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LAS FRÍVOLAS RELACIONES DE MALENA. I.

 

UNA RELACIÓN DE AMOR Y TORMENTO

Toda mujer hermosa si es liviana, dicen, es una maldición para su padre y su marido: Es como vivir desarmado al lado de un cofre de morocotas.

La infidelidad puede no ser deliberada… puede ser un trastorno genético… una salida… una solución momentánea… pero una solución al fin.

La relación entre Malena y Leo al principio se planteó como algo temporal sin pensar que fuera más que una dulce y placentera coincidencia sexualmente adecuada para ambos. Realmente no hubo un planteamiento inicial, sólo sucedió, y fluyó por el cauce normal: para él, como una forma de decantar su gula por lo lujurioso y para ella, en forma de un tierno substituto de los protectores que la habían abandonado: su difunto amante y su padre que la había execrado a raíz de su embarazo.

A Malena, además, le sirvió para aliviar su estrés post-traumático y abandonar el marasmo en el que se había sumido a consecuencia de todos los problemas que habían perturbado su existencia durante el año anterior.

Al irse cimentando, la pasión se transformó en amor –eso fue lo que ellos creyeron entender- apacible estorbo para el desarrollo de sus verdaderas naturalezas.

Se fueron enamorando, y acostumbrando, a la relación enfermiza que habían procreado entre ambos.

Esto desembocó en una situación sin salida, sin futuro y con pocas posibilidades de establecerse como relación normal. Desde el principio Leonardo se negó a divorciarse, no porque amara a su esposa – su segunda esposa-, quizá todo lo contrario, sino por el sentimiento que le causaría abandonar a sus pequeños hijos en manos de esta, pues la consideraba ineficiente en este aspecto, así como en muchos otros, pero era su esposa y tenía que arrear con ella por el bien de los niños; esto, nunca se lo quiso explicar claramente a Malena para no darle más argumentos en favor del divorcio: Ya había abandonado a los pequeños hijos procreados en su primer matrimonio, de ellos no volvió a saber después del divorcio: su ex desapareció con ellos.

Él también creía que -en el caso de un nuevo divorcio- simplemente el sentido de la flecha que ahora apuntaba en dirección esposa-Malena, simplemente pasaría a ser: Malena-esposa. Entonces, ¿por qué no seguir así?... había que darle tiempo al tiempo.

Malena, le demostraba asiduamente, que estaba cada vez más exigente respecto a las demandas que a él le hacía con el fin de mantenerlo controlado. Ella se había dado cuenta que el sexo era su más poderosa arma para lograrlo.

Ella, constante y continuamente, decantaba su enfermiza necesidad de protección, de atención y de apoyo en Leo, acosándolo con sus exigencias y su constante presencia en su vida mediante llamadas telefónicas a su oficina sólo para darse el gusto de tenerlo a la bocina –pendiente de ella- aunque no tuviera nada que decirle; le retrasaba irresponsablemente el momento de su salida del hotel usando cualquier razón para que llegara lo más tarde posible a su lejana casa… y él, que no tenía mucha voluntad para apartarla y exigirle normas acordes con su situación, la dejaba hacer, aunque iba acumulando presión que al estar la tetera llena de ella, produciría la explosión de la relación.

La realidad era que la relación era una farsa, basada en un intercambio de necesidades: ella le daba sexo y él le daba una falsa idea de estar protegida.

Realmente así son todas las relaciones.

Mientras tanto, la vida seguía con su sabio fluir…

LA RELACIÓN CON EL VIEJO Y NUEVO GRUPO.

Del grupo que desde su adolescencia formaba con sus hermanas y las amigas de éstas, solo quedaba Deisy que andaba un poco perdida por allí, pues acababa de regresar a Ciudad Jardín desde la capital, con su flamante título de Psiquiatra obtenido en la Universidad Central, y al volver a la ciudad de su niñez, la había conseguido casi vacía de amistades…. Sólo quedaba Malena las demás se habían ido.

Deysi había engordado un poco, pero su contextura siempre había sido del tipo “rellenita”, seguía siendo sexy, simpática, con un rostro bellísimo pero siempre serio que podía engañar a cualquiera y no se le había subido a la cabeza el título que ahora ostentaba.

Su presencia le traía a Malena reminiscencias de sucesos que habían quedado alojados en lo profundo de su sub consciente… goces nunca olvidados que juntas habían conocido en las tardes vacías entre las sombras de la habitación de sus hermanas.

Deisy siempre fue la protagonista de sus fantasías lésbicas de esos tiempos: las otras muchachas las llamaban: “Deisy y su perra”, pues se sometía incondicionalmente a sus caprichos sexuales que incluían ciertas extravagancias de dominación y posesión sadomasoquista.

