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El exhibicionismo tiene un precio

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Hola. Como os comenté en mi anterior relato, soy un chico morboso y vicioso al que le va todo en el sexo. Os cuento en esta ocasión una experiencia que tuve unos meses después de la anterior, cuando yo estaba a mitad del instituto, ya mayor de edad, claro.

En esos años yo tenía un follamigo algo mayor que yo, unos 30, llamado Paco y que trabajaba en una tienda de ropa en Murcia. Una de las cosas que más me gustaba hacer era llamarlo a la tienda cuando estaba cachondo e ir contándole como me masturbaba, describiéndole con detalle como me desnudaba, como me metía alguna cosa por el culo y la chupaba y gimiéndole al oído mientras me corría salvajemente. Me encantaba ponerlo así de cachondo, especialmente cuando tenía algún cliente en la tienda y no podía hablar libremente.

Ese verano, como yo estaba en la playa y no lo veía apenas, lo llamaba con más frecuencia y al tener poca gente en la tienda, él se lanzaba más a decirme burradas. Conocía perfectamente mi vena exhibicionista y le encantaba que yo me exhibiera porque me pongo a mil y hago casi cualquier locura en ese momento. Cuando le llamaba por teléfono me empezó a pedir que me asomara a la ventana así desnudo como estaba. No pasaba nadie y yo me calentaba aún más.

Como yo le seguía el juego, un día que mis padres estaban bañándose en la playa le llamé y me dijo que me saliera al jardín trasero, mientras desnudo me pajeaba con él. Mi patio da a otros patios, con lo que salvo que alguien estuviera mirando por la ventana no creía que me viera nadie.  Me tumbé en el césped y empecé a masturbarme mientras Paco me decía guardadas. Yo desnudo, a la vista de cualquiera que pudiese mirar, estaba cachondísimo. Paco me ordenó, ya no pedía nada sino que me mandaba, que me empapara con la manguera:

- Ahora ponte de rodillas y abre lentamente el grifo -me decía-. Siente cómo te va cayendo e imagina que es mi meada en tu cara viciosa. Déjala caer por todo tu cuerpo y frótate con ella como si fuera mi lluvia dorada. Así, siente como cae hasta tu culo y tu polla, gímeme al oído, que yo te oiga…

Estaba yo cachondo y en celo, con el riesgo de que me pillaran mis padres, luciéndome desnudo y sintiendo el agua tibia cayendo por mi cuerpo, empecé a gemir cada vez más mientras me masturbaba. A través del altavoz del teléfono Paco me ordenó que mamara la manguera como si fuese su polla, así de rodillas, a la vez que me decía lo puta que era y le hacía una mamada a la manguera como si fuese una polla que no paraba de manar orina. Yo me masturbaba furiosamente, me corrí de forma brutal y me desplomé en el suelo, mientras Paco me despedía llamándome su putito de instituto.

Y así, tumbado y empapado, con la polla aún latiéndome y lleno de semen, me doy cuenta de que uno de mis vecinos me estaba viendo. Me quedé parado de la impresión y me metí a casa rápidamente, con un susto gigante. Se trataba del nieto de mi vecino, un chico al que apenas conocía, algo mayor que yo, de unos 19 ó 20, con el que yo no solía juntarme, porque iba con mala gente y siempre estaba mezclado en peleas y pasar costo o marihuana por el barrio. Le gustaba que le llamaran Lobo, con eso os lo digo todo del personaje. Era delgado, muy moreno de piel y con el pelo negro con greñas.

Durante todo el día estuve acojonado por si me metía en problemas, se chivaba o iba a por mí. Pero no pasó nada. Al día siguiente yo tenía aún el susto en el cuerpo, así que ni me atreví a llamar a Paco o a salir al patio. Me asomé entre las cortinas y creí ver una sombra en la misma ventana que había visto a mi vecino, pero no estaba seguro. Eso me dio que pensar. ¿Y si...?

