Nuevos relatos publicados: 13

Paradise

  • 15
  • 9.176
  • 9,38 (8 Val.)
  • 0

—Vale Lucas, si, si lo recuerdo.

—Con quien me toca entonces?

—No la conozco? Pero como se llama.

—Vale vale, confío en tu palabra, espero que me guste trabajar con ella como dices.

—Te veo luego chao.

Colgué el teléfono me levante de la cama empapado en sudor, abro la llave de la ducha y el sonido del agua caer relaja mis oídos. Aun zumban de anoche. El trabajo en los bares de copas es así, horarios de vampiros, mucho frenesí y situaciones incomodas. Pero se gana mucha pasta y se conocen muchas chicas.

Listo para otra batalla, salgo de casa con energía e intriga. ¿Quien será esa persona de la que hablaba Lucas? Pronto se resolverían mis dudas.

Entro al Paradise, saludando a los fijos, que ya han empezado la fiesta. Lucas me espera al otro lado de la barra de cocteles. Chocamos las manos, se me acerca al oído

—Estas preparado? (me dijo con cara entusiasmada)

—Preparado para que, hoy no hay fiesta especial ni nada.

—Sí, sí que la hay. Además, os vais a tener que pegar por las propinas. Tú compañera de hoy es una leyenda.

—Pondremos a prueba su nombre jajajaja.

Me metí hacia el departamento del almacén para los empleados. Tenía que cambiarme y ponerme la ropa del bar. Entre quitándome la camiseta, dándole una patadita a puerta. Acabando de quitármela escucho una voz sin poder ver, al sacarla veo una mujer de espaldas en sujetador.

—Llama antes de entrar, no trabajas solo sabes. (me dijo de espaldas).

—¡Perdona! Es la costumbre, ¿tú eres la nueva no?

—Si… Soy Carmen (me dijo mientras acababa de ponerse la camiseta blanca de Paradise girándose)

Me quede helado, esa chica... esa chica estuvo anoche en el local. No paraba de mirarme, cada vez que levantaba la vista da igual donde estuviera me miraba, dos ojos marrones oscuros. Infinitos. ¿Por qué lo hacía?

—En... Encantado, me acerque dándole un beso en la mejilla. Dicen de ti que eres una leyenda, ¿me vas a decir por qué?

—Esta noche te darás cuenta. (Me dijo esbozando una grande sonrisa y guiñándome un ojo) Mientras salía de la habitación moviendo el culo embutido en una falda vaquera.

—Oye, anoche estuviste aquí y no dejabas de mir... (se fue sin dejarme preguntar)

Sonaba la música. Así que aproveche para preparar los limones, limas, hielo y hierbabuenas para las bebidas. Cuando llego la hora critica salí a la barra para empezar a ayudar. Cual era mi sorpresa cuando el bar ya estaba bastante lleno, y nadie había entrado a avisarme. Todos los clientes estaban en la barra y las mesas con su bebida en la mano.

Carmen parecía que se tele trasportara por la barra, preparaba los cocteles servía cervezas, todo a una velocidad increíble, con una sonrisa de lado a lado y una trenza colgándole por la espalda. Verla con esa dirigencia realmente me excito. Me puse manos a la obra

La noche en Paradise fue la más movida que recuerdo, gente hacia cola fuera para tomar sus copas, nos movíamos detrás de la barra con una danza frenética de hielo, botellines de cerveza y cocteles. Y si algo tiene la barra del Paradise es que es pequeña, el cuerpo de Carmen y mío apenas tenían espacio para cruzar de un lado al otro de la barra. Nos pasamos prácticamente toda la noche rozando nuestros cuerpos, cada vez que pasaba rozaba mi paquete contra su culo o su pecho contra el mío. Cada vez que se agachaba a coger algo de los estantes inferiores, podía ver asomar el filo de su culo y un tanga rosa fucsia que llevaba. Tanto eran los roces, acompañados de algunos tragos que me invitaban las chicas que venían al local, que acabe teniendo que ocultar una erección bajo el pantalón. Con la esperanza de que la barra me ocultaría y Carmen tuviera demasiado trabajo como para darse cuenta.

