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El novio negro de mi hermana −2

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—¡Ahora me voy a pasar la mano por todo mi gran rabo, lentamente, de arriba abajo mientras te meto los dos dedos por el culo, lechosa de mierda–decía en voz alta, sin creer que mi hermana, dado el éxtasis en que se encontraba, se hubiese enterado. Solo lo decía para que yo me enterase. ¡Joder…! ¡¿Lo que tenía en la cara era…!? ¡Mierda…! El cabrón ahora me estaba pasando toda la raja del culo por la cara, mientras se estimulaba esa enorme barra de carne y sus grandes huevos se posaban sobre mi cara.

Podía inhalar el olor a macho que desprendían esos enormes cojones que pincelaban toda mi cara para, posteriormente, dejar paso al perineo e ir deslizando toda la raja del culo hasta el ano, el cual se recreaba en pasarlo por toda mi boca y mi nariz, la cual quedaba impregnada de un olor…no a sudor…era un olor…que despertaba en mí…no sé…esos enormes huevos….ese enorme rabo negro sobre mi cabeza, amenazante…

El sonido de lo que venía a ser una sonora nalgada, me hizo volver a la realidad.

—¡¡¡Menuda blanquita come pollas estás hecha!!! —Le decía Kevin a mi hermana —¡¡¡Siendo follada por un buen rabo de chocolate a cuatro patas en la cama, con tu propia hermana en ella, guarra, tenía que darte vergüenza!!! —Le decía mientras le nalgueaba.

Con la poquísima luz que entraba por la única rendija que tenía la persiana proveniente de la farola de la calle, pude entre abrir el ojo y ver como estaba follándose a mi hermana literalmente sobre mi cabeza, a un centímetro por encima de mi cara se encontraban los grandes huevos  de Kevin balanceándose y el gran culo de mi hermana con el pijama y las bragas por las rodillas, siendo penetrada por ese gran miembro de ébano, el cual martilleaba sin compasión el coño y el culo, alternando los dos agujeros, sin saber mi hermana por donde le iba penetrar en cada momento esa tremenda y venosa barra de carne, si por el culo o por el coño, la cual recibía unos grandes envites que hacían moverse toda la cama y a mí con ella.

—¡Aaaaaaaahhhhhhhhhhhhh! ¡Aaaaaaaahhhhhhhhhhh!

¡Qué gustooooooooooooo! —Gemía mi hermana con un placer envidiable.

—¡¿Seguro que tu cuñado es un mierda, verdad?! —Le pregunto a bocajarro a mi hermana mientras le follaba el coño.

No creía que mi hermana entrara en ese juego, no era su estilo.

—¡Ooooohhhhh! ¡Uuuuufffff!  ¡Ssssiiii… eeesss… uuuun… mierdaaa….! —Respondió mi hermana ante mi asombro.

—¿¡Tu hermana es una zorra como tú, verdad marrana!? —Le preguntó Kevin.

—¡Ssssiiii…miii…herma…na…eeesss…unaaa…zorraaaa…! —Contestó mi hermana con una voz como de pitufo...me daba la impresión que  hubiera tapado su nariz o le estuviera agarrando de esta durante la tremenda follada, supongo que agarrándola con los dedos de los orificios hacia arriba, me la estaba imaginando así, con una mano fuertemente agarrada del pelo y, con la otra, usando Kevin los dedos de la mano como si fuera una argolla tirando de los orificios de su pequeña naricita hacia arriba, como una cerda. 

—¡¡¡Te voy a comprar un consolador de la medida de mi rabo para follarte con ella esa garganta de guarra mientras te follo por el culo, marrana!!! —Decía a mi hermanita mientras se le oía tener fuertes arcadas y unos chasquidos de lo que parecía provenir de la boca mezclados con tos y gárgaras, intuyendo que le estaba metiendo los en la boca follándosela.

—¡¡¡Aaaaahhhhh!!! ¡¡¡Oooooohhhhh!!! ¡¡¡Me corooooo….!!! —Los gritos eran exagerados, con clara intención por su parte de que yo lo oyese —¡¡¡Ahiiiiiiiii vaaaaaaa!!! ¡¡¡Todooo dentroooo del culooooo guarraaaa!!! ¡¡¡Aaaaaahhhh!!! —Dio un último berrido.