Ni yo me lo creía, ese tío era un busca líos. Pero durante la noche empecé a calentarme y a darle vueltas. Acabé pajeándome y gimiendo contra la almohada. Envalentonado, al día siguiente decidí tantear el asunto. Sobre la misma hora aprovechando que mis padres estaban bañándose, miré por la cortina y de nuevo me pareció ver una sombra en la misma ventana. Así que me quité la camiseta y salí al patio. Di un par de vueltas por allí y comprobé que efectivamente había alguien en esa ventana, aunque no podía verle la cara.

Cogí la manguera y empecé a regar el césped. Me pareció ver movimientos y me empecé a excitar. Me mojé la cabeza y dejé caer el agua por mi cuerpo. Seguía controlando la ventana por el rabillo del ojo, y dispuesto a jugármela me bajé el bañador mientras me duchaba con la manguera. Con la polla ya dura me volví de espaldas y mostré al observador mi culo, que suele ser lo que tiene más éxito de mi cuerpo, agachándome lentamente.

Mi calentura estaba multiplicándose. Con mi cuerpo desnudo y mojado estaba dando un buen espectáculo y eso hace que pierda la razón como una perra en celo. Sabiéndome observado me fui agachando, hasta ponerme desnudo a cuatro patas, y empecé a mover el culo adelante y atrás, suavemente, mientras dejaba que agua corriera desde mi espalda a su raja. A través del reflejo de la puerta de mi casa veía como la sombra que había en la ventana de mi vecino se movía, y pensando que sus ojos estaban clavados en mi cuerpo desnudo, brillante por el agua, no pude evitar lanzarme y darme la vuelta. Tenía la polla durísima a esas alturas así que mientras me dejaba caer agua con la manguera empecé una paja lenta, mirando al vacío y poco a poco iba aumentando el ritmo, cuando estaba ya cerca de correrme por la excitación del momento, miré directamente a la ventana y vi al chico. Eso ya lo hizo inaguantable y estallé a borbotones entre escalofríos.

Me quedé unos segundos allí, agotado por la excitación y disfrutando del momento. Y también algo nervioso por la reacción de mi vecino. Vi que seguía en la ventana mirándome, ahora le podía ver la cara, y hubiera jurado que se estaba pajeando, pero no podía estar seguro. Durante uno o dos minutos la situación se mantuvo, yo apenas me movía y entonces él desapareció dentro de la casa. Así que yo también me levanté y me fui dentro.

El resto del día estuve nervioso, sin saber como iba a acabar aquello, pero a la mañana siguiente, de nuevo solo en casa, decidí continuar el juego, la calentura me podía. Comencé igual, a ducharme con la manguera y en breve vi a mi vecino en su ventana. Estaba vez yo no me anduve con rodeos. Procuraba mirarlo mientras me mojaba y desnudaba, poniéndome en diferentes posturas para que me viese entero. Ahora le enseñaría lo vicioso que soy. Chupé un dedo y me lo metí de golpe en el culo, mientras me masturbaba lentamente. Lo fui metiendo y sacando hasta que me lo metí en la boca para saborearlo y después metí dos dedos.

Yo cada vez más cachondo, viendo como mi vecino me miraba meterme los dedos en el culo, completamente desnudo y empapado, me masturbaba como si estuviese en éxtasis. Me encanta exhibirme, ya lo sabéis.

De repente, mi vecino me hizo un gesto como de que esperara y se marchó. Me quedé de piedra, sin saber qué hacer. Pasó un minuto y luego otro y no volvía, así que con el recalentón que llevaba decidí seguir mi paja pública aunque él no estuviera. Y de nuevo me cortaron el rollo llamando a la puerta. Imaginé que era el panadero, así que me puse el bañador, disimulé como pude la erección y fui a abrir la puerta.

Menuda sorpresa me llevé cuando vi a mi vecino en la puerta. Solo me dijo: “Abre” y yo me quedé un instante paralizado. No me lo esperaba. Pero mi erección volvió a ponerse a mil. Le abrí la puerta, pasó y la cerró tras de sí. Me miró y me dijo:

- Estás cachondo como una perra, ¿eh?

