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Un viudo joven - Ninna, mi mejor cliente

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Ninna Banik, bella mujer rubia en ese entonces de 52 años, delgada, de preciosos ojos azul agua, elegante, nacida en un país del centro de Europa. Su esposo, un español gallego llamado Andreu, dueño de un negocio de transportes marítimos de carga, con oficinas en el puerto de Lázaro Cárdenas. Nos contactó, para mejorar todo su sistema de informática en el nuevo edificio sede.

Mi socio y yo viajamos hasta ese lugar para reunirnos con la junta directiva de la empresa y hacerles una presentación y presupuesto. Ahí la conocí, e inmediatamente supe, que ella era el verdadero motor del negocio, que Andreu era el genio atrás del aspecto económico, pero las relaciones, los contactos y los conocimientos del mercado, corrían a cargo de su mujer.

Desde joven, Ninna tuvo facilidad para hacer negocios, su primer marido fue un francés del que aprendió todo sobre el transporte marino, vivió con él y sus dos hijas en Marruecos, donde conoció a Andreu, de quien se enamoró perdidamente, al punto de abandonar a su familia, para fugarse a una aventura en un país latinoamericano.

Conjuntando sus habilidades, rápidamente encontraron en México, un lugar donde hacer negocios y bastante dinero.

Cuando viajaba a aquel lugar, no faltaban las cenas y los convivios, donde yo admiraba la belleza de aquella mujer 8 años mayor que yo, pero que se conservaba plena, pequeñas arrugas en su cara y cuello, delataban su verdadera edad. Su cuerpo era un templo de conservación, todo estaba firme y en su lugar, nada exuberante en cuanto a tamaño, pero sumamente atractivo a la vista.

Hicimos amistad rápidamente y Ninna no tardo en presentarnos a más gente (sobre todo del área de turismo en Zihuatanejo), por lo que fue necesario contar con un equipo en aquella zona, al principio llegábamos a hoteles y posteriormente, Ninna y su esposo nos rentaban un departamento.

Nos comunicábamos frecuentemente vía telefónica, por correos, por mensajes y hasta por video conferencias, pero siempre de negocios o de problemas en la instalación de sus equipos.

Pero una noche en la que me encontraba tumbado en la cama, mientras trabajaba y revisaba mis páginas sociales, recibí su mensaje vía chat,

Ella - “Hola Fernando, ¿no puedes dormir?”

Yo – “Estaba trabajando y revisando correos, que linda sorpresa, ¿tampoco tu duermes?”

Ella – “Al igual que tú, aprovecho estas horas para revisar correos, pero al verte en línea, me dieron ganas de platicar contigo, ¿te gustaría?”

Yo – “Claro¡¡ .. Ocupas algo, ¿hay algún problema en el trabajo?”

Ella – “No¡¡ .. No hablemos de trabajo, hablemos de nosotros, tenemos tres años tratándonos y nunca hablamos de nosotros, sé que eres viudo, que tienes dos hijos y que vives con ellos, también se algunas otras cosas de ti”

Yo – “Vaya, espero que sean cosas buenas, ¿pero quien te platica de mí?”

Ella – “Ya sabes, el interés tiene pies y preguntando aquí y allá, me han contado algunas cositas, entre ellas, me han comentado que eres un casanova, aunque yo no conozco esa faceta de ti, porque conmigo, ¿eres serio y reservado?”

Yo – “Soy respetuoso, además no creas todo lo que te dicen de mí, no te negare que me fascinan las mujeres bellas, ¿pero de eso a un casanova…y tú? … eres una mujer bella y sexy, me imagino que muchos hombres te acosan?”

Ella – “A mi edad, y con un esposo, tan posesivo como Andreu, no muchos se me acercan, aunque te diré que de joven fui muy liberal, a fin de cuentas, en mi país hay otro tipo de cultura, y a veces extraño esa libertad, que aquí en tu tierra es mal vista”

Yo – “Pues, nada mas no se vaya a enojar Andreu si se entera que ahorita estas platicando conmigo. ¿Él está contigo?”

Ella – “No, estoy sola y con ganas de compañía. Por eso me dio gusto ver que estabas conectado, nunca mejor ocasión, ya desde hace tiempo quería contactarte y hablar de nosotros, ¿te molesta si te coqueteo un poco?, quisiera desahogarme contigo y aprovechando, me gustaría hacerte saber que me eres realmente atractivo y que tenía ganas de hacértelo saber, ¿qué opinas de eso?”

