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Dany y su profesor de Geografía (3)

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Los tres se presentaron ante el profesor temerosos de ser castigados por alguna falta que hubieran cometido, y el susto creció cuando el señor Abaroa, después de invitarlos a sentarse a la larga mesa en una de cuyas cabeceras él estaba ubicado, les dijo: -Muchachos, lo ubican a Daniel Aguirre, me imagino.

Lencina, Reggiardo y Legnani intercambiaron fugaces e inquietas miradas y al fin Reggiardo mumuró: -Sí… Sí, señor Abaroa… -mientras los otros dos asentían con la cabeza.

-Está muy rico, ¿cierto? ¿vieron el culo redondo y gordo que tiene?

Los tres alumnos volvieron a mirarse cada vez más inquietos.

-No… no entendemos, señor Abaroa…

-Sí que entienden, muchachos, y tranquilos que no les estoy reprochando nada. Con lo rico que está Aguirre es lógico que ustedes se lo quieran comer.

-Señor, no sabemos si Aguirre le habrá dicho algo de nosotros, pero es mentira que… -alegó Legnani y Reggiardo se sumó: ¡Sí, señor Abaroa, es mentira que…!

-Chicos, insisto. –los interrumpió el profesor de Geografía: -No les estoy reprochando nada. No les estoy criticando que lo manoseen en los pasillos y en las duchas se le vayan encima para cogerlo.

-¿Él le contó todo eso, señor Abaroa? – se atrevió a preguntar Legnani.

-Sí, Aguirre me habló de ustedes después de habérmelo culeado ayer en casa.

La sorpresa estalló en gritos asombrados entre los tres alumnos: -¡¿Qué?! ¡¿Qué usted se lo…?! ¡¿Se lo culeó, señor Abaroa?!

-Calma, chicos, calma, no griten que alguien puede oír desde afuera. Sí, me lo culeé y quiero que ustedes también se lo culeen.

-¡¿En serio, señor?! –dudó Reggiardo.

-En serio, muchachos. –ratificó el profesor. –Yo lo hago ir mañana a la tarde a casa otra vez y ustedes se vienen y le damos entre los cuatro. ¿Qué les parece?

Los tres alumnos intercambiaron miradas ansiosas y todavía algo desconfiadas y finalmente Lencina dijo: -Y sí, señor Abaroa, nos parece bien… ¡Nos tiene muy calientes ese pibe!

-¡Perfecto, chicos! –aplaudió el profesor poniéndose de pie y regodeándose con lo que iba a ocurrir al día siguiente con Aguirre como víctima. “¡Cuánta leche vas a tragar, nene!”, pensó mientras despedía a los tres alumnos.

Al día siguiente, durante la clase, el profesor Abaroa dejó sobre el pupitre de Dany Aguirre un pequeño papel donde se leía: “Te espero esta tarde a las cinco en mi casa.”

Minutos después, Lencina leía en su pupitre otro papel del profesor Abaroa: “Ya lo cité para esta tarde a las cinco en mi casa. Vénganse los tres.”

En el siguiente recreo Lencina, Reggiardo y Legnani se ponían de acuerdo respecto de la cita de esa tarde en la casa del profesor Abaroa: -Che, nos encontramos a las cinco menos cuarto en la esquina, vemos cuando llegue Aguirre y después lo llamamos al profe por el portero eléctrico. –sugirió Legnani y los otros dos aprobaron.

Y así ocurrió. Cinco minutos después de la llega de Dany a la casa del profesor Abaroa los otros tres alumnos tocaron el portero eléctrico. Al escucharlo, Dany se sobresaltó: -¡Ay!, ¿quién podrá ser, señor Abaroa?

-Sorpresa, Aguirre… -contestó el profesor con una risita antes de responder la llamada: -Ya bajo, muchachos…

Momentos después, Dany se sorprendía con la aparición de sus tres compañeros en el dormitorio, donde se había refugiado. Iban precedidos por el profesor: -Bueno, muchachos, aquí tienen al nene…

-¡Ahora sí que no te vas a poder escapar, putito! –dijo Legnani y los tres se le fueron encima, como tantas veces en las duchas de la escuela.

-No, chicos, no, calma, ¡calma! –intervino el profesor.

-¡Con ellos no quiero, señor Abaroa! –objetó Dany mientras retrocedía ante el avance sus tres compañeros.

-Vengan acá, muchachos. –ordenó el profesor de Geografía. –Y vos oíme bien, Aguirre: lo que quieras o no quieras me importa un bledo, ¿entendés? Acá se va a hacer lo que yo decida y lo que decido es que a partir de ahora te vas a comer cuatro vergas, la mía y las de estos tres chicos. ¿Oíste?

Dany había escuchado a su profesor con expresión demudada. Por un lado, le disgustaba tener que entregarse a esos tres compañeros, pero por otra parte se sentía excitado ante la actitud firmemente dominante del profesor, que repitió alzando la voz: -¡¿Oíste, carajo?!

-Sí… sí, señor Abaroa…

-Muy bien, eso está mejor, ahora desnudate.

-Sí, putita, ponete en bolas. –lo humilló Reggiardo y los otros dos rieron.

-No me llames así... –se quejó el pobrecito.

-¡Cerrá la boca y desnudate de una buena vez, Aguirre! –le ordenó el profesor y el chico, desbordado de sensaciones contradictorias, comenzó a quitarse la ropa ante cuatro pares de ojos que lo observaban ansiosos.

Poco a poco iban apareciendo los encantos feminoides del chico, que provocaban expresiones encendidas en sus tres compañeros: -¡Qué piernas! ¡Mire que piernas tiene, profesor!

-¡Tenés piernas de nena, putita!

-¡Qué culo!