Pasadas las 3 el bar ya no tenía tanto movimiento, había un concierto fuera y el flujo de clientes se concentraba más en la barra de Lucas. En uno de esos paseos, pase por detrás de ella después de cobrar mientras ella subía una caja de cervezas a la barra, se desequilibró cayendo hacia atrás encima de mi cadera, el bulto de mi erección por cuestión de segundos paso por debajo de su minifalda tocándole los cachetes del culo. Logre levantarla con la caja incluida apoyándola encima de la barra.

—Estas bien? Ten cuidado estas mierdas pesan muchísimo. Le dije

—Eh? Si. Me decía mientras se incorporaba acomodándose la camiseta y mirando hacia mi entrepierna.

—Pero tía que has hecho?

Uno de los botellines se había roto con el golpe y había caído sobre su camiseta, que ahora marcaba mucho sus pechos y los pezones duros por el frio del aire acondicionado.

—Este va a ser tu truco esta noche? Realmente son unos atributos para llamarte leyenda JAJAJAJA. Vas a tener que esconderte un poco, así no habrá quien me pida ni una copa, y tendrás que trabajar por dos! Le dije riéndome.

— Payaso, no ves que ostia me he dado. Además, ¿crees que no he notado eso duro que tienes ahí abajo? No soy la única que tiene que ocultar cosas. Voy a tomarme un respiro

Se giró, metiéndose en la cocina mientras cogía un puñado de hielos de una cubitera y abría una cerveza helada. Desde fuera de la barra nadie podía ver lo que pasaba dentro de la cocina, pero yo tenía una vista completa.

Carmen, se sentó encima de uno de los barriles, le pegó un largo trago a su cerveza con su cuerpo mirándome de frente... Con su otra mano cogió el hielo y empezó a pasarlo por su cuello mientras con los ojos cerrados levantaba la cabeza. EL hielo se fundió como si lo tirases en lava, las gotas de agua volvían a mojar su escote. Lo metió debajo de su camiseta y bajo la mano por encima de ella rodeando los pezones muy marcados. Paso por encima de las costuras de la falda, abrió las piernas y metió la mano entre sus muslos. Desde mi posición veía una escena digna de una fantasía, la mano desapareció en la sombra de su falda, moviéndose en círculos cuando, la saco llevando dos dedos a su boca, sacando la lengua y abriendo los ojos mirándome fijamente. Como si supiera desde el primer momento que yo estaba viendo cada uno de sus movimientos. Dio un salto, bajando del barril, sin dejar de mirarme se dio la vuelta y se perdió por la puerta del almacén.

El bar empezó a llenarse de nuevo, el concierto había terminado pero la noche aún tenía muchas cosas que contar.

Recomponiéndome de la escena que acababa de ofrecerme mi nueva compañera de batalla, con una erección descomunal. Respire hondo durante 10 segundos e intente concentrarme en la nueva marabunta de clientes que pedían sus copas. Lucas desde el otro lado de la barra me hizo un gesto con su mano de aprobación celebrando la caja que estábamos haciendo cuando escuché la puerta de la cocina. Girándome hacia la puerta Carmen apareció a mi lado, con una camiseta limpia puesta, y me dio unas caderas de broma desplazándome mientras me decía.

—José, ten cuidado, que vienen curvas. Y me saco la lengua

Cobre un par de clientes, sin poder apartar la mirada de Carmen. Esa chica llevaba desconcertándome con cada uno de sus gestos desde que anoche cuando vino con sus amigas se quedara mirándome desde un rincón durante toda mi jornada.

En un momento, Carmen se agacho una vez más a coger las copas de el estante de abajo, me prepare una vez más para contemplar esas magnificas, cuando al doblar la espalda apareció su sexo desnudo. SE HABIA QUITADO EL TANGA. Pude ver los labios totalmente depilados y húmedos, mi pantalón iba a explotar. Cuando se levantó, lleno las copas con hielo, ginebra y acompaño dos tónicas. Cogió el billete girándose hacia mí, que estaba de espaldas a los clientes.

—José puedes cobrarme esto? Son dos gin-tonics.

Mientras se acercaba a mí, metió la mano en un bolsillo del delantal. Con sus manos cerradas, mientras yo la miraba esperando el dinero se acerca mucho a mí, puso las manos en el botón de mi pantalón, metió la mano y rozando mi miembro duro con sus llenas dejo caer algo.

