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Su noviecita, su culito y yo

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Yo ya había culeado varias veces con José. 18 años, delgado, buen porte, medía 1.78 y era un skater desde niño. A él le encantaba ponerme a mamarle la pinga en cualquier parte y se hacía el bravucón. Sus nalgas estrechas y chiquitas parecían dos naranjitas grandes, duras, peluditas pero con la raja totalmente lampiña. Tiene una verga normal, no más de 7 pulgadas pero gorda, cabezona y sin circuncidar.

Lo que me arrecha de él es su olorcito a macho, tiene el sobaco velludo, con unos pelos largos y lacios que le hacen ver mayor de lo que realmente es. José es interesado, solo quiere plata por culear conmigo, o si no, algo de yerba, guaro, comida gratis, paseo, eso si, muy divertido cuando está borracho.

Cuando ya teníamos confianza lo invito a él y un amigo más a pasear a una casa de campo. Todos los gastos pagos. yo iba preparado para hacer una fiestota, bien rica, con los dos. Cuando los paso a buscar al ghetto de mierda donde viven me encuentro, OH SORPRESA, que el José llevaba una invitada, una amiguita que quería ir con nosotros ese fin de semana. Una chica blanquita, de 18 años, recién graduada de una escuela privada, con un par de tetitas responsables pero sobre todo, de un buen culo. La cabellera larga y se le veía que tenía rato de andar rodando por las pingas del bajo mundo. Por supuesto que yo me cabreé pensando que este huevas me iba a poner a gastar sin culear porque llevaba su amigaza para darle huevo mientras yo me quedaba con manuela. Esta, ni por la puta que me la hace.

En el camino paré en un Do It Center y compré dos rollos de cinta gris, de esa plástica gruesa. Ya en el supermercado me preparé con un par de botellotas de guaro, compré ron, vodka y una botellita de whiskey del baratito y tres paquetes de cigarrillos Malboro rojo. Coca Colas, Pepsis, jugos de naranja, todo un mini bar.

Apenas llegamos los tres se pusieron a enrollar hierba y a fumar como putas en cuaresma. Al rato, en la penumbra, veo como el José le va metiendo mano a Claudita, sobándole las tetas, besándola y apretándole la chuchita a través del pantaloncito. Eso me pone arrecho, verlo así y yo con ganas de culeármelo. Lo más risible es que ella le soba el huevo y ni siquiera se le para.

Cuando ya vi que estaban los tres bien bateados les sirvo en los tragos un buen par de chorritos de Acedán, que uso para calmar a los animales que se trasladan a veces de finca en finca. Eso, el guaro y la yerba los puso a los tres bien batos, Bien batos digo que se reían solitos y se quedaban como pendejos viendo al aire.

El amigo de José, un negro bastante guapo pero que no era mi tipo, se quedó dormido en el sofá. Yo me llevo a Claudia, la amiguita perra, a la cocina y comienzo a tocarle las nalgas suavecito. No le gustaba pero tampoco se quejaba mucho, creo que estaba más concentrada en ir a fumar yerba que en que le tocara su culote.

Cuando regresamos está José sin camiseta, tomando y babeándose a la vez. Yo le digo que se aliste, que vamos para la cama y que es tarde. El como pendejo no se mueve y veo que Claudita está sentada con la cabeza hacia atrás, escuchando la música de su celular como zombie, con las patas abiertas, los muslos blancos dejando ver en el medio la marca de su chuchita rasurada, se le marcaban los labios a través del short.

Ahí comenzó la vaina. Agarré a José y lo llevé al sofá y lo arrodillé frente a Claudia y le puse la cara frente a su chucha, se la empujo y le digo al oído "cómetela, que está bien arrecha". El, como bobo, restriega su cara contra la zorrita que tiene delante y ella a duras penas le agarra la cabeza y se la empuja entre las piernas, queriendo pero no pudiendo hacer mucho.  Yo le muevo el shortcito y le comienzo a meter dos dedos suavecito, para que le vayan entrando lentamente en su vagina caliente. Luego, agarro los mismos dedos y se los paso a José por la cara.

Lo levanto de la sala y me lo llevo a un cuarto. Ahí lo terminé de encuerar y lo tiré bocabajo. El aire acondicionado estaba alto y yo sentía frio pero el huevin este estaba como muerto. La abrí las nalgas velludas y en el centro estaba ese huequito arrugadito, cerradito, como un regalo para mis ojos. Con una toalla lo limpié bien y saqué mi bote de lubricante, le metí los mismos dedos que le había metido a su noviecita y comienzo a trabajarle el culo.

Apenas logré que entrara todo el dedo el pendejo se mueve, me dice que no, que no que no. Saqué la cinta y con toda la calma le amarré las manos al cabezal de la cama. Las dos manos. Le puse dos almohadas debajo de la verga y le di una nalgada, fuerte. Ahí trató de patalear pero como sin ganas. 

- "cálmate o te rompo el culo, maricon, ahora vas a saber lo que es un huevo adentro de ese culo."

-"ummpf, ummpf, ahhh, no, que xopa, man, que xopa...."

me puse más KY en mi pinga y comencé lentamente a empujar, cada vez que le entraba un poco yo volvia y me embarraba de KY hasta que sentí como el huevo me quedó bien adentro de su culo. Caliente, quemándome. Comencé a sacar y meter la pinga con más rabia, hasta que en un momento me di cuenta que hasta mierdita le estaba sacando al cabroncete este. Como se quejaba pero casi ni se movía. Le agarré el pelo e hice que se volteara para verle la cara, torcía la boca de dolor pero eso solo me excitó más. Le escupí la boca y le halé el pelo mientras mi leche le rellenaba el culo hasta el fondo, todo, lo preñé con un litro de leche.

Uff, yo me sentía como si el drogado fuera yo. Este culo estaba ahi tirado y abierto, las nalga blancas y duras llenas de leche. Lo limpié, me lavé y salí a la sala. Ahi seguian los otros dos pendejos tirados.

Me tomé un vodka y me quedo viendo a la chiquilla. No está nada mal para terminar la fiesta. Me le acerco y le sobo la cabeza, ella se ríe como estúpida y ahí le paso la mano por la tota, caliente la muy  perra. Le Bajo el short y siento sus labios hinchados, como si le fuera a venir la regla, esta en celo la cabrona. A todo esto el negrote como si nada, tirado roncando mientras yo me zurraba a la amiga-.

Cogí un condon y lo lubriqué y con tres dedos le voy abriendo la chucha a la Claudia, que ni siquiera se quejaba. Tuve que levantarle un poco las piernas para que los dedos entraran comodamente. Ella solo suspiraba y decía " papi, papi, papi" pensando tal vez que era su macho José el que la hurgaba. Me puse el condón y le metí la pinga, si bien eso no es lo mío, sentir esa putita caliente, con la michota ardiente,. me ponia muy muy muy arrecho. Luego de un rato me cansé, ´la acomodé de nuevo en el sofá y regresé a soltar a José. Me costó un rato arrastrarlo de nuevo a la sala y dejarlo tirado en la alfombra de la sala.

A la mañana siguiente se despertaron los tres como al mediodía. Yo me hice el desentendido y como si nada hubiera pasado les dije que se bañaran en la piscina, que yo les prepararia un almuerzo porque se lo habían ganado.

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