Cuando se hubo corrido en el culo de mi hermana, el cabrón fue sacando lentamente todo el cipote…esperaba que no lo hiciese del todo…¡El hijo de puta va a…!

De golpe comenzó a caer en cascada, sobre mi pobre carita, un río de semen proveniente del culo de mi hermana, la cual no era consciente de donde estaba siendo depositado, cayendo todo el semen directamente sobre ojos, boca y nariz, dejando mi rostro hecho una masa espesa y blanquecina, con un fuerte olor a coño…mezclado con el olor a culo de mi hermana…era asqueroso, era…no podía más que hacerme la dormida por dignidad, haría un ridículo espantoso si ahora me levantase así. Tenía la necesidad de quitarme ese espesor del la nariz, no podía respirar bien y  la leche del cabrón se me iba a meter en los ojos si los intentaba abrir, por no decir mi boca…esto era humillante, degradante, follando en mi cara literalmente para recibir una riada de corrida directamente en mi cara. De pronto noté que caía más cantidad sobre mi cara.

—¡Espera, quieta ahí, empina bien el culo que te voy a sacar toda la leche que te he dejado en el ojete! —Dijo Kevin, metiendo un dedo en el interior del culo para sacar hacia afuera todo el semen que le quedaba y que continuara cayendo sobre mi cara.

—Kevin…cariño, a ver si lo vas a poner todo perdido y mi hermana se va a encontrar con toda la guarrería esta en la cama, que ya es un milagro que no se haya despertado —Dijo en voz baja mi hermana, que hacía dos minutos estaba gimiendo como una puta sin importarle mucho mi somnolencia llamándome zorra y, a mi pobre marido llamándolo mierda mierda.

—Tranquila, está todo controlado, no he manchado las sabanas, lo tenía previsto —Dijo de forma sarcástica el sinvergüenza.

Mientras mi hermana seguía con el culo en pompa, mirando hacia la pared, el cabrón de mierda tuvo la desfachatez de pasar sus dedos silenciosamente por mi cara y extender todo el semen por ella a modo de mascarilla.

—No sabía que tu hermana usara mascarilla —Dijo el gilipollas a mi hermana, la cual se volvió levantando su pantalón para cubrir su castigado y bien follado culo y, acercándose a mi cara:

—Con la poca luz que hay no llego a apreciar nada —Dijo mi hermana acercándose a mi cara.

—Espera… —Dijo Kevin —¡¡¡Flaaaaaasssshhhh!!! ¿Has visto ahora? —¡¡¡El retorcido había cogido el móvil y, en vez de encender la linterna,  había hecho una foto con mi cara cubierta de semen con un flashazo!!!

—¡Joder, que pinta de pringosa tiene esa mascarilla! —Dijo mi hermana con voz de asco.

—El maricón de su marido gana pasta, como la tiene mal follada lo compensa con gilipolleces —Dijo Kevin, todo ello mientras me miraban hacerme la dormida, con toda la cara cubierta de semen.

—Si no le vi acostarse con mascarilla ¿Cuándo se la puso? —Preguntó mi hermana.

— ¡Ah, ya recuerdo! Esa es una mascarilla que es carísima, le he visto el bote vacío antes en la basura y ponía que es a base de algas comestibles y soja, que solo puede aplicarse durante 1 hora y después no se tira, directamente puedes comértela, solo los pijos que van de sobrados la tirarían, es carísima —Dijo el mentiroso de Kevin, eso sí, me había  echado una mano, de lo contrario a mí no se me hubiese ocurrido nada, ya que mi hermana sabe que jamás he usado mascarilla y así con lo del “solo puede llevarse puesta 1 hora” que había inventado me podría quitar esta masilla —Espera, parece que se despierta —Dijo Kevin, comenzando a darme empujones para que me despertase —¡¡¡Julia!!! ¡¡¡Julia!!! —Comenzó a gritar mientras me movía dando empujones a mi hombro.

Como pude entre abrí la boca para contestar, sin que me entrase mucha viscosidad, aunque me costaba abrir los ojos, por lo que entre abrí solo uno.

—SSSiii…dime…  —Dije simulando estar medio dormida, o por lo menos lo intenté, sin mucha credibilidad.

