos para ejercer más presión en mi pinga. Cuando ya tengo el hueco abierto se la saco para ver cómo queda como una boquita, abiertita con el centro rosadito y mojado.

En algunas ocasiones le meto la lengua después de culearmelo porque la sensación de su culo abierto y mi lengua golosa lo ponen más caliente. Hoy no.

Hoy lo pongo de pie contra la pared y le abro las piernas y levanto sus nalgas con mis manos, así el huevo le entra todo, completo, hasta que siento que lo estoy levantando del piso con la culeada que le doy

Él se menea, se contorsiona y se mueve para que me venga rápido. Se que le duele pero el placer es mayor así por lo que sigo bombeandolo duro, le agarro el cuello y le lamo las orejas, le muerdo los hombros, con ganas y la perrita chilla un poco pero se queda tranquilo. El sabe que me excita dejarlo marcado y así no va a darle el culo a mas nadie por unos dias.

Cuando ya me voy a  venir le tapo la boca y le estiro el culo con un dedo para que mi tuco y el dedo lo estiren mas y sentir como mi leche va entrando en ese culito que hace no mas de tres meses era virgen. Cuando me estoy viniendo meto otro dedo y el chilla pero se deja coger. La leche le queda adentro, caliente, pegajosa, espesa porque no me venia hace como 4 dias. Lo mando a que apriette para poder deslizarme fuera de su culo.

Joel se pone su calzón nuevamente y yo le doy dos o tres nalgadas finales. Veo como mi leche escurriendose forma una manchita en el calzoncillo y entre sus nalgas. Es una vaina que me marea.

Saco mi cartera y le regalo $50.00 para que se vaya tranquilo. A veces no le doy nada, ni siquiera para el pasaje y el solo baja la mirada y sabe que la próxima vez tiene que esforzarse más por complacerme. Pero hoy se ha portado bien, se ha vuelto una putita sumisa, un manachito con dueño. Que rico estás Joel, te voy a seguir culeando hasta que me canse de admirar ese culo de olimpiada.

(9,00)