Yo – “Que me da gusto saberlo, tú también eres una mujer hermosa, y nada sería más agradable que sentirse halagado por una mujer como tú, que te sucede, porque quieres desahogarte conmigo, ¿en que te puedo ayudar?”

Ella – “Hoy me siento más sola que nunca, y quisiera estar con alguien, como no tienes idea, alguien con quien hablar de mis necesidades y me proporcione ayuda para desahogar mis deseos más íntimos. ¿Te gustaría verme ahorita?, me imagino estás en tu cama y en pijama al igual que yo”

Yo – “Claro que me gustaría¡¡  Que tienes en mente?, Porque no conectas tu cámara. Y así nos vemos y platicamos”

Ella – “Dame cinco minutos para ponerme algo más sexy y coqueto, y me conecto por video. Fer, alguna vez has tenido sexo por tu computadora?”

Era increíble, una señora bellísima, aunque de edad avanzada, me estaba ofreciendo algo que jamás había hecho. Rápidamente aproveche para poner una luz tenue en mi habitación, además de arreglarme. La oportunidad estaba de oro, habría que ver hasta dónde estaba dispuesta esa mujer a llegar, mi cabeza volaba a 1000% al igual que otra parte de mi cuerpo, que, de solo imaginar a esa belleza europea en ropa de cama, se había puesto duro como roca.

Al sonar la alarma de quien invita a otra persona a iniciar una sesión en video, inmediatamente acepte la invitación, por lo que, tras unos momentos, en los que se ajustó la señal, pude ver a Ninna en un bellísimo negligé blanco, escotado con una batita abierta en el mismo tono, que dejaban ver parcialmente, sus pequeños y blancos senos, Se veía que su propósito era que yo admirara su belleza, pues la luz de su habitación era perfecta. El espectáculo era fabuloso, ella no decía ninguna palabra, pero se movía inquieta, para mostrarse plena, me imagino que ella veía mis ojos en su pantalla, y sonreía al saberse deseada en ese momento. Tras algunos segundos, ella me pidió que iluminara más mi habitación, para poder verme mejor. En lo que me levante para hacerlo, ella separo su computadora para mostrarse de cuerpo entero. En ese momento, se ocultaba de la cintura a las piernas con las cobijas de su cama, mi cámara solamente mostraba mi cara y parte de mi pecho, con toda la intención del mundo, también separe mi computadora, para que ella me viera de cuerpo completo, mostrándole en un primer plano, mi pija cubierta tan solo por el pantalón de pijama, totalmente erecta y a punto de reventar el mismo.

Ella estaba impávida, sus ojos devoraban lo que veía en pantalla, poco a poco, sus manos bajaron las ropas de su cama, para dejar a la vista, sus largas y finas piernas, cubiertas solamente por la tela transparente de su bata, abierta provocativamente hasta el lugar donde terminaba su babydoll,

Ella – “Te gusta lo que ves?, aunque por lo que yo veo, te encanta .. ¿Te gustaría que me quitara el resto de mi ropa?”

Sin esperar ninguna respuesta, empezó a retirar delicadamente su ropa, para dejar tan solo a su cuerpo cubierto con una tanguita de encaje transparente de hilo dental.

Allí estaba esa deliciosa mujer de ensueño, perfecta en todos los sentidos, su cuerpo no mostraba ninguna señal de sus años y embarazos, sus senos firmes coronados con unos erectos pezones, su vientre liso además de unas bellísimas y largas piernas creerán que estoy loco, pero en ese momento me enamoré de ella, ante esa visión y no resistiendo más, procedí a quitarme la ropa que aprisionaba a mi verga erecta, y así al sentirse libre, se mostró magnifica, cual tranca maciza.

Quien iba a pensar que, de una conversación en chat, terminaríamos teniendo el mejor sexo cibernético que haya tenido nunca.

Empezó acariciando sus pechos y su vientre con una mano, mientras la otra acariciaba su zona vaginal sobre la tela de su tanguita, poco a poco introducía un dedo en su coño, el cual retiraba de vez en vez para llevarlo a sus labios y saborear los jugos que de su sexo emanaban.