—Oye, que te has dejado la mascarilla puesta y, me pareció que ponía en el bote ese que tiraste a la basura que solo la podías tener una hora —Dijo Kevin haciéndome respirar de alivio.

—¡Ah! Sí…gracias…¡Uuufff! Es verdad —Dije falsamente intentando incorporarme.

—Le decía a tu hermana que esa mascarilla es muy cara ¿verdad? ¿No es esa que he visto yo anunciar que se llama “Lacome”, hecha a base de soja y algas comestibles que son un manjar? —Me dijo mirando hacia mi hermana.

—¡Ah…s…siii…eso es…! —Contesté restando importancia a esa chorrada, mientras me sentaba en la cama con toda la cara y los parpados llenos de pegotones blancos lista para ponerme de pie.

—Pues venga —Me dice Kevin mirándome fijamente con seriedad.

—¿Cómo…?¿Qué…? —Contesté, como dándome tregua para buscar una rápida contestación que no pudo procesar mi cabeza.

—Que te la comas. ¿O eres una pija a la que le gusta derrochar el dinero, cuando eso que llevas en tu carita vale una pasta y es comestible? ¿Te crees de un estatus social más alto que nosotros? —Dijo el cabrón, sabiendo de sobra que no podía recular, no tenía salida, sabía que había sido consciente de donde provenía esa “mascarilla” y me deje hacer, lo hice por mantener mi dignidad y eso mismo me está llevando a perderla.

—Noo…no…yo…ssi…me la co…mo… —Dije con un hilo inaudible de voz, pausando mis movimientos, rezando para que en cualquier momento alguien detuviese esto o interrumpiese.

Al ver que eso no pasaba, ante la atenta mirada de mi hermana y Kevin, este último con cara de satisfacción, fui llevando un dedo hasta la mejilla y lo deslicé sobre ella recogiendo unos gruesos pegotes de “mascarilla”, el cual, haciendo de tripas corazón, lleve lentamente hasta mi boca y lo introduje, aunque lo deje bajo mi lengua para evitar tragar esa porquería salida del culo de mi hermana y del cipote de su novio. Un sabor amargo inundó toda mi boca, un sabor fuerte y nauseabundo.

—¿Está rico, verdad? —Preguntó Kevin irónicamente sonriendo.

—mmmmmm… —Contesté asintiendo con la cabeza, evitando tragar la masa blanquecina.

—Ya me dirás como se llama Julia —Le dijo su hermana.

—Pero venga coño, come más —Me dijo Kevin, por lo que volví a pasar mi dedo por la otra mejilla y repetiendo la operación, volviendo a recoger otro montón de grumos para proceder a meterlos en mi boca y alojarlos también bajo la lengua.

Kevin no pareció muy satisfecho, por lo que se acercó hacia mí y pasó todo el canto de la mano por mi cara de arriba a bajo hasta la barbilla bajo la que situó la otra mano para que nada cayese al suelo.

—¡¡¡Abre esa boquitaaaa…!!! —Me dijo el imbécil con tono de mofa mientras se reía en mi cara, quedando yo con cara de pava con la boca abierta y los ojos como platos, viendo con horror como, la mano de Kevin se aproximaba con todo ese montón de semen en la mano hasta entrar en contacto con mi boca, donde bruscamente introdujo sus dedos hasta mi garganta para asegurarse de que me lo tragaba bien.

—¡Vamos Clarita, ven a ayudarme y colabora, es muy divertido, jajajajajaja! —Decía invitando a mi hermana a vejarme, aunque ella de forma inconsciente.

—Sí, claro, jajajaja, déjame a mí también —Dijo mi hermana aproximándose y repitiendo exactamente lo hecho por Kevin, pasando toda su mano por toda la nariz parpados, recogiendo una cantidad enorme que llevó en forma de avioncito hasta mi boca.

—¡Abre la boca que viene el avioncitooooo! —Voceó mi hermana imitando con su mano el vuelo de una avión ante la partida de culo de se novio.

El avión acabó alojado en mi boca, donde mi hermana se le fue un poco la mano y se pasó un poco, estampando con toda la mano abierta contra mi boca toda la masa viscosa como si fuese una tartazo, con saña, agarrando mi cabeza con la otra para presionar con fuerza. No sé que mosca le picó, supongo que se dejaría llevar por la emoción, aunque para mí fue vergonzoso y degradante, aunque no más que sentir como el semen brotaba del culo abierto de mi hermana hacia mi cara.

