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Tetas para botanear

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Lupe no es muy bonita de cara, pero tiene muy bien distribuido todo en 1.60 de estatura. Delgada, con tetas grandes y culo redondo y paradito, además de ser morena, de cabello oscuro y ojos cafés. Todo lo que me gusta. Y había decidido cogérmela y venirme en esas ricas tetas. Aproveché que había cierta chispa entre nosotros y que estaríamos solos en casa para invitarla a “ver una película,”. Llegó con una blusa blanca sin mangas que siempre que se la ponía le resaltaba mucho los senos y sus jeans sin bolsillos dejaban admirar por completo sus suculentas nalgas. Preparamos una botana y nos fuimos a sentar al sofá del cuarto de tele.

Empezamos a ver la película y ella estaba comiendo la botana cuando unas gotas de salsa cayeron en sus senos y empezaron a resbalar hacia el canalillo. En cuestión de un segundo vi la oportunidad para actuar sin darle tiempo de reaccionar. “Deja te limpio” le dije aventándome hacia sus senos, tomándola de la cintura y lamiendo la salsa de ellos. Los lamí con suavidad y despacio le daba pequeños besos. Olían a perfume de frutas. “¿Ya terminaste?” me preguntó al levantar la cabeza. “Me faltó un poco” le respondí. Me tumbó en el respaldo del sofá y se subió en mis piernas. Rápidamente se quitó la blusa dejando al descubierto su bra negro con sus deliciosas tetas que sobresalían, mientras mi miembro ya estaba duro. Se quitó el bra y liberó esos hermosos senos. Metió la mano en el plato de la botana y poco a poco se untó salsa en las tetas y en los pezones. “¿Vas a limpiarme?” me dijo mirándome y mirando sus tetas. Quise levantar las manos para agarrarlas, pero al instante me lo impidió. Comencé con el pezón derecho y al hacerlo, me liberé de sus manos, tomé su culo y la jalé hacia mí. Soltó un pequeño gemido mientras succionaba su teta y jugueteaba con su pezón, seguí lamiendo su seno hasta quitarle toda la salsa. Ella me quitó la playera, bajó sus manos a mi pantalón y comenzó a desabrocharlo mientras yo lamía el otro seno, que entre la salsa y el sabor de su piel me hacía sentir en el paraíso.

Dejó al descubierto mi miembro erecto, lo tomó con una mano y comenzó a jalarlo, sentí un cosquilleo en el cuerpo que me hizo reaccionar presionando más sus nalgas lamiendo más sus grandes tetas. Tomó mi cabeza con la otra mano y me presionó entre ellas acariciándome el cabello mientras soltaba pequeños gemidos. La levanté, puse sus nalgas frente a mí y comencé a quitarle el pantalón. Poco a poco lo bajé y vi su fina tanga negra que delineaba sus suculentas nalgas. Detrás de su actitud de inocencia, Lupe de verdad era una chica sexosa y caliente. Bajé la tanga y lentamente besé sus nalgas mientras ella presionada mi cabeza contra ellas, las recorrí con lamidas y besos, y alguna que otra mordida que la hacía sobresaltarse. La senté en el sofá y la besé, nuestras lenguas batallaban a la par de nuestros labios buscando la forma de excitarnos más.

Deslicé mi mano hacia su vagina y su cuerpo cedió de forma automática abriendo las piernas. Me alegró mucho saber que estaba completamente depilada, como me gusta. Empecé a masajearla poco a poco por encima mientras ella agarraba mi pene y lo jalaba lentamente. Fui besando sus mejillas hasta llegar a su oído. “Cómetelo”, le ordené. Se acomodó de frente a mí con el cuerpo extendido hacia el sofá, agarró mi miembro y le dio pequeños besos desde la base hasta la punta. Me chupé un dedo notando un ligero sabor a su sexo, extendí mi mano y la penetré, haciendo al instante un gesto de placer y metiendo mi miembro en su boca completamente, lo jalaba a la par de mi dedo entrando y saliendo de su sexo. Jugueteaba con su lengua haciendo pequeños círculos mientras yo metía otro dedo sintiendo su humedad. “Más duro” dijo ella mientras frotaba su clítoris en círculos provocándole gemidos. Se metió mi miembro de nuevo en la boca, lo succionó y lo frotó en la cara. “Ya métemelo, quiero sentirte” me dijo al levantarse y se recostó en el sofá abriendo las piernas para dejarme ver su mojada vagina. No pude resistirme a probarla, metí la cabeza entre sus piernas y saboreé su humedad metiendo mi lengua, lo que le provocó un leve gemido.