El recuerdo de las diversiones en las que participaban ambas, aparte de las comunes del grupo, le causaban a Malena un vago sabor concupiscente que se alojaba entre sus muslos.

De ese grupo, Keni, su hermana mayor, se había marchado a los estados unidos con su esposo, un aviador gringo; Madi su otra hermana, se había “largado a Europa” según sus propias definiciones del asunto, para “no regresar jamás a este paisucho” y Marbella, viajaba por el caribe atendiendo el asunto de su carrera artística y al final había terminado por radicarse en Miami.

Shay y Mel eran sus amigas de los nuevos tiempos.

Habían cimentado una amistad -desde los tiempos de la universidad- basada en sus congruentes personalidades y puntos de vista.

Eran de una confianza y fidelidad absoluta, entre ellas. Deysi había sido anexada –honorariamente- al grupo, debido a su afinidad con Malena y a la amistad que las unía desde casi su niñez, además porque era la loquera de todas, especialmente de Malena que había comenzado a conseguir con ella las explicaciones de sus deficiencias mentales y el modo de encararlas y encausarlas.

Acostumbraban reunirse por lo menos una vez a la semana a conversar, beber unos tragos y disfrutar un momento de la intimidad de sus almas.

Mel, que había comenzado a trabajar junto con ellas en la sucursal de Gonzalo, se había retirado para dedicarse al ejercicio profesional privado y se había mudado junto con su esposo y su hijo a El Puerto, una -no muy- cercana ciudad, que alojaba el principal terminal portuario del país. Su marido había iniciado en ese lugar un negocio de transporte.

Aprovechando el raro hecho de que en ese momento Mel se encontraba por allí arreglando un asunto -que no les había precisado cuál era- decidieron darle cita para reunirse. Hacía muchos meses que no la veían.

Acudirían ellas tres a la cita antes de la hora que le habían prefijado a Deisy para adelantársele un poco y poder hablar con más holgura, no por desconfianza, sino porque Deisy exigía explicaciones detalladas de todo lo que no entendía, por carecer de la información que ellas sí manejaban por ser viejos recuerdos universitarios que Deysi no había compartido.

Mel arribó después que Malena y Shay. Ambas la miraron sorprendidas por su aspecto: Estaba delgada, ella, que era una mujer de anchas proporciones y grandes curvas, parecía a dieta…y su ropa muy usada.

La primera que reaccionó, como siempre, fue Shay: -¡vieja! ¿Estas quebrada? Te ves hambrienta…

Malena sonrió por lo bajo ante la salida de su amiga y apartó la vista de Melun poco apenada por la reacción instantánea que le notó de congoja, pero que inmediatamente apartó con una sonrisa.

Malena se ocupó de buscar al mesonero y pidió nuevos tragos. Mel era dura como el acero y no se quebraba por minucias.

-realmente hemos estado un poco jodidos, explicó Mel, al sentarse entre las dos, por estos tiempos no nos ha ido muy bien… últimamente… apenas flotamos, pero nos queremos y nos apoyamos… ¡ya saldremos del hueco!

Melbia

Mel se había casado con quien había sido su novio desde la niñez.

En la universidad había quedado preñada en uno de sus incontables deslices (su hijo y el de Malena habían nacido el mismo año) pero, a diferencia de lo que había sucedido con Malena cuando su padre había descubierto su estado de preñez, su familia… y aún el mismo novio, habían aceptado el hecho cumplido de su estado como un error que sólo quedaba aceptar.

La habían apoyado sin execrarla, culparla o regañarla y decidieron apoyarla para que el parto fuera algo lindo, la ayudaron e impulsaron para que pudiera terminar su carrera y al final se graduó y se casó con su novio de siempre, quien adoptó al niño.

Con el tiempo, después que ella ya estaba trabajando en la empresa, se decidieron por un proyecto que su marido tenía desde hacía tiempo para independizarse, pero que los obligaría a cambiar de ciudad y de forma de vida.

Ella lo apoyó, abandonó su trabajo y lo acompañó en su cruzada. El arranque había sido más difícil de lo esperado y estaban pasando malos tiempos.

Mel, una vez, que se había sabido preñada, se había retirado de la vida promiscua que había llevado hasta ese momento. No tenía idea de quien podría ser el padre de su retoño y esperaba a que naciera para ver a quién se le parecía, según le había confesado a sus amigas en ese momento.