Cuando terminaron de darme a comer toda la mascarilla de semen, con mi boca sabiendo a todo lo desagradable que una pueda imaginar, me dejaron marchar al baño y cuando volví ya estaban acostados, por lo que aproveché para hacer lo mismo e intentar olvidar y descansar, pensando que seguro que al día siguiente sería otro día, seguramente mucho mejor.

A la mañana siguiente me levanté la primera, pues ellos todavía dormían, por lo que me dirigí a preparar el desayuno para los tres con la mente más despejada y serena. Preparé unas tostadas y café.

De pronto apareció Kevin por la puerta de la cocina…totalmente desnudo, con su cipote morcillón y sus cojones de toro colgando.

—¡Buenos días, cuñada! —Dijo Kevin.

—Buenos… días… —Contesté mirándole a su rabo de forma inconsciente durante un segundo bajando la mirada inmediatamente, aunque este se percató de ello sacándole provecho.

—¡¿Que estás haciendo!? —Me preguntó con tono firme.

—Eeehh…no…yo…no…nada… —Dije, mientras miraba a la encimera hacia abajo haciendo como si me secara las manos con el trapo, mientras se acercaba hacia mí de forma lenta pero decidida.

—¿Me estás mirando el rabo, guarra sinvergüenza? —Me dijo dejándome absolutamente muda.

—Noo…yo…no…de verdad…noooo… —Dije con las manos temblorosas con la voz entrecortada.

—¿Ya me has lavado mis calzoncillos? —Preguntó.

—No…se me ha olvidado…perdona Kevin…ahora me pongo a ello… —Dije sin levantar la mirada.

—¡Ya! O sea, no solo eres una cerda mirona que observa como tu hermana me come el cipote en la cocina, si no que, encima que a cambio de olvidarlo solo te pido que me laves los calzoncillos, puesto que no he traído otros y no me  visto si no tengo calzoncillos, ya que me deja todo el capullo escocido al roce con los pantalones, y encima de mirona, eres una salida y una sinvergüenza que lo que pretendes es…humillarme, ¿Es eso, marrana? —Dijo de forma aplastante, dejándome petrificada dado que el argumento hacía que así pareciese y que realmente fuese una salida sinvergüenza.

—Eeehh…no…yoo…siento…yo…estoy casada…yo…no... —Dije sin conseguir acabar una sola frase, con sentimiento de indefensión, sintiéndome impotente ante un razonamiento tan estructurado.

—¿Que estás casada? ¿Y que le parecería al maricón de tu marido si supiera que su mujer es una mal follada y marrana, que espía al novio de su hermana de como esta le come el rabo? ¿O quieres que lo sepa también tu hermana? ¿Y si también les cuento que te dedicas a mirarme el rabo? —Me dijo a la cara, humillándome sin contemplaciones.

—... —Abrí la boca para decir algo, pero de esta no salió ni una palabra, todo se quedó en una intención, en una mueca.

— También podría decir a tu hermana como te comes mis corridas…¿Quieres? —Dejó caer como una guillotina sobre mi cuello.

Le miré a los ojos con la cara desencajada, suplicante, mi cara era de indefensión, cosa que a él no importó en absoluto.

—Ya que estabas mirando mi rabo y mi cipote, te vas a dirigir a ellos y a pedirles perdón —Me dijo sonriendo.

—¿Cómo…? —Pregunté pensando en que era una broma.

—¡Eres tonta o qué! ¡Ya has ido lo que te he dicho, para beberte el vaso de semen y comerte los canelones no hiciste tantas preguntas! —Dijo acercando su cara a un centímetro de la mía.

—Va…vale…perdón…lo siento… —Dije de forma casi inaudible mirándole a los ojos.

—¡Que te dirijas a ellos, coño! —Dijo agarrando con una mano sus cojones y ese pollón de 23 centímetros que ya estaba totalmente mirando al cielo.

Haciendo un esfuerzo mental sobrehumano, ya sin dignidad, miré hacia ese descomunal miembro negro y me dirigí a él como si de una persona se tratase.

—P…pper…dón… —Dije levantando inmediatamente la mirada.