Cuando se sintió húmeda, saco de abajo de su almohada, un vibrador en forma de pene, el cual empezó a pasarlo primeramente sobre su ligera prenda íntima, para después retirarla y masajear magramente su bien rasurado coño, mientras sus dedos buscaban su clítoris para sobarlo al unísono, lo único que se oía en el monitor, era su respiración agitada, y ligeros gemidos y suspiros que grado llegaba su excitación.

En ese momento yo estaba totalmente expectante a lo que Ninna estaba haciendo, solamente la interrumpí para solicitarle, acercara la cámara a su húmeda vagina. Después de hacerlo, aprovecho sus dedos para abrir y mostrar sus encantadores labios vaginales, los cuales separo tiernamente, antes de empezar a introducir el tremendo falo mecánico que tenía en la otra mano. La vista en la pantalla era inimaginable, ella introducía y sacaba rítmicamente aquel aparato, el cual cada vez que abandonaba el nido, permitía ver la profundidad de aquella húmeda grieta, la protagonista de tan espectacular show, ya no miraba su pantalla, se entregaba a la lujuria de lo que estaba haciendo, mientras del otro lado yo no perdía detalle mientras me pajeaba ricamente.

Después de unos momentos, logre una exquisita eyaculación sobre las cobijas de mi cama, mientras esperaba que mi bella amante cibernética llegara a su propio éxtasis. El cual no tardó mucho en llegar, levanto frenéticamente su cadera, abrió lo más que pudo sus piernas, acumulando la tensión en sus músculos aductores y clavo su enorme dildo hasta el fondo de su coño al tiempo que con gritos confirmaba la llegada de un enorme orgasmo.

Fue algo mágico, no podía creer hasta donde podía ser placentero el cibersexo. Al cabo de unos momentos y un poco recuperada de su experiencia, Ninna se despidió enviándome un beso y cortando la comunicación que teníamos.

Yo la espere por unos minutos en el chat, agradeciéndole la experiencia, al contestarme, agradeció mi compañía y la oportunidad de haberme desahogado con ella, me pregunto que si podíamos repetirlo en futuras ocasiones y me pidió que planeáramos un encuentro, pero no cualquier encuentro, un encuentro especial, más bien algo que nos hiciera estar más cerca el uno del otro, algo que nos llevara a realizar físicamente lo que habíamos sentido esa noche, pero de manera más intensa.

Desafortunadamente, las cosas no fueron tan fáciles, pocas oportunidades hubo que yo viajara para esos lugares, mi equipo de trabajo, funcionaba correctamente, por lo que no daba motivo a realizarlo, y las pocas veces que iba, la presencia de Andreu, no daba ocasión ni siquiera para intentarlo. Aun así, fueron varias las ocasiones en las que gozamos del cibersexo.

Pero poco después de tres y medio años de hacer negocios con ellos, algo empezó a ir mal entre la pareja, los pagos empezaron a retrasarse y Andreu, pocas veces daba la cara. La inversión hecha por nosotros ya sumaba bastante dinero y no veíamos que regresara el dinero. Aun así, Ninna, jamás nos dio la espalda, tuve que viajar para arreglar la situación y así me entere que Andreu había desaparecido hacía más de seis meses con la mayor parte del capital de la pareja, dejando a Ninna y a su empresa casi en bancarrota, aun así, y bajo su dirección, el negocio seguía funcionando.

Para saldar la deuda que tenían conmigo, Ninna me ofreció quedarme con el departamento de Zihuatanejo y liquidar la diferencia poco a poco. El trato era justo y así me haría de un bien a un precio sumamente bajo. Además, eso reforzaría la amistad que había entre nosotros, pues también encontramos la forma de negociar ciertas compensaciones por nuevos clientes que nos hacía llegar.

Aprovechamos una temporada en la que el departamento estuviera desocupado, para planear una cena y un posterior encuentro, el cual habíamos esperado desde hacía casi un año y ahí mismo, cerraríamos el trato de forma personal. Ella se encargó de todo, mando a limpiar y arreglar el departamento, contrato a un chef y su equipo, para ofrecernos una romántica velada.