Yo sólo acerté a asentir. Siempre me había dado algo de miedo ese tío.

- Y te gusta chupar pollas, ¿no?

Esta vez le contesté con tímido “Sí”.

- Y también te gusta que te vean. Pues ya tienes una polla para ti. Chúpamela.

A la vez que decía esto se tocaba las polla a través del bañador, así que yo caí de rodillas y empecé a tocarla y a lamerla con la ropa puesta. Se la liberé enseguida y salió ante mis ojos una buena polla, recta y oscura, circuncidada y dura. Habitualmente empiezo poco a poco y luego voy incrementando el ritmo, pero cuando abrí la boca me la metió entera, de golpe y cogiéndome la cabeza con las dos manos, empezó a follarme la boca con intensidad.

Reconozco que me pilló algo desprevenido, pero a mí me encanta eso, así que le eché manos al culo para apoyarme y dejé que me follara bien profundo. Me asfixiaba, las lágrimas me caían por la cara, cuando no podía más la sacaba y me daba golpes con ella en la cara, restregándomela. Yo sólo podía gemir y susurrar "Más..." Estaba en el cielo, de rodillas, con un tío dándome caña en la boca que me decía:

- Chupa, cómemela entera, mira cómo te entra toda. Era esto lo que buscabas, una polla...

Cuando la sacaba para restregármela y dejarme respirar algo, a veces se la subía para que le chupara los huevos. En uno de esos momentos yo aproveché para quitarme los pantalones y sacar mi polla que ya estaba como el cemento de dura y goteando. Pero enseguida me la volvía a meter en la boca, apretándome con sus manos en mi cabeza. Yo le empujaba aún más cogiéndole del culo y eso le ponía aún más cachondo porque veía que yo quería más.

Tanto me empujaba con los golpes de sus caderas, que terminé tropezando con una mesa que mis padres tenían en la entrada. Estaba atrapado entre esa mesa y sus embestidas que me arrancaban lágrimas por lo profundas que eran. Yo estaba en el éxtasis y él no paraba de decirme guarradas. No quería tocarme mucho para no correrme todavía.

De repente paró, me giró y se sentó en la mesa, cogiéndome por el pelo mientras, y me llevó la boca a su polla, soltándome entonces la cabeza. Comprendí que era mi momento de mamársela a mi ritmo. Allí arrodillado se la lamí entera, de arriba a abajo, cayéndoseme la saliva por las comisuras y por todo el pecho. Me la metí hasta el fondo mientras le miraba a la cara y rodeándola con mis labios y lengua hice que sus gemidos se multiplicaran y las guarradas que me decía cada vez eran más bestias.

Después de varios minutos me dijo "Para, mamón". Me puso de pie y hizo que me inclinara sobre la mesa. "Ahora te voy a follar ese culo que tanto te gusta enseñar, como me pedías a gritos, puta". Yo estaba un poco inquieto, porque aunque usé antes dos dedos no me había podido dilatar mucho, pero estaba tan cachondo que solo dije:

- Sí, metémela toda, apriétame fuerte el culo. Te ha gustado verlo, ¿eh? Fóllatelo bien, dame polla, venga métemela.

Él ya estaba disparado. Cogió la saliva que aún quedaba en mi cuerpo, se mojó la polla con ella y abriéndome las nalgas me la metió sin mucha ceremonia hasta más o menos la mitad. Me dolió bastante y me quedé envarado y bufando, pero a él no le importó y apoyando su espalda sobre mí empezó un intenso mete-saca mientras me decía lo apretado que lo tenía, y el gusto que le daba mi culo tragón. Poco a poco la molestia fue remitiendo y yo empecé a seguirle el ritmo con mi culo, profundizando aún más sus penetraciones, hasta que noté sus huevos contra los míos:

- Ya está toda dentro, joder, qué culo más tragón tienes, que puta eres, mírate como mueves el culo pidiendo más polla. Te encanta que te follen, por eso te enseñas así delante de todos, ¡toma polla!...