—¡¡¡Arrodíllate y díselo otra vez que no te ha oído jajajaja —Dijo, dominando la situación totalmente.

Yo, totalmente sin voluntad, degradada, pensando en lo que mi marido y mi hermana pensarían si ese desalmado les dijese algo de lo ocurrido…

Lentamente me agaché hasta quedar de rodillas en el suelo, con mi cara como a 30 centímetros de su rabo y huevos, mirándoles directamente, mientras él de pie con los brazos en jarra sobre su cintura, miraba hacia abajo triunfante.

—Ppp…pper…doonnn… —Dije.

—¡Siguen sin oírte, perra! ¡Acércate más, que anoche bien que no te importó estas cerca! —Me soltó como un directo en toda la cara.

Me acerqué a unos 5 centímetros y…

—Ppp…pper…doon…

—¡Siguen sin oírte, marrana! ¡Pega la cara! —Decía deleitándose con la situación tan morbosa, viéndose claramente reflejada en el líquido preseminal, el cual brotaba de su gran capullo y que se deslizaba por su tronco.

Miré hacia arriba con mirada de corderito degollado, mostrando un rostro impasible. Fui acercando mi cara hasta que entro en contacto con su mástil duro e imponente, y mi boca quedó en contacto con sus gordísimos cojones, sin querer ni imaginar lo que ocurriría si mi hermana entraba en esos momentos. Repetí otra vez:

—…eee…ddooonnn… —Sonaba mi voz amortiguada por sus huevos en mi boca y mi nariz aplastada contra su rabo.

—¡Las manos a la espalda, como las marranas! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! —Me dijo Kevin soltándome una fuerte nalgada.

Llevé mis manos a la espalda y repetí la operación.

—…eeee…dddooonn… —Dije de nuevo.

Justo en ese momento, el cabronazo agarró mi cabeza con su enorme manaza y comenzó a restregar su enorme cipote por toda mi cara, sentí su dureza, como todas las venas y su musculoso tronco friccionaba contra mi cara repartiendo todo su liquido preseminal por ella y haciendo movimientos pélvicos como si me follase la cara, apoyando su capullo en mi nariz y comenzando a follarse los orificios, para después pasarlo por todos mis labios cerrados y mis mejillas mientras reía a carcajadas.

—¡¡¡Tenía que darte vergüenza!!! ¡¡¡Como una cerda arrodillada, restregando tu cara contra mi cipote negro, mientras tu maridito estará pensando en lo fiel que es su mujer!!! ¡¡¡Perra!!! —Decía, mientras ahora bajaba mi cabeza hasta sus cojones y empezaba a restregarlos por toda mi cara.

—¡Este es tu sitio! ¡Saca la lengua, marrana! —Dijo manteniendo mi cara fuertemente aplastada.

Saqué mi lengua y comenzó a pasar mi cabeza agarrando mi pelo desde sus huevos hasta la punta de su capullo, recorriendo cada centímetro de rabo negro para repetir la operación, pero esta vez abriendo sus pierna y encajando mi cara bajo sus cojones, haciéndome llegar hasta el agujero de su culo presionando, con firmeza para, con toda mi lengua fuera volver a hacerme recorrer todos sus huevos, pasando por su imponente tronco hasta el capullo nuevamente, haciéndole un lavado de rabo con el olor al culo de mi hermana  todavía de esa noche.

Por fin liberó mi cara, toda pringosa de liquido preseminal y su olor a semen y culo que me impregnaba toda la cara.

—Paséate a cuatro patas por la cocina, como las perras, te voy a tratar como lo que eres —Dijo mirándome con autoridad.

Tímidamente comencé a gatear a cuatro patas, despacio, humillada, mientras él agarró mi pantalón del pijama de la parte trasera y, de un fuerte tirón, lo bajo hasta quedar por debajo de mis nalgas, y de otro tirón bajo también mis bragas, quedando a la misma altura con todas mis nalgas totalmente expuestas y ofrecidas al negrazo de 1,90.

—¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! ¡¡¡Marranaaaaa!!! —Decía mientras comenzó a nalguearme mientras yo me arrastraba a cuatro patas por toda la cocina con el negrazo siguiéndome tras de mí, con todo su rabo bien duro recreándose con la visión de tener a la hermana casada de su novia sometida y humillada menando sus perfectas nalgas blanquitas para él.