Shay

Shay, por su parte, había llevado una vida sexual similar a la de Mel, de orgía en orgía, de una pareja a otra, de los brazos de un profesor a otro, de fiesta en fiesta.

Había quedado embarazada dos veces, lo que la había conducido a dos sesiones de aborto inducido casi seguidas, para evitar que su novio oficial, Carlo, que la idolatraba, detectara su estado.

Fruto de estos abortos mal hechos, por médicos incompetentes, en condiciones inapropiadas, había perdido la capacidad de procrear por una complicación que casi la lleva a la tumba.

Casaría con Carlo dentro de poco, con su previo conocimiento de su incapacidad física para procrear, él lo había aceptado basado en la explicación bobalicona que ella le endilgó, acerca de una enfermedad que de niña había sufrido y que hacía poco descubrió en unos exámenes de rutina que se había realizado. Él se la creyó o no le importó. No le interesaban mucho los niños, salvo por la obligación que había adquirido como único heredero, de procrear para extender la estirpe italiana que portaba en sus genes. Ya se les ocurriría algo.

Malena, se había librado de llevar una clase de vida parecida, por haber entrado en la universidad cuando ellas ya finalizaban su tercer año y ya estaban casi retiradas y por las obligaciones de fidelidad que había suscrito tácitamente al comenzar su relación con Félix, su viejo amante, que la mantenía como una reina y cuya violación le podría acarrear la pérdida de los beneficios.

Esta relación a Malena le había puesto un freno a las expansiones sexuales que ella inconscientemente buscaba cuando se sentía abandonada por Félix… aunque no del todo.

Había tenido algunos resbalones en los que se había salvado de ser fornicada sólo por milagro. Como le había pasado con el viejo profesor Azcunes.

Con otros profesores, cuyos nombres no recordaba, no pasó de besos, caricias profundas y alguna actividad oral a la que se había sometido para conseguir fines académicos. Con los compañeros de estudio nunca se relacionó a fondo debido a que no le gustaban los jóvenes de su edad y primordialmente a que Félix, su amante y protector, los había comprado a todos para que la espiaran… y ella lo sabía.

Malena y Shay dejaron conscientemente el tema incómodo de la situación económica de su amiga y a pesar de que estaban dispuestas a ayudarla, si se los pedía… sabían que nunca lo haría pues era de lo más orgullosa. Después se reunirían, a solas, para buscar una solución armoniosa al asunto.

Shay era siempre la más boyante, económicamente hablando, de las tres. Carlo, su marido, era rico y no le negaba nada. Por ello, había decidido -desde tiempo atrás- que a sus ahijados: los hijos de Malena y Mel, nunca les faltaría nada: pues a falta de hijos tenía sobrinos, les decía.

Sus amigas aceptaban sus esplendidas donaciones, regalos, ayudas, becas y todo lo que a ella se le ocurriera, por su manera de ser expansiva y excesiva y… como un rasgo de amistad más entre ellas, que incluía el hecho de demostrarle que sus hijos, eran los hijos de Shay también.

-¿y Carlo? Preguntó Melbia con sonrisa mordaz.

-putiando con sus putas, como siempre. Menos mal que no vino, porque insistía en venir a verlas…creo que a ustedes dos las tiene en la lista de espera para “pasarlas por el filo”, bueno ustedes saben qué filo es ese, se la pasa con una preguntadera por ustedes…

-claro somos tus amigas…interrumpió Mel con sonrisa indefinible.

-… ¡ay cállate! Qué amigas ni qué coño…respondió, ¡no joda! Continuo con su parla barriobajera, ¡ese no las perdona!...bueno, bueno…pero nuestra relación…ahí vamos…me quiere a su especial manera, me da todo lo que le pido y más… me aguanta mi carácter… y es bueno en la cama… ¿qué más se puede pedir?

Carlo era un hijo de italianos, novio de Shay desde tiempos inmemoriales a pesar de sus recurrentes separaciones a causa de su infidelidad crónica y congénita. Su padre era jefe, según se decía, de una familia mafiosa que manejaba casinos y otros centros de diversión, especialmente nocturna. Carlo era el único heredero y para que se fuera afilando en el mundo de los negocios, le habían asignado dos, de los tantos night club que la familia poseía, para que los regentara administrara y dirigiera.

Él, que era desde que tenía memoria un tipo rijoso, carnal y concupiscente, de pronto se había visto inmerso en un mundo de carne de primera. Rodeado de bailarinas y artistas que constituían un verdadero alboroto de carne maciza y frenética que giraba alrededor del “jefe”, y que acostumbradas a la promiscuidad del ambiente, lo enloquecían con sus atributos al alcance de su mano, que hubieran sido suficientes para enloquecer a cualquiera aún menos rijoso que él. A eso se refería su esposa.