A sus 55 años, Ninna se presentó como una bellísima ninfa, con un vestido de fiesta largo, blanco sin mangas, con un tirante a un solo hombro y espalda descubierta, estaba radiante, su cuerpo casi tan blanco como la tela que lo cubría, su cabellera rubia hasta los hombros y sus bellísimos ojos que hacían juego con la pedrería de su atuendo, su sonrisa firme resaltando la belleza de sus aperlados dientes, su tórax y espalda sumamente delgados pero que seguían manteniéndose firmes, fruto del trabajo físico que a diario le daba a su cuerpo y a las dietas a las que se sometía, el resto del cuerpo me lo imaginaba en base a lo visto en varias ocasiones por un monitor, pero exquisitamente más bello al tenerlo en carne viva. Algo que no había notado anteriormente era su gran estatura que aunada a los zapatos altos que me imaginaba vestía en ese momento, hacían que me sacara casi toda su cabeza de alto. Y lo mejor de todo, es que mantenía ese aroma que me había impresionado el día que la conocí.

La velada fue grata y más la visión de aquella mujer, que estaba a punto de llevar a la cama, después de la cena, pasamos al balcón con vista al mar, para deleitar un vino de sobremesa y fue en ese momento donde iniciamos el preludio amoroso enmarcado por unos deliciosos besos con sabor fresco de mujer. Ella se descalzo, para nivelar nuestras estaturas y facilitar el contacto entre nuestros labios, pude percibir la desnudez de su cuerpo bajo la tela de su vestido y la consistencia dura de sus senos y nalgas, más el momento no era el adecuado para desvestirla, no así ella, que aprovecho ese momento para desnudarme el torso y besar con pasión mi pecho.

Pude sentir la presencia de su asistente, quien, de forma muy disimulada, le indico que la habitación principal estaba lista, por lo que me solicito unos segundos para prepararse y después alcanzarla en el dormitorio donde haríamos realidad lo prometido anteriormente.

Al llegar, el cuarto estaba iluminado solamente por la luz de varias velas, que permitía la visión suficiente para encontrarla únicamente vestida con un sexy camisón totalmente transparente sin ninguna otra prenda por debajo, eso era mucho mejor de lo que yo había visto anteriormente de ella. No había nada mejor que contemplar en vivo, la exquisitez de su cuerpo. Me pidió desnudarme lentamente mientras ella me observaba acostada en la grandísima cama que coronaba la habitación, yo me había preparado con un bóxer blanco que aumentaba la percepción de lo que había bajo de él, pero que con lo que estaba viendo, resultaba demasiado pequeño, para contener una gran erección de mi miembro.

El momento tan deseado y añorado por ambos, estaba a punto de llegar, los segundos se hacían días, instantes interminables. El silencio roto tan solo por los latidos de nuestros corazones, y la respiración profunda y excitada de nuestros cuerpos.

Caminé hasta el lecho y me senté a su lado, contemplando su silueta. Ella alargo su mano a mi rostro y lo acaricio al tiempo que conteniendo el temblor de su voz me dijo “Por fin, estamos juntos”.

Podía sentir el palpitar de mi pecho, podía notar también su corazón enloquecer, pero intentábamos contenernos, apenas brotaban palabras, tan solo suspiros. De pronto su boca se fue acercando a la mía, sentía la calidez de sus labios, yo los recibí con ansia y nos envolvimos en un apasionado beso, incontrolable, desmesurado, tierno y tímido a la vez. Apenas despegábamos la boca el uno del otro, como si quisiéramos comernos. Poso su mano sobre mi pecho e intento retirarme de ella, despegar nuestros labios “Espera Fernando”, me dijo.

Era increíble ver a una mujer madura en esa situación de ansiedad, cogió mis manos y las llevo lentamente hacia sus pechos, posándolas allí y me pidió que sintiera, que notara, el palpitar que provocaba en ella. Los dos sonreímos y nos dijimos quedamente que nos amábamos. Entonces nuestras bocas se volvieron a fundir en un beso abrasador. Recorríamos los labios con pasión, nuestras bocas abiertas al máximo como queriendo abarcarnos por completo chocaban en un baile húmedo y ardiente, mientras nuestras lenguas se abrazaban en la infinidad de aquel beso. Yo mordí sus labios, tomé su labio inferior entre mis dientes y estiré de él suavemente mientras su cuerpo me correspondía acercándose más a mí mientras dejaba caer ligeramente su cabeza hacia atrás. Con mis labios como guía pues tenía los ojos cerrados, fui descendiendo por su cuello, besándola, dejándole sentir mi boca, acariciar su piel, desde los hombros, la parte alta de su pecho, hasta la barbilla, terminando por morderla, para volver al punto de partida.