-¡Culo de nena para tragar verga!

A medida que se quitaba la ropa y provocaba esas reacciones en sus tres compañeros, Dany sentía que se excitaba, que ya no sentía rechazo ante la posibilidad de ser cogido por ellos, sino que, por lo contrario, ansiaba esas vergas sumadas a la de su profesor de Geografía. Descubrió que la humillación de ser usado sexualmente por esos chicos compañeros de aula que lo llamaban “nena” y “putita” lo calentaba sobremanera y al terminar de desnudarse temblaba de excitación.

-Bueno, chicos, vamos a cogerlo en parejas. Uno le da por el culo y el otro por la boca. ¿De acuerdo?

-Lo que usted diga, profesor. –convino Lencina.

-Vos conmigo, Legnani; y vos con Reggiardo. -Le dijo a Lencina.

Después le ordenó a Dany que se pusiera en cuatro patas en la cama, cosa que el chico hizo de inmediato.

-¿Qué preferís, Legnani? ¿el culo o la boca?

Legnani pensó un momento y luego dijo: -No, el culo, profesor… Llegué soñar con ese culazo.

-Perfecto, ahora desnúdense, muchachos. Dijo el señor Abaroa y fue en busca del pote de vaselina en el cajón de la mesita de noche.

-Tomá, Legnani, envaselinate bien la verga.

Cuando todos estuvieron desnudos las hormonas adolescentes de los tres alumnos se alborotaron ante la visión perturbadora de Dany en cuatro patas sobre la cama, listo para ser usado, y sin pensarlo se abalanzaron sobre él, pero el profesor intervino, furioso:

-¡¡¡BASTA!!! ¡¡¡BASTA, DIJE, VUELVAN ACÁ, MOCOSOS DE MIERDA!!! ¡¡¡ VUELVAN ACÁ O SE VAN INMEDIATAMENTE DE MI CASA!!!

Ante la amenaza, los tres parecieron tomar conciencia de la situación y se replegaron entre pedidos de disculpas que el señor Abaroa aceptó a regañadientes y poniendo en claro su autoridad:

-Que sea la última vez. ¿entendieron? ¡Soy yo quien manda, carajo!

-Sí, señor Abaroa… -aceptó Reggiardo mientras la verga de Legnani se veía bien erecta y reluciente de vaselina.

-A la cama, Legnani, ese culazo es todo tuyo…

-Gracias, profesor… -dijo Legnani y ágilmente trepó a la cama y se acomodó entre las piernas de Dany, listo para violarlo mientras el señor Abaroa se ubicaba de pie ante su alumnito.

Dany se estremeció al sentir el glande de la pija de Legnani pugnando por entrarle mientras el profesor le ordenaba que abriera la boca. La abrió para engullir la pija de su profesor de Geografía y empezar a chuparla ansiosamente.

Mientras chupaba, la verga de Legnani comenzó a entrarle y Dany sintió ese dolor intenso que conocía y que cuando la penetración se convertía en un ir y venir se atenuaba hasta casi desaparecer. Y así ocurrió. Todo fue goce para Dany con la verga de Legnani en su culo y la del profesor Abaroa en su boca y el chico se entregó a ese doble placer, olvidando su rechazo a coger con otros chicos. Ya eso dejó de importarle. Sintió con fuerza que quería pijas, sólo eso le importaba, cualquiera fuera la edad de quien lo cogiera.

Pensaba en eso cuando la leche del profesor Abaroa le inundó la boca y sin que se le ordenara tragar ese semen lo tragó todo, hasta la última gota, y mientras estaba degustando esa leche humana sintió los chorros de semen de Legnani en el interior del culo. Tan intensas sensaciones lo derrumbaron de espaldas en la cama, pero no pudo descansar mucho, porque muy poco después el profesor disponía que Reggiardo y Lencina se ocuparan de seguir dándole. Reggiardo eligió la boca y Lencina, después de untarse la verga con la vaselina que le alcanzó el señor Abaroa, se la metió sin miramientos haciéndolo lanzar un grito ahogado, porque tenía la pija de Reggiardo en la boca.

Fue una verdadera orgía que finalizó cuando Dany, ardiendo de excitación, le pidió permiso al profesor para masturbarse. La autorización le fue concedida y entre todos lo llevaron al baño para que se masturbara sentado en el inodoro en medio de las burlas obscenas que, lejos de molestarlo, lo calentaron aún más.

Después volvieron a llevarlo al living, donde mientras el profesor, Legnani, Reggiardo y Lencina se vestían, Dany permanecía desnudo para el regodeo visual de los demás.

Cuando estaban por irse, Legnani dijo: -Profesor, ¿Aguirre ya es nuestra putita?

-Por supuesto, muchachos, es nuestra nena putita y vamos a darle mucha pija de ahora en más.

-¡Grande, profe!

-¡Bien, profesor!

-¡Viva la geografía! –fueron los gritos de entusiasmo que se mezclaron con las carcajadas de los cuatro violadores mientras Dany seguía desnudo y con las mejillas ardiéndole de excitada vergüenza.

-Y una cosa más, profesor… -intervino Reggiardo: -En el recreo largo, ¿lo podemos llevar al baño para que nos chupe la pija?

-Claro que sí, chicos; vamos a hacer un uso intensivo de nuestra putita. Pero a ver, cuando quieran hacerle algo me lo plantean. Nada de actuar sin mi permiso. ¿Queda claro?

Los tres respondieron afirmativamente y la jornada finalizó con Dany temblando a la espera de que el profesor regresara de abrirles la puerta del edificio a sus compañeros.

-¿Querrá cogerme otra vez? – se ilusionó sintiendo y aceptando que su profesor de Geografía, ese perverso, lo había emputecido por completo.

(continuará)

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