Me quede congelado, por el miedo que tenia de que nos pudiera haber visto algún cliente y por el empalme. Se apartó para cobrar a otro cliente. Metí mi mano dentro del pantalón y estirando saque el tanga, lo había metido, estaba empapado.

Se empezó a escuchar griterío en la calle. En estas fiestas suelen haber castillos, todos los clientes con sus copas salieron rápidamente del local, para verlo, mientras yo acababa de apuntar en la libreta de la caja las faltas.

Me di la vuelta y Carmen estaba de espaldas a mí, con los brazos apoyadas en la barra. Dio un paso atrás empujándome hacia la pared. Su culo justo enfrente de mi miembro, paso la mano por detrás, llevo su mano hasta mi bragueta, bajo la cremallera, y metiéndola agarro mi miembro con su mano sacándolo del pantalón para meterlo debajo de su falda.

Nuestros sexos se acariciaban, aprovechando la humedad que ella traía y mi erección, se empaparon rápidamente. Ella levemente movía las caderas hacia adelante y atrás. Desde fuera apenas se veía que estábamos haciendo, se veía dos personas que miraban hacia la puerta.

Desde mi posición, veía la trenza de Carmen caer por su espalda, con el brillo de los fuegos artificiales reflejándose en las copas del bar.

En un rápido movimiento Carmen, hecho la espalda hacia adelante y con su mano se lo metió dentro de su sexo con un fuerte suspiro. Varios empujones rápidos haciéndome notar el calor y la presión de su sexo, interrumpidos por los aplausos que señalaban el final del castillo. Carmen rápidamente se incorporó, bajo su falda, yo guardé todo y subí mi cremallera, se giró hacia mi oreja.

—Esto no va a quedar así. Y me metió la lengua en ella para darse la vuelta.

La noche se me estaba haciendo eterna, quería cerrar el bar ya y saber que de toda esta aventura era verdad y porque estaba perdiéndome en un mar de lujuria con esta chica desde la imaginación del día anterior.

Pasaron las horas entre nuestros juegos de barra, roces y copas bajas. Hasta que llegó la hora recogiendo ya las ultimas copas. Lucas se acercó a nosotros desde el otro lado, me tiro las llaves.

—Hoy cierras tu cabronazo. Que ayer bien que me dejaste aquí solo.

—¿Contaba con ello, esa morena es para ti? (Pregunte mientras señalaba a una chica de largo pelo y un vestido apretado que estaba en la puerta).

— Si ojitos, hoy he triunfado, así que ya puedes dejar esto como una patena porque el campeón se va a marcar un tanto. Y en cuanto a ti (dijo señalando con el dedo a Carmen que estaba sentada en un taburete al otro lado de la barra).  Lo que decían de ti es cierto, el trabajo es tuyo si lo quieres. Aunque entendería que con este capullo como compañero no quisieras JAJAJAJA. ¿Mañana me dices algo SÍ?

(Carmen asintió con la cabeza)

Lucas se dio la vuelta, ando hasta la puerta mientras yo le seguía y desapareció con su morena trofeo dando un portazo.

Cerré la puerta con llave y me giré. Carmen con las piernas cruzadas encima del taburete, levanto la vista mientras abría la pierna dándome una vista increíble. Ande rápidamente hacia ella la cogí de la cabeza y la bese apasionadamente. Nuestras respiraciones se solapaban, nuestras bocas abiertas jadeando fuertemente. Le quite la camiseta, mirándola ataque a su cuello mordiéndolo, mientras ella pasaba sus manos por mi espalda y me cogían del pelo.

Desabroche su sujetador liberando su pecho, aproveche para cogerlos entre mis manos suavemente mientras besaba su cuello y mi barba rozaba su piel.

Levanto mi camiseta desde atrás, quitándomela, apretándome hacia ella para rozarnos ahora sin tela como tantas veces lo habíamos hecho los dos detrás de la barra esta noche.

Metió otra vez la mano dentro de mi pantalón cogiendo mi miembro duro, lo saco por encima del pantalón moviéndolo arriba y abajo, cogiéndolo fuertemente lo acerco hacia adentro de su falda rozándolo con su sexo de nuevo otra vez mojado, intenso. La bese fuertemente, cuando al separarme de ella me mordió el labio haciéndome mucho daño.