Me levanté y de un movimiento la penetré. Mi miembro entró sin esfuerzo debido a lo mojada que estaba. La tomé por la cintura y comencé el vaivén con movimientos lentos, quería sentir su cálido interior mojándome el miembro. Cada vez que lo metía ella cerraba los ojos. De pronto, la embestí haciendo que gimiera y seguí penetrándola más rápido. “¡Así, no pares!”, gritó entre sus gemidos y el sonido de mi cuerpo golpeando el suyo. Sus senos rebotaban con cada embestida, los tomé en mis manos y los apreté, de nuevo embistiéndola más fuerte. En su éxtasis sólo podía apretar mis manos contra sus tetas y rasgar el sofá. Sentía sus fluidos mojar mi miembro al salir de su sexo. “¡Más duro!” me ordenó mirándome a los ojos sin dejar de apretar mis manos contra sus senos, a lo que respondí con embestidas más fuertes y profundas. De pronto, se arqueó, presionando más mis manos y soltó un fuerte gemido. Su cuerpo sudoroso temblaba por el orgasmo que acababa de tener, sus fluidos mojaban mi pene.

La levanté, me acomodé en el sofá y de espaldas a mí, tomándola por su delicioso culo, la senté en mi miembro. “Vas, dale”, le dije apretando sus nalgas. Comenzó a moverse lentamente mientras yo con las manos en su culo le ponía el ritmo. Escuchaba su respiración un poco agitada cada vez que mi miembro estaba dentro suyo. “¿Así te gusta?” dijo mirándome por encima de su hombro, dobló su cuerpo hacia adelante parando su culo y dejando al descubierto cómo se metía mi pene. “¿O mejor así?”. Lo apreté y le di una nalgada. Sin soltarle las nalgas, comencé a moverla de arriba a abajo, primero despacio y después más rápido haciendo que pegaran contra mi cuerpo. “¡Así, no pares!”, me decía entre gemidos y apretando más mis manos contra sus nalgas y a ratos se detenía para mover solamente la cadera y su culo. Se recargo en mi cuerpo sin dejar de moverse, una mano la deslicé hacia su vagina y empecé a masajear su clítoris rápidamente, lo que provocó que gimiera más mientras con la otra mano tomaba una de sus tetas y jugaba con ella apretándola y pellizcando el pezón. No dejaba de gemir, más rápido le masajeaba el clítoris, más gemía y más rápido se movía hasta que se levantó un poco sacándose mi miembro y sentí su sexo escurrir, sus fluidos estaban bañando mi pene y ella estaba temblando por los espasmos del orgasmo.

 

La levante y la hinqué frente a mí para que sus tetas quedaran a la altura de mi pene. “Hazme venir con tus tetas”, le dije mientras las tomaba con mis manos y las acomodaba en mi miembro. Ella las tomó y lo envolvió con ellas. “Qué rico lo tienes”, me dijo mirándome de forma lujuriosa y comenzó a moverlas de arriba a abajo muy rápido haciendo pequeñas pausas y moviendo sus tetas lentamente para después aumentar la velocidad. A ratos se detenía y lo jalaba con la mano, le daba pequeñas lamidas y volvía a moverse más rápido al ver mi cara de placer por sentir sus tetas. “Ya casi” le dije con la voz entrecortada. “Échamelo todo” me dijo cuándo mi esperma empezó a salir y le cayó en los senos resbalando hacia el canalillo y por sus pezones, lo metió en su boca y chupo las últimas gotas para después untarlo en sus senos y lamerlo de sus manos. Estábamos exhaustos. Se recostó en mis piernas con el cuerpo extendido en el sofá, tomó mi mano y la puso en su sexo y sin soltarla guio mis movimientos por el clítoris hasta quedarse dormida completamente sudorosa y extasiada.

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