Regresé hacia sus labios mientras mi lengua acompañaba sus besos, lamiéndolos mientras yo la aferraba con más fuerza moviendo mis manos abiertas por toda su espalda, se los degusté milímetro a milímetro con mi lengua pudiendo sentir su entorno, jugueteando con ellos y empapándolos con la calidez de mi saliva.

Completamente excitado por su cuerpo, por su boca cálida, por el rozar de sus pechos sobre el mío, sentía como crecía en mí esa ansia de poseerla, levante su cuerpo, para que de un solo movimiento arrancarle la única prenda que la cubría, para luego dejarla caer sobre la cama, dejando caer mi cuerpo sobre el de ella. Mientras mis manos se perdían en la cálida piel de su cuerpo mi boca arrebatada por una pasión incontrolable recorría su vientre desnudo. Su perfume me envolvía, me hacía perder la razón, podía sentir su agitar interno como si se tratara de un fogoso torrente. Podía sentir el ardor de mi boca al bajar por su vientre, dejándome anestesiado entre su calidez y su excitación tan intensa, tan extrema que despertaba mis deseos más prohibidos. Mi erección era evidente, sentía mi sexo ardiendo, me ofuscaba entre el éxtasis de ese momento creciendo más en mí el descontrol. Mi pene estaba tan duro y mis manos tan inquietas acariciando su cuerpo que era como si deseara estrujarla entre ellas, quería beberme hasta la última gota de su existencia. Bajé mi boca hasta su sexo apoderándome de él, sellándolo con mis labios, mientras mi lengua recorría su volcánica cavidad. Anhelaba tanto ese momento. Su excitación también era patente, y su sexo estaba completamente húmedo, yo solo me perdía en la inmensidad del momento, me perdí entre sus piernas. Mi lengua la lamía con desesperación en todas las direcciones mientras poco a poco mis labios comenzaban a succionar y dentro de mí podía degustar el maravilloso sabor de su néctar. Mis manos subían desafiantes por su torso desnudo, una hacia su pecho izquierdo aferrándome fuertemente a él, y la otra hacia su boca, mientras profundizaba en ella. Ella cogió mi cabeza con las dos manos apretándola más hacia sí, haciendo que se perdiera entre sus piernas, mientras yo le daba a chupar mis dedos.

Ninna me retiró de ellas, me empujo para que fuera yo quien se acostara sobre la cama y pude sentir como bajaba por mi vientre y allí su aliento me hizo estremecer. Sin tocarme podía sentir como descendía hasta que tuvo mi sexo justo frente a su cara, podía notarla allí, yo cerré los ojos, impaciente, excitado. El roce de su rostro por mi sexo, tocándolo con adoración, paseando su cara por él, su cuello, sus pechos, asediándolo a caricias me hacía enloquecer. Hasta volver donde comenzamos, que era justo, su boca. Se hizo un suspiro, un momento de incertidumbre y se lanzó de repente hacia mí, mi sexo era rodeado con una humedad cálida, mientras sus dientes lo apretaban con suavidad sin llegar a morderlo, solo para hacerme sentir más prisionero de ella. La saliva recorría por completo el falo desde la punta hasta los testículos de una manera chorreante, empapándolo para que resbalara bien en su interior. Podía sentir el movimiento dentro de su boca, el succionar y la presión sobre mi glande. Aun hoy puedo notar su lengua haciendo círculos sobre la punta de mi verga haciéndola más poderosa, más dura, más impaciente, más sedienta de todo su ser. Aun puedo sentir degustándola con ansiedad, literalmente comiéndome haciendo de ese instante una mamada exquisita a la que no pude controlarme.