Lo que ella no sabía, aunque se imaginaba, era que Carlo ya había ajusticiado a Mel (y…dos veces).

Por ella, sentía desde que la conoció, una especial debilidad y predilección.

Sus formas lo sacaban del poco control que sobre sus instintos ejercía cuando estaba con ellas. A pesar de que tanto Mel como Malena compartían el mismo tipo femenino: grueso; con grandes nalgas sólidas, macizas y esponjadas; senos no muy protuberantes, muslos pesados y bellas caritas de “yo no fui”… sólo diferenciadas por los colores que la naturaleza había escogido para decorar sus atributos.

A él le enloquecían las mujeres piel canela como Mel, de cabellera obscura y larga, de ojos negros y mirada pecaminosa, aunque, sus atributos, como los de Malena, eran su perdición. No es que a Malena no la tuviera en la lista, de espera, le encantaban sus modos, además de sus formas, pero era muy catira y él prefería perderse en los recovecos de la piel canela de Mel.

A Malena, no la había ajusticiado -como él llamaba a acostarse con una mujer- porque su extraña amistad con Shay se lo había impedido por el momento. Lo había intentado cada vez que la tuvo a mano y en la última de esas intentonas, casi lo había logrado… habían llegado bien lejos… era cuestión de esperar otra oportunidad, pues ya sabía que no era imposible… esa catira por lo que había sentido era mejor polvo que cualquiera de sus amigas.

Malena mientras oía la conversación de sus amigas, pensaba y recordaba el momento en que Carlo casi la raspa. Era un tipo hábil, enredador, simpático, tenía labia y era capaz de acostarse con su propia madre.

-…para mí… decía Shay en ese momento sin perder de vista las reacciones de sus hermanas después que había soltado la perla de la posibilidad de que Carlo ya las hubiera claveteado- …que ya a ustedes dos se las raspó…¡ese no las iba a perdonar!... teniéndolas tan a mano…¡putas!... ¡se cogieron a mí marido…!

Soltaron una carcajada… no muy natural… todas.

-a mí no me mires, contestó Mel esbozando lo que parecía una sonrisa, pregúntale a “la bicha” esta, dijo señalando a Malena.

El tema parecía jocoso, pero estaba muy engorroso y había que desviarlo.

Para conducir la atención de Shay por otros derroteros menos escabrosos -pues la mentira se nota en el cuerpo más que en la cara- pues todas sabían por experiencia que a pesar de lo experto que se sea mintiendo, el lenguaje corporal te traiciona… terminó por preguntarle a Malena:

-mira, “bicha” ¿y qué te estas acostando con Gonzalo?

-¿Quééé? Preguntó Malena tan sorprendida como asustada por la presunción… falsa por demás. Tan sorprendida… que pareció cogida en falta.

-¿estas empatada con Gonzalo…también…además de Leonardo…? coño mija, eres insaciable por allá abajo… báñatela con agua fría antes de salir de tu casa…le dijo Shay riéndose con su hablar ilimitado.

Mel se carcajeaba complacida por haber desviado el tema de las infidelidades de Carlo, en las que ella había participado… más por necesidad que por gusto… quizá tuviera que repetirlo… quizá… pues la necesidad tiene cara de perro y el orgullo no es para los pobres…

Malena, mientras tanto, ya se había recuperado del sorpresivo ataque de Mel -del cual conocía origen y razón-al fin y al cabo el escape del tema beneficiaba a ambas.

Le preocupaba que el murmullo de una irregularidad de ese tipo fuera tan popular que le hubiera llegado a Mel… si eso era así ¿Qué podrían imaginar de las demás… las que estaban allí?

Lo bueno era que Shay también se había sorprendido, pero esta sorpresa podría proceder del hecho de que como todas la sabían su amiga íntima, le escondieran las murmuraciones que corrían acerca de la naturaleza de sus relaciones con Gonzalo.

 -¿Cuánto tardarían en llegar los chismes a Leonardo? Si es que ya no le habían llegado y él la estaba cazando para botarla cuando tuviera una pequeña prueba, por demás fácil de conseguir… ¡coño, que peo!

-no viejitas, dijo tranquila, con picardía y sinceridad, es asunto de negocio solamente.

-¿y cómo es que no me habías dicho? Le preguntó Shay con un tono raro… como de… ¿celos?