—¡¡¡Di que eres una perra!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! —Me decía, mientras su manaza se estrellaba contra mi blanca nalga dejándola marcada, vibrando a cada palmada.

—Sss…soooyyy…una…perra… —Decía, mientras continuaba caminando a cuatro patas con mi pijamita casi por las rodillas que apenas me permitía gatear.

—¡¡¡Di que tu maridito es un maricón picha corta!!!

—… —No podía hacer eso, sentía mucha pena por él, pensar que mientras él estaría trabajando para traer el dinero, su esposa está a cuatro patas, arrastrándose como una fulana para deleite de un negrazo, mientras le calienta el culo y le restriega todo su enorme rabo por la cara.

—¡¡¡Vamos!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaassssss!!! —Exigió Kevin dándome otra fuerte nalgada, haciéndome ceder.

—Mm… mi… marido... ¡¡¡aaayyyyyy!!!... eesss… un… ¡¡¡aaaayyyy!!!... mariconnn… ¡¡¡aaaaayyyy!!!... y… unnn… pilla… corta… ¡¡¡aaayyyyyyy!!! —Dije, mientras me seguía con su cipote a punto de reventar apuntando  al techo y me nalgueba mis respingonas nalgas blancas sin compasión.

—¿Qué prefieres, comerte tú las tostadas con mi corrida o que se las coma tu hermana, marrana? —Me preguntó, presagiando por fin una luz en el horizonte…

—Eeehhhh…mi…mi... hermana… —Dije algo aliviada.

—¡De acuerdo! —Se tomará ella mi corrida. —Dijo mientras se servía un vaso de zumo de la jarra de la encimera.

—¡¡¡Empieza!!! —Me indicó mientras bebía del vaso con tranquilidad.

—¿Q…qué…? —Pregunté con cara de desconcierto.

—Ella me ordeña cuando te la sirvo a ti, así que, si quieres que se la coma ella me ordeñaras tú y, te aconsejo que no tardes mucho, no sea que te pille con las manos en el rabo jajajajaja —Eso era una sentencia. Era eso o me tendría que volver a comer toda su corrida en la comida delante de mi hermana y él, o podía poner en peligro mi matrimonio, mi reputación, la relación con mi hermana…todo a la vez. Estaba entre la espada y su gran rabo de ébano apuntándome amenazadoramente, con sus grandes pelotas colgando.

No podía hacer más que, lentamente agarrar ese rabo con toda la mano, tímidamente, temblorosa y temerosa, intentando abarcar todo su grosor, cosa que no me resultó posible dado su tamaño. Esa barra de carne estaba caliente y pegajosa, pareciendo una dura y larga babosa.

—¡¡¡Vamos perra, ordeña a tu macho, blanquita, llena el desayuno de leche a tu hermanita pequeña, hay que ser zorra!!! ¡¡¡Plaaaaasss!!! —Me dijo dando una nalgada en mis nalgas desnudas, humillándome más si cabe —¡Vaya esposa estás hecha, como una perra ordeñando una verga negra que no te cabe ni en la mano, así me gusta, acuérdate del cornudo de tu marido mientras me pajeas, cerda! —Me decía de pie, con su zumo en la mano con toda malicia que puede caber en una persona, disfrutando de mi degradación.

—Yo no te he dicho que utilices las manos. —Me dijo mirándome desde arriba. A mí las casadas me ordeñan con la boca, puerca —Me dijo el desgraciado.

Poco a poco me aproximé mirando de reojo hacia la puerta de la cocina, intentando agudizar mi oído por si hoy los pasos de mi hermana o la puerta de la habitación sonaban. Me acerqué a ese imponente músculo negro que de largo ocupaba más del largo de mi cara y, le pase tímidamente la lengua por la punta del capullo, que era tan grande que casi me podía asfixiar. Confié que con tan solo eso que me pedía fuese suficiente... que equivocada que estaba.

—Acostúmbrate a comerme el rabo, marrana lechosa, porque te vas a cansar, comepollas —Me decía como si fuera una vulgar puta —Abre bien la boca, la quiero bien abierta y con la lengua bien afuera y comienza a introducir el rabo.