— Tu eres de armas tomar verdad. Le dije

—No te haces ni la mínima idea. Me dijo mientras levantaba su falda.

Tome entre mis manos su culo, levantándola hasta la barra y sentándola encima. Su sexo quedo a la altura de mi pecho, ella abrió las piernas subiendo los pies a la barra.

Hundí mi cabeza entre sus muslos, besé el interior de los mismos hasta acercarme a su sexo. Aprontando con mis dedos su culo la empuje hacia mi hundiendo mi lengua en sus labios.

Carmen gimió fuertemente de placer, escuchándose en todo el local. Algo que me volvió loco.

Ella cogía mi pelo, apretaba mi cabeza hacia su sexo moviéndolo, mientras yo con mi lengua daba vueltas alrededor de su clítoris empapado, saqué mis manos de su espalda y las subí, mi mano derecha fue a su boca, buscando acariciar su cara y mojar los dedos en su lengua. La mano izquierda cogió uno de sus pechos, bajé mi mano derecha mojada con su saliva, di una suave vuelta por su sexo, metiéndole los dedos. Una vez más el gemido resonó.

Mis dedos entraban lentamente de su sexo, mientras con mi lengua daba vueltas a su clítoris, ver su cuerpo encima de la barra era increíble, mi miembro duro rozaba contra la pared preparándose.

Necesitaba follarla. Levante una vez su cuerpo cogiéndola en el aire, la acerque a una de las mesas que habíamos arreglado y la tumbe, sobre ella, separe sus piernas, acerque su culo al borde la mesa, apoye mi miembro en la entrada.

Me rodeo con sus piernas, apretándome muy lentamente y cogiéndose los pechos me dijo:

—Dame caña.

Empujo fuertemente sus piernas hacia ella, metiéndosela provocando que ambos gimiéramos. Empezó a hacer el movimiento lentamente, para que mi miembro se mojara mientras con mi mano jugaba con su clítoris, cada vez más fuerte, iba empujando, sus pechos rebotaban. Saque sus piernas de detrás mía sujetándolas con los manos mientras seguía empujando ahora más intenso. Mientras ella gritaba de placer, el sudor bajaba helado por mi espalda. Tuve que separarme, estaba perdiendo el control. Los dos nos miramos respirando muy fuerte, nos entró una risa tonta por el esfuerzo, a carcajada limpia, Carmen se incorporó, me beso los labios… más lentamente el pecho. Fue bajando por mi vientre hasta ponerse de rodillas.

Miraba hacia abajo y veía sus labios carnosos, cogiendo con su mano mi miembro y acercándolo a su lengua, metiéndoselo en la boca. Tire mi cabeza hacia atrás, las piernas me temblaron.

Empezó a bañarlo, su saliva, estaba por todo el brillaba con las luces de la sala. Cerraba los ojos haciéndolo con fuerza, notaba la presión de sus labios en cada centímetro.

La cogí de la cabeza, arremetiendo con fuerza contra su paladar, ella aprovecho para bajar sus manos y tocar su pecho. Apoyándose, se levantó dándose la vuelta, aparto una de las sillas levanto una de sus piernas, inclinándose hacia la mesa. Invitándome.

Me puse detrás de ella, bajé mi cabeza pasando una vez mi lengua por su sexo, y subiendo por todo el recorrido de su precioso culo.

Le pegué una pequeña palmada, puse mi miembro otra vez en la entrada y empuje con fuerza, Carmen se dobló y gimió. Empezó a apretar su culo mientras fuertemente empujaba. Ambos gemíamos, nuestras voces se convertían en un sonido constante.

—Más Mas Mas Mas Mas

Veía como los dedos del pie que estaba encima de la silla se encogían. En un último esfuerzo apreté más fuerte, para conseguir la máxima erección.

—No no, no pares dame dame dame.

Grito, muy fuerte, mientras ambos nos corríamos, su sexo apretaba el mío como un abrazo, mojado caliente imposible de parar. Apoye mi pecho contra su espalda. Besándola. Intentando recomponer el equilibrio.

Los comentarios me ayudan a mejorar. 

Gracias por leerlo.

LordK 2016

(9,38)