-porque apenas estoy ingresando al negocio… quería estar segura de que me quedaría para contártelo como un hecho cumplido… si no me quedaba, entonces te lo contaría como un cuento que me pasó… además, tú con tus preocupaciones y tus dudas me hubieras impedido tomar una decisión justa… el negocio es bueno… déjenme explicarle de qué se trata… pero antes, Mel ¿cómo te llegó la murmuración…?

-me lo dijo la recepcionista cuando llamé para el asunto de mi cheque de las prestaciones sociales que aún no me sale y lo necesito urgente… por eso llamé y por eso me vine… si es necesario me acuesto con Lobelín, concluyó seriamente.

-no creo que sea necesario, terció Shay, dile a Malena… seguro que te lo consigue, concluyó con un dejo extraño en su voz.

-¿verdad Malenita? ¿Puedes hacer eso por mí? Acudió a su amiga esperanzada y suplicante… anda, di que sí…

-¡coño idiota! Por qué no nos habías avisado, respondió Malena haciéndose la brava. Ella sabía que el orgullo de Melbia era así. Mañana te ayudo, ¡tranquila! le dijo… se lo sacaré a Gonzalo aunque tenga que arrodillarme, pensó.

-pero no se lo vayas a… dijo Shay con su grosería habitual.

-gracias vieja, le dijo Mel alborozada y esperanzada, se ve que “tienes una cuquita muy sabrosita” que te puede conseguir todo lo que desees… ¿me la prestas?

Las tres se carcajearon relajadas, pues ya consideraba el asunto resuelto gracias a la cuquita sabrosita de su amiga. Brindaron en voz alta sin importarles la gente: ¡por las poderosas y sabrosas cuquitas!

-… ¿y…entonces? Preguntó Malena otra vez para volver al tema que le interesaba de las murmuraciones que la incluían.

-¡ah, bueno! Entonces le pregunté por los chismes más recientes y me lo zumbó descaradamente: “la que está bien, dijo imitando la voz de la recepcionista, es tu amiga Malena… ahora está en el “harén” de Gonzalo…

-¡ves, idiota! Interrumpió Malena alborotada, dijo: “harén” no dijo “cama”.

-¡ay sí! Miren a la paloma blanca y pura: las del harén se acuestan con el jefe… todas, profirió Shay alborotada.

-¡yo no! Refutó categóricamente Malena, voy a contarles cómo es el asunto si dejan la interrumpidera… que desde hace rato dije que se los iba a relatar… pide más tragos Shayla que esto es pa’ rato…resulta que… (Y se los explicó detalladamente durante más de veinte minutos de minuciosa descripción, sin omitir nada) sus amigas la escuchaban sonreídas, atentas y sorprendidas de que su amiga Malena se hubiera metido a puta por todo el cañón.

- ¡te van a preñar!, fue Shay la que primera que reaccionó al terminar Malena su relato, ¡te vas a meter en problemas con Leo!

-¡ay cállate! Le refutó Mel, eres un ave de mal agüero, con razón Malenita no te había contado un coño, ¡no seas negativa! Entonces se volvió hacia Malena y le preguntó: -¿Qué ganas?

-tripliqué mi sueldo, me divierto, bebida, comida, hombres bellos, regalos… perfumes… joyas… la protección de Gonzalo, bonificaciones, me han hablado de una beca… esta ropa que cargo y estas prendas ¿ven?, Valiosas ¿No? –se puso de pies y dio una vuelta para que sus amigas las admiraran en detalle, aunque ya lo habían hecho- bueno… regalos de admiradores.

-¿con cuántos te has tenido que acostar? Preguntó Shay.

Melbia permanecía sonriente y burlona ante la actitud de Shay que parecía una madre preocupada regañando a su hija… fue en ese momento que tuvo un fogonazo intuitivo: -¿Cómo no me había dado cuenta antes?... vean pues, pensó… pero no es mi problema… ellas son mis hermanas.

-hasta ahora con dos… bueno, con cuatro… porque con el ultimo no fue acostada sino de pie, de resto, pura lengüita y labia; algunas lamidas y muchos manoseos que siempre he podido controlar… bueno menos la última vez… que me resbalé… pero es que ese tipo…

-vas a engordar, te van a salir arrugas, interrumpió su narración la preocupada Shay, te pueden preñar o enfermar… ¡te van a preñar!

-lo que te va a pasar con toda seguridad -interrumpió Mel con una carcajada cantarina de las suyas y que le salían del corazón- es que te vas a poner más puta de lo que ya eres...

-Yo no soy puta, bichas, putas son ustedes… en eso me llevan una gran ventaja… ¡idiotas!

El ceño fruncido de Malena, les arrancó nuevas risas a sus amigas.

continúa en el próximo pedazo...

by leroyal

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