Yo le decía que sí, que me encanta que me follen y tener una buena polla, y que me miren y vean lo vicioso que soy. Estaba en la gloria y sus embestidas me estaban arrastrando por toda la mesa. No sabía cuánto más podría aguantar, pero intuía que poco ya. Y le pedía más, que me diera más fuerte, y que era un cabrón que me estaba reventando, pero que no parara.

En ese momento oigo como la puerta de la valla de fuera se abre. Mis padres volvían de la playa... Rápidamente cogí los bañadores y me llevé a mi invitado a mi habitación en el piso de arriba, mientras oía a mis padres entrar. Ellos saludaron y yo contesté que estaba arriba leyendo. Hice señas a mi vecino para que se callara, y cuando oí que mis padres fueron a la ducha me volví a él, con los bañadores en la mano y le dije:

- Tienes que irte, rápido. Sal ahora y no te verán.

Me fijé entonces que su polla aún seguía dura y mis ojos no podían quitar la vista de ella. Él era consciente y tocándosela negó con la cabeza, "Aún no he terminado". "¡Está loco!" pensé yo. Pero él cogió mi mano y la puso en su polla. Empecé a masturbarle mientras mi padre me decía desde abajo que qué tal la mañana.

- Bien, aquí tranquilo -contesté yo con la voz algo ronca.

No podía dejar de tocar esa polla aún húmeda, y él lo sabía, así que durante varios instantes que oí a mis padres ducharse, lo seguí masturbando allí de pie, tras la puerta de mi cuarto. Estaba hipnotizado y el morbo de la situación empezaba a ponerme cachondo, mezclándose con ese miedo a que te pillen y al hecho de tener la polla de un tío en mis manos mientras mis padres estaban en el piso de abajo.

Cuando el vicio me venció definitivamente y estaba cachondísimo de nuevo, me arrodillé ante él y empecé a tragarme su polla como si no hubiera mañana, con un hambre ansiosa. Había decidido que ese tío se iba a correr en mi boca mientras mis padres me preguntaban qué quería comer.

Mi padre me sugirió pedir pizza y yo, sacándome la polla de la boca, le contesté que me parecía genial. Y acto seguido volví a metérmela. Mi vecino estaba flipando, pero seguía follándome la boca silenciosa e intensamente. Una parte oscura de mí quería que me pillaran, que mi padre viera la puta viciosa que podía llegar a ser su hijito pequeño, como se comía una polla entera hasta la base, llorando de arcadas, y pedía más y más fuerte. Me restregaba esa polla por la cara como una perra en celo para coger más fuerzas y seguía.

Notaba que ellos se movían por la planta baja y los nervios de la situación me llevaban al cielo. Y a mi vecino también, porque cada vez me daba más fuerte y sus gemidos eran más profundos. Yo me masturbaba extasiado y de repente sentí como empezaban a salir los chorros de su corrida en mi boca. Y seguí chupando y chupando hasta que dejó de salir. Y entonces mirándole a los ojos me la tragué toda. Él me dio un cachete en la cara, como a un niño bueno y yo empecé a correrme en el suelo entre espasmos de gusto y gemidos disimulados.

Su polla empezaba a flaquear, así que se la limpié de cualquier resto con mi lengua y luego él se puso el bañador. Yo seguía de rodillas con mi corrida en el suelo mirándolo. Con su dedo me señaló la leche y comprendí que tenía que limpiarla también. Lo hice con los dedos y me la tragué entera. Mientras, mis padres me decían que bajara a poner la mesa para comer. Él me dijo "Tú ya has comido" y abriendo mi ventana que daba al patio, salió, haciendo equilibrios por el techo del trastero y saltó a la calle. Yo fui al lavabo, me vestí y lavé y bajé sonriendo a mis padres para preparar una ensalada.

Con mi vecino tuve algún encuentro más, pocos, pero a menudo lo veía en la ventana y le dediqué varios de mis espectáculos. Bueno, espero que fuera él, claro.

Un saludo a todos y gracias por leer mis particulares aventuras. Cualquier comentario a [email protected].

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