Obedeciendo con sumisión, dada la situación tan delicada en la que me encontraba, teniendo que ceder y humillarme para conseguir salir de esta situación, sin poner en peligro mi matrimonio ni mi relación familiar. Abrí la boca todo lo que pude y saqué mi lengua todo lo que me dio, para a continuación comenzar a introducir el capullo milímetro a milímetro. A los 4 centímetros comenzaron mis arcadas, con la lengua totalmente fuera, comenzando a caer un hilo de saliva desde la punta de esta al que se le siguieron una gran cantidad de ellos.

—¡Aaaaagggggghhhh! ¡Aaaaaggggghhhhh! —Dada las fuertes arcadas tuve que retroceder, sacando el capullo de mi boca unida a gruesos hilos de saliva y lágrimas en mis mejillas por las arcadas, por lo que pasé mi antebrazo por mi boca para limpiarme.

—No se te ocurra volver a retroceder ni limpiarte las babas, eso forma parte de lo marrana que eres, cerda, cuando venga el cornudo de tu marido le besarás después de tragarte todo mi cipote negro, jajajajaja —Me decía  mofándose de mí .

Por lo que volví a repetir el proceso, con toda la boca abierta y su capullo del tamaño de una ciruela sobrepasando mis labios, haciéndome producir saliva a borbotones que escurría por mi labio inferior y mi lengua cayendo a chorros espesos sobre mi pijama y el suelo, comenzando a mover mi cabeza para  meter y  sacar esa barra de carne que llenaba por completo todos los rincones del interior de mi cavidad bucal. 

—Mientras me comes la polla mírame con los ojos bien abiertos y detente con el rabo dentro hasta que te lo indique y, las manos en la espalda, quiero ver como una fiel esposa llora de empacho y babea por hacérsele la boquita agua —Me indicaba, mientras me quedaba con más polla que la que me cabía en la garganta, con la lengua fuera como una perrita babeando y con los ojos completamente rojos lágrimeando, con cara suplicante, aunque él disfrutaba dándome bofetadas en las mejillas, alternando de una mejilla a otra.

—¿Cómo se llama el cornudo? 

—…eeee…nnnnaaaa…nnnooooo —Contesté como podía con todo el invasor rozando mi garganta y babeando.

—No entiendo zorra.

—…eeeeeeerr…naaaaaannnn…doooooo 

—¿Quién tiene la polla más grande, puta?

—… 

—¡Contesta coño! —Dijo dándome una bofetada en la mejilla que me obligó a contestar.

—...uuuuuu…. —Dije mirando a sus ojos.

—¡¡¡Más fuerte!!! 

—¡…uuuuuuuuuuuu…! 

—¿Quién es el macho de esta casa?

—¡…uuuuuuuuuuuu…!

Pronto comencé a toser y a derramar gran cantidad de saliva burbujeante que salía de mi nariz e impactaba contra su pelvis, todo ello sin retroceder un ápice mi cabeza, esperando que me dejase coger aire de un momento a otro, cosa que no parecía que fuese a ocurrir, ya que él  miraba mientras tanto hacia la pared, pensativo, como si nada, mientras bebía tranquilamente su zumo.

—Agarra con tus dedos los lados de tu boca y estira hacia los lados, poniendo cara de Joker jajajajaja, y la lengua bien afuera —Me decía, por lo que metí los dedos índice por los laterales de mi boca y estiré mis labios hacia los lados abriéndola como una sonrisa forzada, momento en el que él hijo de puta comenzó a balancear sus caderas follándome la garganta mientras continuaba mirando hacia él. De pronto, vi como acumuló saliva en la boca y comenzó a dejarlo caer desde arriba sobre mi carita colorada, el cual calló sobre mi frente, un salivazo espeso y que fue resbalando por mi ojo derecho hasta mi mejilla, hasta llegar a mi barbilla, donde se fundió con los colgajos que saliva de mi barbilla.

—¡Ooooooohhhhh! ¡Que gustoooooooo! ¡Asiiii, límpiame todo el cipote, que ayer no me lo lave después de dar por el culo y el coño a tu hermanita, ya que estaba esperando que me la limpiases tú y lo saboreases jajajajaja… ¡Uuuuufffffff! —Decía tensando todo su cuerpo mientras balanceaba sus caderas, introduciendo su miembro hasta hacer tope con el fondo de mi garganta —¡Tápate tu solita la nariz y métela sola hasta el fondo de tu garganta! —Me indicaba, no pareciéndole suficiente la agonía a la que me tenía sometida.