Retiré su boca de mi pene, la sujeté por los hombros y la volví a recostar, pero esta vez dirigiéndola de frente contra el colchón. Allí la obligué a abrir bien sus piernas y brazos, como si fuera a registrarla y coloqué sus manos bien abiertas justo entre la cama y la cabecera. Me incliné sobre su cuerpo embriagándome de su aroma, acariciándola desde sus manos y descendiendo poco a poco por sus brazos. En ese preciso instante ella levanto sus nalgas y me rogó, “Fer, fóllame”, suplicó que entrara dentro de ella, que la penetrara. Eso fue lo que hizo perder todo el poco control que aún me quedaba. Tomé mi verga con mi mano derecha y la dirigí con desesperación hacia ella, deseaba tanto que la recogiera en su interior, y de un solo golpe de cadera entré hasta el fondo, los dos lanzamos un gemido, y mientras mi cuerpo se tensaba pude notar como el de ella también se ponía rígido de placer, de esa manera, en ese instante la follé con un ardor desmesurado. El vaivén al entrar y salir de su profundidad me hacía lanzar gemidos que compartíamos los dos, era tal el deseo, la excitación, la pasión. Mis manos no dejaban de acariciarla, sujetándola por la cintura, y subiendo hacia sus pechos para tomarlos, acariciarlos, rozarlos, sentir sus pezones duros y excitados mientras le hacía el amor. Sentía su cavidad rodear como un anillo mi falo, apretándolo convulsionadamente para volver a soltarlo a cada segundo. Se hacía casi insoportable tanto placer. Sentía el escurrir de sus fluidos por mi pene erecto y el vibrar de su vagina al apoderarme de ella con más fuerza. Profundizaba cada vez más en su interior y más eran los gemidos que ella lanzaba, convirtiéndose poco a poco en gritos que intentaba controlar, cosa que hacia crecer la excitación en mí. Sentía como me invadía una fuerza extrema por mi falo y el movimiento me hacía empaparme más de ella, sentía su deseo interior y como su sexo no podía resistirse a mí. Eran gritos lo que ya comenzaban a surgir de mi garganta Estábamos llegando los dos al orgasmo de una forma bestial pues al sentir como ella empezaba a temblar y convulsionar, mi sexo deseó explotar. Tenía la necesidad de correrme, de soltar mis jugos en ella, de entregarle todo mi semen y que pudiera sentirlo. Por eso antes de llegar le pedí que los recibiera plenamente, y así lo hizo. Apretó mi verga con su vagina mientras me corría, pude sentir como lo recibía, como lo retenía dentro. Mientras ella caía en una serie de movimientos incontrolables de su cuerpo, que indicaban la llegada de un magro y prolongado orgasmo. Inmediatamente después me pidió recoger con mi boca los fluidos que emanaban de su chocho, para llevarlos a la suya. Y así saborear esa mezcla de nuestros fluidos, tomando sus mejillas entre mis manos, abrió su boca y yo dejé caer el contenido de la mía que bañó su garganta y sus labios.

Después de toda esa pasión los dos caímos rendidos en la cama, mirándonos mutuamente, abrazados con brazos y piernas, obligándonos a permanecer pegados de nuestros cuerpos, Sin decir palabra, en silencio, cavilando nuestros pensamientos. Recordando la promesa cumplida con creces y deseando que aquella noche no terminara. Así estuvimos hasta que nos venció el sueño. Si bien al despertar el desconsuelo se apoderó de mi ser al ver que me encontraba solo, vacío, ella se había ido y tan solo encontré una nota que había dejado bien visible sobre la mesita.

“Fernando, ha sido una noche maravillosa e intensa, siento mucho no haberte despertado, pero lo preferí así, quizás me da miedo el que no nos pudiéramos separar hoy. Amor, ¿sabes que te amo verdad? Pues que no te quede duda, me he entregado a ti como jamás me imagine y desearía que nuestros encuentros continuasen si tú lo crees conveniente cielo, eres maravilloso y he disfrutado de ti esta noche como nunca. Espero que desees volver a disfrutar conmigo otra vez. Te ama Ninna”

Como lo había pedido en ese mensaje, nuestros encuentros se siguieron dando por cinco años más, hasta que, al fallecer su primer marido, una de sus hijas junto con su yerno y dos nietas, vinieron a México, para vivir con ella y hacerse cargo del negocio.

Del departamento, solo puedo comentarles que jamás volví a usarlo para que llegaran ahí mis empleados, lo arregle para uso personal y de mi familia política. Y no solamente Ninna siguió disfrutando de él, sino fue lugar para continuar mis aventuras con Olga, mi pequeña empleada, que cuando decidió casarse lo uso como su nidito de amor en su luna de miel. Aparte de algunas otras historias que Uds. ya leyeron y otras que en alguna ocasión conocerán.

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