Introduje el gran cipote forzando lo que mi garganta me dejó entre ataques de tos y arcadas, hasta detenerme cuando la tuve alojada en mi campanilla, para pinzar mi nariz con mis dedos y aguantar con mi cara congestionada.

—Estoy pensado que me voy a quedar en esta casa una temporada…¡Uuuuufffffff! ¡Quiero que me presentes al cornudo...¡Aaaaaahhhhh! —Esto me aterró ¿Quedarse en mi casa? ¡Esto se me había ido de las manos definitivamente! —¡¡¡Me voy a correeeeerrrr¡¡¡ ¡¡¡Aaaaahhhh!!! —Dijo agarrando el plato con todas las tostadas con tomate y, no solo las de mi hermana, sino las mías también, ya que todas estaban en el mismo plato y no estaban repartidas. El muy  cabrón puso el plato bajo mi boca, donde caían espesos hilos de saliva y mocos, rociándolas  bien de salsa viscosa de mi cosecha —¡¡¡Ordéñame con la mano y con la otra agarra mis cojones y, apunta bien mi rabo al plato!!! —Me dijo, mientras yo dirigía su gran nabo al plato, poniéndolo sobre este, mientras yo agarraba con una mano los grandes cojones negros y pajeaba con mi pequeña mano su rabo babeante y lubricado por mi saliva, esparciendola por todo el largo miembro, haciendo su gran tamaño que mi mano pareciese del tamaño de una muñeca, deslizándola desde la punta hasta la base de los huevos.

—¡¡¡Aaaaaahhhh!!! ¡¡¡Oooooohhhh!!! —Su cuerpo se tensó y su rabo comenzó a escupir potentes cantidades de semen sobre las tostadas, regándolas con pegajosos y espesos chorros hasta dejarlas totalmente cubiertas, pareciendo una especie de mayonesa cortada con grumos. Toda mi mano se llenó de corrida ya que escurrió por ella, deslizándose hasta mi antebrazo, realmente era un semental, esta virilidad y esta cantidad de semen era algo fuera de lo habitual. 

Una vez se corrió, agarro la jarra donde estaba el café y volcó del plato algo de sustancia  en él mientras sonreía.

—Menudo desayuno y café más “cargadito” vais a tomar jajajajaja —Dijo el pervertido mal nacido —Toma esta servilleta y límpiame bien el cipote y los huevos —Me dijo, ofreciéndome la servilleta que estaba sobre la encimera.

Con toda mi cara hecha un desastre, y todavía con saliva colgando de mi barbilla, me acerqué temerosa e insegura y comencé a pasar la servilleta por todo su gran falo, levantándolo con mi manita hacia su ombligo para limpiar también sus cojones, mientras él me miraba con satisfacción y chulería.

Cuando acabé e iba a dejar la servilleta en la encimera…

—El culo también, lo tengo sudado, me lo has llenado también de tus babas de cerda —Me decía mientras se dio la vuelta y se agachó levantando el culo y ofreciendo toda su raja bien abierta, mientras volví a cogerlo  y, lentamente limpiar toda la  raja de su  culo arrodillada a su altura, pasándolo en repetidas ocasiones por toda su extensión, desde su rabadilla hasta el perineo, hasta dejarlo bien seco.

—Esta servilleta déjala en tu lado, que te vas a limpiar luego bien la boca con ella, así te vas acostumbrando al olor de tu macho —me dijo, obedeciendo y llevándola yo misma hasta mi sitio cabizbaja.

—¿Cuando llega el cornudo? Me preguntó.

—Ma... ñana... —Dije con voz derrotada.

—Jajajajajajaja, como lo vamos a pasar…jajajaja. Sois las dos hermanitas igual de zorras y, como perras que sois, así os voy a tratar… —Me dijo con aplastante superioridad —¿Sabes el secreto de tu hermana? —Me dijo acercándose a mi oído —No soy su novio, no, soy el que se la folla mientras su novio el cornudo, está esperándola en casita…

Continuará… 

(9,50)